
NO TE QUEDES EN CASA.
En la raíz del sol
escuchamos el eco de la ciudad,
el silbido de las nubes
que van borrando el día,
el rostro de los muertos
en la certeza de los castaños.
No te quedes en casa,
no te quedes en la palabra noche,
en el oculto quejido del amor
que aflora en los cementerios.
Abre el portal del sueño,
el sucio ventanal del amanecer
y cruza esa blanca manada de animales
que beben el primer rayo de luz
en un lento río que desaparece.
NO HAY LECTORES EN EL CIELO, LA TEMPESTAD
es siempre imaginaria y el amor
un enemigo común.
El adorable sol de los niños,
salado como el mar matutino,
ilumina tus ojos y te hace estallar
en cantos, en danzas celestiales
que acompañan
la iluminación del abismo.
Lo que no se pudo tener
se barre con la escoba del tiempo, se bebe
en la sangre entumecida, se incendia
en los rayos que arden
en áureas ciudades antiguas.
Lo que no se pudo tener, ese
olor cariñoso, esa desaparición,
esas vastas meditaciones que se escriben
para los pájaros y los perros
que yacen enterrados
bajo la lluvia y la neblina.
No hay lectores en la tierra, en las raíces
del destino, las palabras
son imaginarias
como la luz de los cuerpos que se alejan
para poder respirar.
ES QUE NO TENEMOS PATRIMONIO
solo barcos de saliva, plumas de imaginación.
Ni mi sombra pudo heredar, pesada herencia
de feroces estirpes agotadas.
Todas mis tumbas huaquedas bajo la luz de la
luna,
toda mi sangre vendida
a los servicios de urgencia vetustos
hospitales metropolitanos.
Es que no tenemos legado alguno,
ni un molar de oro ni una máscara de palo
ni una tabla de la ley para reinar
entre perras y becerros y zarzas quemándose
en la seca Plaza de Armas de Santiago de Chile.
LLEVO CHOCOLATES
a mi madre moribunda
como si fueran lánguidos tributos
de una estirpe desaparecida.
¿Podrá comer mi madre
chocolates de pascua valdividianos
coronados de niñez
y de cándida morfina?
¿Podrá soñar mi cara y mi mirada
que vienen del pasado
donde llueve, truena y relampaguea
sin parar?
Tengo fotos de los dos
caminando en la playa de Entre Lagos
y mirando embobados
gonfoterios, milodrones
de plástico y de yeso
en el parque de Chuyaca.
Allí, un felino gigantesco
protegía nuestro amor
y un caballo de Amerhippus nos llevaba
a la tierra sin mal,
a la tierra prometida.
Avanzo por la noche del país
con un nido de conejos dulces
para darlos a la boca de mi alma,
ahora que no puede darnos luz
en las nuevas carreteras de la oscuridad.
AHORA QUE MI PATRIA SON LOS HOSPITALES
y enfermeras azules me pinchan mi existencia,
recuerdo mi niñez en las pampas de Osorno,
el frío del invierno en mis pies descalzos.
Y pienso cómo diablos llegué a esta estación,
anden de los caídos, terminal de los viejos.
Me digo para adentro por fin valgo millones,
y sin pudor ni llantos pido plata y consuelo.
Los amigos lejanos abren sus billeteras
y me donan galenos, fármacos y exámenes.
Acá mi compañero se dice comunista,
recuerda que la Junta le quitó la comida,
y salió con los hijos a potreros y charcas
a robar los rastrojos de papas y cebollas.
En ese tiempo umbrío tenía siete años
y la vida era inmensa como el tren de la tarde,
dulce como ciruelas tempraneras y rojas,
veloz como un mastín corriendo tras las liebres.
Como crestas entonces llegué a este camastro,
si ayer no más olía la flor de la inocencia,
y compraba pan fresco, mantequilla y ajíes
y plátanos fragantes donde La Marujita.
La patria es donde sufres, piensas y recuerdas,
allí donde tu cuerpo escribe sus heridas,
una cama, una tele, un sol de serranías,
fantasmas caminando a plena luz del día.
AQUÍ TE INCINERAMOS, PADRE MÍO
en la tierra que no es tu tierra
hasta donde alcanza la vista.
Aquí Saavedra te difamó, tus muertos
se robó en un sueño
de verdes pantanos afligidos.
La guerra ardía en tu pecho, padre mío,
lo sabemos,
en cada una de tus manos enjoyadas,
en cada uno de tus anillos
de plata huinca.
Aquí te dejamos arder entonces,
padre nuestro,
como un carbón enterrado,
con el dolor del amanecer en la sangre
y los traros vigilando
los cantos de una tierra
que no llevará tu nombre jamás
y de la que ahora huyen
los afiebrados hijos de tus hijos.
Estos poemas forman parte del libro Agua rápida, publicado por Das Kapital Ediciones, en octubre del 2024, Santiago de Chile.

Jaime Huenún Villa: poeta y escritor mapuche williche. Estudió algunos años de Pedagogía en Castellano en el Instituto Profesional de Osorno y en la Universidad de la Frontera de Temuco.
Sus obras han sido distinguidas con diversos premios entre los que figuran la Beca Fondart de Creación Literaria(1996 y 1997); la Beca del Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1998); el Primer Premio en el concurso El Joven Neruda (Municipalidad de Temuco, 1999) por Puerto Trakl; el premio de honor por su libro Ceremonias otorgado por la Municipalidad de Santiago el año 2000; el XVI Premio Pablo Neruda 2003 otorgado por la Fundación Pablo Neruda; la Beca de Fundación Guggenheim del año 2005. Su libro Reducciones recibió el premio a la Mejor Obra Poética publicada en Chile (2013) otorgado por el Consejo Nacional del Libro y la Lectura , y el premio Manuel Montt 2019, otorgado por la Universidad de Chile y la Fundación Pedro Montt a las mejores obras literarias y científicas publicadas en Chile o por chilenos y chilenas residentes en el extranjero. El año 2020 fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía Jorge Teillier, entregado por la Universidad de la Frontera de Temuco, Chile.
Dirigió la revista de literatura y arte “Pewma” (3 números publicados entre 1993 y 2000), y “Ülmapu” (2 números publicados entre el 2006 y 2008). Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, alemán, catalán, holandés, portugués, italiano, hebreo y mapudungun e incluida en antologías y muestras poéticas publicadas en México, España, Inglaterra, Francia, Estados Unidos, Colombia, Argentina, Italia y Australia.
Sus libros íntegramente traducidos son Puerto Trakl y Fanon city meu. El primero publicado por Action Books (Indiana, USA, 2008) y por la revista In Forma di Parole (Bologna, Italia, 2013); el
segundo publicado por Edicola Ediciones (Ortona, Italia, 2015) y por Levender Ink Diálogos (New Orleans, USA, 2017).
Jaime Huenún a través de su trabajo como organizador de encuentros de poetas indígenas, como editor y compilador de antologías, ha sido fundamental en la difusión y desarrollo de la poesía mapuche contemporánea.
Ceremonias (Universidad de Santiago, Chile, 1999)
Puerto Trakl (LOM Ediciones, Chile, 2001)
Epu mari ulkantufe ta fachantu/20 poetas mapuche contemporáneos (LOM ediciones, Chile,2003)
La memoria iluminada. Poesía mapuche contemporánea (2007, CEDMA, España).
Los cantos ocultos (LOM ediciones, Chile, 2008)
Lof sitiado. Homenaje poético al pueblo mapuche de Chile (Imprenta LOM, Chile, 2011)
Reducciones (LOM ediciones, Chile, 2012)
Poetry of the Earth: Mapuche Trilingual Anthology (Interactive Press, Australia, 2014)
Fanon city meu (Das Kapital Ediciones, Chile, 2014)
La calle Mandelstam y otros territorios apócrifos (Fondo de Cultura Económica, Chile, 2016)
Ceremonia de los nombres/ Kawiñtun Üyelüwün Mew (Editorial Pehuen, Chile, 2021)
Crónicas de la Nueva Esperanza. Chronicles of New Hope (Lom Ediciones, Chile, 2042)
Ha compilado (en co-autoría con Maribel Mora Curriao) los volúmenes El pozo negro y otros relatos mapuches
(Ediciones Pewma, Freire, 2001) y Viaje a la memoria ancestral (Ediciones
Pewma, Freire, 2002). Ha editado la antología Rayengey ti dungun/La Palabra es la flor: poesía mapuche para niños y Ko fenten püllü, mapu fenten püllü / Espíritus del agua y de la tierra: teatro
mapuche para niños (ambos publicados por el Programa de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio de Educación los años 2011 y 2013, respectivamente).
Semblanza y fotografía proporcionadas por Jaime Huenún Villa.
Escribir comentario