La ideología en los veintiún ya-no-jóvenes:
Consideraciones en torno a La foto de Luis Britto García
La cuarta y la quinta repúblicas venezolanas
En el año 1999, el 15 de diciembre, el estado Vargas, vecino de la capital de Venezuela, Caracas, fue protagonista de la peor tragedia natural en los tiempos modernos de ese país; las estimaciones menos optimistas disparan un número desolador: se habla de hasta cincuenta mil fallecidos por el deslave. El mismo día, desde muy temprano, pero en todo el territorio venezolano, se está llevando a cabo una votación que le daría el triunfo al sí a favor de una nueva Constitución. Esta elección y esta tragedia en un mismo día, han marcado un antes y después para todos los venezolanos, dejando una impronta en la memoria colectiva que las hace casi una: este cambio legislativo fue consigna del presidente recientemente elegido en diciembre de 1998, Hugo Chávez Frías, mentor del actual mandatario Nicolás Maduro.
Esta nueva Constitución abriría el paso para diferenciar a una superada cuarta república venezolana conformada tradicionalmente por políticos de derecha de otra, la quinta república, más orientada a una izquierda marxista-leninista: el partido político que Chávez fundó se llamaba precisamente Movimiento Quinta República. Los demás partidos y movimientos que emergieron junto a este –otros lograron reactivarse con nuevo ímpetu, como el PCV–, estaban conformados por políticos que parecían tener nuevos aires, a la vez que, aparentemente, provenían de los sectores sociales mayoritarios, que históricamente han estado en desventaja, y por ser Venezuela un país de marcadas desigualdades, ello caló en el grueso de una población que arrastraba décadas de una grave decepción política, y se mostraba agotada de las maneras de esa dirigencia de tradición, y que la población ya podía distinguir fácilmente como anterior.
La imagen de los gobiernos enmarcados en la cuarta república venezolana es presentada, desde la quinta, muchas veces como la de políticos ajenos a la vida del venezolano de a pie, codiciosos, egoístas, y no sin razones, sólo que estas afirmaciones aunque verídicas, empezaron a ser el sustento de nuevas tramas ideológicas concebidas desde instancias del Estado y del gobierno, y estas, debido a su matriz, resultarán delicadas en tanto institucionalizan un antes y un ahora radical, un estar o no con el cambio sin puntos medios, una fuerte separación aunque arbitraria, a la vez tomada como providencial. Esto le permitió al en aquel momento nuevo gobierno del país tropical hacerse de la simpatía de una significativa porción del electorado.
Todo esto sucedía promovido por un gobierno aparentemente inclinado a la izquierda, aunque Hugo Chávez en campaña electoral en 1998 calificara a Cuba como una dictadura y negara ser socialista; este giro siniestro dentro del Estado venezolano, significó una aprobación masiva de sectores populares, que se sintieron representados y apoyados por primera vez; también hubo una significativa adherencia por parte de sectores artísticos e intelectuales dentro y fuera del territorio nacional, que se sintieron conmovidos por la infrecuente postura popular de un gobierno en América Latina.
Entre los intelectuales venezolanos que estuvieron adheridos desde un principio al estilo del gobierno de H. Chávez, la quinta república, Luis Britto García es un nombre relevante en la hipotética lista; pertenece a una generación de intelectuales de izquierdas que conocieron de cerca la terrible corrupción que caracterizó a la cuarta república, marcadamente de derechas, y por ello la adversaron con justificado entusiasmo. Britto García ha sido galardonado en dos ocasiones en el Premio Casa de las Américas, lo que da indicios de cómo puede ser el contenido temático de su poética como narrador y ensayista: su primer Casa de las Américas corresponde al año 1970, y lo logró con la colección de cuentos Rajatabla (2007), de corte experimental y con una considerable carga de crítica social y política.
Es por eso que de Rajatabla llama la atención el cuento La foto (p. 62-64), en el que a través de la descripción detallada de unos jóvenes retratados en ella, se da cuenta de un antes y después en la vida política del país; un antes, en el que las ideas y actos rebeldes del grupo retratado daban esperanzas para la libertad; y un después, caracterizado por la influencia y corrupción política que estos ya-no-jóvenes adoptaron al alcanzar el poder: un antes en el que fueron víctimas de un sistema que les oprimía, y un después en el que se hicieron victimarios y rostros de ese poder opresor. Sólo que en el específico antes y después del cuento no se agota el alcance histórico de la lectura de la realidad que este propone, porque como finaliza el cuento, y como aquí veremos, “el mundo da muchas vueltas” (p. 64).
¿Se sugiere un contexto histórico específico en el cuento?
La foto que es descrita en el relato de Luis Britto García “era color sepia pero la copia actual, ampliada, es gris y hasta cierto punto brumosa” (2007, p. 62). Son todos los retratados jóvenes y da la impresión de que están trasnochados y sin cambiarse la ropa. Están en una prisión, y a una semana de haber ingresado no se les había permitido recibir nada del exterior. Son veintiún varones, dispuestos de siete en siete en tres filas: la primera fila sentados, la segunda arrodillados y la tercera de pie; varios de estos jóvenes más tarde llegaron a ministros, otro llegó a ser el mismísimo presidente, hubo uno del cual nadie se acordaba, pero eso sí, la mayoría incursionó seriamente en la política –o estuvo cerca de ella– y se beneficiaron en abundancia; con excepción de “el segundo, primera fila, [que] fundó publicaciones humorísticas y murió de hambre” (p. 63).
Quien narra es también personaje en el entramado social que vincula a los ya-no-jóvenes de la foto, esto es sugerido porque sabemos que él maneja información muy específica y delicada sobre la corrupción de estos, ya que en el cuento la comparte. Llega el narrador a mostrar detalles de su propia personalidad: confiesa de manera vulgar que llegó a acostarse con la hija del tercero, primera fila (p. 64), lo que podría dar indicios de que es más joven que los retratados que él describe; como también soezmente resalta la homosexualidad del “cuarto, segunda fila” (p. 63) como único dato a decir de este retratado. Quien narra parece ser muy cínico.
Todos los retratados están presos debido a que el tercero, tercera fila, dio un discurso “fogoso” y los demás lo aplaudieron (Ibíd.). Estamos ante la descripción de una foto que por los indicios parece que se quiere ambientar en la primera mitad del siglo XX, por las características físicas que se le atribuyen y sobre todo, porque estamos ante la descripción de una foto con un grupo de jóvenes que vive en dictadura, ya que por el pronunciamiento de un discurso y su posterior ovación, no se sabe si en una protesta callejera o estudiantil, estos jóvenes están retratados en cautiverio, y esto sucede sólo en tiranía. Por las referencias que da el narrador, estamos seguros que el país en que transcurre lo narrado es Venezuela[1], por eso hace pensar en la época de la larga dictadura del general Juan Vicente Gómez (1908-1935) y los jóvenes retratados, en la generación del 28 (1928), que se atrevió a alzar la voz contra el tirano; se sabe que de esta generación resaltaron posteriormente muchos nombres, entre ellos el de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Miguel Otero Silva, Jóvito Villalba, Andrés Eloy Blanco, Juan Bautista Fuenmayor... Algunos fueron políticos influyentes, otros escritores y poetas respetados, un par de los mencionados presidentes del país. También de esta generación surgieron los gestores de partidos como Acción Democrática (AD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV). Así que, existe la posibilidad de que en esta narración y desde la ficción, se esté dando cuenta –o se haga parodia– de una parte de la historia política venezolana y del porvenir de algunos políticos que podrían definir este entorno político de después de derrocado el último dictador militar en 1958, y que en juventud parecían dispuestos a ceñirse a la sencillez y sacrificios que exigen las ideas de progreso.
¿Hay ideología en estos jóvenes?
De la foto, se sabe por el narrador que “la publicaron primero en el Libro Rojo de la Subversión” (p. 64), lo que de inmediato nos puede sugerir que hay cierto componente socialista-comunista-anarquista tras las actitudes de estos jóvenes. No se menciona en ningún momento que estos sean estudiantes o si se dedican a alguna actividad en específico cuando la foto fue tomada, mas, si se toma como referencia a la generación del 28, nos podríamos aventurar a afirmar que quienes aparecen en esta foto son estudiantes –aunque no hay necesidad de ser estudiante para percibir la inconformidad, o experimentarla. No es raro que en Latinoamérica la sociedad civil se sume a las causas estudiantiles o viceversa.
Se sabe que, aunque muchas veces puede haber un componente altamente ideológico tras ciertas expresiones de inconformidad contra algún gobierno esto no siempre es así, ya que la inconformidad social es algo palpable sin necesidad de estar vinculado a algún proceso ideológico; dice el mexicano Carlos Monsivais en un texto sobre el movimiento estudiantil de 1968 en su país:
Si en su parte doctrinaria el Consejo Nacional de Huelga suele corresponder a los círculos incantatorios de la militancia ortodoxa […] los contingentes estudiantiles actúan por estímulos de conjunto, y allí la ideología […] no es el factor determinante. Intervienen motivaciones éticas, el rechazo de injusticias obvias, la ansiedad de participación cívica, el hambre de modernidad política, el hartazgo ante el anacronismo cultural sostenido por un “nacionalismo” en el que nunca han creído o apenas creen los gobernantes. (2018. p. 125)
Sin duda hay en el gesto de la publicación de la foto en este “Libro Rojo de la Subversión”, una intención en primera instancia de vincular a este grupo de jóvenes con movimientos libertarios, que a principio del siglo pasado tuvieron tanto auge entre la juventud y el mundo artístico-intelectual. El título Libro Rojo de la Subversión es una afirmación explícita de adherencia ideológica, denota necesidad de ese reconocimiento.
Mas, acá está uno de los argumentos principales de este curioso relato: la contradicción ética definirá la vida, posterior a la foto, de la mayoría de estos jóvenes. Aunque hay aparentemente una ideología libertaria en ellos, los detalles que el narrador da de la mayoría de los retratados sobre lo que fue su futuro, nos hacen posar la atención en varias de las características del ur-fascismo de U. Eco (2012). En el discurso que pronunció el “tercero de izquierda a derecha” de los que estaban de pie en la foto, se sabe que frases como “aquí está la juventud y cumplimos con el llamado” (Britto G., 2007, p. 63) fueron pronunciadas, lo que hace pensar en el populismo cualitativo que Eco describe como decimotercer arquetipo de su ur-fascismo (2012, p. 54): como grupo aseguran implícitamente ser los portadores de una voluntad popular, lo cual como se sabe, es más una ilusión que una realidad. Dice Eco al respecto que “El pueblo […] es sólo una ficción teatral” (p. 55), ya que con este populismo cualitativo un grupo hace de pars pro toto de este pueblo-no-pueblo, ya que “la respuesta emotiva de un grupo seleccionado de ciudadanos puede ser presentada o aceptada como la ‘voz del pueblo’” (Ibíd.), y aunque estos jóvenes aun no llegan al poder, esas proclamas por las que les encarcelaron, son parte destacada en su currículum político. Es evidente que al dejar atrás la juventud con que fueron retratados, los ideales que pudieron haber asumido se desvanecieron entre la posibilidad de riqueza que el uso indebido del poder y las influencias les otorgaron. Dice el relato de Britto García:
El cuarto, tercera fila, se puso de acuerdo con el sexto, misma fila –para entonces Ministro–, se hizo expropiar sus haciendas por el cuádruplo de su valor y ahora es banquero (2007, p. 64);
También se lee:
El quinto, primera fila, compró en cien mil bolívares su nominación como diputado por el gran partido popular y vendió su voto en tres millones cuando se discutía la reforma tributaria (Ibíd.).
Hay un componente ideológico del tipo libertario en el proceder de estos jóvenes al momento de ser tomada la fotografía, opositores seguramente a un dictador de la talla de Juan Vicente Gómez, ya que por pronunciar un discurso de inconformidad y aplaudirlo, se les pudo retratar encarcelados; en medio de una libertad de expresión más bien nula, el inconforme está cometiendo un perenne delito, como un hereje para el cónclave político. Esta experiencia parece que podría terminar de forjar un temperamento que se deleite en la justicia, por eso no es de extrañar que el preso político despierte tanta empatía, o que en los más idealistas surja la idea de estar ante un mártir en vida.
Pero “el mundo da muchas vueltas”: ser víctima de la represión no le evita a alguien el poder convertirse a futuro en victimario. Esta es la manera con la que se le dice al lector que en este cuento encontrará una advertencia sobre lo irónica que puede ser la biografía de un personaje político, y que de sus inicios, sus luchas, sus padecimientos, no necesariamente brotará una conciencia que desee encarnar a través de la justicia y la ética un nuevo orden nacional. En un político estas actitudes reaccionarias siempre serán motivo de desagrado y rozan el ur-fascismo: esa traslación existente de una actitud de lucha libertaria en la juventud a un enriquecimiento a costa del desfalco a la nación, nos hace replantearnos lo que pensábamos acerca de qué mueve a un individuo de ese modo: ¿narcisismo, resentimiento, ansia de poder y bienes…? Como sea, el poder que estos personajes logran concentrar los hace ir al extremo opuesto de la posición en la que estaban en la foto, y terminan por formar una camarilla que se reparte bienes y beneficios que se reflejan en la destrucción de la posibilidad de que la población acceda a la totalidad de los derechos que se les ha concedido en una carta magna: “El elitismo es un aspecto típico de toda ideología reaccionaria, en cuanto fundamentalmente aristocrático” (Eco, 2012, p. 53). Y la aristocracia a la que hace referencia Eco no es esa que necesariamente implica el poseer un linaje noble, porque también puede darse una en la que se conforme un “elitismo popular” (Ibíd.), que además de que no deja de ser una estructura vertical, no establece como condición para ser parte de esta élite poseer un linaje sanguíneo especial sino una adherencia ideológico-política. Este convertirse en un nosotros elitista implica una negación total del ideal que se ha proclamado como al principio, al punto de que uno de los retratados, “el cuarto, primera fila”, llegó a estar implicado en la horrible muerte de un estudiante (Britto, 2007, p. 63).
Entonces hay una ideología inicial en estos personajes, en su juventud, sólo que esta sirvió como tramo de experiencia, seguramente para dar cuerpo a un discurso reivindicativo, de empatía, de yo también he sufrido y te entiendo, lo que le da más bien a la trama ideológica de estos personajes un carácter performático, una especie de ritual o representación escénica[2] para invocar las decisivas y encauzadoras fuerzas –¿o necesidades?– emocionales y materiales que bullen en el pecho, mente y estómago del electorado. Y esto pareciera resultar en algo peor a no poseer ideología alguna.
¿Ideología o medio? Arquetipo del político venezolano
Aunque parece viable especular con la existencia de un paralelismo que puede haber entre los jóvenes retratados en La foto, y los que en la realidad histórica conformaron la generación del 28, este cuento va más allá debido a que pretende hacer un retrato del político venezolano promedio, particularmente del que era considerado el común en el lapso 1958 y 1970 –año de publicación de Rajatabla, aunque esa tradición política no se superó hasta 1999: una persona que en muchos casos estuvo implicada en la política desde la juventud, comúnmente proclive a la corrupción en general…[3] En el cuento de Britto García, tráfico de influencias, compra-ventas millonarias fraudulentas, desaparición forzada, tortura y asesinato, son algunos de los delitos que se adjudican a varios de los políticos retratados.
Es posible percibir que para muchos se da por sentado que adherirse a una corriente ideológica significa un compromiso ético casi infalible, mas las pruebas de que esto no es así abundan a lo largo de la historia, y están a la mano. Por eso la ideología en políticos como los ya-no-jóvenes de la foto, parece más un sustrato artificial –por artificio– en el que quienes hacen uso de él siembran sus palabras y hasta sus acciones –las que difunden sus aparatos ideológicos, claro–, para que se difunda la creencia de que todo lo que de ellos proviene está ungido por la idea infalible de la ideología, así esta sea de “contornos difuminados”, que es otra característica del fascismo eterno o ur-fascismo (Eco, 2012, p. 42). Porque la ideología puede ser fácilmente invocada o puesta como bandera, sólo que eso no se traduce en la encarnación de las virtudes que esta exalta; si ella nos invita al bien, ¿sólo por ello lo vamos a procurar? ¿Acaso no es sabido que puede haber distancia entre las palabras o ideas pronunciadas por alguien y los actos que lleva a cabo? Ya veremos que la ideología logra que estos contornos sean difíciles de apreciar.
Toda ideología que aspire o detente el poder, sea de orden político o religioso, suele poseer un carácter despótico que pretende erguirla en rectora de la vida de los individuos[4], gracias al alto grado de verdad que se le puede atribuir. Es por ello que esta puede inspirar al autoritarismo, porque le ofrece un sustento, una razón de ser: su exhibición como un fenómeno de orden cognitivo-práctico particularmente poderoso y necesario para la historia y la sociedad, le sirve de excusa para reunir en torno de sí elementos de una casi todopoderosa facultad de control sobre la realidad, tal como podemos ver es la batalla cognitiva cotidiana de Winston Smith en 1984; apunta Hanna Arendt que la ideología puede desempeñar un rol determinante para penetrar en las conciencias de las personas, porque sólo ella podría lograr:
La reivindicación de explicación total [ya que] promete explicar todo el acontecer histórico, la explicación total del pasado, el conocimiento total del presente y la fiable predicción del futuro (1974, p. 571).
Este todopoder sobre la realidad histórica de los individuos –por lo tanto de su devenir– que parece poseer la ideología, más ese carácter rector mencionado, la alzan como una referencia insoslayable para que las conductas divergentes o no favorables para la estructura de poder, se mantengan si no directamente controladas, por lo menos a raya; es por eso que la ideología de la naturaleza que sea, se comportará de una manera bastante similar, ya que las facultades divinas pueden ser sustituidas por las históricas, y el llamado histórico o de una clase empieza a ser la urgencia que antes exigía la difusión de la buena nueva. Pero sucede que esta conducta, por parte de los individuos en masa bajo influencia ideológica, hace que las constantes inquietudes de orden moral dentro de cada uno entren en conflicto, y por lo tanto desencadenen actitudes en lo absoluto deseadas por nadie. Si la esencia moral de la ideología en el poder apunta tan fijamente como una veleta, los primeros en verse corrompidos serán quienes gobiernan. Y lo que queda para los gobernados será adaptarse a esos vientos, así eso signifique soportar lo que fácilmente puede identificarse como descaro de quien gobierna.
Es evidente que la coherencia no es un interés entre estos políticos ya-no-jóvenes, y mucho menos la prosperidad como un beneficio colectivo. En la descripción de La foto de Britto García, existe la necesidad de hacer saber que lo que se proclamó como verdad en algún momento por alguien, probablemente con honestidad, no es garantía de que esa voluntad permanecerá intacta, en este caso en un político, porque entre ellos ha habido muchos que han prometido ser inflexibles éticamente y no lo han cumplido, al contrario lo alientan con el ejemplo: por eso la foto expresa discretamente una idea: venezolano, latinoamericano, no creas en políticos, ellos constantemente se enriquecen engañando y perjudicando a la población de diversas maneras.
El mundo sigue dando muchas vueltas
Es posible hacer una lectura de La foto en la que la escena en que se retrata a los veintiún jóvenes sea metáfora de diferentes tipos de situaciones genéricas: un grupo de personas obtiene una buena carga de reconocimiento de la población en vista de que han mostrado una actitud heroica contra la autoridad o la tradición, o porque han pronunciado palabras que alientan el reclamo por lo justo. Esto, si bien sabemos que no es requisito para asegurar una carrera política de éxito, mucho ayuda en el posicionamiento de liderazgos. En La foto hemos visto que el “joven con los brazos cruzados sobre el pecho” (2007, p.62) llegó a presidente.
Esta foto nos revela lo contradictoria que puede llegar a ser una persona cuando tiene acceso al erario público, influencias y poder. Los aprendizajes que se supone se arraigarían en el ser desde las experiencias previas al poder, de cuando se era víctima, parecen no significar nada. Y aunque hemos estado jugando con la idea de que podría haber alguna relación entre estos jóvenes y la generación del 28, eso no nos impide agregar un nuevo enfoque a ese juego: la corrupción y frialdad del político que tuvo sus inicios de la manera en que se retrata en el cuento, que son ahora los nuevos tiranos enriquecidos ilegalmente, están provocando con sus actos una nueva inconformidad general que hace que los nuevos-jóvenes les adversen –como podría ser el caso del narrador; posteriormente cuando estos nuevos-jóvenes maduren y eventualmente algunos de ellos logren el poder ¿no podrían también caer en la tiranía, y así sucesivamente? Aunque no sólo un camino lleva a la corrupción, desde esta perspectiva el cuento adquiere forma de cinta de moebius, y un movimiento o actualización cíclica, – “el mundo da muchas vueltas” (p. 64) –, que siempre va a llevar al mismo lugar o a ninguno, como una escalera de Escher, sólo sustituyendo a sus actores: cada nueva generación en Venezuela, en Latinoamérica, eclosiona en su mundo con fuertes necesidades de cambio, pero la voluntad de unos pocos, aunque hayan sufrido la brutalidad, hace que los muchos continúen subyugados, humillados, agotados, para que también callen, logrando que la nueva generación se resigne a padecer igual o peor situación que su predecesora.
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En Venezuela en 1998, se tomó una foto hipotética. A diferencia de la de Rajatabla esta es a color; en ella están retratadas varias personas que con entusiasmo prometían acabar con la aparentemente interminable sucesión de picardías nada inocentes de gobiernos y políticos que hasta el momento fueron la norma. El poder que adversaban estos nuevos retratados castigó a varios de ellos desde hacía décadas atrás sólo porque se expresaban de acuerdo a lo que su sed de justicia clamaba. Y así fueron retratados muchas veces siendo víctimas del poder, luchando contra él, padeciendo por él[5]. Y después de tomada la foto hipotética en 1998, quienes fueron retratados en ella lograron ser gobierno y esa foto pasó a formar parte de un Nuevo Libro Rojo, y estos nuevos ya-no-jóvenes, la nueva élite.
Sobre la Venezuela del siglo XXI hay en curso un debate que aunque no se agota, ha perdido profundidad porque la discusión sobre la situación terrible que atraviesa este país en todos los aspectos, se ha trasladado del terreno del conocimiento o el saber al de la creencia[6], y este es el terreno de lo ideológico: Venezuela está sumergida en una crisis absoluta más por la corrupción de sus gobernantes que por efecto de un sabotaje internacional o imperialista, que por otro lado hace pensar en la obsesión con el complot que describe Umberto Eco (2012, p 51); más que obsesión, bien podría ser excusa.
El gobierno de Nicolás Maduro, heredado de Hugo Chávez, es corrupto, elitista, le teme al cambio, y no se trata de si se cree en el socialismo o el capitalismo para afirmarlo, porque la debacle de un país no es un hecho subjetivo que se pueda interpretar siguiendo un sesgo de confirmación o esgrimiendo argumentos meramente ideológicos de un difuso socialismo de este siglo: lo que guarda el Arco Minero del Orinoco es un ejemplo, como también la vergonzosa petición de un préstamo por parte de Nicolás Maduro al Fondo Monetario Internacional en el año 2020[7].
Este gobierno, sucesor directo del de Hugo Chávez, para muchos uno mismo, al que Luis Britto García ha seguido con un entusiasmo que hace ya varios años más bien ha pasado a ser tibio, viene a representar una realidad que encaja, en su representación genérica, con la de la antigua foto que en original era color sepia: muchos actores y herederos de los movimientos de izquierda que se gestaron en la Venezuela de 1950 a 1990, en la clandestinidad y otras periferias, llegaron a formar parte del gobierno y el Estado que inició en 1999; el mismo H. Chávez, de familia de bajos recursos, militar, estuvo encarcelado por estar involucrado en un fallido golpe de Estado contra Carlos. A. Pérez, presidente de estilo neoliberal. Pero ya Britto García, adelantándose cincuenta años, nos mostró en La foto que sufrir la represión del Estado, padecer los efectos de la corrupción en un país subdesarrollado, no es suficiente para que alguien que haga carrera política, asuma un compromiso real con la justicia y la prosperidad de todos; también nos enseña que, en la práctica, los gobiernos de derechas y de izquierdas suelen perder sus diferencias para compartir entre ellas la ideología del reaccionario y de la bruma.
Luis Britto García muy probablemente no se imaginó, en 1970 cuando recibió su primer Casa de las Américas, que uno de los cuentos de Rajatabla, La foto, iba también a poder describir a un grupo de políticos esta vez de izquierda y muy cercanos a Cuba, y que él iba a apoyar a dicho gobierno, hoy indiscutiblemente criminal y represor.
Y así se sigue repitiendo, como un eco que va encima del discurso del cuento, la frase final del mismo: “El mundo da muchas vueltas” (p. 64).
Bibliografía
_ Arendt, Hannah. (1974). Orígenes del totalitarismo. España. Taurus Ediciones.
_Britto García, Luis. (2007). Rajatabla. Venezuela. Monte Ávila Editores.
_Eco, Umberto. (2012). Cinco escritos morales. Argentina. Sudamericana.
_Varios autores. Pensar el 68. (2018). Cal y Arena. México.
_Villoro, Luis. (1989). Creer, saber y conocer. México: Siglo XXI editores.
[1] “El quinto, segunda fila, fue llevado al Consejo de Ministros para que pusiera la fuerza hidroeléctrica de Guayana en manos de la familia Umeres” (2007, p. 63-64) (La cursiva es nuestra).
[2] En el ejercicio de la política siempre intervendrán en la vida cotidiana de la nación todos los Aparatos ideológicos necesarios, públicos o privados, como los medios de información y entretenimiento.
[3] Acá no se quiere totalizar con la afirmación de que los políticos venezolanos de esta época eran todos corruptos, negligentes, carentes de virtud, porque sería una falacia y hay casos que muestran cierto compromiso social. Podemos mencionar a particularmente dos personajes, notables porque crearon un legado en valores, obra y pensamiento: José Antonio Abreu, músico académico y fundador del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles, Infantiles y Pre-Infantiles de Venezuela, fue pionero a nivel mundial en el trabajo social con este tipo de proyectos; el maestro Abreu, como se le conoce en Venezuela, además fue economista y diputado. Arturo Uslar-Pietri, uno de los intelectuales venezolanos más conocidos fuera de Venezuela, además del influyente cuentista, ensayista y comunicador que fue, también se desempeñó como senador, ministro de Relaciones Interiores, de Hacienda, de Educación, entre otros cargos públicos y académicos.
[4] Debido a que esta toma el lugar de un “principio de acción”, expresión que rescata Hana Arendt de Montesqueiu (1974, p. 567).
[5] Dos importantes integrantes del gabinete de H. Chávez hasta la actualidad con N. Maduro, Delcy y Jorge Rodríguez, son hijos de Jorge Antonio Rodríguez, guerrillero larense que participó en el secuestro más largo del que se tiene registro en Venezuela, y que murió debido a un uso excesivo de la fuerza por parte de agentes del gobierno de Carlos Andrés Pérez; Delcy y Jorge tenían siete y once años respectivamente. Aunque no hay nada de admirable en llevar a cabo un secuestro, sino todo lo contrario, la experiencia de perder al padre en esas circunstancias, siendo aún niños, les convierte en víctimas de la brutalidad del Estado, aunque este, al parecer, ejercía su uso legítimo de la fuerza.
[6] Según Luis Villoro, creer “quiere decir tener algo por verdadero pero sin estar seguro de ello, ni contar con pruebas suficientes. Equivale a ‘suponer’, ‘presumir’, ‘conjeturar’, pero no a ‘estar cierto’. (1989, p. 15). En cambio “para conocer algo es preciso tener o haber tenido una experiencia personal y directa, haber estado en contacto, estar ‘familiarizado’ con ello” (p. 198) (La cursiva es nuestra). El saber es más cercano o paralelo al conocer, aunque se diferencia de este porque “no implica tener una experiencia directa” (p. 199) (La cursiva es nuestra).
[7] Son incontables las veces que N. Maduro ha arremetido verbalmente contra el FMI, llegando a tildarlos de “enemigos”, por eso la petición que le hizo formalmente al organismo económico por 5 mil millones de dólares, resultó en noticia de primer plano.
Alejandro García González: Poeta, ensayista, profesor, baterista y cocinero; nació en Venezuela y radica en México desde el 2015. Estudió la licenciatura en Educación, Mención Castellano y Literatura en la Universidad de Los Andes en Venezuela y la Maestría en Humanidades: Estudios Literarios, en UAEMex. Estado de México. Ha sido docente de diversas asignaturas como literatura, lengua castellana y epistemología en diversos institutos y universidades de México y Venezuela. Ha participado en Encuentros Internacionales de Poesía: 9no Festival Mundial de Poesía. Trujillo, Venezuela, 2012, Segundo Festival Internacional de Poesía José María Heredia, Toluca, 2018 y recientemente en el XIV Festival Internacional de Poesía Ignacio Rodríguez Galván, Tizayuca, Hidalgo, 2024, entre otros.
Amante de la filosofía de la ciencia, la literatura y la historia, lo cual le ha permitido ser ponente en varias conferencias en México y Venezuela. Cuenta con publicaciones de poesía en distintos formatos, entre ellas: Antología de Poetas trujillanos del 4to Festival Mundial de
Poesía. Ediciones Sistema Nacional de Imprentas, Fundación Editorial el Perro y la Rana. Trujillo, Venezuela. 2007.
Columnista y editor del blog “Espesas Ráfagas, ejercicios de reflexión y escritura”.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Rafael Alejandro García González
Fuente de semblanza y fotografía: pendola.mx
Luis Britto García. Caracas, 1940. Narrador, ensayista, dramaturgo, dibujante, explorador submarino, autor de más de 60 títulos. En narrativa destacan Rajatabla (Premio Casa de las Américas 1970) Abrapalabra, (Premio Casa de las Américas 1969) Los fugitivos, Vela de armas, La orgía imaginaria, Pirata, Andanada y Arca. En teatro, La misa del Esclavo (Premio Latinoamericano de Dramaturgia Andrés Bello 1980) El Tirano Aguirre (Premio Municipal de Teatro1975) Venezuela Tuya (Premio de Teatro Juana Sujo en 1971) y La Opera Salsa, con música de Cheo Reyes. Con Me río del mundo obtuvo el Premio de Literatura Humorística Pedro León Zapata. Como ensayista publica La máscara del poder en 1989 y El Imperio contracultural: del Rock a la postmodernidad, en 1990, Elogio del panfleto y de los géneros malditos en el 2000; Investigación de unos medios por encima de toda sospecha (Premio Ezequiel Martínez Estrada 2005), Demonios del Mar: Corsarios y piratas en Venezuela 1528-1727, ganadora del Premio Municipal mención Ensayo 1999. En 2002 recibe el Premio Nacional de Literatura, y en 2010 el Premio Alba Cultural en la mención Letras.
Fuente Biográfica: Blog de Luis Brito
Fuente fotográfica: Centro Cultural Chacao
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