Ensayo sobre Pail Valéry por Virgilio Piñera

ERÍSTICA SOBRE VALÉRY

 

 

 

El mayor acontecimiento de mi vida fue una curación.

 

Wagner era una de mis enfermedades.

 

 

 

   Nietzsche Añadir un elogio más a la obra de Valéry, sería una profanación. Valéry es ya un caso, y en este sentido, sólo en este sentido, debe importarnos. Como el caso Wagner, el caso Valéry. De una parte, los peligros del encantamiento, del sortilegio; de otra parte, las agudas razones de Valéry; la conciencia de la poesía, el método, las purezas... ¿De qué modo luchar contra un espíritu tan bien defendido? Tanto, que nos entrega sus propias armas, lo que significa no poder atacarlo ya. Como la prensión o la sonrisa, la circunstancia del héroe Valéry se nos aparecía semejante al inevitable fenómeno natural. Teníamos conciencia, al igual que de los héroes homéricos o de Simbad, del héroe Valéry. Ah, pero la conciencia... He aquí algo que forma parte del caso Valéry.

 

   La poesía era, más que nunca, una operación culta; y arribados a la edad de poetizar, comenzábamos la obra sabiendo, por vía vagamente sospechosa, lo de la conciencia del acto poético. Yo no sé a qué dudas y terrores estuvieron sometidos, por ejemplo, los jóvenes del simbolismo. Por entonces la teoría "recobrar de la música lo nuestro" (cito al propio Valéry), hacía de cada poeta partes iguales de duda y confianza, de olímpica deidad y ridículo guiñol. Cada vez más el hacer poético era objeto de análisis, de investigación cuidadosa, que ya contaba - ¿definitivamente? - como ciencia exacta. La llegada de Valéry trajo el método y la moda. El método Valéry y la moda Valéry.

 

   ¿Recordáis los versos et mon triangle d'emeraude / tire sa langue a double fil...? La serpiente valeryana tiene la lengua bífida. ¿Y cómo podría ser de otra manera? Todo método entrega su parte deleznable. Es decir, todo método deviene moda. Y así como el método es el único responsable de la aparición de la moda del método, Valéry es el único responsable del método Valéry. Se sabe diáfanamente lo que ello quiere decir y lo que ello implica. Se sabe, por ejemplo, que su astucia erige un método que, por inconsútil, resiste al ojo más fino que intenta, con la lupa más fina, descubrir la última puntada en la tela inmutable. ¿Dónde la trama y las costuras? Y a nuestra avidez y desesperación, a nuestra ebriedad propone Valéry el inconsútil consciente. Fijar este consciente―suerte de eidola, de doxa, personaje huidizo como la misma sombra de la caverna platónica, devenía una empresa desesperada.

 

   Así se produjeron entre los poetas las situaciones más extrañas. Si en estas reflexiones pudiera haber un momento de humor, sería posible decir que hasta hubo poetas que no dieron salida a la poesía, porque aguardaban la hipóstasis necesaria con el inconsútil consciente.

 

   Pero Valéry -une intelligence adultère / exerce un corps qu'- elle a compris―no da tregua. Cuidado con las profesías de la Pitia. Es a veces cruel y hasta burlón como un enano de corte: "ni el objeto propio de la poesía ni los métodos para alcanzarla se hallan dilucidados, y como quienes los conocen se callan y quienes los ignoran disertan..." ¿Queréis burla más donosa? Valéry calla lo que conoce, y el efecto de su silencio hace disertar a los que ignoran lo que él sabe. Desconfiad de este hombre que hace preguntas magníficas, pero también ya perfectamente respondidas por su parte. Después de aprender a perecer, Valéry os preguntará "¿Cómo perecer, oh camaradas?" Mirad: Sur le jardín se risque et rôde... Imposible aprehender a la serpiente Valéry.

 

   Un deliberado apparatus crítico, una ecuación sin igualdades, un juego bizantino nos proponía Valéry. Erigía una problemática sobre lo menos problemático que existe: la poesía. Y Valéry lo sabía tan estratégicamente bien, que nada en su poesía es problema. Lo que constituye sus esencias poéticas es tan gratuito, tan inefable, tan del azar, como la metáfora que escapa de boca del salvaje. La problemática radicaba en el vano esfuerzo, por parte suya, de hacer la poesía bajo especie "químicamente pura", acto "deliberadamente consciente". He aquí el juego de Valéry. Muy pronto devendría método, y un poco más tarde, sólo un poco más tarde, moda. ¿Imagináis su voluptuosidad al contemplar nuestra lucha abierta con el inconsútil consciente, y poesía químicamente pura? ¡Qué risa de su parte! Él, sentado entre el inconsciente y las ricas impurezas.

 

   No se sabe qué pensar de un hombre que enseña el camino y a la vez lo oculta. Si declara que "la pureza última de nuestro arte exige a quienes la conciben, tan largas y tan rudas sujeciones que absorben toda la alegría natural de ser poetas..." Declara también que "atravesamos solamente la idea de la perfección como la mano corta impunemente la llama..." Se advierte una contradicción, que los demás, descubre de nuevo el juego de siéndola sólo para Valéry. Claramente él sabe que todo rigor, ruda ejecución y severidad resultan entidades negativas para la empresa de "cortar la llama" o cortar la poesía. Sólo podrían ser cortadas, como él mismo lo declara, "impunemente". Todos los matraces, las retortas y todas las mezclas, se estrellarían ruidosamente frente a esa última impunidad fatal que es la poesía o la llama.

 

   No se ha vuelto bastante sobre esta frase suya: "Pero los poetas aún no están seguros de la imposibilidad de cuadrar todo pensamiento en una forma poética..." Estas palabras descubren el vivísimo anhelo, la idée fixe de Valéry: cuadrar la poesía. Su largo silencio de veinte años quizá no fue otra cosa que la impresionante meditación del ser de la palabra en cuanto sujeto moldeable a voluntad. O si lo preferís, conscientemente. De todo esto quedó una victoria de la poesía y una refinada venganza de Valéry. Una victoria de la poesía, porque el poeta obtenía sus mejores palmas del lado del azar (yo no sugiero el delirio); una venganza de Valéry porque a la vista del orden mental, la poesía de Valéry adopta, sin serlo, la extraña, espejeante forma de una cuadratura de la poesía. Sus poemas, por lo tanto, exigieron una hermenéutica. Le cime- tière marin fue disecado hasta el verso final; labor de disección que mostraba cómo puede ser desmontado un cuerpo de poesía, sólo para comprobar, al concluir la operación, que la poesía resiste esas pruebas por nueve, esas vivisecciones. Que ella nunca podrá ser aislada o desmontada. No será necesario recordárselo a Valéry: Hélas ¡O roses, toute lyre / contient la modulation. Valéry ha querido y obtenido, como lo quiso y obtuvo Mallarmé en otra medida, que su poesía aparezca como un acto deliberadamente consciente; suerte de espejismo, en el que el objeto real es suplantado, por acción del meteoro, en objeto meramente aparencial. Añadid a esto la sutilísima dialéctica que funda toda una teorética del acto poético, y habréis completado el paradigma de Valéry.

 

 

 

   ¿Por qué no aplicar a Valéry las palabras de Nietzsche sobre Wagner? “Comprendo perfectamente que un músico de hoy en día nos diga que detesta a Wagner, pero no puede soportar otra música. Comprendería igualmente a un filósofo que declara que Wagner resume la modernidad. Se procederá bien comenzando necesariamente por ser wagneriano”. Ya lo habéis oído. Por tanto, se procederá bien comenzando necesariamente por ser valeryano.

 

 

 

1942

 

 

 

Este ensayo pertenece al libro Poesía y Crítica, publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, impreso en 1994, México

 

 

 

 

 

Virgilio Piñera Llera (Cárdenas, 1912 - La Habana, 1979). Poeta, narrador y dramaturgo cubano considerado uno de los autores más originales de la literatura de la isla.

 

 

 

Se estableció en La Habana en 1938. En 1940 obtuvo el título de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. Fundó y dirigió la revista Poeta (1942). Viajó por toda América Latina, Estados Unidos y Europa. Colaborador en Espuela de Plata, Grafos, Clavileño, Ultra, Orígenes, Gaceta del Caribe, Lyceum, Universidad de la Habana, Lunes de Revolución, La Gaceta de Cuba, Unión. En Buenos Aires, Argentina trabajó como funcionario del consulado cubano, como corrector de pruebas y más tarde como traductor de la editorial Argos, colaboró en Sur, Hoy, Realidad, Mundo Argentino y Anales de Buenos Aires. Colaboró, además, en Lettres Nouvelles y en Les Temps Modernes, de París. Con José Rodríguez Feo fundó Ciclón en 1955. Fue director de Ediciones R. Es autor de la selección y las notas de Teatro del absurdo, tradujo Juan Azul, de Jean Giono; Así habló el tío, de Jean Price Mars, y Tribálicas, de Henri Lopes, entre otras obras. Tomó parte en la traducción de Ferdydurke, del polaco Witold Gombrowicz. Algunos de sus cuentos y de sus poemas han sido traducidos al inglés, italiano, alemán, ruso, húngaro, polaco, etcétera.

 

 

 

 

 

En 1948 estrena Electra Garrigó, reducción del mito griego a nivel de parodia y choteo. La obra en el momento de su solitario estreno, provocó polémicas y protestas, pero con los años se ha convertido en un punto de referencia. Aire frío, su mejor pieza, se representa en 1962, pero ya estaba escrita cuatro años antes. La extensa obra, de corte autobiográfico, narra la historia de una familia que se niega a proletarizarse, y vive en un mundo de valores que desaparece. El drama ilustra la crisis de la familia a lo largo de dieciocho años. Otras obras de Piñera fueron Falsa alarma (1948), Jesús (1950), La boda (1958), El flaco y el gordo (1959), El filántropo (1960), y Dos viejos pánicos, premio Casa de las Américas 1967.

 

 

 

 

 

Fuente biográfica: EcuRed

 

Fuente fotográfica: Fotos de la Habana

 


Paul Valéry. Poeta y hombre de letras francés cuya obra presenta un conflicto entre la contemplación y la acción que debe resolverse artísticamente para captar el sentido de la vida. Valéry está considerado como uno de los más grandes escritores filosóficos modernos en verso y prosa. Valéry nació en Sète y estudió en la Universidad de Montpellier. En 1892 se trasladó a París y se adhirió al círculo literario del poeta simbolista Stéphane Mallarmé. Los primeros poemas de Valéry, escritos entre 1889 y 1898 y recopilados en Album de versos antiguos (1921), están muy influidos por los simbolistas. Las dos primeras obras en prosa de Valéry se ocupan del dominio de las técnicas intelectuales. En Introducción al método de Leonardo da Vinci (1895), Valéry analiza el método creativo de uno de los grandes genios universales. La obra de ficción El señor Teste (1895), es decir, el 'Señor Cabeza', analiza los procesos introspectivos de su protagonista, un hombre dotado de una mente prodigiosa. Valéry trabajó como funcionario (1897-1900) y también colaboró con una agencia de información (1900-1922). Durante esa época continuó sus estudios de matemáticas. Sumamente perfeccionista, se negó a publicar su poesía hasta 1917, fecha en que apareció el poema alegórico La joven parca. Su obra refleja una visión del mundo entendido como una combinación de las fuerzas de la vida y las esencias absolutas. En obras posteriores, como El cementerio marino (1920) y muchos de los poemas de Cármenes (1923), realiza un extraño análisis de la conciencia que el ser humano tiene de sí mismo en un estilo rigurosamente clásico, combinado con descripciones sensuales y naturales y técnicas musicales. Los últimos escritos en prosa de Valéry son estudios filosóficos y meditaciones. En Eupalinos o el arquitecto (1923), desarrolla una teoría de la arquitectura como la forma artística más afín a la música. En Miradas al mundo actual (1933) Valéry ahonda en las bases ideológicas de la política moderna. En 1925 ingresó en la Academia Francesa y a partir de 1937 dio clases de política en el Colegio de Francia. Otras obras dignas de mención son El alma y la danza (1924), Variedad I-V (1924-1944) y La idea fija (1932). Para Valéry la poesía era la más hermosa de las técnicas creativas. En sus versos articulaba ideas abstractas mediante imágenes simbólicas y ritmos sutiles. Los temas de su obra son a menudo antitéticos, las emociones frente al intelecto, el universo y el hombre, el ser y el no ser, o la naturaleza del genio y el proceso creativo. En sus escritos en prosa analiza el arte, la cultura, la política y las capacidades de la mente humana en un estilo aforístico. La condensación de su pensamiento, unido al denso simbolismo y las abundantes alusiones, hacen que el significado de la obra de Valéry resulte a veces oscuro.

 

 

 

 

Fuente biográfica: El poder de la palabra

 

Fuente fotográfica: Infoabae

 

Escribir comentario

Comentarios: 0