Poesía de Roberto Reséndiz Carmona

También nosotros volamos papalotes

 

 

 

***

 

Nos arrancaron los ojos

 

los dientes

 

las uñas y los sueños.

 

 

 

Nos arrancaron de casa

 

del palmo de jardín

 

de la montaña.

 

 

 

Nos arrastraron

 

hasta quedar en trizas

 

hasta morder el polvo

 

el lodo que llevamos dentro.

 

 

 

Nos destazaron

 

                             sin miramiento alguno

 

borraron

 

                el rastro de los párpados

 

las ganas de volar

 

                                sin los grilletes.

 

 

 

La historia de los golpes

 

quedó encerrada

 

                             entre las dentelladas de la sangre

 

en gritos de terror

 

                             en los calabozos de exterminio.

 

 

 

Un golpe de aire

 

descubre las falanges

 

                                    de la mano izquierda

 

un incomprensible lenguaje

 

                                     en movimiento.

 

Nadie recuerda

 

si alguien nos presiente

 

en los torcidos vestigios cervicales

 

en el podrido nidal del salvajismo.

 

 

 

***

 

 

 

Tinta roja

 

                 tinta marrón

 

hierro     cal      ceniza

 

                  siempre con el dilema

 

al comenzar el día.

 

 

 

Los barcos

 

                     se dibujan en rojo

 

con líneas blancas al costado

 

un fondo azul amanecido

 

                    y docenas de tritones de aire.

 

 

 

Tal vez

 

             las naves de papel

 

puedan navegar

 

en las lágrimas

 

             de todos los desaparecidos

 

tal vez

 

las suelas chamuscadas

 

guarden vestigios

 

de los oscuros cardos

 

del instante

 

                    en que fueron besados

 

                          por la muerte.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

Se queda el frío

 

                      sobre las hojas de afeitar

 

quedan los chivos

 

los corderos

 

                      los sobrevivientes

 

que siguen

 

con la frustración de siempre.

 

 

 

La muerte

 

es un puñado de costales atezados

 

un naufragio de brazos

 

                           entre cartón podrido.

 

 

 

Los amados

 

no escucharon el quejido de las corvas

 

fragmentarse el cráneo

 

el esternón que duele todavía.

 

 

 

Nada de lo que digan

 

logrará mitigar

 

                          los golpes sufridos en la carne

 

la deuda inmemorial

 

                                    del homicida.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

Estamos a la espera

 

que las plegarias

 

                                                   nos rediman

 

que la ceguera

 

deje de destrozar a los escribas

 

y desaparezcan

 

                            los cientos de

 

                                                    hormigueros.

 

A ojos vistos

 

un país con amnesia es desangrado.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

Para no olvidar a cada uno de los muertos

 

habrá que cincelar

 

                               un poema en cada piedra

 

una plegaria en las paredes de basalto

 

en cada gruta

 

en cada fuego

 

                        en que nos hemos extraviado.

 

 

 

Para no olvidar

 

                       perforaremos las plazas de cantera

 

lanzaremos sal

 

tarsos

 

                   manubrios

 

trampas con animales muertos.

 

 

 

Calidra

 

                harapos

 

fermento

 

molares rotos

 

no hay ojos para llorar

 

                                         ya todo está podrido.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

La vida

 

gira sin tacto y sin oído

 

entre los trozos de metralla.

 

 

 

¿A quién le hicimos la maldad?

 

no logro recordarlo.

 

 

 

Todos aquí estamos muertos.

 

El barro

 

              sabe a sal

 

al abandono

 

al galopante destierro de la milpa.

 

 

 

Nadie pretende ir

 

                                    a ninguna parte

 

aquí

 

todos somos malditos

 

todos

 

                  estamos malditos

 

aunque siempre

 

anhelamos

 

                     regresar a casa.

 

 

 

Entre ritos de piedras

 

el resto del esternón cohabita en la frontera.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

Ayer pensé que eran las once la noche

 

que era viernes de impunidad

 

                                    y tragos en la esquina

 

pensé en los muros y en las alambradas

 

en los tatuajes y en la santa muerte.

 

 

 

¿Cómo podemos hablar

 

                      si nos impusieron el silencio?

 

si una avalancha de impotencia

 

aplasta el espacio reducido.

 

 

 

Tuve un tambor para las marchas

 

Santa Cecilia

 

cantaba con nosotros

 

                     el tam tam de los ausentes

 

himnos

 

             de los que tampoco regresaron.

 

 

 

Parece que hoy

 

es el día de la Candela

 

el día de la fiesta de la luz

 

y nadie viene

 

                     a despertar con música.

 

 

 

Hoy

 

                  es viernes

 

sin luto

 

                 sin representación

 

sin nada.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

La oscuridad     tirotea

 

                       el territorio mancillado

 

la lluvia

 

               llega por septiembre

 

y el invierno

 

                  converge en la frontera del relincho.

 

 

 

Se cuela la eternidad

 

en la porosidad de los silencios

 

extrañamos

 

                     noviembre

 

los arcos de sol

 

el cempasúchil

 

la dama de la muerte

 

 y de los días cortados.

 

 

 

Mamá decía

 

que la soledad

 

            vuelve más loco

 

                 a cualquiera que se atreva

 

                    a desafiar la oscuridad del mundo

 

y nosotras aquí

 

vencidas

 

entre la sangre coagulada

 

buscamos

 

                  arcángeles guardianes

 

catrinas

 

escalones

 

                  para trepar con el copal al viento.

 

 

 

Apresuradas

 

-las de negrose han quedado solas

 

en el carcomido portal

 

                                                de media luna.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

Se extienden el tepetate

 

                            hasta morder el viento

 

desgarra estaciones

 

pierde altitud

 

longitud

 

arcilla.

 

 

 

También nosotros fuimos niños

 

volamos papalotes

 

piedras desde la punta del zapato.

 

Atrapamos

 

dientes de león

 

cocuyos

 

lloramos

 

                  de soledad

 

de miedo.

 

 

 

Había fuego en el fogón

 

un poco de pan                 y camas duras

 

a veces

 

la oscuridad reinaba por la casa

 

y en aquellos temidos callejones.

 

 

 

Todo             era verde

 

en las cornisas jadeaba el sol al medio día

 

la sombra

 

al mínimo conjuro

 

se aferraba a la profundidad de las arrugas.

 

 

 

Cantaba la cigarra

 

sabía que la muerte

 

en poco tiempo nos llegaba del fondo.

 

 

 

Gatos y cicatrices olfatearon las heridas

 

ahondaron

 

                    los arteros filos de serrote.

 

 

 

 

 

***

 

 

 

Arañando las fosas y las piedras

 

 

 

No claudicaremos.

 

 

 

Eructaremos huesos

 

uñas y cabello

 

vomitaremos falanges

 

lanzaremos carpos

 

costillas

 

hasta que el viento se apiade de nosotros

 

y podamos recordar nuestras visiones.

 

 

 

No

 

          no claudicaremos

 

mil tormentas de arena

 

habrán de conformarse

 

para que pueda

 

                               descansar

 

                                        mi nombre.

 

 

 

 

 

Esta selección de poemas pertenece al libro También nosotros volamos papalotes.

 

 

 

 

Roberto Reséndiz Carmona nació en Zitácuaro, Michoacán, México, em 1954. Es director del Encuentro Internacional de poetas y escritores que se organiza en Zamora, Michoacán, desde 1997. Promotor cultural independiente y creador del Festival del Chongo Zamorano.

 

Ha participado en diversos Festivales y Encuentro de Poetas en Michoacán, Guanajuato, Veracruz, Estado de México, Quintana Roo, Jalisco, San Luis Potosí, Querétaro y Monterrey. Ha dado lecturas en Queens, Nueva York (USA),  en Buenos Aires, La Plata y Adrogué (Argentina), en La Habana, en la Universidad de Cienfuegos y en la Casa de la Cultura de Cumanayagua, (Cuba) en la ciudad de Bento Gonçalves, de Río Grande do Sul (Brasil), en Pontevedra, Santiago de Compostela y La Coruña (España), en Venecia, Italia, en el VI Festival internacional de poetas de Chimbote, Perú y en la ciudad de Lima.

 

Participó en 2007 en la Feria Mundial del Libro en Bogotá, Colombia. También dio lecturas en la Universidad del Meta en Villavicencio, en el Instituto Municipal de Cultura de Bucaramanga, en la Casa de la Cultura de Floridablanca y en la Sociedad de Escritores Chilenos, en Santiago de Chile. Participó en el VI Encuentro Internacional de Poetas, en Manabí, Ecuador, invitado por la Universidad Laica Eloy Alfaro y en el XII Encuentro Internacional de Poetas en Chañaral, Chile.

 

Ha sido publicado en diversas partes del mundo y algunos de sus textos han sido traducidos al italiano, al francés y al sueco.

 

Obra poética: Poemas de Espejo (1982), La Noche Rueda del Tintero (1985), Diez Años Después  (1994), Recuerdos de Pasión  (1996), De Peces y de Colores (1999), Vino Blanco Para Dos  (2002), De Amargo Color Salado              (2003), Agua de Mar  (2005), Elegías a la Muerte de mi Padre (2005), Desnudo en el Espejo (2006), Mujeres de Luz… (2007).

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Roberto Reséndiz Carmona

Escribir comentario

Comentarios: 1
  • #1

    Antonio Leal (domingo, 05 mayo 2024 08:28)

    tal vez



    las suelas chamuscadas



    guarde vestigios



    de los oscuros cardos



    del instante



    en que fueron besados



    por la muerte.


    .es curioso pensar que una palabra en plural pueda cambiar el sentido de todo un párrafo. Metido ya en camisa de once varas, bueno, por lo de las suelas guarde-guarden , y lo demás. Espero equivocarme. Saludos para recordar la distancia.