Poemas de Yannis Ritsos en traducción de Nicolás Guillén

El loco

 

La vagoneta se ha detenido frente al mar,

con seis toneles de hierro, rojo.

Lleva uno más, de un verde asombroso.

El caballo ramonea en el prado. El carretero

bebe en la pradera. El loco de la isla

se detiene junto al pequeño muelle, y grita:

“Con ese verde os venceré.”

Y señala el séptimo tonel, sin que sepa

Lo que contiene y de quién es.

 

 

Escala de sensaciones

 

En naranja y rosa el sol se ha hundido.

El mar es de un verde azul sombrío.

Lejos, una barca se mece

como un oscilante punto negro.

Alguien se levanta, y grita: “Una barca, una barca.”

Los demás, sentados en el café,

se levantan a su vez. Miran.

Sin duda es una barca.

Pero el que gritó,

ahora bajo la mirada furiosa de los otros,

inclina la cabeza con un aire culpable, y murmura:

“¡Perdón, os he mentido!”

 

 

Recuerdo

 

Un olor cálido había quedado en las axilas del abrigo,

puesto en el perchero del pasillo

como se corre una cortina.

Lo que ocurrió en seguida

no es de esta época. La luz cambiaba de rostro, todos desconocidos.

Y alguien trataba de penetrar en la casa,

el abrigo vacío,

alzaba lentamente sus brazos dolorosos

y cerraba en silencio la puerta.

 

 

Vida

 

Un cigarrillo encendido.

Una muchacha sobre la costa.

Cae una piedra sobre el mar.

Apenas tiene tiempo ella de exclamar: “Vida.”

 

 

Últimas palabras

 

No había nadie con quien hablar.

Él golpeaba fuertemente con su martillo.

Era de noche. No se veía bien lo que clavaba.

¿Un banco? ¿Una caja? ¿Una puerta?

Golpea sin cesar con su martillo.

Su último amigo

le pregunta plácidamente: “¿Qué haces?”

él responde más plácidamente aún:

“Estoy partiendo almendras.”

Y para que las pruebe

Le alcanza dos o tres. “Magníficas”,

dice el otro.

Pero el hombre levanta su martillo

y lo descarga sobre su propia mano izquierda,

como si golpeara a un amigo invisible.

Luego dice: “Estas son las mejores todavía.”

Tal vez no ocurrió exactamente así.

No era posible distinguir nada.

Más abajo silbó el tren.

El otro desapareció.

 

 

Sensación infantil

 

Los árboles, desnudos, mojados, sombríos,

tenían cierta semejanza lejana con algo

que no les pertenecía enteramente, pero que

él no sabía, a decir verdad, lo que era,

ni si existía. Y esta ignorancia

lo conducía dulcemente hacia la niñez,

con las sillas rotas en la bodega,

con ese martillo un poco velloso

del membrillo,

y una sombrilla malva, cerrada,

abandonada inexplicablemente.

 

 

La araña

 

A veces, una palabra fortuita

y sin valor

comunica al poema

una inesperada significación,

como por ejemplo cuando el sótano desierto

a donde nadie ha bajado en mucho tiempo,

vemos la gran jarra vacía

con una araña caminándole sin razón por los bordes sombríos.

(Sin razón para ti, pero no probablemente para ella).

 

 

Mediodía

 

Se quitaron las ropas y se tiraron al mar.

Son las tres de la tarde.

La frescura del agua no les impide unirse.

La costa interminable resplandece muerta, desnuda, sola.

Allá lejos, las casas cerradas.

Todo parece envuelto por un vapor pulido, esmerilado.

Al término del camino

un solitario carretón desaparece.

En la azotea de la aduana del puerto

cuelga una bandera a media asta. ¿Quién ha muerto?

 

 

Hechos cotidianos

 

Ella dijo: “Llévate la llave y cuando vuelvas

                   -poco importa cuándo

abre y entra. Me encontrarás aquí. “Años enteros

pasaron. Cuando el abrió

lo primero que vio en el espejo del armario,

frente a la puerta,

no fue otra persona sino él mismo, bastante envejecido, con un saco gris.

¿Incluso aquí ha de esperarme como siempre? Al lado,

sobre el muro,

fijo con un clavo, un pequeño papel: “Espérame,

he ido de un salto a la frutería.” Él tomó su sombrero,

deslizó en un bolsillo el papel y partió nuevamente.

En la pared quedó brillando el clavo

como un insecto enmurado en una vida bien suya durante

un mediodía de oro y de verano.

 

 

Obrero del verbo

 

Trabajó durante toda su vida,

sin reposo, ardiente y exaltado, casi seguro de la inmortalidad,

la suya, por supuesto, en primer término.

Hasta que una noche

el viento sopla de repente.

La puerta se cierra con estrépito.

Él ve las estatuas caer

y golpearse las narices contra el suelo, y comprende.

Las palabras que había escrito con tanto celo por años y por años

se habían endurecido.

Las sentía bajo sus dedos

como la pelambre seca y neutra de una bestia muerta.

Sin embargo, continuó trabajando como de costumbre,

hasta confundir la muerte y la inmortalidad,

la embriaguez y el olvido.

Pero llegó a poner en claro

lo que es exactamente el trabajo entre la futilidad y el orgullo.

El sonoro vaivén del péndulo

tenía la resonancia de un tambor en la noche,

como si ritmara una marcha de soldados somnolientos

entre dos batallas.

 

 

Versiones de Nicolás Guillen

 

Estos poemas fueron tomados de la revista, Bohemia, número 31, Agosto de 1967, páginas: 16-19, La Habana, Cuba.  

 

 

Yannis Ritsos. Poeta, ensayista y político griego nacido en Monemvasiá  en 1909.
Los grandes traumas sufridos en la niñez debido a la muerte temprana de su madre y de su hermano mayor, a la enfermedad mental de su padre, y a la ruina económica de su familia, marcaron para siempre la obra del poeta. Recuperado de  una tuberculosis que lo mantuvo hospitalizado de 1927 a 1931, se afilió al partido comunista griego, iniciando su carrera poética a partir de 1934 cuando publicó "Tractor""Pirámides",  y "Epitafio" en 1936, obra que significó un profundo cambio de la poesía griega.
Ha sido reconocido junto a Cavafy, Palamas, Seferis y Elytis, como uno de los grandes poetas de su país.  De su obra, que incluye más de cien volúmenes de poemas, ensayos y obras de teatro, sobresalen muy especialmente "Grecitat" y "Sonata del claro de luna" con la que obtuvo el Premio Nacional de poesía.
Por su lucha política fue detenido varias veces durante la segunda guerra mundial, y en 1967 enviado a prisión en Yiaros y Leros  por la dictadura Papadopoulos.
Falleció en Grecia en el año de 1990.

 

Semblanza tomada de la página A media voz

Fuente fotográfica: Greek News Agenda

 

Nicolás Cristóbal Batista (Nicolás Guillen), (Camagüey, 10 de julio de 1902 - La Habana, 16 de julio de 1989) fue un poeta, periodista y activista político cubano. Como persona afrodescendiente, Guillén enmarcó su obra dentro del negrismo y los procesos de mestizaje y transculturación, mismos que denominó como el «color cubano».Ganador del Premio Nacional de Literatura de Cuba,es considerado el poeta nacional cubano.

 

 

 

Fuente: Wikipedia

 

Fuente fotográfica: la enciclopedia biográfica en línea

 

 

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