Reseña de Marco Ornelas acerca de Benjamín Labatut

 

 

    «Lo real está fuera de nuestro alcance». Con esta frase de Labatut podemos sintetizar el discurso que el autor configura en su breve ensayo: La piedra de la locura. Lovecraft, Philip. K. Dick y David Hilbert; dos narradores, uno de terror y otro de ciencia ficción, además de un matemático, le sirven al chileno para mostrar que el mundo no es orden sino caos. Es precisamente con Kurt Gödel nos comenta el autor que sabemos: cualquier sistema en su interior siempre tendrá inconsistencias.

Es evidente que Labatut no sigue los pasos de los filósofos y su desarrollo en el pensamiento contemporáneo. Podríamos apostar que ignora, a parte del libro, Historia de la locura en la época clásica de Foucault, dos libros importantes sobre el cambio radical de la reflexión filosófica, como, por ejemplo, Introducción al pensamiento complejo, de Edgar Morín (1990) y Después de la finitud, de Quentin Meillassoux (2006), por mencionar estas obras que circulan sobre esos temas. 

          Benjamín Labatut, recordemos, no es filósofo, sino narrador. No pretende elucubrar una teoría argumentativa sobre la realidad, más bien, intenta describir ese nihilismo que la gente experimenta hoy. Escribe: «¿Por qué nos acecha la sensación creciente que nada tiene sentido?»[i] Perteneciente a la generación de los ochenta, Labatut comprende que los discursos metafísicos caen por su propio peso; sabe que la revolución desemboca en dictadura; entiende que las utopías lejos de ayudarnos a caminar devienen en distopías. Chileno, al fin y al cabo, sabe que la línea liberal (y neoliberal) no ha cumplido sus promesas; que la hegemonía del mercado no ha hecho felices a sus adeptos, y que lejos, muy lejos nos encontramos de alcanzar el proyecto fijado; todo lo contrario, pareciera que hemos despertado a Cthulhu.

Es fácil percatarse que la locura está dominando: violencia extrema, inmigración masiva, cambio climático y pandemia. La razón ha perdido la batalla: estamos entrando al reinado del caos. Todo parece indicar que con el SARS-CoV-2, inició el siglo XXI, y que el discurso teórico que predominará será el del desorden como lo escribió Georges Baladier, en su libro: El Desorden, la teoría del caos y las ciencias sociales (1988). Nuestras creencias sobre la armonía y el orden, lentamente se han resquebrajado. Habitamos un mundo en constante aceleración. Decía, si existe una generación que experimentó en su totalidad el paso de lo sólido, a lo liquido (utilizando dos conceptos de Bauman) fue la generación de los ochenta, la de Labatut, y la de muchos de nosotros que ahora estamos cumpliendo cuarenta años. ¿A dónde vamos? –se pregunta el autor. ¿Hacia dónde? Responde con una especie de introspección cronológica de su país: de la democracia con Allende, a la dictadura con Pinochet, de la militarización, a la ideología del mercado, del neoliberalismo, al estallido social en 2019.[ii] «…Enfermos de incertidumbre, vimos cómo nuestro orden tan preciado, aquel que nos había protegido del caos… estaba sufriendo una devastadora implosión…»[iii]

Hasta aquí, en la página 43, Labatut termina magistralmente la primera parte de su ensayo, La extracción de la piedra de la locura: una descripción estremecedora de la última parte del siglo XX, y las incertidumbres con las que nos enfrentaremos al XXI. Al leerlo, experimentamos el desasosiego en el cual vivimos. Es como si nuestro ascendiente lejano fuera el gran agujero negro (que nos mostró el telescopio James Webb) y no el gran relojero de Leibniz.

Labatut escribe bien, logra trasmitir ese sinsentido que habita en la cabeza de muchos, aunque a mi juicio, olvida por completo los aspectos positivos que hemos logrado como civilización; lo sabemos, el homo sapiens es propenso a la cainotofobia; otro comentario crítico que podemos hacerle: es que si hubiera profundizado sobre los vericuetos por dónde camina el pensamiento contemporáneo, rápidamente se hubiera percatado que, desde finales de la década de los cincuenta, la crítica discursiva centra sus flechas hacia la razón instrumental, la metafísica y las grandes construcciones inamovibles, y así, si retrocedemos aún más, podríamos llegar hasta el gran maestro de la sospecha, Nietzsche y sus profecías sobre el nihilismo presente.  

La segunda parte del libro, La cura de la locura no se sostiene como la inicial. Mientras que en la parte uno, la lucidez del autor mantiene en tensión la lectura, en la dos, se encamina por la narración de suspenso que no aporta más al ensayo. En ella, el thriller gira alrededor de un cuadro del Bosco y de un correo que le hizo llegar el traductor de su novela Un verdor terrible (2020) al inglés. En el mencionado correo electrónico, una mujer desconocida, que es quien lo manda, afirma que el autor Benjamín Labatut no es más que un chileno rico que quiere pasar por inteligente, y, además, asegura: el mundo editorial de las grandes corporaciones se alimenta de la creatividad de personas talentosas pero desconocidas, a quiénes les roban sus manuscritos para dárselos a los autores superventas. En fin, así las cosas. Si tuviera que escoger entre los dos ensayos del libro me quedaba con las cuarenta y cinco primeras páginas, La extracción de la piedra de la locura, ensayo breve, bien escrito y con la lucidez suficiente para describir lo que acontece en este siglo que comienza.      

 

 

 

    

BIBLIOGRAFÍA

 

-BALADIER, Georges. El desorden (La teoría del caos y las ciencias sociales). España. Gedisa. 1988. 237.P 

-BAUMAN, Zigmunt. Tiempos líquidos (vivir en una época de incertidumbre). México. Tusquets. 2008. 169. P.

-MEILLASSOUX, Quentin. Después de la finitud (Ensayo sobre la necesidad de la contingencia). Argentina. Caja negra. 2015. 204 P.

-MORAN, Edgar. Introducción al pensamiento complejo. España. Gedisa. 2009. 176 P.

 



[i] Benjamín Labatut, La piedra de la locura. Anagrama. Barcelona. 2021

[ii] En octubre de 2019, en Chile, se dio una especie de estallido social, que se originó en la capital, Santiago y que rápidamente se propagó a todo el país.

[iii] Benjamín Labatut, La piedra de la locura. Anagrama. Barcelona. 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

Marco Ornelas (León, Guanajuato, México 1978). Estudió Derecho en la Universidad de la Salle (León, México). Ha tomado cursos de filosofía y literatura en la otrora Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato; así mismo tomó cursos también en el CEFTA (Centro de estudios filosóficos Tomás de Aquino, con los frailes domínicos). Es ensayista y poeta. Fue seleccionado para la antología "Ocho voces de Guanajuato", publicada por la Universidad Iberoamericana (León, 2000). Becario del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, en el área de literatura, "Jóvenes creadores (2001)". La editorial Azafrán y Cinabrio publicó su libro de ensayos: "El mito de Proteo (2008)". Asistió al taller de poesía "Aprendiz de Brujo" con el poeta Sergio Mondragón en (2010). La editorial San Roque en conjunto con Los Otros libros, publicaron su libro de poesía "El concierto Reconciliatorio (2011)". La editorial La Rana de Guanajuato, publicó su poemario: "Variaciones (y dispersiones) de la voz alcanzando el tono (2011)". La Universidad Iberoamericana, León, publicó uno de sus cuentos en la antología "Poquito porque es bendito (2013)". Obtuvo el primer lugar en el "Torneo de poesía Guanajuato 2014 (Adversario en el cuadrilátero)". Fue coeditor de la revista estatal de literatura y arte "Cosido a mano (2014-2016)". Fue seleccionado para el "Seminario de poesía Efraín Huerta del Fondo para las letras de Guanajuato (2016 y 2021)". En 2017, ganó “Los Premios de Literatura de León (en el área de Poesía Libre)”. La editorial, “Ediciones sin nombre”, en 2017, publicó su libro de poesía: “Aquí no es Neverland”. Cuenta con 7 publicaciones: (tres antologías y 4 de su autoría). Ha colaborado para las revistas nacionales: "Replicante", "Periódico de poesía", “Círculo de poesía”, "Punto de partida en línea (UNAM)”, “Blanco Móvil”, “Armas y letras (UANL)”, y en la revista de filosofía de la UNAM, “Reflexiones Marginales”.

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Marco Ornelas.

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