Giovanni Papini

 

 

"Me parece que nadie ha tenido la valentía de decirle a los hombres toda la verdad desnuda, cruda y cruel sobre su vida y su naturaleza". Así asaeteaba el pensamiento forjado con un lenguaje fustigador, caracterizado por la límpida inteligencia, de Giovanni Papini. Elementos que sabiamente amalgamaba en sus escritos, ya fueran periodísticos, páginas de sus libros o versos poéticos. Desde muy joven, Papini le dio fuego a la pólvora de su creatividad y visión de futuro. Entre otras cosas, se distinguió como fundador de periódicos y organizador cultural. De hecho, con poco más de veinte años, junto a su amigo y camarada, el umbro Giuseppe Prezzolini, dará vida a "Leonardo", la primera de las "revistas culturales florentinas", a la que le seguirán "La Voce" y "Lacerba". Papini compartió esta última experiencia con Ardengo Soffici, sin la participación de Prezzolini. Es más, en controversia con él. El escritor había nacido en Florencia en 1881. Su familia estaba desgarrada por contradicciones de no poca importancia. Su padre Luigi, un ex garibaldiano con fuertes posiciones ateas y anticlericales, puso a la madre de Giovanni, Erminia Cardini, en la espinosa situación de tener que bautizar al recién nacido clandestinamente, sin que él lo supiera. Por lo tanto, su primera formación maduró en un clima de contraposición frontal entre "el diablo" y "el agua bendita" en su casa. Un enfrentamiento de dos concepciones de la vida irreconciliables y alternativas, que marcarán constantemente, como las venas de un mármol precioso, la evolución de sus decisiones. Papini condujo una primera fase siguiendo la línea del comportamiento de un "buen toscanazo", como dice su compatriota Curzio Malaparte: "El toscano tiene el cielo en los ojos y el infierno en la boca". No es casualidad que hayamos citado a Malaparte, porque además de ser un "toscano maldito", al igual que Papini, en un cierto momento, dio un giro inesperado e impredecible a su vida. El cofundador de "Leonardo" era un excelente polemista, agresivo, que no cedía ni un ápice en sus convicciones. Sin embargo, estaba dispuesto a cuestionarlas, sin importarle parecer contradictorio ante los ojos del mundo. La fase de "Leonardo" estuvo caracterizada por una intensa atención a la filosofía, quizás tratando de encontrar en ella una dimensión capaz de contener sus inquietudes. La dimensión filosófica no fue suficiente para apaciguar su insatisfacción por la falta de respuestas a las "razones de vivir". El escritor también las buscó acercándose a la teosofía por un breve período. "Para el hombre de veinte años, todo anciano es el enemigo, toda idea es sospechosa ... la historia pasada, una larga noche rota por los relámpagos ... un eterno crepúsculo de esa mañana que ahora finalmente surge con nosotros", escribió en un artículo de "La Voce". Las reverberaciones del naciente pensamiento futurista son evidentes. El alma de Papini siempre estaba en ebullición, manteniendo constantemente vivo ese espíritu anticristiano, propio de esa etapa de su vida. Alcanzó el ápice con la publicación de "Las memorias de Dios", en 1912. Esta experiencia le costó al autor un proceso por "ultraje contra la religión". Los tiempos para unirse al futurismo estaban maduros. Esto se concretó en la apertura al pensamiento futurista y en la colaboración de Marinetti y sus colegas en la revista de Ardengo Soffici y Giovanni Papini, "Lacerba", que fundaron en 1913, año en el que publicó "Un hombre acabado". Papini abrazó posiciones netamente "intervencionistas", tanto que también colaboró con "El Pueblo de Italia", dirigido por Benito Mussolini. Debido a la fuerte miopía que tenía, Papini fue exonerado del servicio militar. El desenvolvimiento del conflicto con sus consecuencias de lutos y dolor, lo llevó a desconocer sus posturas “intervencionistas” iniciales. Puso en tela de juicio las convicciones mantenidas hasta ese momento. Un profundo trabajo de conciencia había comenzado para el escritor. Una conmoción interior que se ramificó en el transcurso de algunos años. Al afrontar la delicada transición, fue apoyado por la frecuentación de nuevos amigos, como Domenico Giuliotti. Se le abrieron horizontes absolutamente nuevos, hasta poco tiempo atrás, absolutamente inaceptables para él. Con la publicación en 1921 de la "Historia de Cristo", Giovanni Papini hizo público el resultado de su intensa transformación. El hijo del "devorador de sacerdotes" se había convertido al catolicismo. Una elección que fue estigmatizada perentoriamente por Antonio Gramsci: "Papini no se convirtió al cristianismo, sino propiamente al jesuitismo (por demás, se puede decir que el jesuitismo, con su culto al Papa y la organización de un imperio espiritual absoluto, es la fase más reciente del cristianismo católico)". Consideraciones del pensador comunista, que encontramos en los "Cuadernos de la cárcel", al margen de la publicación del libro de Papini sobre "San Agustín". Las conversiones de ciertos personajes causan sensación, como la de Curzio Malaparte al acercarse el final de su experiencia terrenal. Gravemente enfermo, decía: “Para nosotros, los toscanos, morir es un cambio de granja”. En 1937, Papini se acercó al fascismo, pero se mantuvo inflexible en algunas posiciones de valor humano y civil: "El racismo no es más que un disfraz con los harapos de la ciencia equivocada y la historia falsificada de la eterna soberbia germánica". En los momentos más dramáticos para el pueblo italiano durante la segunda guerra mundial, optó por permanecer en los territorios del centro-norte, administrados por la República Social Italiana. La República de Mussolini le ofreció varios cargos, que cortésmente rechazó. En 1944, en el Santuario de La Verna, en el culmen de su camino espiritual, se convierte en Terciario Franciscano tomando el nombre de Fray Buenaventura. "Cuando, ante mis ojos de próximo sepultado, el sol atraviese los muros occidentales por última vez, Dios siempre estará conmigo, Sol entre los soles". Fray Buenaventura nos dejará el 8 de julio de 1956. Papini había vivido los desazones del "siglo corto", incluidos los horrores estalinistas y la angustia por la amenaza nuclear de la posguerra. Después de todo esto, era necesario encontrar a alguien que pudiera decirle de manera creíble "... a los hombres toda la verdad desnuda, cruda y cruel ...". Fray Buenaventura, a su manera, había intentado, como intelectual, decirla toda su vida, haciéndola al menos sugestiva, con sus últimos recorridos. En su memoria, Eugenio Montale escribió: “Una figura única e insustituible, a quien todos debemos algo de nosotros mismos”. Borges dirá de él: "Un escritor inmerecidamente subestimado".

 

Massimo Pedroni

 

Roma, 20 agosto, 2020

 

Massimo Pedroni (Roma, Italia, 1957) es poeta, escritor, periodista, actor, y director de teatro. Ha publicado cuatro novelas: FerdinandLa sfacciataggine dei sogniAlla salute, y Dichiarazione di morte presunta; y tres libros de poesía: Viola (non è una donna ma i colori della copertina del mio moleskine)Per scomessa, y Vuoto scorsoio. 

 

Semblanza y fotorgrafía proporcionados por el autor.

Zingonia Zingone (1971) es una poeta, narradora, licenciada en Economía, y traductora italiana que escribe en español, italiano, francés e inglés. Vive entre Italia y Costa Rica. Cuenta con poemarios editados en España, México, Costa Rica, Italia, India, Francia, Nicaragua y Colombia. Sus títulos más recientes son Los naufragios del desierto (Vaso Roto, 2013), Petit Cahier du Grand Mirage (Éditions de la Margeride, 2016) y las tentaciones de la Luz (Anamá Ediciones, 2018). Entre sus trabajos de traducción destacan los más recientes poemarios de la nicaragüense Claribel Alegría: Voci (Samuele Editore, 2015), que se adjudicó el premio internacional Camaiore 2016, y Amore senza fine (Edizioni Fili d’Aquilone, 2018). Dirige la columna de poesía internacional en la revista italiana MINERVA.

 

 Poemarios editados en español:

 

Máscara del delirio, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2006.

 CosmoAgonía, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2007.

 Tana Katana, Ediciones Perro azul, Costa Rica, 2009.

 Equilibrista del olvido, Editorial Germinal, Costa Rica 2012.

 Los naufragios del desierto, Vaso Roto Ediciones, España, 2013.

 Las tentaciones de la Luz, Panamá, Nicaragua, 2018.

 El canto de la Sulamita – Poesía Reunida, Uniediciones, Colombia, 2019.

 

Semblanza y fotorgrafía proporcionados por el autor.

 

 

Giovanni Papini. (Florencia, 1881 - 1956) Escritor y poeta italiano. Fue uno de los animadores más activos de la renovación cultural y literaria que se produjo en su país a principios del siglo XX, destacando por su desenvoltura a la hora de abordar argumentos de crítica literaria y de filosofía, de religión y de política.

 

Nacido en una familia de condiciones humildes y de formación autodidacta, fue desde muy joven un infatigable lector de libros de todo género y asiduo visitante de las bibliotecas públicas, donde pudo saciar su enorme sed de conocimientos. Obtuvo el título de maestro y trabajó como bibliotecario en el Museo de Antropología de Florencia, pero a partir de 1903, año en que fundó la revista Leonardo, se volcó con polémico entusiasmo en el periodismo.

 

Esta publicación se convirtió enseguida en un instrumento de lucha contra el positivismo que imperaba en el pensamiento filosófico italiano y, al mismo tiempo, contribuyó a difundir el pragmatismo. Ese mismo año se convirtió en redactor jefe del diario nacionalista Regno, mientras que, en 1908, finalizada ya la andadura de Leonardo, empezó a colaborar activamente en La Voce, convirtiéndose en uno de los representantes más inquietos y ruidosos del movimiento filosófico y político que surgió en Florencia alrededor de esa revista.

 

Más tarde fundó también Anima (1911) y Lacerba (1913), de orientación más literaria y donde durante un tiempo defendió las tendencias futuristas de Filippo Tommaso Marinetti. Agnóstico, anticlerical, pero no obstante siempre abierto a nuevas experiencias espirituales, su actividad periodística le permitió dar rienda suelta a su afición de sorprender y escandalizar a los lectores y de arremeter contra personajes más o menos famosos.

 

Su primera obra narrativa fue Un hombre acabado (1912), en la que describió su azarosa juventud y donde los retratos paisajísticos de su Florencia natal revelan, como en otros libros, las verdaderas dotes del Papini escritor. Afectado por la dura experiencia de la Primera Guerra Mundial, se convirtió al catolicismo empujado por la necesidad de encontrar certezas definitivas y absolutas.

 

Este cambio espiritual, que causó polémicas en su entorno, fue el germen de Historia de Cristo (1921), libro sobre la vida de Jesús de Nazaret que alcanzó un enorme éxito, a pesar de que algunos le acusaron de ser un gran manipulador de las ideas que se adaptaban al momento. En esta misma línea caracterizada por una heterodoxia que irritaba por igual a ateos y creyentes escribió San Agustín (1929), Gog (1931), El Diablo (1943), Cartas del papa Celestino VI a los hombres (1946), un papa imaginario del que se sirve para lanzar un mensaje de paz y fraternidad, y sobre todo Juicio Universal, en el que trabajó casi toda su vida y que se publicó póstumamente.

 

De su prolífica obra crítica cabe destacar Dante vivo (1933) o Grandezze di Carducci (1935), mientras que Cento pagine di poesie (1915) y Opera prima (1917) figuran entre sus mejores libros de poesía.

 

 

 

 

Biografía extraída de La Enciclopedia Biográfica en Línea.

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