Poema de Ralph Waldo Emerson

Junto al rústico puente que arqueaba la inundación,
la bandera en la brisa de abril desplegó,
una vez los campesinos acorralados
se pusieron de pie y dispararon el tiro
que se escuchó en todo el mundo.

El enemigo desde hace mucho tiempo en silencio dormía,
igual el conquistador duerme silencioso;
y el Tiempo el puente en ruinas barrió
hacia la oscura corriente que se arrastra al mar.

En esta orilla verde, junto a la suave corriente,
ponemos hoy una piedra votiva;
que la memoria redima su obra,
cuando, como nuestros padres,
nuestros hijos se hayan ido.

Espíritu, que hizo atreverse a estos héroes a morir
y dejar libres a sus hijos,
suplica al tiempo y a la naturaleza
que perdone la vara que levantaron contra ellos
y contra ti.

 

Voluntarios

I.

Cruel y lastimera es la tensión,
el tirano pensamiento se aísla de mí;
tonos de penitencia y dolor,
gemidos del trópico mar;
susurrantes y tiernos en la celda
donde un cautivo reposa en cadenas,
tararea melodías que atesora
de las tórridas llanuras de África.
La única herencia legada por su padre,
—desventurado padre a desventurado hijo—,
fue la canción de lamentos que exhaló
y los grilletes cuando él murió.

¿Cuál la culpa o el crimen?,
¿o qué inoportuno planeta cruzó la flor de su vida?
El corazón tan aterrado, tan debilitado,
para enfrentar el destino que se agazapa cerca,
—paloma bajo el pico del buitre—
¿Persuadirá el canto a la lanza sedienta?
Arrancado de los brazos y el pecho de su madre,
huérfano, desamparado aquí,
en su esfuerzo nostálgico por hacer lo mejor posible
se hela ante la burla obscena.

Grandes hombres en el estado del Senado,
héroes y sabios, codo a codo,
edificando para sus hijos el Estado
que gobernarán con orgullo;
se abstuvieron de romper la cadena
que ataba a la oscura tribu,
comprobada por el feroz desdén de los propietarios,
atraídos por la "Unión" como soborno.
El destino tomó asiento y dijo:
"Dolor por dolor tu semilla pagará,
en la falsa paz esconde tu miedosa cabeza,
traigo el día de la cosecha".



II.

La libertad toda alada se expande,
nunca se posa en banda estrecha;
su amplia furgoneta explora virginales terrenos;
ama una raza pobre y virtuosa.
Se aferra a una zona más fría
cuyo firmamento oscuro arroja el copo de nieve,
el copo de nieve es la estrella de su bandera,
sus rayas, serpentinas boreales.
Durante mucho tiempo amó al hombre septentrional;
ahora la era de hierro ha terminado,
él no se negará a vivir con la estirpe del sol;
huérfano en el desierto lejano,
donde las palmeras brillan, resplandecen los sirocos,
vaga ileso por caminos ardientes
en los climas de la estrella de verano.
Él tiene avenidas hacia Dios
ocultas de los hombres de cerebro norteño,
lejos, sin nubes, que logra abrir a paso lento,
una vez llega el generoso jefe
para guiarlo dispuesto a ser guiado,
por la libertad golpeará y luchará,
drenará su corazón hasta morir.


III.

En era de petimetres y juguetes,
queriendo sabiduría, sin derecho,
¿quién arriesgaría a los chicos heroicos a luchar por la libertad,
clausurar los divertidos juegos,
abandonar a sus alegres camaradas
y dejar sus encantadores hogares y jóvenes damas
por hambre, trabajo y guerra?
Todavía en el aire frágil, benigno,
se apresuran los mensajes
que sopla el aliento de la gracia divina en los corazones
que se amanceban en la pereza
y la comodidad.
Tan cerca está la grandeza de nuestro polvo,
tan cerca está Dios del hombre,
cuando el deber susurra debes
y la juventud responde
¡Puedo!


IV.

Oh, bien por el alma afortunada
que las alas de la música le infunden,
robando la memoria de las penas nuevas y viejas.
Y aún más dichoso es aquel cuya vista interior,
mantenida en la sutil observación,
cierra los sentidos a los juguetes del tiempo;
a los pechos vacíos que trae.
Pero mejor amigo de Dios quien,
en malos tiempos,
advertido por una voz interior,
no hace caso a las tinieblas y al pavor,
se rige por su principio y decisión,
siente tan sólo el hilo de fuego
que lo guía sobre un terreno heroico,
amurallado por el terror mortal que ronda su objetivo;
el dulce cielo asegura su obra.
Peligro alrededor, todo lo demás espantoso,
cañón al frente y lluvia de plomo.
El deber a través del clarín
a la primera fila no llama en vano.
Soldado de acero en los muros,
sabe esto, —y no sabe más, —
—quién pelea, quién cae,
la justicia vence para siempre,
la justicia se reestablece —
el que lucha al lado de Dios,
aunque muera diez veces,
es coronado por la Victoria;
triunfa sobre el dolor y la muerte.



V.

Florece el laurel del valiente líder que lucha;
veo la corona,
escucho salmodias a los derechos eternos,
vencedores sobre los males diarios:
terribles invictos desvían a quien van a destruir;
su triunfo venidero se esconde
en nuestra ruina o alegría:
no llegan a término, nunca duermen,
con igual fuerza a través del espacio permanecen;
aunque, fingiendo ser enanos, se agachan y se arrastran,
los fuertes matan, los astutos avanzan;
la hierba del destino crece fértil en el valle y el inclinado castillo.
—Lo afirmo con certeza,
estos son dioses rodeados de fantasmas.

 

 

 

Ralph Waldo Emerson (Boston, 1803-Concord,1882), poeta, ensayista y filósofo, escribió el poema "Himno de la concordia" para la inauguración del Obelisco en 4 de Julio de 1837, un monumento edificado en Concorde, Massachusetts, que conmemora la batalla de Lexington y Concorde, uno de los primeros enfrentamientos durante la guerra de independencia de los Estados Unidos.

Fue uno de los líderes del trascendentalismo, movimiento filosófico que afirmaba la unidad del mundo y de Dios; sosteniendo que el alma del mundo es idéntica a la de cada individuo. En sus obras, criticaron la fascinación de la sociedad contemporánea por la holgura y el conformismo. Ralph Waldo Emerson expresó la urgencia de que
cada ser buscara una relación auténtica con el universo”.

El Himno de la Concordia está impregnado por un profundo sentir patriótico y humanista; el anhelo por la autosuficiencia y la soberanía se expresa con hervor. Es un rayo de esperanza que, como poemas de Blake, Whitman o Longfellow, ha iluminado el rostro pálido de sus patriotas, en especial, de los jóvenes, durante muchos años.

Semblanza y fotografía proporcionada por María del Castillo Sucerquia. 

 

María Del Castillo Sucerquia, nacida en Barranquilla, Colombia (1997), es una poeta bilingüe, escritora, agente literaria, tutora, médica oriental (Neijing, España) y traductora (francés, inglés, italiano, portugués, ruso, griego, español y alemán). Traductora de muchos escritores alrededor del mundo y conocida por ser un gran puente entre ellos autores de lengua extrajera y el mundo del habla hispana.

Con experiencia en radio y actuación (teatro y cine). Ha participado en numerosos festivales de poesía, recitales, foros, conferencias y encuentros culturales. Sus poemas han sido traducidos en diversas antologías, revistas, periódicos y sitios web nacionales e internacionales (Filogicus, Libresta, María Mulata, Bharatha Vision, Alaraby Aljadid, Azahar, Atunis Poetry, El Heraldo, Muelle Caribe, Crisol, Uttor Kota, Sol y Luna, Protikotha, Sindh Courier, entre otros). Y traducidos al canarés, árabe, francés, bengalí, uzbeko e inglés.

Es traductora y columnista en las revistas Vive Afro (Colombia), Cronopio (Colombia), El Golem (México), Palabrerías (México), Poesía UC (Venezuela), Mood Magazine (México), Atunys Poetry (Bélgica), Kametsá (Perú, Lima), entre otras. 

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