Nueva Época, Año 3 - Núm. 14


Nueva Época, Año 3 - Núm. 13

Nueva Época, Año 3 - Núm. 12

Nueva Época, Año 2 - Núm. 10

Nueva Época, Año 2 - Núm. 9

Nueva Época, Año 2 - Núm. 7


Nueva Época, Año 1 - Núm. 6

Nueva Época, Año 1 - Núm. 5

Nueva Época, Año 1 - Núm. 3


Nueva Época, Año 1 - Núm. 2


Nueva Época, Año 1 - Núm. 1


Año 1 - Núm. 3

Uno de los escritores más maravillosos y solidarios que he conocido ha sido Mario Benedetti, el gran escritor uruguayo, hoy muy afectado de salud y que, no obstante su avanzada edad, en el lecho de enfermo continúa creando, fiel a su prolífica creación literaria, que ha aportado a la cultura y la imagnación sesenta y siete obras en todos los géneros de la escritura.

 

Un hecho único en estos tiempos de tanto libro banal.

 

Lo había conocido fugazmente en un congreso de escritores en la época de la dictadura chilena, en España, pero donde establecí una profunda amistad con él fue en 1994, cuando residí en Montevideo en calidad de agregado de cultura y prensa de la embajada de Chile.

 

Innumerables ocasiones visité su departamento en la mítica Avenida 18 de Julio con Ejido, ubicado en pleno centro de Montevideo. El trato que teníamos era simple: él me esperaba en su taller rodeado de miles de libros y yo me dejaba caer con un par de botellas de vino tinto, del bueno. Nos quedamos hasta muy tarde practicando esa bella cultura rio platense de la cual cada día carecemos más: platicar... seguir leyendo

 


Año 1- Núm. 2

Como bien dice su poema Ecuador (La geografía): «Es un país irreal, limitado por sí mismo». ¿Siente, efectivamente, que el Ecuador es un país imaginario, como la línea que nos traspasa y que nos puso un nombre «sin pedirnos permiso», siquiera?

 

Allí me refiero a un problema de identidad. Hace cincuenta años, con ocasión del conflicto militar con el Perú, el embajador de Brasil nos aconsejaba «tener piel», o sea existir dentro de ella. Porque hasta entonces no nos habíamos planteado un proyecto de país: algo hizo en ese sentido Benjamín Carrión, buscándole un destino en la cultura, ya que no en la economía ni, evidentemente, en las armas. Tampoco lo hemos hecho debidamente después de él y aunque la responsabilidad es de todos, recae directamente en los dirigentes políticos, en los gobiernos, en los que, se supone, debían definir al Ecuador como nación...seguir leyendo

 


Año 1 - Núm. 1

"Y el poema es el dios más siniestro que existe”, escribe Leopoldo María Panero (Madrid, 1948) en La ciencia del verso. Más allá de la antología de lugares comunes que rodean a su persona —la locura, la dipsomanía, la rebeldía blasfema—, Panero es de los pocos poetas de su generación que han construido no ya una obra, sino una literatura en sí misma, alimentada desde los afluentes del ensayo, la traducción y la prosa, como puntos de entrada a su voluminosa obra poética. Poeta culto y de culto, para muchos una reliquia póstuma del vidente, actualmente se encuentra recluido en el Sanatorio de las Hermanas de la Caridad, en la Gran Canaria.

 

Lo que comenzó con una gentil carta mecanografiada (y atiborrada de enmiendas y borrones), a raíz del envío de unos libros, se fue transformando en una sabrosa conversación telefónica semanal. La voz de Panero es áspera, cavernosa, y el tono enfático, aunque siempre cortés. El diálogo, matizado  con poemas de Mallarmé, Zukofsky y John Clare, recitados de memoria por el poeta, es fluido, aunque Panero gusta de las pausas largas entre una y otra afirmación y en ocasiones realiza extensas digresiones antes de entrar a responder directamente las preguntas... seguir leyendo

 


¿Para qué ser poeta?

 

Para no ser jamás verdugo o banquero.

 

El camino que elegiste como un poeta rebelde y desmadroso, ¿te ha llevado al buen camino?

 

La vida siempre dice que el desmadre puede ser un saludable camino interior, otra cosa es que la realidad y la economía te lo hagan pagar día a día, segundo a segundo.

 

¿Cuántas etapas crees tener como poeta?

 

La verdad es que creo que aún no he salido de mi etapa de formación. Te sonará raro pero creo que es así. Apenas he entendido algunas cosas sobre el verso libre, apenas comienzo a saber cómo evitar que un verso no se ahogue en un énfasis estúpido o vacío o en su propio entusiasmo retórico.

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