Poesía de Cristina Campo

Ahora que se ha volcado la clepsidra,

 

que el porvenir, este caliente sol,

 

surge ya detrás de mí, con los pájaros

 

regresaré sin dolor

 

a Bellosguardo: ahí descansé mi garganta

 

sobre la verde guillotina de verjas

 

y de un eterno rosa

 

vibraban las manos, desvestidas de flores.

 

 

 

Oscilante entre el fuego y los olivares,

 

brillaba Octubre antiguo, nuevo amor.

 

Muda, afilaba el corazón

 

al corte de impensables cometas

 

(ya vecinas, ya nuestras, ya lejanas):

 

ataúdes aéreos, montículos nevados

 

de mi joven mañana, del sol.

 

 

 

*

 

 

 

Se ha quedado ahí abajo, caliente, la vida,

 

el aire color de mis ojos, el tiempo

 

en el que ardían en el fondo de cada viento

 

manos vivas, buscándome…

 

 

 

Se ha quedado aquella caricia que no encuentro

 

más que entre dos sueños, infinita

 

mi sabiduría hecha trizas, y tú, palabra

 

que convertías la sangre en lágrimas.

 

 

 

Ni siquiera me llevo conmigo

 

un rostro, ya traspasado en otro rostro

 

como confía en el vino y consumido

 

en silencios encendidos …

 

 

 

Vuelvo sola

 

entre dos sueños ahí abajo, veo el olivo

 

róseo, sobre jarras llenas de agua y luna

 

del largo invierno. Vuelvo a ti que mueres de frío

 

 

 

en mi ligera túnica de fuego.

 

 

 

*

 

 

 

Amor, hoy tu nombre

 

se me escapó de los labios

 

como del pie el último escalón…

 

 

 

Ahora el agua de la vida está derramada

 

y hay que volver al pie

 

de la larga escalinata.

 

 

 

Te troqué, amor, con las palabras.

 

 

 

Oscura miel que hueles

 

desde adentro de las diáfanas tinajas

 

bajo mil seiscientos años de lava –

 

 

 

te reconoceré por el inmortal

 

silencio.

 

 

 

*

 

 

 

Devota como rama

 

encorvada por tantas nieves,

 

alegre como hoguera

 

en las colinas del olvido,

 

 

 

sobre hojas muy afiladas

 

con camisa blanca de ortigas,

 

te enseñaré, alma mía,

 

este paso de despedida…

 

 

 

*

 

 

 

El maestro del arco

 

 

 

Tú, Ausente que ha de ser amado …

 

término que huyes y nos persigues

 

como sombra de pájaro sobre el camino:

 

ya no te quiero buscar más.

 

 

 

Vibraré sin casi apuntar mi flecha,

 

si la cuerda del corazón no está tensa:

 

esto me enseña el maestro del arco zen,

 

él, que desde hace tres mil años, Te ve.

 

 

 

 

 

 

 

de La tigre Assenza (Adelphi Edizioni, Milano, 1991)

 

 

 

Traducción de Zingonia Zingone

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cristina Campo (1923-1977) fue una destacada poeta, traductora y escritora italiana. Fue este el nombre con el que la autora Vittoria Guerrini decidió firmar sus libros.

 

Nació en Bolonia y, debido a su débil salud, no pudo seguir los estudios escolares de forma regular. Su familia se trasladó a Parma y, en 1928, a Florencia. En el seno de una ciudad con tal ambiente cultural pudo formarse debidamente.

 

Fue en Florencia donde comenzó a relacionarse con figuras como Mario Luzi o Gianfranco Draghi, que la hicieron conocedora del pensamiento de Simone Weil, Gabriella Bemporad y Margherita Pieracci Harwell, que se encargaría en el futuro de la publicación de las obras de Vittoria.

 

Con una narrativa profunda y alejada de lo superfluo y lo literal, la autora prefirió firmar sus obras con nombres ficticios, pues su naturaleza solitaria la hizo evitar cualquier tipo de reconocimiento.

 

Tradujo a autores de habla inglesa como Virginia Woolf John Donne y trabajó en diversas antologías.

 

Fue en 1956 que publicó su primer libro, al que siguieron muchos otros, entre los que se ha traducido al castellano Los imperdonables.

 

 

 

Semblanza tomada del sitio Lecturalia

 

Fotografía tomada de Wikipedia

Zingonia Zingone (Londres, 1971) es poeta, narradora y traductora. Escribe en italiano, español, inglés y francés. Sus libros han sido editados en España, México, Costa Rica, Nicaragua, Colombia, Italia, India, y Francia. Sus títulos de poesía más recientes son Los naufragios del desierto (Vaso Roto, 2013), Las tentaciones de la Luz (Anamá Ediciones, 2018), El canto de la Sulamita – Poesía Reunida, (Uniediciones, 2019), El viaje de la sangre (Huerga & Fierro Editores, 2021), y La pajarera sin redes (Domingo atrasado, 2022). Entre sus trabajos de traducción destacan los últimos dos libros de Claribel Alegría: Voci (Samuele Editore, 2015) y Amore senza fine (Fili d’Aquilone, 2018). Es fundadora de los talleres de poesía FreeFromChains y consejera editorial de la revista literaria mexicana “El Golem”.

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Zingonia Zingone.

 

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