En 1996 fue propuesta para el Premio Nobel de Literatura por la Academia francesa de Letras. Su gran obra, La Terra Santa, le valió en 1993 el Premio Librex-Guggenheim“Eugenio Montale”; en 1996 ganó el Premio Viareggio; en 1997 el Premio Procida-Elsa Morante y en 1999 el Premio de la Presidencia del Consejo de Ministros-Sección Poesía.
Envuelta desde la infancia en la elaboración de sus propios flujos interiores de conciencia, esto desembocará en torno a los diez años de edad en el centro del vórtice de una crisis mística. Rezaba muchísimo, manifestando firmemente la voluntad de querer ser monja, un aspecto inusual para un contexto de ese tipo. Otro hecho de cierta extravagancia es que la niña había decidido usar un cilicio.