Poesía de Armando Romero

AEDO, HOY

 

 

 

¿Quién tan pequeño

 

entra en una hormiga?

 

El que a tu lado

 

se sienta

 

y escribe el poema.

 

No tiene ojos,

 

sólo antenas,

 

y muchos pies

 

para vacilar

 

por los abismos.

 

Carga los muebles

 

de la casa

 

como si fuesen

 

palabras,

 

y hace de la miel

 

una trampa.

 

El que escribe

 

el poema

 

es una hormiga,

 

negra.

 

 

 

 

 

LOS CUERVOS

 

 

 

De una estética a la otra

 

han pasado hoy los cuervos

 

por mi jardín.

 

Envueltos de negro

 

picotean semillas

 

entre la hierba.

 

Quisiera desarmarlos

 

como hizo Poe un día.

 

Pero al alzar la mano

 

con mi pluma lista

 

a volar se lanzan

 

por entre los árboles.

 

Esta imagen fugaz

 

es lo que resta.

 

 

 

 

 

POEMA DE OTOÑO

 

 

 

No dos pasos

 

da el otoño

 

cuando ya las mariposas

 

vuelan

 

a otro dónde

 

que desconocemos.

 

 

 

Sin gracia

 

Las hojas las imitan

 

Dándole más ruido

 

al viento.

 

 

 

 

 

EL AZUL

 

 

 

Cómo puede no verse

 

que el azul le falte el respeto

 

a todos los colores.

 

El azul se le tira a los abismos

 

sin importarle ser el cielo.

 

El azul se hace de rabia horizonte

 

contra los mares y sus islas.

 

El azul es color que dice de pasión

 

y lucha como los rinocerontes.

 

El azul pica como una flecha

 

de serpiente  envenenada.

 

Yo vi el azul en una esquina,

 

lo vi bajarse de tus ojos,

 

poniéndole temor al encanto.

 

Por eso lo digo.

 

 

 

 

 

LA PALABRA MISERICORDIA

 

 

 

Ya quedó atrás en el tiempo

 

la palabra misericordia.

 

Se le fue enredando

 

como una telaraña,

 

y al final era difícil distinguirla,

 

allá al fondo,

 

casi perdida.

 

En nuestro mundo

 

muchas palabras se pierden,

 

pero no desaparecen por completo,

 

sólo dejan una vaga memoria.

 

Recuerdo esta palabra

 

cuando era pequeño.

 

Mi madre la usaba por las noches,

 

al caer el silencio,

 

y yo sabía que los ojos

 

de mi padre la escuchaban,

 

abiertos.

 

 

 

 

 

LA CAJA DE HUEQUITOS

 

 

 

A jugar con los espacios

 

nos enseñó mi madre.

 

Ella los guardaba

 

en una caja de huequitos,

 

donde también estaban

 

los sueños.

 

Mi espacio se construía

 

de insectos invisibles,

 

y ese miedo, siempre.

 

El de mi hermana era

 

de blusas blancas.

 

El de mi hermano

 

de libros y palabras.

 

Por años los espacios

 

nos habitaron,

 

y si los abandonábamos,

 

luego aparecían

 

como juguetes por la casa.

 

Nunca se supo de los sueños

 

hasta que ella vino a despedirse,

 

y nos dijo que estaban hechos

 

de eso que florece,

 

allá adentro,

 

todos los días.

 

 

 

TENTATIVA DE CANTO EN EL CAMINO

 

 

 

                    “¡Oh, qué cansado estoy

 

                    de mi cobarde, vieja, tan salvaje tierra!”

 

                              Salvador Espriu

 

 

 

                                        A Eugenio Montejo, in memoriam.

 

 

 

 

 

Nadie cantó mejor que nadie

 

a eso que fue de tierra

 

hasta llamarse patria,

 

ni hizo del salvaje grito

 

aridez de piedra,

 

desolada tristeza.

 

Nadie amó mejor que nadie

 

su punto y raya sobre el espacio,

 

la cuenta de círculos

 

que hacia sí convergen.

 

Nadie comprendió mejor que nadie

 

que era ilusión el sol

 

de buena vida en otra parte,

 

pájaros de salud y euforia,

 

ojos de bestia feliz.

 

Nadie me acompañó mejor que nadie

 

a contemplar el árbol

 

que florece por los hielos,

 

a ir por el camino

 

que lento nos digiere,

 

a palpar lo que existe

 

a tres pasos de su nada.

 

Nadie me enseñó mejor que nadie

 

que hay un solo aquí

 

que se disuelve,

 

aljibe que torna invisible

 

nuestro rostro en lo profundo.

 

Nadie me explicó mejor que nadie

 

que si del sentir se habla

 

se llama patria,

 

terruño salvaje,

 

grieta árida, cobarde y vieja.

 

Nadie cantó mejor que nadie

 

la felicidad que rechaza

 

lo que en el camino se resuelve.

 

Nadie lo dijo mejor que nadie

 

pero fue en aquel entonces,

 

de horas limpias y transparentes,

 

ya no.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ARMANDO ROMERO, (Cali, Colombia, 1944). Poeta, narrador y crítico literario, perteneció al grupo inicial del nadaísmo, vanguardia literaria colombiana. Ha vivido en numerosos países tanto de América como de Europa. Doctorado en Pittsburgh, actualmente vive en los Estados Unidos. Tiene el título académico de Charles Phelps Taft Emeritus Professor, University of Cincinnati. Ha publicado numerosos libros de poesía, narrativa y ensayo. En el 2008 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Atenas, Grecia. En 2011 ganó el Premio de Novela Corta Pola de Siero (España) con su novela Cajambre (Bogotá 2011, Valladolid, 2012. Traducida al griego, danés, francés, turco, italiano). En  2016, la editorial l’Harmattan (Paris) publicó una edición bilingüe antológica de su poesía, y en 2017 se publicó en Bulgaria por la editorial DA, una antología de su obra poética. En 2018 la Editorial Difácil de España publicó una extensa antología de su poesía y la Editorial Sinopia de Venecia, que había publicado en italiano anteriormente sus libros de poesía publica la traducción al italiano de su novela, La rueda de Chicago, la cual había recibido en 2005 el Primer premio de novela en el Festival de Literatura de Nueva York, USA. Este mismo año, 2018, es homenajeado como poeta nacional en el Festival de Poesía de Bogotá. Su libro antológico de poemas en prosa, Poeta di Fiume es publicado en 2022 por la editorial Fili D’Aquilone, Roma, Italia. En 2022 la Editorial Topos de Atenas, Grecia, publica en Grecia la traducción de su novela Cajambre, y en 2023 la misma editorial publica su novela Un día entre las cruces. En el año 2024 se publican varios de sus libros en Portugal (O Poeta de Vidro), en Málaga (Así en la lengua como en la pluma), en Atenas (El color del Egeo) y en Valladolid (La rueda de Chicago).

 

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