Gaia y Ctonia, ensayo de Giorgio Agamben

 

Gaia y Ctonia1

 

 

 

I.

 

En el griego clásico la tierra tiene dos nombres que corresponden a dos realidades distintas si no opuestas: Ge (o Gaia) y Chton. Contrario a una teoría hoy difundida, los hombres no solamente habitaban Gaia, sino que en principio estaban relacionados con Chton, que en algunas narraciones míticas asume la forma de una diosa cuyo nombre es Chtonie, Ctonia. Así, la teología de Ferécides de Siros2 menciona, al comienzo, a tres divinidades: Zeus, Cronos y Ctonia, y relata que «a Chtonie le correspondió el nombre de Ge, luego que Zeus le diera como regalo la tierra (gen)». Aunque la identidad de la diosa permanece indefinida, Ge es con respecto a ella una figura accesoria, casi un nombre ulterior de Chtonie. No menos significativo es que en Homero los hombres sean definidos con el adjetivo epichtonioi(ctónicos, que están sobre Chton), mientras el adjetivo epigaios se refiere sólo a las plantas y a los animales.

El hecho es que Chton y Ge nombran dos aspectos de la tierra, por así decirlo, geológicamente antitéticos: Chton es la cara externa del mundo ínfero, la tierra desde la superficie hacia abajo; Ge es la tierra desde la superficie hacia arriba, la cara que la tierra dirige hacia el cielo. A esta diferencia estratigráfica corresponde una divergencia de las prácticas y de las funciones: Chton no es cultivable ni se le puede extraer nutrimento, se escapa de la oposición ciudad/campo y no es un bien que pueda ser poseído; Ge, por el contrario, como lo recuerda con énfasis el epónimo himno homérico, «nutre todo aquello sobre Chton» (epi chtoni) y produce los cultivos y bienes que enriquecen a los hombres: para aquellos que Ge honra con su benevolencia «los surcos de la gleba que dan vida se cargan de frutos, en los campos prosperan sus rebaños, la casa se les llena de riquezas y gobiernan con leyes justas las ciudades de las mujeres hermosas».

La teogonía de Ferécides contiene el testimonio más antiguo de la relación entre Ge y Chton, entre Gaia y Chtonia. Un fragmento conservado por Clemente de Alejandría3 define la naturaleza de su vínculo precisando que Zeus se une en esponsales con Chtonia y, cuando según el rito nupcial de la anakalypteria4, la esposa se retira el velo y aparece desnuda ante el esposo, Zeus la vuelve a cubrir con «un manto grande y bello» el cual «han bordado con varios colores Ge y Ogeno (Oceano)». Chton, la tierra ínfera, es por tanto algo abisal incapaz de mostrarse en su propia desnudez y los vestidos con los cuales el dios la cubre no son otros que Gaia, la tierra superna. Un pasaje de El antro de las ninfas de Porfirio5 nos cuenta que Ferécides caracterizaba la dimensión ctónica como profundidad, «hablando de huecos (mychous), de fosos (bothrous), de antros, (antra)», concebidos como las puertas (thyras, pylas) que las almas atraviesan en el nacimiento y la muerte. La tierra es una realidad dual: Ctonia es el fondo informe y oculto que Gaia cubre con su abigarrado bordado de colinas, praderas floridas, aldeas, bosques y rebaños.

En la Teogonía de Hesíodo también la tierra posee dos rostros. Gaia «base sólida de todas las cosas», es la primera creatura del Caos, sin embargo, el elemento ctónicoes evocado inmediatamente después y, como en Ferécides, definido con el término mychos: «el oscuro Tártaro en lo profundo de la tierra espaciosa (mychoi chtonos eyryodeies)». Donde la diferencia estratigráfica entre los dos aspectos aparece con mayor claridad es en el himno homérico a Deméter6. Ya al inicio, cuando el poeta describe la escena del rapto de Perséfone mientras esta recogía flores, Gaia es evocada dos veces, en ambos casos como la superficie floreada que la tierra dirige hacia el cielo: «las rosas, los azafranes, las bellas violetas en un tierno prado y los iris, los jacintos y los narcisos que Gaia hace crecer según la voluntad del dios» … «Al aroma de las flores todo el cielo en lo alto y la tierra sonrieron». Pero en ese mismo instante, «Chton, la de los vastos senderos, se abrió (chane) de par en par en la llanura de Nisa7 y de la abertura salió (orousen) con sus caballos inmortales el Señor de los muchos huéspedes8». Que se trate de un movimiento de abajo hacia arriba es subrayado por el verbo ornymi, que vale por «surgir, aparecer», casi como decir que del fondo ctónicode la tierra el dios emergiera sobre Gaia, la cara de la tierra que mira hacia el cielo. Más adelante, cuando la misma Perséfone le narra a Deméter su rapto, el movimiento se invierte: es Gaia la que esta vez se abre (Gaia d’enrthe koresen), porque «el Señor de los muchos huéspedes» podía llevarla bajo tierra en su carro de oro. Es como si la tierra tuviera dos puertas o aperturas, una que se abre desde lo profundo hacia Gea y otra que desde Gea conduce al abismo de Ctonia. En realidad, no se trata de dos puertas sino de un solo umbral que pertenece enteramente a Chton. El verbo que el himno refiere a Gaia no es chaino(abrir, partir) sino choreo, que significa simplemente «hacer espacio o lugar». Gaia no se abre, sino que hace espacio para el tránsito de Proserpina; la idea misma de un pasaje entre lo que está arriba y lo que está abajo, de profundidad (profundus: altus et fundus) es íntimamente ctónicay, como la Sibila recuerda en la Eneida, las puertas de Dite9, antes que nada, están orientadas hacia el

ínfero (facilis descensus Averno).

El término latino correspondiente a chton no es tellus, que designa una extensión horizontal, sino humus, el cual implica una dirección hacia abajo, hacia lo hondo (humare, sepultar, enterrar, inhumar). Es significativo que con este se haya trazado la denominación del hombre (hominem appellari quia sit humo natus10). Que el hombre sea humano, es decir terrestre, en el mundo clásico no implica una relación con Gaia, con la superficie de la tierra que mira al cielo, sino ante todo una conexión íntima con la esfera ctónicade la profundidad.

Que Chton evoque la idea de pasaje es evidente en el adjetivo que tanto en Homero como en Hesíodo acompaña constantemente el término: eyryodea, que puede traducirse como «del ancho camino» sólo si no se olvida que odosimplica la idea de tránsito hacia una meta, en este caso el mundo de los muertos, un viaje que todos estamos destinados a hacer (es posible que Virgilio escribiendo facilis descensus haya recordado la fórmula homérica).

En Roma, una apertura circular llamada mundus, que según la leyenda fue excavada por Rómulo al momento de la fundación de la ciudad, mantenía en comunicación el mundo de los vivos con el mundo ctónico de los muertos. Dicha apertura, cerrada por una piedra llamada manalis lapis11, se abría tres veces al año; en esos días, los cuales se conocían como mundus patet, el mundo estaba abierto y «las cosas ocultas y escondidas de la religión de los manes12 eran llevadas hacia la luz y reveladas»; casi todas las actividades públicas se suspendían. En un artículo excelente, Vendryes13 ha demostrado que el significado original de nuestro término «mundo» no es —como se había sostenido siempre— una traducción del griego kosmos, sino que deriva exactamente del umbral circular que desvela el mundo de los muertos. La antigua ciudad se funda sobre el «mundo» porque los hombres moran en la apertura que une a la tierra celeste con la subterránea: el mundo de los vivos y el de los muertos: el presente y el pasado, y es a través de la relación entre estos dos mundos que resulta posible orientar las acciones y hallar inspiración para el futuro.

No sólo por su nombre el ser humano está ligado a la esfera ctónica, también su mundo y el mismo horizonte de su existencia limitan con los recovecos de Ctonia. El hombre es, en el sentido literal del término, un ser de lo profundo.

 

II

Una cultura ctónicapor excelencia es la etrusca. Quien recorre abatido la necrópolis esparcida por la campiña de la Tuscia14, percibe inmediatamente que los etruscos habitaban Ctonia y no Gaia, no sólo porque de ellos nos sobreviva esencialmente cuanto tenía que ver con los muertos, sino también, y principalmente, porque los sitios que eligieron para sus moradas —tal vez llamarlas ciudades sería inadecuado— aunque en apariencia están sobre la superficie de Gaia, en realidad están epichtonioi, ellos moraban las profundidades verticales de Chton. De ahí su gusto por las cuevas y los huecos cavados en la piedra; por los altos barrancos y desfiladeros; por las paredes escarpadas de peperino (piedra pimienta) precipitadas hacia algún río o torrente. Quien súbito se encuentre en Cava Buia, cerca de la región de Blera15, o en los caminos socavados de San Giuliano, sabría que no se halla más en la superficie de Gaia, sino ciertamente, ad portam inferi, en uno de los accesos que penetran hacia los declives de Ctonia.

Este carácter inconfundiblemente subterráneo de los lugares etruscos, si se parangonara con otras regiones de Italia, también se podría expresar diciendo que esto delante de los ojos no es un paisaje propiamente dicho. El afable y acostumbrado panorama que se abraza serenamente con la mirada y se desborda en el horizonte pertenece a Gaia, pero en la verticalidad ctónica todo paisaje desaparece, toda perspectiva se borra dando lugar al rostro aterrador y nunca visto de la naturaleza. Y aquí, en los arroyos rebeldes y en los abismos, no sabríamos qué hacer con el paisaje, la tierra es más tenaz e inflexible que cualquie paisajística pietas16. A las puertas de Dite, el dios se ha hecho tan cercano y temible que ya no exige más religión.

Es por esta irremisible devoción ctónicaque los etruscos han construido y velado con tanta atención las moradas de sus muertos y no al contrario, como podría pensarse. No amaban la muerte más que la vida: para ellos la vida era inseparable de la profundidad de Ctonia; podían habitar los valles de Gaia y cultivar las campiñas sólo si no olvidaban jamás su verdadera morada vertical. Es por esto que ante las tumbas cavadas en la roca o en los túmulos no únicamente nos enfrentamos a los muertos, no sólo imaginamos cuerpos acostados sobre sarcófagos vacíos, sino que a la vez percibimos las motivaciones, los gestos y los deseos de los vivos que las construyeron. Que la vida sea más gratificante en cuanto más tiernamente custodia en sí la memoria de Ctonia; que sea posible edificar una civilización sin jamás excluir la esfera de los muertos; que haya entre el pasado y el presente, entre los muertos y los vivos, una comunidad intensa y una continuidad ininterrumpida es el legado que nuestro pueblo ha transmitido a la humanidad.

 

III

En 1979, James E. Lovelock, un químico inglés que había colaborado activamente en los programas de la NASA para la exploración del espacio, publicó Gaia: a New Look at Life on Earth. En el centro del libro hay una hipótesis que ya un artículo escrito con Lynn Margulis cinco años antes en la revista Tellus había anticipado en estos términos: «el conjunto de los organismos vivientes que constituyen la biosfera puede actuar como una sola entidad para regular la composición química, el Ph superficial y quizás también el clima. Llamamos Hipótesis Gaia a la consideración de la biosfera como un sistema activo de control y de adaptación, capaz de mantener a la Tierra en homeostasis». La elección del término Gaia, que fue sugerida a Lovelock por William Golding17 —quien describiera magistralmente la perversa vocación de la humanidad en su novela El señor de las moscas—, no es una mera casualidad: como lo precisa el artículo, los autores «identificaron los límites» de la vida en la atmósfera y se interesaron «sólo en menor medida por los límites internos constituidos por la interfaz entre las partes internas de la Tierra, no sujetas a la influencia de los procesos de la superficie». No menos significativo aún es un hecho que los autores no parecieron —al menos en aquel momento— considerar: la devastación y el aniquilamiento de Gaia han alcanzado su máximo nivel justo cuando los habitantes de ésta decidieron extraer la energía que exigen sus nuevas y crecientes necesidades de las profundidades de Ctonia, en la forma de un residuo fósil formado por los millones de seres vivos que habitaron en el pasado remoto y que llamamos petróleo.

 

Según toda evidencia, no es posible mantener la «identificación de los límites» de la biósfera, la superficie y la atmósfera terrestres: la biósfera no puede existir sin el intercambio, sin la «interfaz», con la tanatósfera ctónica18; Gaia y Ctonia, los vivos y los muertos, deben ser pensados a la vez.

 

Lo que ciertamente ha ocurrido en la modernidad es que los hombres han olvidado y desterrado su relación con la esfera ctónica, ya no habitan más Chton, sólo Gaia; pero en tanto más eliminaban de su vida la esfera de la muerte, tanto más su existencia se tornaba invivible; cuanto más familiaridad perdían con la profundidad de Ctonia —reducida como todo a mero objeto de explotación—, tanto más la amable superficie de Gaia era progresivamente envenenada y destruida19. Lo que hoy miramos es la extrema deriva del destierro de la muerte: para salvar su vida de una supuesta amenaza, de un confuso peligro los hombres renuncian a todo aquello que la hace digna de ser vivida. Al final, Gaia, la tierra sin profundidad, que ha perdido toda memoria de la moradura subterránea de los muertos, está completamente a merced del miedo y la muerte. De este miedo sólo podrán sanar aquellos que reencuentren la memoria de su doble morada, aquellos que recuerden que sólo es humana una vida donde Gaia y Ctonia permanecen inseparables y unidas.

 


 

1 Publicado originalmente en italiano el 28 de diciembre del 2020 con el título Gaia e Ctonia en «Una Voce», la columna del filósofo italiano, disponible en https://www.quodlibet.it/giorgio-agamben-gaia-e-ctonia.

2 Filósofo presocrático, nació en el siglo IV a.C. en la isla de Siros. Con Anaximandro es uno de los Siete Sabios de Grecia y también uno de los primeros pensadores griegos en emplear la prosa. Viajó a Egipto donde estudió. Se le atribuía la predicción: anunció naufragios, terremotos, invasiones. Su muerte es un misterio. Fue enterrado por su alumno y sobrino Pitágoras en Delos. Enseñaba en una gruta.

3 Contrario a lo que se piensa no nació en Egipto, sino en Atenas alrededor del 150 d. C. y en el seno de una familia pagana y adinerada, de ahí que escribiera en griego clásico y las constantes referencia a poetas y filósofos griegos en sus obras. En busca de maestros cristianos, viajó por Grecia,Italia,Palestina hasta llegar a Egipto.

4 Anakalypteria, palabra que podría traducirse como aquello cuya cualidad es carecer de cubierta o velo, pues en su raíz está kalyptein, que significa cubrir, de ahí que a la ninfa Calipso se le conociera como «la que oculta». Aunque esto nos da cierta luz para entender el «desvelo» de la novia en el conjunto de ritos y costumbres en torno al matrimonio en la Grecia más antigua, ¿qué es lo que aparece desnudo ante el marido?, ¿qué queda desvelado en este ritual que aún hoy nos pervive?

5 No esta demás recordar que Porfirio (Tiro c. 232 – Roma 304 d. C.) fue neoplatónico, nada más el encargado de sistematizar toda la obra de Plotino. El pasaje referido es clave pues nos conecta con la doctrina del Fedón y en menor grado con las enseñanzas del Fedro.

6 La mención de dicho himno es un claro guiño a los Misterios de Eleusis, quizás la iniciación más importante de la Antigüedad grecolatina. Algunos datan su origen en el siglo XV a. C. Se dice que los iniciados alcanzaban la Epopteia, “la Visión”. Esto cambiaba sus vidas, pues adquirían la certidumbre de la inmortalidad.

7 Antigua ciudad ubicada en la región de Caria en la península de Anatolia, hoy Turquía. La llanura se extendía hacia el sur de dicha ciudad.

8 Uno de los muchos sobrenombres para referirse a Hades, dios y señor del Reino de los Muertos, mansión donde efectivamente habitan «muchos huéspedes».

9 Mítica ciudad del inframundo, aparece tanto en la Eneida como en la Comedia; pero mientras Dante la relacionará con el infierno cristiano, en la obra de Virgilio tiene una connotación muy distinta, así nos lo aclara Minor Herrera Valenciano: «Cabe destacar que Dite o Dis Pater fue una creación original de los romanos, ya que dite es el neutro nominativo de dis, que tienen por genitivo ditis. De igual manera, la palabra Dis resulta ser una contracción de diues (resplandecer, alegrar; opulento, rico, abundante). Dis Pater fue el nombre dado por los latinos al dios del inframundo, al cual relacionaron con el griego πλοῦτος (riqueza, abundancia, opulencia), de donde se origina el nombre del dios Plutón o Pluto. Los latinos entonces consideraban al inframundo como la casa de la riqueza, donde Proserpina se erigía como la Ditis Domina». Este comentario es clave para captar la profundidad del texto de Agamben.

10 Frase extraída de la Institución oratoria de Quintiliano. Permítaseme reproducir una parte del párrafo al cual pertenece, pues esclarecerá la nota anterior: «Pero, ¿hemos de permitir también que las palabras se deriven de contrarios, como lucus, "arboleda", de luceo, "brillar", porque, siendo espesa de sombra, parum lucet, no brilla?

¿Como ludus, "escuela", de ludo, "jugar", porque está lo más lejos posible del juego? ¿Como Ditis, "Plutón", de dives, "rico", porque no es rico en absoluto? O permitiremos que homo, "hombre", sea de humus, "la tierra", porque surgió de la tierra...». Al referirse al rétor romano es evidente que Agamben está dialogando intensamente con su tradición, nuestra tradición.

11 Lapis manalis o piedra de los manes, son en realidad dos piedras sagradas distintas. Una cubría la entrada al Hades u Ostium Orci, «puerta de Orco». La otra fungía como invocadora de la lluvia; aunque no posee relación con los manes quizás allí esté el origen del verbo manare, manar, brotar.

12 Generalmente conocidos como penates y lares, los manes eran dioses familiares y domésticos, por lo general espíritus antepasados protectores del hogar. Fuera de Roma, los persas y otras naciones asiáticas los llamaban genios. El pater familiasera el «sacerdote» que oficiaba sus ceremonias y ofrendas. Sin embargo, en su De Deo Socratis, Apuleyo discrepa un poco con lo anterior: «El espíritu del hombre después que ha salido del cuerpo pasa a ser o se trasforma en una especie de demonio que los antiguos latinos llamaban lemur. Las almas de aquellos difuntos que habían sido buenos y tenían cuidado y vigilancia sobre la suerte de sus descendientes, se llamaban lares familiares, pero las de aquellos otros inquietos, turbulentos y maléficos que espantaban los hombres con apariciones nocturnas se llamaban larvae; y cuando se ignoraba la suerte que le había cabido al alma de un difunto, es decir, que no se sabía si había sido trasformada en lar o en larva, entonces se la llamaba mane».

13 Joseph Vendryes (1875-1960), lingüista francés.

14 Actual nombre de la provincia de Viterbo en la Italia meridional.

15 Cava Buia, literalmente caverna oscura. Blera también pertenece a Viterbo, en la región del Lacio.

16 Pietas era una de las principales virtudes de la Antigua Roma que ha sido traducida de formas diversas como

«deber», «religiosidad» o «comportamiento religioso», «lealtad», «devoción» o «piedad filial».

17 Efectivamente, el Premio Nobel de Literatura inglés y dicho científico fueron vecinos en la comunidad de Bowerchalke en Wiltshire, Inglaterra.

 

 

 

18 Si biósfera, según el diccionario de la RAE, es «el conjunto de los seres vivos del planeta Tierra», tanatósferalo sería de los seres muertos; interesante neologismo de origen desconocido y escasamente empleado el que ha escogido el filósofo italiano.

 

19 En Invitación al mito, Francisco Segovia, poeta y ensayista mexicano, llega a una conclusión semejante: «Los ríos y las montañas que hemos desacralizado, desmitificado en nombre del progreso ya no nos inspiran reverencia, y a menudo ni siquiera respeto: se han convertido en cosas mudas y sin sentido, en meros recursos económicos, bienes contables y acumulables, aunque rara vez renovables».

 

 

 

 

 

Giorgio Agamben

 

 

 

Traducción y notas de Juan Manuel Esquivel

 

 Giorgio Agamben: Nacido Roma en 1942, Giorgio Agamben es filósofo y ensayista. Su portentosa obra es un lugar donde confluyen la literatura, la lingüística, la estética y la política, entre otras disciplina. Miembro de una familia veneciana de origen armenio, Agamben se licenció en la Universidad de Roma en 1965 con una tesis sobre el pensamiento político de Simone Weil. Después sería alumno de grandes maestros como Martin Heidegger, Frances Yates, Pierre Klossowski e Italo Calvino; incluso sería actor de Pier Paolo Pasolini en el filme Il Vangelo secondo Matteo. A partir de los años noventa, su interés se centrará en la filosofía política, siendo fundamentales los conceptos de biopolítica de Michel Foucault y estado de excepción de Carl Schmitt; éstos le permitirán crear una teoría donde se relacionan el derecho y la vida, así como una crítica de la idea de soberanismo, dando lugar a Homo sacer, «más de veinte años de reflexión y escritura, uno de los proyectos filosóficos más influyentes, citados y discutidos de las últimas décadas en todo el mundo. Nueve libros en los que el pensador italiano investiga y analiza el origen, la construcción, el alcance y los usos que constituyen la maquinaria política del poder en Occidente». Profesor en las universidades de Verona, de Nueva York, del College Internacional de Philosophie de París, y muchas otras, Giorgio Agamben es actualmente uno de los pensadores vivos más discutidos de nuestro tiempo.

 

 

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionada por Juan Manuel Esquivel.

 

 

Juan Manuel Esquivel García 

(Ciudad de México, 1980) escribe poesía, ensayo y traducción. Estudió la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el Tecnológico de Monterrey y cuenta con un diplomado en Administración por la misma institución. Durante un tiempo ejerció el periodismo y la comunicación para medios internos. En lo relativo a las letras se ha formado en talleres y cursos literarios en distintos centros culturales como Casa del Lago, Escuela Mexicana de Escritores y el Centro Cultural Helénico. Por su poesía fue invitado al programa Al compás de la letra en Radio UNAM. Periódicamente publica su trabajo en las revistas literarias Taller Igitur y Murmullo de Paloma, de esta última es parte del comité editorial. Actualmente prepara su primer poemario.

 

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