Mi suerte
Tengo la suerte del creyente
que arriesgó su vida
por pura fe
la del desesperado
que perdió su rumbo
la del amante
que nunca fue ciego
la del borracho
que bebió una laguna
y vomitó sangre
Tengo la suerte de todos ellos
y como ellos
perdí la fe
Me persigue la suerte
de las gaviotas tristes
que no tienen viento
la suerte del huérfano sordo
que tuvo diez padres
y no tuvo madre
la del avaro del desnutrido
que acumuló una gran traición
y doscientas torpezas
la del ambulante
la del gitano
la de la esposa
la de los que aman
sin tener a quién
Sufro la suerte del moribundo
que se sonríe
por pura fe
la suerte del mundo
la del gigante
y los leprosos
la cargo conmigo
y no sé porqué
Yo tengo la enorme suerte
del sol grandioso
Tengo la vida
y me gusta el silencio
Tengo todas
todas las suertes
las de los sueños
las de los ojos
la del respiro
la del hechizo
y la que me guía
es la gran suerte
de los que creen sin tener fe.
Londres, Inglaterra
Amores
Quejosos tibios vacilantes amores
Se me van de las manos
Creyendo encontrarme
Culpables a la mitad
Celosos rabiosos duros amores
Me huyen se alejan me odian
Porque no beso la lupa de sus viejos álbumes
Quiero mirar con mi tacto
Sobrios sabios amores
Visibles lujurias
Dardos de voces distantes
Patadas de orgullo que escupen
Quiero amar
A los que nunca conocí
Ni me conocieron.
Ciudad de México
Mi amiga de los ojos hermosos
Sucedió lejos del Norte
sin balas ni contras
en mecedoras urbanas
y pasada la medianoche
mientras Ravel repetía su Bolero
y nosotras platicábamos
protegidas por el concreto
el humo los ceniceros
el canto del gallo vecino.
Sucedió que esa noche
borré las consignas
sin gritos ni lemas
sucedió que esa noche
tuvo eco altivo sonoro enorme
mi amiga lloraba
mi hermana, la de los ojos hermosos.
Esa noche, fui testigo
un tanto ofuscada por lágrimas
frases agresivas
terca melodía
gestos abruptos sofocados
esa noche, fui testigo
de las profundas heridas
que mi amiga Sofía
compartía con Nicaragua.
Sucedió que ella sufría
le dolía la piel el cuerpo el vientre
sucedió que se había tropezado
con glaciares buscando montañas
y se estaba ahogando, decía,
en remolinos mareas abrazos
(que pocos conocen
que muchos rechazan)
y sus hermosos ojos
palpitaban
desafiantes fogosos
Sucedió que mi amiga
perpleja
estaba asustada porque había luchado
embriagada cansada
lloraba mientras el gallo cantaba
quería enterrar
lo más amado
pero no podía
Le dolía la vida
estaba desbocada:
quería frenar
y no tenía espuelas
pero terca como Sandino
sola con sus ojos hermosos
prometió seguir amando
como si no hubiese sufrido
igual que Nicaragua,
como si ya hubiese triunfado.
Managua, Nicaragua
Revolución
Esa distancia que vive tan cerca
espacio disecado por quién sabe cuánta gente
durante quién sabe cuántos años
con tanto celo con tanto esmero
distancia
¿cómo te llamas sino distancia
o eres algo más que espacio?
Me has quitado
aquello que es mío
y ya no es lo mismo
me detienes nos detienes
eres responsable
por avestruz
te escondes pero ahí apareces
encima de mi suerte
sin rostro
te elegí como palabra
te planeé como crimen perfecto
y me hiciste trampa
me permites y me quitas tanto:
escucho esos ojos cuando se cierran
fue esa su mirada esa su mano
esa su boca
y está más allá
cerca de ti, distancia
y ya no se puede
Ya no es lo mismo:
perdí el impulso la furia
ya no arranco mi carro
hacia Las Nubes
¿Qué quieres del tiempo, carnívora?
te comiste mi vida de un bocado
y te quedaste tan cerca
Managua, Nicaragua
Homenaje
I.
Ya no es amar, amar, amar
como en el tango y sin fronteras
nuestras vidas ya son otra cosa
no queremos estar detrás del nombre
incluidos entre los sospechosos
de las tumbas
perdimos el anhelo de las extrañas
y silenciosas conquistas
algo nos pasó en el camino
magistral fue esa jugada
de la victoria
repitiendo aquí estamos, ya llegamos
nos hemos quedado sin voz
el tiempo
nos quitó la arcilla
nos secó el sudor y borró la rabia
los de alma gitana, aventurera
perdimos la inocencia del coraje
vendimos los bailes
olvidamos aquella música
de callejones oscuros
y los que ya no están
esa chusma valerosa
dejaron una epopeya del Ayer
y del Puede Ser Todavía
los cristianos perdieron la ambición
de ser caricias pensativas
del amor universal
les queda la Pregunta
del Mañana en Otra Vida
Ya no es amar, amar, amar
como en el tango y sin fronteras
nuestras vidas ya son otra cosa
es el cargo tuyo
el ego mío
el cansancio de todos
nos hemos quedado solos
dando vueltas en discursos
repetimos anécdotas
recitamos poemas
hablamos mucho
recordamos el pasado
la historia nos está dejando atrás
ya nadie cae preso
por hablar a calzón quitado
como dios manda
ya no somos putas si vivimos solas
(aunque seguimos siendo raras)
y la lucha, ese energúmeno
esa terca orgía de golpe tras golpe
¿qué pasó con la lucha?
¿y con el obstinado amor de los Sarmientos?
II
Yo pido que nos zumben las balas en las conciencias
y al laberinto múltiple de las huellas
le pido mas sombras de lanzas
a Brueghel, le pido un lienzo
a Ulises, que regrese
a Profeo, un poco de agua
y pido una espada para las manos de Dido.
III
Ya no es amor, amor, amor
como en el tango y sin fronteras
algo nos pasó en el camino
se volvió tedio la paciencia
y no nos damos cuenta
que ahora somos como hablamos
como vivimos
y no como soñamos.
IV
Quiero escribirle a mi última piel
la más transparente de todas las pieles
y la más fiel
la única que recorrió todas las costas
conmigo
y nunca buscó más sol
ni más agua
Quiero escribirle a mi última piel
la más fuerte de todas mis pieles
y la más fría
que no adquirió cicatrices
en el estira y encoje
de tantos ponientes
de tanos insomnios
de mis dos mundos
-el del unicornio y el de la araña-
donde viajaba
escondida
suspendida
ese hilo conductor de mi pellejo
que rozaba incólume
imágenes y contradicciones
los caminantes descalzos
los parados
en una esquina polvorosa gritándome amorcito lindo
chiquita linda qué rica estás
o los que llegaban en limosinas largas muy largas
de lujo como buenos sandinistas en el poder
en nítidos trajes de tres piezas
y me recibían orgullosos
por mi rostro de dólar y cabello de hembra
Quiero escribirle a mi última piel
que nunca se arrugó con explicaciones
ni sufrió un arañazo
la más añeja
la única que sigue conmigo
esa piel que no habla en ningún idioma
le quiero rendir
este pequeño homenaje
como en el tango y sin fronteras
Managua, Nicaragua
Mis muertos
No se van nunca
apenas duermen
un sueño solitario
nos dejaron la cruel
y amantísima tortura
del tiempo eterno
esculpido en savia estremecida
en la enlutada casa
nos persiguen
como vientos de anhelo perdido
en una loma lejana
nos acechan
con golpes de esquilón
No se van nunca
como gramos de dolor majestuoso
nos penetran en silencio
son martillos de yunque
en la lumbre
y con su perfil proscrito
siempre en vela
no nos olvidan
Cierto, un halo nos separa
fatal e inexorable
inmensa lejanía
donde duermen para siempre
y la luz de la sombra
los acoge.
Ciudad de México
María Lourdes Pallais. Estudió en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Escribió su tesis en Literatura Comparada sobre el símbolo del océano según "Los cantos de Maldoror" de Isidore Ducasse (El Conde de Lautréamont) y “Las Olas” de Virginia Woolf, por lo cual recibió honores.
Nació en Lima pero tiene tres nacionalidades: peruana por nacimiento, nicaragüense por su padre y mexicana por naturalización. Vivió dos décadas en Nueva York y se trasladó a México en 1992, donde reside hasta hoy.
El periodismo es su oficio. La literatura y la poesía, su afición. Entre sus obras: La carta (novela, 1996) y Prisionera (novela 1999, segunda edición en Amazon). En el 2006, obtuvo el Premio Único del Concurso Centroamericano Rafaela Contreras en Novela escrita por mujeres convocada por ANIDE, por Prisionera. Ha publicado relatos y poemas en suplementos en México y Nicaragua.
Semblanza y fotografía proporcionadas por María Lourdes Pallais
Escribir comentario
Tatiana Montoya (miércoles, 12 abril 2023 00:57)
Maravillosa poesia que salta del tiempo de una mujer que desvela su larga travesía enriquecida por la vida , como el silencio de los que tanto tienen que decir ...
Gracias !