Poesía de Paul Valéry

Primer fragmento del Narciso

 

 

 

Cur aliquid vidh?

 

 

 

Que al fin tú brilles, término puro de mi carrera!

 

 

 

Cual la fuga de un ciervo hacia la fuente acaba

 

Solo si entre juncos se desploma, esta tarde

 

Mi sed me ha derribado al borde de las aguas,

 

Mas no he de saciar este amor indiscreto

 

Perturbando a la onda misteriosa: Oh Ninfas!

 

Si vosotras me amáis dormir siempre es preciso!

 

El más leve suspiro de un alma os estremece;

 

Aún en su desmayo, escapada a las sombras,

 

Si la hoja perdida roza oculta napea,

 

Basta para romper un durmiente universo…

 

Vuestro sueño interesa a mi hechizo que teme

 

Hasta el escalofrío de una pluma que se hunde!

 

Largamente guárdame este rostro, ilusión

 

De una divina ausencia tan solo concebible!

 

Sueño de ninfas, cielo, no dejes de mirarme!

 

 

 

Soñad, soñadme a mi… Sin vosotras, oh fuentes,

 

Mi dolor, mi belleza, me serían inciertos.

 

En vano buscaría mi más precioso don,

 

Asombro de mi carne su confusa ternura,

 

Y mis tristes miradas, ignorando mis gracias,

 

A otros, no a mi mismo, enviarían sus lágrimas.

 

 

 

Esperabais, quizás un rostro sin sollozos,

 

Vosotras, las tranquilas, siempre hojas y flores

 

Y de la incorruptible altura visitadas

 

Oh Ninfas!... Pero dócil a encantadas pendientes

 

Que urdieron invencibles caminos, consentid

 

Este hermoso reflejo del humano de desorden.

 

 

 

Felices vuestros cuerpos fundidos, Aguas planas, profundas!

 

Solo estoy! … Si los Dioses, los ecos y las ondas

 

Y si tantos suspiros nos permiten estarlo!

 

Solo!... mas siendo aún el que a si se aproxima

 

Cuando se acerca al borde que esa fronda bendice…

 

 

 

De las copas el aire deja ya el robo puro;

 

Cambia la voz del agua y me habla de la tarde;

 

Una gran calma me oye, donde oigo la esperanza.

 

Crecer siento la hierba nocturna en sombra santa,

 

Y la pérfida luna establece su espejo

 

Aún en los secretos de la apagada fuente…

 

Aún en los secretos que yo temo saber,

 

Aún en el refugio del amor de sí mismo,

 

Nada puede escapar del occiduo silencio…

 

A mi carne la noche sugiere que la amo.

 

Tiembla su fresca voz de ceder a mis súplicas;

 

Apenas, en la brisa, diríase que mi mente,

 

Tanto la vibración de su tácito templo

 

Conspira al espacioso silencio del paraje.

 

 

 

Oh dulzura, seguir cuando el vigor del día

 

Se retira por fin todo rosa de amor,

 

Un poco de ardiente aún, y débil, mas cumplido,

 

Y de tantos tesoros tiernamente abrumado

 

Por tales remembranzas que su muerte empurpuran

 

Y que feliz la obligan a arrodillarse en oro,

 

A extenderse, fundirse, y perder su vendimia,

 

Y apagarse en un sueño que ya la tarde asume.

 

 

 

Qué pérdida en sí misma tan calmo sitio ofrece!

 

El alma hasta morir se inclina aquí pidiendo

 

Sólo un Dios a la onda, onda desierta, y digna

 

En su lustre, del lizo deslizarse de un cisne…

 

 

 

En esta onda nunca bebieron los rebaños!

 

Otros, aquí perdidos, encontraran reposo

 

Y en la sombría tierra, clara tumba que se abre,

 

Mas no es sosiego, ay!, lo que yo aquí descubro!

 

Si la opaca delicia en que duerme esta luz

 

Cede al cuerpo el horror del follaje apartado,

 

Vencedor de la sombra, oh cuerpo dominante,

 

Rechazando a los bosques su pánico espesor,

 

Muy pronto con pesar su eterna noche añoras!

 

Para narciso inquieto no hay aquí sino hastío!

 

Todo me llama y liga la lucida carne

 

Que me opone del agua la paz vertiginosa!

 

 

 

Cuánto deploro tu brillo fatal y puro,

 

Con tan blanda molicie fuente por mi rodeada,

 

Donde en mortal azur han bebido mis ojos

 

Los mismos ojos negros de su alma sorprendida.

 

 

 

Profundidad, profundidad, ficciones que me veis

 

               Como a una vida ajena

 

Decid, ¿no soy yo aquel que imagináis vosotras,

 

               Vuestro cuerpo os da envidia?

 

Suspended, oh sombríos espíritus, la ansiosa obra

 

               Que se hace en el alma que vela;

 

No busquéis en vosotros, ni en celestes sorpresas,

 

               La desdicha de ser prodigio:

 

Encontrad en la fuente un cuerpo delicioso…

 

 

 

Cogiendo a las miradas esta perfecta víctima,

 

Del monstruo de adorarse haceos un cautivo;

 

En las errantes redes de sedosas pestañas

 

Su gracioso fulgor pensativo os retiene;

 

 

 

Peor

 

         Peor?...

 

                        Alguien Peor repite… Oh burlón!

 

Eco lejana es rápida en devolver su oráculo!

 

Su risa por las rocas quiebra mi corazón,

 

               Y el silencio milagrosamente

 

Cesa!... habla, renace, sobre la faz del agua…

 

Peor

 

          Peor destino!... Vosotros decís

 

Juncos que le robasteis mi queja errante al viento!

 

Antros, que devolvéis más profunda mi alma,

 

Con vuestra sombra hinchando una voz que desmaya…

 

Y me lo murmuráis, ramajes!... Oh murmullo

 

Desgarrador, y dócil al soplo sin figura.

 

 

 

Leve el oro se agita, con el augurio juega…

 

Todo conmigo mezclase, toscas divinidades!

 

Mi secreto en los aires resuena propalado,

 

La roca ríe, llora el árbol; y no puedo

 

Sin plañir por su voz encantadora al cielo

 

Pertenecer exangüe a eternales hechizos!

 

Ay! Entre aquellos bazos que nacen de los bosques

 

Un tierno resplandor de ambigua hora existe…

 

Con resto de luz formase allí un amante,

 

Desnudo, sobre el pálido sitio del agua triste

 

Delicioso demonio deseable y helado.

 

 

 

He aquí mi dulce cuerpo de luna y de rocío,

 

Oh forma que obedece a contrarios deseos!

 

Qué hermosos, de mis brazos, los dones vastos, vanos!

 

Lentamente en el oro adorable se cansan

 

Mis manos de llamar el cautivo de hojas;

 

Mi corazón al eco lanza nombres divinos!...

 

 

 

Mas cuán bella es la boca en la muda blasfemia!

 

Oh semejante!... y más perfecto que yo mismo,

 

Efímero inmortal, tan claro ante mis ojos,

 

Miembros de perla, pálidos, y sedosos cabellos,

 

Es preciso que apenas amados se oscurezcan

 

Y que la noche ya nos divida, oh Narciso,

 

Y entre los dos deslice el hierro que corta un fruto!

 

Qué tienes?

 

                    Aún mi queja es aciaga?...

 

                                                                 El rumor

 

Del hálito que enseño, doble mío, a tus labios,

 

Por la límpida lámina propagó una inquietud!

 

Tiemblas!... Mas las palabras que expiro de rodillas

 

No son entre nosotros sino un alma perpleja,

 

Entre esa frente pura y mi torpe memoria…

 

Tan cerca estoy de ti que podría beberte,

 

Oh rostro!... Es mi sed un esclavo desnudo.

 

 

 

Hasta este encantador momento me ignoraba,

 

Y amarme no sabía ni a mi mismo reunirme!

 

Querido esclavo, verte acatar la más mínima

 

Sombra en mi corazón a su pesar fugándose,

 

Ver en mi frente la ira, los fuegos de un secreto,

 

Ver, oh prodigio, ver! mi hora matizada

 

Traicionar… y pintar, de pensamiento, en la onda

 

Una flor, y qué fastos centellear en el ojo!

 

 

 

Tal tesoro aquí encuentro de impotencia y orgullo,

 

Que no hay pequeña virgen al sátiro escapada,

 

En las huidas hábil, impasible si cae,

 

Ninguna! Entre las ninfas o amigas, que me atraiga

 

Cual tu sobre la onda, inagotable Yo…

 

 

 

 

 

Versión de Cintio Vitier

 

(Octubre de 1948)

 

 

 

Este poema está incluido en la revista Orígenes, año 6, número 23, 1949, La Habana, Cuba.

 

   

 

 Paul Valéry. Poeta y hombre de letras francés cuya obra presenta un conflicto entre la contemplación y la acción que debe resolverse artísticamente para captar el sentido de la vida. Valéry está considerado como uno de los más grandes escritores filosóficos modernos en verso y prosa. Valéry nació en Sète y estudió en la Universidad de Montpellier. En 1892 se trasladó a París y se adhirió al círculo literario del poeta simbolista Stéphane Mallarmé. Los primeros poemas de Valéry, escritos entre 1889 y 1898 y recopilados en Album de versos antiguos (1921), están muy influidos por los simbolistas. Las dos primeras obras en prosa de Valéry se ocupan del dominio de las técnicas intelectuales. En Introducción al método de Leonardo da Vinci (1895), Valéry analiza el método creativo de uno de los grandes genios universales. La obra de ficción El señor Teste (1895), es decir, el 'Señor Cabeza', analiza los procesos introspectivos de su protagonista, un hombre dotado de una mente prodigiosa. Valéry trabajó como funcionario (1897-1900) y también colaboró con una agencia de información (1900-1922). Durante esa época continuó sus estudios de matemáticas. Sumamente perfeccionista, se negó a publicar su poesía hasta 1917, fecha en que apareció el poema alegórico La joven parca. Su obra refleja una visión del mundo entendido como una combinación de las fuerzas de la vida y las esencias absolutas. En obras posteriores, como El cementerio marino (1920) y muchos de los poemas de Cármenes (1923), realiza un extraño análisis de la conciencia que el ser humano tiene de sí mismo en un estilo rigurosamente clásico, combinado con descripciones sensuales y naturales y técnicas musicales. Los últimos escritos en prosa de Valéry son estudios filosóficos y meditaciones. En Eupalinos o el arquitecto (1923), desarrolla una teoría de la arquitectura como la forma artística más afín a la música. En Miradas al mundo actual (1933) Valéry ahonda en las bases ideológicas de la política moderna. En 1925 ingresó en la Academia Francesa y a partir de 1937 dio clases de política en el Colegio de Francia. Otras obras dignas de mención son El alma y la danza (1924), Variedad I-V (1924-1944) y La idea fija (1932). Para Valéry la poesía era la más hermosa de las técnicas creativas. En sus versos articulaba ideas abstractas mediante imágenes simbólicas y ritmos sutiles. Los temas de su obra son a menudo antitéticos, las emociones frente al intelecto, el universo y el hombre, el ser y el no ser, o la naturaleza del genio y el proceso creativo. En sus escritos en prosa analiza el arte, la cultura, la política y las capacidades de la mente humana en un estilo aforístico. La condensación de su pensamiento, unido al denso simbolismo y las abundantes alusiones, hacen que el significado de la obra de Valéry resulte a veces oscuro.

 

 

 

 

 

Fuente biográfica: El poder de la palabra

 

Fuente fotográfica: todasantafe

 

Cintio Vitier. Poeta, ensayista, narrador y crítico cubano nacido en Cayo Hueso, Florida, en 1921.
Doctorado en Leyes, ha ocupado importantes cátedras en la Escuela Normal para Maestros de La Habana
y en la Universidad Central de Las Villas. Es Doctor Honoris Causa de la Universidad de La Habana,
de la Universidad Central de Las Villas y de la Universidad Soka de Japón.
Su poesía descrita por él mismo como "el testimonio de un silencio que ha querido expresarse", constituye
un valioso aporte a las letras hispanas. «La voz arrasadora», «Examen del maniqueo» «Compromiso»
y «Torre de marfil, son algunas de sus mejores piezas poéticas.
Obtuvo numerosas distinciones entre las que sobresalen: el Premio Nacional de Literatura en 1988,
el Premio Juan Rulfo en el año 2002, el título de Oficial de Artes y Letras de  Francia  y la medalla de la Academia de Ciencias de Cuba.
Falleció el 1° de octubre de 2009

 

 

Fuente biográfica: A media voz

 

Fuente fotográfica: Rialta

 

 

 

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