De El viaje de la sangre
Hay voces que llaman al poema
madrugadas taladrando las suturas del sueño
abriendo espacios en el tiempo
para desvelar el eco
de la carne que fuimos.
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Crecías como un cielo
entre las llamas del vientre
una semilla
desde el averno
remontando las raíces maleadas.
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Llegaste con los dolores del parto
a desvestir la oscuridad
los ojos abiertos
en la noche de mis preguntas:
¿quién es
ese yo que me corrompe?
Tu mirada
exhumó el espejo
cubierto por el rostro de Narciso.
-o-o-o-
Tus pequeñas manos
iguales a las que estrechan nerviosamente el tabaco
el temblor de la ramita
igual al brío del tronco.
Tu pequeño llanto presagia
desde otra sabiduría
las mismas declamaciones.
¿Podrá la inocencia
suplantar los excesos?
Ser la liga que repara
la disgregación
del ser.
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El amor no sigue la ruta
de la siembra humana
graba sus códigos arcanos
en la genética molecular.
Tu padre en las mesetas cultiva tubérculos
y tu madre entre volcanes siembra arroces de variedades asiáticas.
En el Creciente Fértil
con olivas trigo y uva
los padres de tus padres
bendijeron a Abraham
y toda su descendencia.
Esa sangre gloriosa
semilla
en ti resplandece.
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Los olivos verdecen la colina otoñal.
Subimos la vereda inclinada
hacia lo alto del tiempo
y con el viento cortamos la niebla:
dos ramas silvestres buscando
injertarse en el árbol bueno
el incómodo silencio del amanecer
tus pies hundiéndose en el barro
la humedad aferra y congela tu aliento
tus ojos
en la mirada de los siglos.
Te enseño las venas de una hoja
savia que fluye
en el cáliz de la creación
rebosante
elevas tu maravilla
hacia el origen del día.
-o-o-o-
Descanso sobre mi pecho el libro de un místico que llena el vacío de este veraneo. Es un ciprés el maestro que le enseña a mi maestro la verdad: todo está vinculado en el universo y cada forma de vida es un anillo de la cadena que alimenta a otro, todo creado con una función precisa.
En las lágrimas que no veo pero sé que caen en tu camino hacia el agua, está la sal que sazona la masa, hecha sosa por los lugares comunes de la tierra.
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Aguardo la fiesta
de la Santísima Trinidad
en el terreno arado
sobre una almohada de rocío
los sinsontes cantan las laudes
en los Tamarindos que bordean el campo
cerca del río
se levantan las voces roncas
los ibis
los patos
tu padre que explica la reproducción sexual de las plantas
la fusión
de dos gametos en un zigoto.
Un impenetrable misterio de amor.
Sale el sol
y en un instante es plena luz:
el Uno se hizo dos
una dualidad fecunda.
La procreación revela
el deseo de volver a la unidad.
De El viaje de la sangre (Huerga & Fierro editores, Madrid, 2021)
Zingonia Zingone (Londres, 1971) es poeta, narradora y traductora. Escribe en italiano, español, inglés y francés. Sus libros han sido editados en España, México, Costa Rica, Nicaragua, Colombia, Italia, India, y Francia. Sus títulos de poesía más recientes son Los naufragios del desierto (Vaso Roto, 2013), Las tentaciones de la Luz (Anamá Ediciones, 2018), El canto de la Sulamita – Poesía Reunida, (Uniediciones, 2019), El viaje de la sangre (Huerga & Fierro Editores, 2021), y La pajarera sin redes (Domingo atrasado, 2022). Entre sus trabajos de traducción destacan los últimos dos libros de Claribel Alegría: Voci (Samuele Editore, 2015) y Amore senza fine (Fili d’Aquilone, 2018). Es fundadora de los talleres de poesía FreeFromChains y consejera editorial de la revista literaria mexicana “El Golem”.
Semblanza proporcionada por Zingonia Zingone
Fotografía de Rino Contiana
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