
Armando Romero es un poeta formado en los años 60. La irreverencia para afrontar la tradición, el coloquialismo y cierto gusto de la metáfora surrealista son marcas propias de la poesía latinoamericana de aquella década, e influyeron en los comienzos de Romero por la época en que, muy joven, cerró filas en el movimiento nadaísta que en Cali, su ciudad natal, tuvo por principales mentores a Gonzalo Arango y Jota Mario Arbeláez. No era ésta, sin embargo, la ruta que transitaría. Separado del nadaísmo, inicia una búsqueda independiente, más personal, en la que pronto inciden la vocación del narrador y una inclinación cosmopolita que lo lleva a confrontar continuamente su experiencia con las de poetas y grupos de los países donde ha vivido.
Para intentar caracterizarla, diré que no es la de Armando Romero una poesía en la que él asume siempre la voz cantante del que se siente actor de su propia experiencia. No es el poeta narcisista tan frecuente en los últimos tiempos; sino el realista interesado más en los hechos que en sí mismo, sin que neguemos la carga de subjetividad que introyecta en su lenguaje, desde su posición de hablante del poema. Memorioso hasta el barroquismo y en cada uno de sus actos, Armando Romero es el tipo de poeta que busca recobrarse en la imagen perdida de la infancia. Pero ve el poema como materia que refleja la actividad inconsciente en que se reconoce el común de los hombres y como acto mágico personal, como ritual y epifanía. Y aunque emplee un lenguaje elíptico y unas claves para el desciframiento del poema, nunca el lector encuentra dificultades para atenderlo que no pueda subsanar con una lectura atenta, de la única forma en que se hace comprensible la poesía, es decir, a través de las palabras. Sin duda podría pensarse que Romero es un poeta narrativo que utiliza las palabras de la conversación corriente. Un poeta narrativo por la forma y lírico por los sentimientos que expresa. Esto puede explicar que no haga distinción entre prosa y verso y que combine o alterne ambas formas en sus libros, sin ningún prejuicio ni intelectualismo. La prosa al servicio del poema lo lleva a una condensación extremadamente elíptica, a veces de cariz surrealista o automático, cuya concisión, no estando al servicio de lo lineal, es la misma que procura el uso del verso libre. En el lenguaje transgenérico de Romero se disuelven las fronteras de las formas para favorecer una comunicación poética abierta donde lo que menos importa es la definición genérica del texto.
El humor y el absurdo, tan sutil y prolijamente manejados por Romero en la narrativa y en la poesía, no sólo ponen de manifiesto recursos literarios extraídos de la experiencia surrealista, sino que revelan situaciones propias del imaginario fantástico que tanto apasionan a este autor, lo cual está presente también en su manera de ser. A este respecto puede decirse que no es la forma lo que determina el carácter de sus temas, sino que son éstos los que plantean la forma en que deben ser tratados.
No hay, por eso, dicotomía para quien como Romero, cualquiera sea la forma que utilice, identifica vida con poesía. La coherencia de ésta ha de buscarse en su universo mismo. Por lo que podemos concluir diciendo que Armando Romero no es un narrador que escribe poesía o viceversa. Es el tipo de escritor cuyo orgullo estriba en que sabe colocarse siempre por encima de los géneros.

Juan Calzadilla / Poeta
Nacido en Altagracia Orituco, Venezuela; ooeta, traductor, artista plástico y crítico de arte. Obtuvo el Premio Nacional de Artes Plásticas (1997), Premio de Poesía León de Greiff (2016) y el Premio Nacional de Literatura (2017).
Obras publicadas
Dictado por la jauría (1962), Malos modales (1968), Ob smog (1978), Antología paralela (1988), Minimales (1993), Principios de urbanidad (1997), Corpolario (1998), Diario sin sujeto (1999),
Aforemas (2004), Epigramas y otras irreverencias (2009), Trozos de un diario descosido (2017) y El brillo y la palabra (2018).
Semblanza y fotografía proporcionadas por Juan Calzadilla

ARMANDO ROMERO, (Cali, Colombia, 1944). Poeta, narrador y crítico literario, perteneció al grupo inicial del nadaísmo, vanguardia literaria colombiana. Ha vivido en numerosos países tanto de América como de Europa. Doctorado en Pittsburgh, actualmente vive en los Estados Unidos. Tiene el título académico de Charles Phelps Taft Emeritus Professor, University of Cincinnati. Ha publicado numerosos libros de poesía, narrativa y ensayo. En el 2008 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Atenas, Grecia. En 2011 ganó el Premio de Novela Corta Pola de Siero (España) con su novela Cajambre (Bogotá 2011, Valladolid, 2012. Traducida al griego, danés, francés, turco, italiano). En 2016, la editorial l’Harmattan (Paris) publicó una edición bilingüe antológica de su poesía, y en 2017 se publicó en Bulgaria por la editorial DA, una antología de su obra poética. En 2018 la Editorial Difácil de España publicó una extensa antología de su poesía y la Editorial Sinopia de Venecia, que había publicado en italiano anteriormente sus libros de poesía publica la traducción al italiano de su novela, La rueda de Chicago, la cual había recibido en 2005 el Primer premio de novela en el Festival de Literatura de Nueva York, USA. Este mismo año, 2018, es homenajeado como poeta nacional en el Festival de Poesía de Bogotá. Su libro antológico de poemas en prosa, Poeta di Fiume es publicado en 2022 por la editorial Fili D’Aquilone, Roma, Italia. En 2022 la Editorial Topos de Atenas, Grecia, publica en Grecia la traducción de su novela Cajambre, y en 2023 la misma editorial publica su novela Un día entre las cruces. En el año 2024 se publican varios de sus libros en Portugal (O Poeta de Vidro), en Málaga (Así en la lengua como en la pluma), en Atenas (El color del Egeo) y en Valladolid (La rueda de Chicago).
Semblanza y fotografía proporcionadas por Rodríguez-Bustos JC
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