
Resonancia magnética
El amor que me tuvo mi padre
es un falso animal condenado a la muerte
—entre los axones de la corteza el hipocampo
no es caballo de agua o nido de alevines;
es tiempo y estructura. Un ancla sin brío
donde queda la memoria indefensa
a capricho de la superficie.
Una verdad golpeó al hombre.
Translaminares sus certezas por en medio de los gritos,
las llamadas de emergencia, la disculpa que ya no pudo pedir.
Si el radiólogo quisiera devolverme la ternura
haría una foto del lóbulo prefrontal de mi padre justamente hoy,
a un dígito de su extinción.
Frente a la máquina me explicaría,
a pesar de lo compacto y lo reticulado del silencio,
por qué mi padre nunca me olvidó.
Pero un negro sanguíneo se cuela por los huesos
y no hay médico capaz de evitar la agonía.
En el cráneo de mi padre muere un pez que nunca pudo moverse.
Un caballito incapaz de dar luz a ninguno de sus hijos.
(Inédito)
Córtex
Barro surcado por giros y hemisferios.
Los batallones quedan dentro
entre occipital y etmoides:
inútil
un líquido hiere mi tálamo
hipocampo
extensiones
de la médula.
Hay una erosión continua
mis nervios se sacuden en secreto
cuando un depredador cae
de las ramas
del desencanto.
En mi cabeza y debajo de las montañas
palpitan filamentos, humedades
como crecen las sílabas
adentro / afuera
de nosotros.
Intercambio de esporas
Millones de hongos sustentan la casa.
De sus esporas
brotó una niña que se escondió
en el córtex
temerosa de sentir.
Ellos no querían.
Cuando no hay más respuesta
que la líquida ansiedad
por donde fluye el jardín del tálamo
ofrendo la pureza de mis tímpanos
[al suelo.
Casi nadie escucha.
Palpita un ritmo tan íntimo
que no debe ser de nadie.
La infancia es una prolongada
[incertidumbre.
Los primeros cinco años
Los homínidos vivimos al acecho
los primeros
cinco años.
Las bacterias tienen piedad
de los adultos
cuyos huesos óvulos y espermas
aún no empiezan a contarse
de menos.
Conspiran
el hambre
la muerte de cuna
y los monstruos que se cuelan
por debajo de la puerta.
Poemas de Palabras que el micelio repite en mi cabeza (Espina Dorsal, México, 2024).
País animal
En las manos de un niño los países
son apenas accidentes.
Siluetas de animales o manzanas
que pudieron dibujarse mejor.
Dos países en el mismo continente
y en medio una línea que no es signo.
Nada más una raya mal maltrecha
por donde pasa la hoja con sus hormigas.
A los ojos de mi madre
una frontera significa
renunciar a su silencio.
Viene de una ciudad tan lejos a decir:
a veces el amor se vuelve hielo,
a veces no puede salvarse y gira
sobre sí mismo,
con un pie a cada lado de la línea.
En las manos de mi madre
un mapa es certeza y accidente.
Su corazón se desmorona
a través del mío porque el amor
se fue otra vez y ella no puede
zurcirme con su beso.
Yo sé que un mapa es una herida.
La fisura que se abre entre el dolor
y una línea que cambia de significado.
El hombre que amo dejó nuestra casa.
Ahora vive en un país
con forma de animal ahogado,
de pecho roto,
de mano que esconde sus promesas.
Y yo no quiero entender
que dejo de ser signo
que dejo de ser
que dejo
¿qué?
Epílogo
α)
Conozco la historia desde el corazón de cien hombres.
En entrevistas hechas por diversas causas lo confesaron:
casi nadie soporta la herida del verdadero amor.
Muchos tienen una mujer distinta en la boca, en las manos, en el sexo,
cuando hablan de lealtad ante sus hijos o los hijos de sus hijos.
El dos por ciento supo hacer a un lado su prejuicio
y quemó en sus adentros los miedos, las máscaras,
la tela de araña que circunda la vida tácita de cada hombre
para abrir un espacio a la mujer que de cualquier forma
iba a dejarles huella.
Noventa y ocho de los encuestados eligieron la comodidad frente a la duda.
Por eso se quedaron con mujeres que tuvieron el cabello de anuncio televisivo,
la piel del color de una medalla que se gana sin esfuerzo,
la voz que se repite sin hilos negros.
Yo no sé si cada hombre elige no quedarse con el amor que lo sacude,
si esa posibilidad lo haría feliz. Yo sé que el dos por ciento
de los hombres prendió fuego a sus certezas
y llovió sobre la ausencia de alguien que no fue memoria.
β)
Él quiso irse cuando vio su fragilidad en el color de mis ojos.
Negro un futuro donde no estaba sólo su nombre.
Negra su herida al no saberse sólo bello sino transparente.
Él quiso irse pero escribe cartas, tararea canciones al amparo de la fibra óptica.
Pone un pie entre la mujer que lo salva ahora y mi nombre,
les dice a otros que no supo, que no fue capaz,
que cuando abrió los ojos ya estaba ella
y la vida sigue porque ya no importa el asombro sino saber estar.
Él les dice a otros que vengan y me digan que escuche,
que quizás con una palabra pueda, ahora sí,
quedarse para siempre.
Envuelta en mis heridas de imperfección y transparencia,
guardo silencio. Me digo que quisiera entrevistar a otros cien hombres
porque el amor no puede ser tan triste,
y que quizá por diversas causas uno de ellos acepte
que el fuego nos transforma y lo levante conmigo
aunque la zozobra nos estalle por dentro.
Poemas de No volverse agua (El Ángel Editor, Ecuador, 2022).
Mariposa cromática (Papilion chroma)
Espera a la mariposa más grande, a la que saluda y se despide como si de ella nacieran las calles o la bruma. Guarda silencio, la abuela podría decepcionarse si te mira. Escóndete debajo del árbol, cuando ella esté quieta dale un manotazo. No la rompas, no se trata de hacerla desaparecer. La abuela dice que es hermosa, pero tú sabes de su rostro imperfecto. De cerca no es más que un cadáver lleno de escamas sueltas.
Así, inanimada, no es tan perfecta como otros creen. Quítale el aliento mientras algo en ella sigue brillando. Deshazla, dile que siempre estuvo hecha con retazos. Luego recupérala completa, miéntele que todavía duerme. Si pegas tu oído a su pecho te darás cuenta de que su corazón está demasiado ocupado, atendiendo el evento repentino de su muerte hasta que se resigna.
Comienza a olvidarte de ella. Métela en tu libro para colorear, no hay mejor sitio en el que deba perder sus tonalidades. Déjala fallecer virgen. Tú le ayudaste a conservar un cuerpo hermoso, ella será la única en cumplir su misión. Invéntale un verdadero motivo: otras mariposas, cada vez que puedas.
Mosquitos fingidores (Culicidae mentiri)
Dirígete al estanque. Fíjate cómo se mueven muchos dentro del agua. Te conocen, saben que vienes, míralos despacio. Se esconden unos días para estudiar las entradas de tu casa. No los dejes pasar, se llevarían lo que a ti te falta. Duda de su inocencia, siempre que se tuercen se burlan de ti.
No merecen esas aguas calmas. Se fingen pesados como si realmente fueran contra la corriente. Están quietos, descansan bajo la madera y las botellas vacías. Hoy se ven como casi nada; mañana saldrán a tener las flores y las yugulares.
Los ingenuos, los poco amables, los que alguna vez alimentaron la idea de la generación espontánea. Los niños mimados, los huérfanos, los bien abandonados en basura y plata, los infantes que todos olvidan, salvo en las noches, cuando hacen un ruido insoportable.
Algo les espera. Quizás el aire. No lo saben hasta que una mano infantil se aproxima. Deja caer una palita roja y varios puños de lejía en polvo. El motivo es dejarlos solos. Tal como lo está, ahora, su asesino.
Poemas de Nocturno corazón de los insectos (IZC/Ediciones de Media Noche, México, 2011).

ANA CORVERA (Zacatecas, México, 1984) es poeta, ensayista y divulgadora de ciencia. Maestra en Estudios de Literatura Mexicana por la Universidad de Guadalajara y Licenciada en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas. Autora de Palabra que el micelio repite en mi cabeza (Espina Dorsal, México, 2024), No volverse agua (El Ángel Editor, Ecuador, 2022) y de Nocturno corazón de los insectos (Ediciones de Medianoche, México, 2011). Sus textos de creación y de teoría literaria aparecen en revistas de Chile, Estados Unidos, Uruguay, México, Venezuela, España y Colombia como Altazor, Aérea, Nueva York Poetry Press, Esteros, Periódico de Poesía, Norte/Sur, Campos de plumas, Sincronía, Letralia, Liberoamérica y La raíz invertida. También en los libros Pensamiento Novohispano (UNAM), Dolores Castro, palabra y tiempo (BUAP), Palabras vivas: ensayos de crítica literaria en torno a María Luisa Puga (IZC) y Ficcionario de Teoría Literaria (Texere). Fue docente de la Academia de Escritores en Venezuela y ha participado en festivales internacionales de poesía en México, Colombia y Ecuador.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Ana Corvera
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