
Parábola de Buda sobre la casa en llamas
Gautama, el Buda, enseñaba
la doctrina de la Rueda de los Deseos, a la que estamos sujetos, y nos aconsejaba
liberarnos de todos los deseos para así,
ya sin pasiones, hundirnos en la Nada, a la que llamaba Nirvana.
Un día sus discípulos le preguntaron:
“¿Cómo es esa Nada, Maestro? Todos quisiéramos
librarnos de nuestros apetitos, según aconsejas, pero explícanos
si esa Nada en la que estaremos
es algo semejante a esa fusión con todo lo creado
que se siente cuando, al mediodía, yace el cuerpo en agua
casi sin pensamientos, indolentemente; o si es como cuando,
apenas ya sin conciencia para cubrirnos con la manta,
nos hundimos de pronto en el sueño; distintos pues, si se trata
de una Nada buena y alegre o si esa Nada tuya
no es sino una Nada fría, vacía, sin sentido”.
Buda calló largo rato. Luego dijo con indiferencia:
“Ninguna respuesta hay para vuestra pregunta”.
Pero a la noche, cuando se hubieron ido,
Buda, sentado todavía bajo el árbol del pan, a los que no habían preguntado
les narró la siguiente parábola:
“No hace mucho vi una casa que ardía. Su techo
era ya pasto en llamas. Al acercarme advertí
que aún había gente en su interior. Fui a la puerta y grité
que el techo estaba ardiendo, incitándoles
a que salieran rápidamente. Pero aquella gente
no parecía tener prisa. Uno me preguntó,
mientras el fuego le chamuscaba las cejas,
qué tiempo hacía fuera, si llovía,
si no hacía viento, si existía otra casa,
y otras cosas parecidas. Sin responder,
volví a salir. Ésta gente, pensé,
tiene que arder antes que acabe con sus preguntas. Verdaderamente, amigos,
a quien el suelo no le queme los pies hasta el punto de desear gustosamente
cambiarse de sitio, nada tengo que decirle”. Así hablaba Gautama, el Buda.
Pero también nosotros, que ya no cultivamos el arte de la paciencia
Sino, más bien, el arte de la impaciencia;
nosotros, que con consejos de carácter bien terreno
invitamos al hombre a sacudirse sus tormentos; nosotros penamos, asimismo, que a quienes,
viendo acercarse ya las escuadrillas de bombarderos del capitalismo,
aún siguen preguntando cómo solucionaremos tal o cual cosa
y qué será de sus hachas y de sus pantalones domingueros después de una revolución
a esos tenemos poco que decirles.
Versión de Jesús López Pacheco.
Este poema fue tomado del libro Poemas y Canciones, publicado en 1980, undécima impresión por Alianza Editorial, Madrid-España.

Bertolt Brecht. Poeta y dramaturgo alemán, Bertolt Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo. Es considerado uno de los más grandes autores teatrales alemanes del siglo XX y también padre del teatro épico.
Comenzó su carrera literaria como poeta, aunque tras la Primera Guerra Mundial terminó su obra teatral Baal. A partir de entonces su carrera se desarrolló en Berlín y Múnich, donde logró hacerse un hueco en el mundo del teatro alemán.
De ideas comunistas, Brecht tuvo que escapar de Alemania tras el auge del partido nazi. En el exilio escribió algunas de sus mejores obras como El círculo caucásico de tiza o La vida de Galilei.
Tras un fracasado intento de acceder a la industria de Hollywood, Brecht volvió a Alemania, instalándose en la RDA, donde continuó con su carrera teatral.
Bertol Brecht murió en Berlín el 14 de agosto de 1956
Fuente biográfica: Lecturalia
Fuente fotográfica: Wikipedia
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