Poesía de Samuel Trigueros

SOBRE LA ESPIGA EL SOL

 

Frota. Fricciona. Estrega tu carne contra la piedra oscura.

Contra la lija gruesa de los errores. Contra los filos del pasado.

Frica tu tesoro de incertidumbre inútil. Pule tu loco diamante.

Salta limpia la chispa hasta el cielo.

Entregas un latido de alumbre. Collar de luces.

 

Frica fricciona frota

con arena nubes de átomos broncos

 

La tonalidad cambia si esmerilas.

Dice que no estás en el pozo. Mutas.

Transmutas. Estás dispuesto.

Tu mirada roza el destello.

Dorada sinfonía de rizos en vibrante pulsión

te envuelven. Constelación que dice

                         Contorno.

                         Llama.

                         Hueco del deseo.

                         Nido derramado.

 

Frica fricciona abrasa

con polvo pómez legiones de ayer hiriente

 

Estás sobre la fragua. Entras en la boca del fuego. Las chispas cantan.

Sales para martillar la noche. El ayer martillas. Los tropiezos.

Haces con tus carbones espiga de trigo. El milagro llega y se posa con suavidad.

Martillas contra el yunque. Los eslabones han cambiado a libélula.

Cardúmenes de brasas que salen del crisol

                                          se mueven dentro de las bocas.

Algo nuevo pone en marcha el sol adentro. La vasta

definición de Cielo como nunca.

 

Roza lento amoroso

con seda élitros que abrazan tu luz trémula

 

La esperanza pronunció tu nombre

y tú dices otro por respuesta. La luz los entrelaza.

Hacemos girar el mundo. Atravesamos

en explosiones húmedas los pétalos sombríos.

 

Besa las alas que irisan

traspasadas por la luz tu corazón que canta certidumbre

 

 

SOLARIUM

 

De la garganta del monte, del ático desbordado de gasas estratiformes, la conejera fría, el tropel de jabalíes blancos

[porque sí, blancos]

baja para embalar los edificios, embozar los días con cristales de ocho puntas. Todo eso afuera. El mercurio tiritando. Otro grado cero en el lenguaje del aire. Infraterno, desamorado envoltorio para el cuerpo de los corazones. Alguien [por qué no], acostumbrado a ello. Una joya asumida, engarzada en el pecho

[porque así fue la temperatura durante tanto tiempo de extinción].

 

Alguien adentro. Tras las ventanas empañadas, abatimiento de los planos, a favor de un sólo muro circular o cúpula cerrada como un hueso en la cámara de la morgue.

 

Luego, inesperado,

algo alguna vez sucede

 

[porque todo te trajo desde la causalidad, como un milagro: había que poner el pecho en lo absurdo, la vida en el ojo de los fusiles, para llegar aquí].

Comienza a arder la yesca muerta. Se iluminan los vitrales. Se multicolorean. Alguien pronuncia tu nombre en su mente y luego en su boca.

 

Te acerca. Te acercas. Habías olvidado la tibieza.

Telarañas cubrían tus latidos.

Tenías la etiqueta en el dedo del pie.

Ahora otra materia te envuelve.

Estás adentro y a la vez admites

que alguien ha entrado en ti.

Amas por primera vez el verano.

 

Todo está bien.

Empiezas a considerar

que hay formas de felicidad

en los fractales de las estaciones

que antes

no significaban nada.

 

Dices un nombre

y el aire brilla

intenso.

 

 

TÚ EN EL IRIS

 

Como su pico de altos decibeles que parte el aire

finísima herida abre el pájaro en el paisaje

 

pero no es esa su mejor virtud

sino la punta de la mirada intensa

[diríase filo enamorado de lo que toca]

aguja casi axioma láser que sin quemar corta el instante del papel

 

nota para el cielo nocturno de violín o flauta traversa que es otro pájaro de plata cigarrillo perforado por donde sale el alma del músico flotante en el naranja de un bar que en otra voz pone en el escenario al Trío Matamoros y a Severo Sarduy consagrado por su "furiosamente experimental" De dónde son los cantantes

 

¿Y el pájaro? ¿Y el aire? Las luces láser bailan

en el techo junto a la lámpara oriental

contra el techo papel raso

 

Pluma de "pájaro" cubano anda por ahí.

Frente al micrófono del bar plumas de azufre

 

de este lado colibríes picotean la frambuesa

como la punta de tu lengua

entre hielos dentro de la copa

 

¿Recibiste la imagen? Deberías estar acá

[como lo estás en la boca de memoria que también es piel]

 

Ahora el papel es ceniza

mas tiene sentido en su imagen.

 

Lo veo

y estás

en mi pupila

de pájaro.

 

 

EL AIRE HUELE A SOL

 

Ayer. Hace cuatro días. Antes.

Sumergir la cabeza en los papeles, en la tiranía del ordenador.

Dejar que se hundan las horas y los días

en su lago de luces y espesura alternas.

 

Stop.

 

Sentir la ebullición de la sangre. Bajar los grados de la vitro interna.

Que no rebase el borde la espuma del deseo.

Pequeñas dosis de ardor quemándonos los labios.

Manos en vuelo contenido hacia lo íntimo.

 

Stop.

 

La lengua de lo increíble corre ardiendo sobre las pieles.

Adentro. Tocarnos siete veces. Absorbernos setenta.

Sin tregua.

 

Stop.

 

Simular la incandescencia

con una fresa helada en gin

puesta con los dedos en las bocas.

Pezón despierto que anida en lo irrefrenable.

Poner en medio de lo intenso rosa lo imaginado.

Papelito de arroz caliente. Membranas de neblina

atravesadas por la luz.

 

Slowly.

 

Hoy. Hace una hora. Un siglo que regresa a su concha.

El peso dulce del fuego gime sobre el tiempo adelgazado.

 

Go on.

 

Girar hasta la explosión. Arder.

Tocar adentro una bocanada de aire que huele a sol.

 

Burn and continue

 

 

ESCENA CON GAMOS, LÁMPARA Y BESOS

 

Lentos gamos

              reproduciéndose en

                                              polígamos poliedros

             lentos gameznos

             cubiertos de pesado oropel

             di-minutos gamos

                                              ralentizantes

                                              desnudos en su delirio

                                              en carnaval se ríen

                                              de su lentitud

                                              de la espera

             se burlan

             se ponen a rumiar la urgencia

                                              de nosotros

 

los bomberos salen

                         de los cuarteles de la mente

                         en cuadrillas

                         lanzan chorros de fuego

                         a sus pieles moteadas

                         a sus grandes cuernas

 

horas gamo incinerado

             parpadean una última vez

             sus grandes ojos negros jadean

caen atravesadas sobre el paso de cebra

             la silueta de tiza alrededor

             de la mole fría en el asfalto

 

encima de la montaña de cenizas

se posa un colibrí de sol

 

la música se enciende en otra parte

bajo una lámpara trinan los corazones

              la doble piel despierta

              en las bocas hay peces dulces

                                            no metáforas

                      

pulverizado tiempo gamo

 

besos encienden el centro de la belleza.

 

 

RAÍLES

 

Los trenes                                                           en las vías

esperan                         sin aliento                 

la llegada                      al final del día            como un milagro

del último                    extranjero                    pétalos exhaustos

resto                              amargo                         sin destino conocido

                                       corazones                    que devoran las sombras

de la vida                      marchitos                    espectros

                                       que olvidaron            

                                       cómo regresar            vencidos o triunfantes

del ayer                        

                                       del nunca

                                                                             del amor.

 

 

V

 

Hablábamos de la danza cuando apareció el cuerpo y la música en las estepas de la Historia. En la gran selva de los orígenes después de cada extinción. Lo sabe la luna y su ojo perforado por Georges Méliès en el septiembre parisino.

 

Después lanzamos Sputniks y Voyagers, perros, monos y un hombre que aún flota en la frialdad del silencio y una mujer que descendió ardiendo en su cápsula.

 

Cuánto cuesta poner un solo fotograma en el campo de visión de la humanidad.

 

Las esferas siguen bailando y la música de Sirius irradia en los auriculares cuando le doy play a Alan Parson.

 

 

VIII

 

Los lamparones, las manchas, la costra, la pátina, la cochambre, la mácula, el sobretodo, la veladura que cubre el rostro de las pinturas renacentistas, el polvo acumulado que los restauradores quitan con líquidos y escobillas para solaz de los turistas, lo coagulado granate encima de la herida, el nuevo poema, el palimpsesto, los amores nuevos que superan a los antiguos, las capas tiranas de dolor o pequeñas felicidades como estratos geológicos superpuestos en el corazón y los sentidos; pensar, repensar, sobrepensar la coraza de las cicatrices sobre lo dañado; el tatuaje para cubrir los nombres obsoletos, las eras transformándose en eones; el surco una y otra vez abierto, roturado para que lo penetre la semilla secular que ha de extraer sus jugos como de los pechos de una madre, sus metales, su alma para la voracidad; la repetida caricia aumentando los grados del deseo, las láminas de hielo con las que el invierno hace su libro de conservación y muerte; el sedimento de la vida, la capa de evidencias revelada para el forense; los registros de las biografías sentimentales y el catálogo de las grandes ideas que la mente clasifica en hipótesis, teorías, sueños, locura y filosofía; la espuma que corona la jarra de cerveza, el cascarón donde habita la tortuga y duerme Aquiles, la concha cuyo corazón es una perla, la etiqueta que orgullosa dice la denominación de origen de las maravillas para su comercio, la mascarilla sobre el aliento, el expediente que hace la crónica del deterioro y la madera final que cubre los despojos, el vestido encima de la radiante desnudez que esconde los huesos y las hediondas entrañas de lo que, bello, se mueve y muere por el mundo; la alfombra de hojas del otoño y la pelliza de nieve cristalizando el pasto de los días; el yo aplastando el y el nosotros reconciliando las distancias; el derrame de 41 millones de crudo del Exxon Valdez; el manto de sueños, historias y vidas abrazados por la muerte en el Mediterráneo; las babas del abuso encima adentro contra la inocencia; el horror intentando quebrantar las flores y la belleza que trabaja para que podamos respirar de nuevo y ver y sentir y ser parte de la única imagen que merece ser contada.

 

 

MATRIMONIO

 

Un meteoro que viaja en la oscuridad

hacia el colapso,

porque un círculo es algo demasiado hermoso

para ceñirse a unas falanges que comienzan

a ser polvo.

 

Un horizonte imantado y voraz,

una cama concentrada

en un punto indefinible.

Placer y dolor precipitados

en el núcleo del adiós.

 

Dos bocas.

Una sola exhalación.

Respirar y morir en un instante.

 

 

 

HUMEDADES

 

 

Es noche. Llueve.

Un cigarrillo en el balcón

y dragones en el aire.

 

En la calle una lámpara encendida.

Sobre ella la negrura del futuro

impenetrable

precipitado.

 

Las agujas atraviesan

el cono de luz

de un presente imaginario.

 

Después

sólo pasado en los charcos

música leve o nada

deslizándose

hacia las alcantarillas.

 

pequeña eternidad desnuda

me llevas de la mano

a un lago de llamas blancas.

 

 

SAMUEL TRIGUEROS. Nació en Honduras. Actualmente reside en España. Escritor, editor. Ha publicado: Todo es amor tras esta nostalgia (poesía, 1988), Borges (ensayo, 1988), El trapecista de adobe y neón (narrativa, poesía, ilustración, 1989), Sin una palabra (narrativa, 1991), Amoroso signo (poesía, 1992), El trapecista de adobe y neón (poesía, relatos e ilustraciones, 1992), El visitante (cuento, 1992), Animal de ritos (poesía, 2006), Antes de la explosión (poesía, 2009), Me iré nunca (narrativa, 2009), Exhumaciones (poesía, 2014), Una despedida (novela, 2016), Una canción lejana (poesía, 2020), Seguir volando (antología personal, 2021), Ouroboros (Olifante Ediciones de Poesía, 2024). Antologado en Panorama crítico del cuento en Honduras, La palabra iluminada, Papel de oficioLa hora siguienteVersofónicaLa minificción en HondurasLa herida en el sol, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Gatimonio. Poemas de gatos de autores hispanoamericanos (Editorial Lebas, Madrid), Los trabajos del tiempo-15 poetas hondureños contemporáneos, Revista Attaque y Doce cuentos negros y violentos, entre otras publicaciones. Fundador y director de Nautilus Ediciones y del Festival Internacional de Poesía de Aragón-FIPAR.

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Zingonia Zingone

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