QUEBRADAS LAS RAÍCES
Así define el propio Rafael Alberti su propio estar fuera y lejos de España
“Nada hay más perturbadoramente doloroso que el sentir cómo nuestras raíces, esas que tenemos hincadas hondamente en la tierra nativa, se nos parten, dejándolas al aire”
“Los que pudimos arribar a otras tierras, aún con las destrozadas raíces al viento lo hicimos, sin ni remotamente sospechar desde luego, que nuestro peregrinaje duraría casi 40 años”
EXILIAR: ex solum. Sacar del suelo. Desterrar.
DESARRAIGAR: arrancar de raíz una planta; desenraizar.
En las terapias bionergéticas el arraigo implica el grado de conexión que la persona tiene con la tierra y con su propio cuerpo, siendo el suelo, nuestra base invariable, un equivalente simbólico de la realidad. Vivir esquizofrénico como destino mientras la condición de exiliados permanezca.
Continúa Rafael en su discurso: “Aquellas dolorosas raíces que llevaba fuera, expuestas a los vientos, al cabo de los años se vivifican, renacen, crecen, se llenan de hojas, de brotes nuevos… y por encima del mar vuelan a ciegas a encontrarse con aquellas otras desgajadas, partidas, que allá lejos quedaron...y se establece una nueva corriente de sangres detenidas”
Pensar en el exilio es la expresión universal de la falta de raíces y aunque él “tuvo la suerte de volver, de recomponer de verdad las rotas raíces” una nostalgia inmensa por la patria perdida y la herida siempre abierta por la distancia quedarán allí adheridas y penetrarán en él como el resto de “agua y nutrientes” que alimentarán su vida.
Estos sentimientos son comunes a todos aquell@s que por las circunstancias que sea, salen-salimos del lugar de origen, y aunque puedas volver quizás años después a esos espacios que te vieron nacer... sus rincones ya no nos reconocen, nos miran distinto... hablamos distinto, pensamos de otra manera y tenemos dos alternativas: exiliarnos o mudarnos o migrar (depende de las circunstancias personales) y hacerlo para siempre o ubicarnos en los lugares donde vamos, pertenecer a diferentes humanidades, esferas y ambientes.
Algunos historiadores nos dicen que en la Antigüedad se creía que los primeros habitantes “habían salido del suelo”. Pero, como es evidente, si en lugar alguno los seres humanos han brotado jamás de la tierra, esto significa que debieron de llegar desde un lugar inicial abandonado, al menos temporalmente. Así que, según parece, la condición migrante ha sido decisiva desde los orígenes de la humanidad y es probable que lo siga siendo en el futuro, entendiendo entonces que el asentamiento es más la excepción a la regla general del movimiento. Como nos dijo Saramago, “ la migración, quizá sea un destino inevitable para el ser humano como animal nómada y trashumante”
La experiencia del exilio muestra que la frontera no es una línea geográfica que se traspasa, sino una enorme zona gris por la que deambulas hasta mucho tiempo después de salir. Cruzar la frontera no es un acto que dure un instante, ni un salto. Lleva meses o incluso años. La vida toca rehacerla, no desde los pedazos, sino a veces desde las cenizas.
Que lo vivido se encuentre entonces con las palabras que lo habitan es un ejercicio social. Lo que le pasó a los exiliados y exiliadas fue en realidad un recuerdo o un silencio. Por eso, necesitaron darle voz. Esa generación interrumpida a la que Rafael Alberti pertenece tuvieron una voluntad común de testimoniar el desarraigo sabiendo que lo escrito estaría siempre entre la objetividad narrativa, el relato histórico y la subjetividad inevitable. Las vivencias de su niñez, de su adolescencia serían contadas siempre en presente, como manera de dejar congelado el recuerdo, aunque suponga llevar atado a las palabras una especie de pesimismo biológico que según los estudiosos caracterizará a la “literatura del exilio español”
“No se elige dónde naces. No se elige a los padres. No se elige la genealogía. Tampoco el país. No se eligen los orígenes étnicos ni raciales...Pero de entre todos estos datos fuera de control, que nos vienen impuestos...sólo el espacio de la lengua parece ofrecernos salidas, escapatorias, aunque sean ínfimas.” Así dice en su “Breve elogio de la errancia” Akira MIZUBAYASHI, escritor japonés que estudió en París y que eligió escribir en su lengua de adopción, el francés.
Y parece que Alberti encontró en ese espacio de la lengua su lugar. Sabía que la memoria es el modo de conservar el mundo donde nació.
“¡Qué consuelo sin nombre no perder la memoria, tener llenos los ojos de los tiempos pasados!”
Porque casi todo desaparece cuando migramos (desaparece un paisaje, los espacios que acostumbras a frecuentar, esa luz, ese aire) Ese Rafael, que como él mismo decía de sí mismo en una nota publicada por La Gaceta Literaria en 1929,
“En los zapatos de mi infancia duerme la arena ardiente de las dunas.
Los primeros blancos que aclararon mis ojos fueron la sal de las salinas, las velas y las alas tendidas de las gaviotas."
Él sabe que escribir no salva de nada, pero que la escritura es, al menos, compañía.
Cuando concitamos un recuerdo nostálgico, estamos más predispuestos a inventar e incluso a escribir historias de ficción. Porque en la nostalgia se mezcla el sentimiento de encanto ante el recuerdo del objeto o lugar ausente con un sentimiento de dolor ante la imposibilidad de conseguirlo y, en el caso de los exiliados, un anhelo de retorno que quisiera trascender la distancia que separa el ayer del hoy. En palabras de Alberti, “nos pesa mucho el ayer”
Como ejemplo de esto, traigo ahora una anécdota contada por Carmelo Ciria quien conoció a Rafael por militar en el Partido Comunista y por ser el único comunista que tenía teléfono en el Puerto desde el que llamaban a Rafael a Roma. Relata que “cuando fue elegido Hernán Díaz como alcalde de El Puerto, le expliqué que era un relojero y, por ello, Rafael quería que arreglase el reloj que hay en la Plaza de la Iglesia, porque era su camino de la niñez; cuando él vivía en la calle Palacios, cruzaba por allí para coger la calle Santa Lucía y dirigirse al colegio de los Jesuitas. Y aquel reloj le servía de referencia para llegar a tiempo.
-¡Que el alcalde, que fue relojero –terminó pidiendo Alberti–, arregle el reloj de la Plaza de la Iglesia, porque no quiero seguir llegando tarde al colegio.
¡Que un hombre de 90 años dijera aquello, me parece precioso!”
En sus recuerdos, es ese reloj el que marca el paso del tiempo y por eso “no soporta” verlo detenido, ya que es como una metáfora de las vidas paradas que supuso para todos ellos el largo tiempo del exilio.
Curiosamente, este reloj fue recuperado por un relojero (al menos hasta principios de este año era así) quien restauró el mecanismo oculto al que debe dar cuerda cada 8 días (después de haber estado unos 25 años sin funcionar) De casualidad, participó en un concurso de pintura al aire libre y se puso justo en la esquina y al mirarlo con detalle, se dio cuenta de que estaba parado.
Ese reloj que es el que aparece en las onomatopeyas con las que juega en el poema
“De 2 a 3” del apartado 2 de “Marinero en tierra”
Tín/tín/tán:las tres en la vaquería/
Tón/tón/tán: las tres, en la prioral.
¿Podemos entonces regresar al mismo lugar?
Nunca.
Es bueno saber que el mundo cambia en nuestra ausencia.
Recuerdo las conversaciones con mis amigos de la adolescencia, nacidos en el País Vasco, pero de padres procedentes de pueblos de Burgos, Zamora, León, después de pasar “los veranos en el pueblo” cómo hablaban del sentimiento de sus padres sobre sus lugares de origen. Se reunían con familiares, amigos de la infancia, pero aun así, unos y otros habían cambiado tanto sus vidas, mimetizados con sus nuevos lugares de residencia en las ciudades o en los extrarradios donde vivían la mayoría, que no se reconocían. Se reencontraban con sus recuerdos. Y eran sensaciones encontradas, entre la alegría de ver lo poco que ha cambiado todo y la tristeza de ver lo mucho que ha cambiado todo. Lo que más temor les daba era comprobar que lo que más había cambiado eran ellos mismos. El pueblo tan solo se había adaptado a los nuevos tiempos.
En “La Arboleda Perdida” dice Rafael:
“Lo que recuerdo está como debajo de un vidrio, mi memoria está llena de cristales. La memoria de uno tiene que ir cambiando con la edad, con el pensamiento…
Y recuerda: “...como una cosa bella de la vida, a la lavandera que venía a casa cuando niño. Qué lejanas y qué cercanas encuentro ahora, en este instante, aquellas mañanas en las que subía a verla con su lebrillo de barro a la cintura, en la azotea de la calle Nevería. Qué fresco y puro. Amores con la lavandera, sería bonito título. Por esa época yo vivía con la cabeza para abajo y con los pies para arriba. La vida empezaba al revés. No sé por qué, pero era así.”
… ¿Y qué queda ahora de aquello, Rafael? Ya no existen las lavanderas; los lebrillos de barro apenas se usan ya en algunas cocinas y se adquieren en mercados de artesanía más como elementos decorativos que como objetos funcionales…
Volver al pueblo en verano, o para siempre como él hizo, y tratar de revivir aquellos eternos días sin tiempo, produce una nostalgia sanadora siempre que sepamos controlarla antes de que se convierta en tóxica. Porque si algo define la nostalgia del regreso es el anhelo de volver a ser lo que fuimos y perdimos. Surge de recuerdos entrañables mezclados con añoranza sobre la propia infancia.
El Puerto de Alberti es la memoria de “unas casas preciosas, de jardines grandes y frondosos, no había gente ni había coches; el mar era la orilla de los bañadores decentes, del cochecito de caballos, de la playa de La Puntilla, de las dunas preciosas, de los pinos...” según su prima María Alberti Aznar, “una especie de sueño, que era el que añoraba el tío Cuco cuando nos vio en Roma”.
Ese Alberti que no dejó de sentir ni un día “la nostalgia de la espuma de mar", ese mar recurrente del que “le arrancaron cuando apenas tenía 15 años para convertirlo desde entonces y para siempre, en un marinero en tierra” y al que “cantó casi todos los días , llamando siempre Cádiz a todo lo luminoso que me aconteciera” como dice en Ora Marítima
“Recorrí el mundo”, dijo alguna vez “pero Cádiz es otra cosa”. “Mira cómo la luz se queda en la arena”.
“Añoraba el mar por encima de todas las cosas”. A veces, incluso convertía en peces las tachaduras en las cartas según cuentan los que las han ido recopilando.
La percepción personal de esta bahía en la que nace, con todas las sensaciones y emociones generadas con las experiencias de esos primeros años, irán creando una cartografía emocional que atravesará toda la obra del poeta de manera inevitable. Como él mismo reconoce: "Le debo al mar de Cádiz toda la sustancia de mi poesía" Ese SUR, “El sur,/de donde soy yo,/donde nací yo…” se conforma para siempre en el horizonte de su espacio vital.
Y ese Alberti niño desarrollará toda una poética del espacio
“dibujando caracolas” “y “esas uves gigantes que eran las gaviotas”y“carteles de los barcos que veía pasar camino de América”;
coleccionando etiquetas de las botellas con imágenes de los zares de Rusia, de los reyes nórdicos…;
recreando las historias de los hombres de las bodegas como cuando recrea en la “Nana de Capirucho” aquella retahíla dialogada entre los dos arrumbadores, Capirucho y Trabajila;
y las correrías con sus amigos de la infancia como con aquel “Paquillo, el hijo del cochero, / cuando iban a buscar caracoles por las tapias / y entre los jaramagos de las tumbas, / o por la entretramada arboleda perdida / a lidiar becerrillos todavía con sustos / de alegres colegiales sorprendidos de pronto...” ;
los cantares populares, romances, adivinanzas y oraciones por las que el poeta llegaría, “sin saberlo yo hasta más tarde, a esa ventana por donde lo popular andaluz, sobre todo, había de entrárseme tan de lleno”como recuerda en La arboleda perdida
y escuchando las líricas descripciones de su madre de las plantas del jardín o cuando le decía que le gustaba “quedarse dormida junto a un jazminero y que los mosquitos, según ella, le “cantaran” al oído”…
Esos “años de niñez en que el tiempo no existe, cuando unas horas o un día son cifras de la eternidad. Porque ¿cuántos siglos caben en las horas de un niño? como nos dijo Luis Cernuda.
Los lugares concretos de esta bahía serán los que configurarán la base geográfica de ese mapa emocional, al que se añade una capa de sentimientos asociados a esos lugares. Y se explicita en “Marinero en tierra”, ese dramático poema del paso del tiempo en el que toma forma toda la melancolía, la nostalgia, la luminosidad, la cal, las arenas y el deseo eterno de volver a través de un conjunto múltiple de miradas. Ese tiempo pasado, ese paraíso perdido, será el elemento germinal de toda su creación poética. El poeta retoza en lo vivido y regenera la materia poética. Sus paisajes son la válvula de escape. Son sus poderes ocultos y los utiliza con habilidad.
“Cuando por fin, allá, concluido el instante de la última tierra... seamos uno en el hundirnos para siempre...me tumbaré bajo retamas blancas y amarillas a recordar, a ser ya todo yo la total Arboleda perdida de mi sangre.
Y una larga memoria, de la que nunca nadie podrá tener noticia, errará escrita por los aires, definitivamente extraviada, definitivamente perdida”
RAQUEL ZARAZAGA PABLO. Bilbo-gaditana. Psicóloga clínica y docente.
Dirige varias ediciones de la Bienal de Artes plásticas y literatura PLASTILÍRICA
Libros propios publicados:
“IM-PROPIAS”; “A VECES, CUANDO LLUEVE, NOS LLEGA EL OLOR DE LA SAL”,“HIERBA OLIENDO A CARNE”, “BAJO LAS VOCES DE LOS ÁRBOLES ( edición solo en español por Casa Bukowski y edición bilingüe español-portugués por Ediçoes Fantasma) además de en antologías varias como: el proyecto de resistencia cultural Carmina in minima re; la instalación artistica Teresa, erotica de la luz; el
fanzine mexicano Yomoram Jayatzame; la revista portuguesa ESFERA#7 y #10; 142 Revista Cultural entre otras; la antología albano-sueca del festival Sofra Poetike Boras “Fjalë me krahë”;."DA QUESTA E DA QUELLA PARTE" , de Vito Davoli y Alfredo Pérez-Alencart, ANTOLOGÍA BILINGÜE DEL XXVI ENCUENTRO de Poetas Iberoamericanos-Salamanca; “Seres surrealistas viajando por universos paralelos” de Fridas de Barcelona y el mundo; “El alcance de mi voz: antología de poesía femenina” La Orilla Oscura Ediciones, México;“MADEIRO-Fólios de poesia V” Penamacor (Portugal) .. Traducida al búlgaro, al valenciano, al portugés, al rumano.Directora de la colección Di-versos dentro del Proyecto editorial origami de fomento de la poesía Unahojaunlibro.
Invitada a festivales y ciclos poéticos en la FNAC(Madrid); El tren de los poetas(Cuenca);Talleres de poesía en el aula(Cádiz); Grito de Mujer(Marruecos) Poesia en Palacio en Fundación Casa Medina Sidonia; Shorty Week (poesía y cortometrajes); Festival de Poesía Ignacio Rodriguez Galván(México); Poesía a sul (Olhao-Portugal); SLAM POETRY y Pinguim Café (Oporto); Ponteceso Cultura Permanente- Galicia (organización de
Santuario Poético con la colaboración de World Festival of Poetry); 1er Encuentro Poético Internacional desde Marruecos "A distancia...pero cercanos; 16 Festival Internacional de poesía de Quetzaltenango
(Guatemala); Jurado en Cap Spartel Film Festival de Tánger; 3er Círculo Internacional de poesía y arte Mujeres puños violeta-Totem libélula de Fridas de Barcelona y el mundo; Festival Internacional Febrero Poético (Madrid); Mesa Virtual Internacional Festival Panhispánico de Poesía organizado por Casa Bukowski; 8º Festival Mundial de poesía San Cristóbal de las Casas- Chiapas (México) ; Poesía a sul en Sevilla ; 8º Festival Internacional de Diplomacia Cultural y Poesía Humana en Rabat(Marruecos) , Poesías do mundo en FESTIVAL MED´23 Y 24 ( Loulé-Portugal) ; XXVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos DE AQUENDE Y ALLENDE, Universidad de Salamanca; Coordinadora Mesa Presencial en Cádiz, III Festival Panhispánico de Poesía, Casa Bukowski Internacional; XI Encuentro Hispano Marroquí de Poesía.
Fundación Mgara Rebahi de Tetuán; POESÍA DE LOS SURES, XI Semana de las Letras, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Cádiz; 1º ENCONTRO IBÉRICO DE POESÍA JOAO DE DEUS, Messines, Portugal; 2ª edición del Festival internacional WINE AND POETRY organizado en Chile por Fundación Casa Bukowski Internacional; II Jornadas Luso-Andaluzas de Ecopoesía en Huelva (Ecopoesía); 1er Congreso nacional de Ecopsicología REVERDECER; Salon du livre 2025 -Palexpo Ginebra-Suiza;Ponente en Fundación Rafael Alberti en las Jornadas en torno al centenario de la escritura de “Marinero en Tierra”;29 Encuentro internacional de poetas de Zamora-Michoacán- México… Coordinadora en España del proyecto POESIAS DO MUNDO creado en Loulé dentro del Festival MED y que realiza ya en otros lugares como Coria del Río (Sevilla), Festival de cine Cap Spartel de Tánger entre otros.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Raquel Zarazaga Pablo
Rafael Alberti Merello (El Puerto de Santa María, Cádiz, 16 de diciembre de 1902 - El Puerto de Santa María, Cádiz, 28 de octubre de 1999). Poeta español de la Generación del 27.
Empieza el bachillerato en el Colegio de
los Jesuitas del Puerto de Santa María. En 1917 se traslada a Madrid, donde abandona el bachillerato por la pintura, que ejerce una gran influencia en su obra; en 1922 realiza una exposición en
el Ateneo. Por motivos de salud se traslada, poco después, a vivir en las sierras de Guadarrama y Rute, donde empieza a escribir sus primeras poesías, recogidas bajo el título de Marinero
en tierra. Con este libro obtiene el Premio Nacional de Literatura (1924-25), otorgado por un jurado que integraban Antonio Machado, Menéndez Pidal y Gabriel Miró. A esta
obra siguieron La Amante (1925) y El alba de alhelí (1925-26). En sus primeros libros se aprecia claramente la influencia de Gil Vicente,
del Cancionero y Romancero españoles y de otros autores como Garcilaso, Góngora, Lope, Bécquer, Baudelaire, Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado.
Su poesía es "popular" -según Juan Ramón Jiménez-, "pero sin acarreo fácil, personalísima, de tradición española, pero sin retorno innecesario, nueva, fresca y acabada a la vez, rendida, ágil,
graciosa, parpadeante: andalucísima". La etapa neogongorista y humorista de Cal y canto (1926-1927) marca la transición de este autor a la fase superrealista de Sobre los
ángeles (1927-1928). A partir de entonces, y tras afiliarse al partido comunista, su obra adquiere tono político. Este giro le lleva a considerar su obra anterior como un cielo cerrado y
una contribución irremediable a la poesía burguesa.
La poesía de Alberti cobra cada vez más un tono irónico y desgarrado, como los poemas burlescos Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929), Sermones y moradas (1929-1930) y la elegía cívica Con los zapatos puestos tengo que morir (1930). A partir de 1931 aborda el teatro, estrenando El hombre deshabitado y El adefesio. Posteriormente recorre varios países de Europa, pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios, para estudiar las nuevas tendencias del teatro.
En 1933 escribe Consignas y Un fantasma recorre Europa, y en 1935, 13 bandas y 48 estrellas. En 1939, al terminar la Guerra Civil española, emigra a la República Argentina, desde donde se traslada a Roma en 1962. En 1945 publica, en Buenos Aires, A la pintura: poema del color y la línea, y además un volumen que abarca la casi totalidad de su obra lírica, Poesía, donde se muestra cierta nostalgia por la patria. Regresa finalmente a España en 1977. Su producción poética continúa con la misma intensidad en estos años, prolongándose sin fisuras hasta muy avanzada edad.
A su vuelta a España es elegido diputado por el Partido Comunista de España, pero renuncia a su escaño para proseguir su tarea literaria y dar recitales por toda España. Sus libros de memorias cosechan grandes éxitos en las distintas ediciones, cada vez más completas, de los diferentes volúmenes de su Arboleda perdida. Entre las numerosas distinciones y homenajes que se le dedican destaca el Premio Miguel de Cervantes, que le es concedido en el año 1983.
El 20 de junio de 2007, la Biblioteca del Instituto Cervantes en Nápoles es designada con el nombre de Rafael Alberti.
Fuente biográfica: Instituto Cervantes
Fuente fotagráfica: Wikipedia

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