Horas de otoño
En el otoño,
amada,
los seres y las cosas
tienen un vago tono
de gris melancolía.
Parece que la rosa
de la existencia
fuera
cayéndose
de sueño.
Nos llegan,
por ejemplo,
desde lo más lejano,
(nuestras barcas perdidas
reciben los mensajes más profundos)
capítulos caídos
en la novela inexorable
que no escribimos nunca.
Llegan raras señales
tocándonos las puertas
del corazón,
y al tiempo
de estarlas recibiendo,
se modifica el mapa
que por sospecha construimos
para entender la vida:
viejas desilusiones
que sin saber por qué
nos fueron amargando:
promesas al oído escuchadas
por ángeles cautivos:
vanas eternidades
que nos recuerdan toda
la voz
de lo inasible,
y,
sobre todo,
el Reino
del Árbol
Poderoso
que nos nutrió de bienes
no correspondimos
por nuestro limitado
sentido de deseo.
Dia de Muertos
I
En las pirámides nocturnas
gritaban las flores de la muerte
para que Quetzalcóatl se llenara
de palomas terribles.
Oremos por el tiempo de los itzcuintles amarillos
y de los triángulos oscuros de los cascabeles
para que los millones de otoños que han pasado
se llenen de amapolas.
Nunca la muerte tuvo tantas
melancolías de serpiente
como cuando los llantos de los ataúdes
rodaron por las escalinatas
y cuando Huitzilopochtli maldijo
los vientres negros.
Porque días llegarán
en que la sangre de los sacrificados
inundará la conciencia del tiempo
y los ojos se saldrán de las tumbas
para clavarse en los espejos vacíos.
Los Códices no mienten:
los veinte días del TONALAMATL
llorarán los hijos de las flores
las madres de las flores
y las doncellas de las flores.
II
Porque los Dioses se vestirán de luto
el día de las ofrendas
y porque las apátzicuas del lago
dirán los salmos de Curicaueri.
Porque la danza de los cocodrilos
extenderá sus mantos negros
para que lloren las escalinatas
en los dulcísimos senos de Coatlicue.
Porque los mirasoles
inundarán de lágrimas el mundo
cuando se cumpla el jeroglífico
de las entrañas nocturnas.
III
Y entonces las palabras
dieron el cumplimiento
de las magnolias sumergidas.
La flor del corazón
la yoloxóchitl
pintó de negro sus espumas.
Y las centzonhuitznáhuac quebrantaron
la hora de la vida.
Y Quetzalcóatl lloró
como no había llorado nunca
un Dios sobre la tierra.
(Poema tomado de su obra inédita
EL LIBRO DE LOS DIAS)
Porque naciste para eso
Puntual como la noche
cuando se precipita sonando sus estrellas,
es tu pasión:
codicia ineluctable;
selva de grandes pájaros;
aventura de sueños;
desatado poder de arquitectura.
Todo grita al contacto de tus ojos enormes,
cuando ausente,
lejana,
le propones tú misma
la conquista del mundo.
Tal una mariposa
de saludables gritos coronada,
que de pronto perdiera la memoria,
lirica, vegetal, inexorable,
caminas hacia rutas inéditas,
hacia raíces infinitas
no por amplias menores a tu sueño
y te derrumbas en estatua.
Porque naciste para eso:
para ser escultórica.
Párpado sin orillas sobre las amapolas;
lirio de las escalas celestes:
blanco metal aéreo donde las golondrinas
construyen sus palacios.
Y pensar que eres mía.
¡Ah, las noches inmensas coronadas de astros!
¡Ah, tus sueños de abismos!
¡Ah, las inmensidades de tus brazos terrestres!
Y amarte como te amo, es la locura;
es el mejor teorema de la dicha,
de la vida
y la muerte;
es naufragio total;
canto de alondras;
es júbilo de entrega, de dominio,
de poseer tu blanca, elemental, dulce dulzura.
(Tomado de su "Plaquette" AVIDO AMOR de 1944)
Otoño Encarcelado
I
Mi muerte es un meditado viaje,
para que así se cumpla la escritura.
De aquí nos vamos a la sepultura,
camarada Ramón, sin equipaje.
No nos despediremos del paisaje
con arrebatos de literatura.
Coje tu muerte bien, por la cintura,
y vámonos al diablo, sin coraje.
Después de todo, no perdimos nada,
y llegamos al fin de la jornada,
como cuando nacimos: simplemente.
Camarada Ramón, sólo te ruego
que cuando vivas en el dulce fuego,
no te olvides que fui tu confidente.
II
Para la perfección, me falta todo.
Para la vanidad, nada me falta.
Es que la perfección está tan alta,
como la vanidad está en el lodo.
Con mis penares voy, codo con codo,
buscando el verde salmo que me falta.
Porque lo estrecho del camino, exalta
la perfección, de diferente modo.
Yo siempre quise ser, en las edades,
predicador contra las vanidades,
porque la vanidad, del mundo es.
Pero no vi la luz del testimonio,
y me perdí en las trampas del demonio,
por las orillas del Eclesiastés.
III
Por los caminos del quebrantamiento
seguí los signos de tus huellas puras.
Fui tan desventurado en aventuras,
que sólo tuve eusencias de contento.
Memorias de tu amor, fue mi sustento,
en el descanso de las piedras duras.
Y van las cuentas de mis desventuras,
cobrando mi dolor, al cien por ciento.
Por las ventas de todos los caminos,
luchando con gigantes asesinos,
me ganaron la lucha los venteros.
Y para mitigar todas mis penas,
sólo quiero que beses mis cadenas,
bajo la noche llena de luceros.
IV
Yo que di por perdido lo ganado,
como di por ganado lo perdido,
ruedo sobre mi círculo de olvido,
como si fuera circulo olvidado.
Lo que yo tuve, todo fue prestado,
y por prestado, ya me lo han pedido.
Yo no debí jamás haber nacido;
porque hasta de nacer me han acusado.
Que ya nadie recuerde mi osadía,
de haber perdido lo que más quería,
como un caracol sobre la arena.
Mi vida se redujo a pocas cosas:
a ver el mar y a cultivar las rosas.
Y por tan pocas cosas, tanta pena.
(Sonetos tomados de su "Plaquette" de 1968)
Zapata
La mala yerba nutre de pánico al jilguero,
al ruiseñor, al trigo, a la esperanza;
lo que la germinal sangre del héroe
en tiempo edificara
desde el Cuauhcalli,
desde Chilpancingo,
desde la Patria desterrada y sola,
sacrílegos fantasmas disfrazados
de ciencia, destruían
con trágicas prisiones.
San Juan de Ulúa sonaba sus pesadas cadenas
sobre los pensamientos del mar y de la historia;
un horrendo minuet de parisinas
nostalgias
ensayaban
veinte momias de México;
y tres poetas,
-lindos engarzadores de cristales-,
arrullaban la fiesta.
Vino luego un chacal de venenosa furia
armado por espíritas.
Fué cuando renaciste del polvo y de las lágrimas;
del encinar; del ronco torrente; del barranco;
de la mansión del escondido rifle;
del surco; del breñal; de la sedienta chosa.
Sonó de pronto un caracol, un cuerno,
un panhuehuetl de ronca arquitectura;
y por las nopaleras pasaste galopando
en tu caballo lleno de montes y de siglos
Una canción de embravecida espera
poblaba tus dominios.
Y por los ofendidos caminos de tus ojos,
pasaron muchedumbres, enarbolados pechos,
espadas escribiendo la justicia del hombre.
Nada como tus ojos de patriarca terrestre:
manaban de tus tiernos manantiales, palomas;
venados dando gritos de moradas pradera::
zenzontles;
golondrinas;
enamorados lirios;
pero también jaguares;
serpientes melancólicas;
innumerables cantos de águilas cautivas.
Eras el campesino más callado del mundo.
Trabajabas la tierra con tus lágrimas puras.
Sembrabas esperanzas. Coleccionabas nubes.
Había en tus heredades cempoalxochiles tristes,
horas de reflexivas lontananzas;
crepúsculos brumosos;
albas llenas de sombras;
magueyeras de cóleras salvajes
que desde el fondo de las espesuras
esperaban los gritos, las campanas,
las estremecedoras convulsiones del pueblo.
Y un día te levantaste con la palabra TIERRA
cargada de destino
que comenzó a sonar por las inmensas
latitudes humanas
como los teponaziles en las manos de un tig
tierra para el maizal enamorado;
tierra para las hondas geologías;
tierra donde galopen los caballos
enamorados de las lejanías;
tierra de los cenzontles encantados;
tierra del cempoalxóchitl y la orquídea;
tierra donde olvidar la flor del llanto
para sembrar las flores de la dicha;
tierra para el crepúsculo agobiado;
tierra para la madre desnutrida;
tierra para el camino vulnerado;
tierra para las verdes golondrinas;
tierra donde morirse de esperanza;
tierra donde morirse de alegría.
Pero en el fondo obscuro de la Patria sonaba
una danza de sombras.
Y la palabra TIERRA cala asesinada.
(Tomado de su "Plaquette" Alegoría de México, de 1959).
Estos poemas fueron tomados de la revista El centavo, número 80, volumen II, Junio-Julio 1969, Morelia, Michoacán, México.
Ramón Martínez Ocaranza: nació el 5 de abril de 1915 en Jiquilpan de Juárez; muere el 21 de septiembre de 1982. Poeta. Realizó estudios en el Colegio de San Nicolás Hidalgo, donde obtuvo el grado de Bachiller y en la FFyL de la UNAM. Fue alumno de Agustín Yañez y de Julio Jiménez Rueda, en las cátedras de Teoría Literaria y Literatura Mexicana, respectivamente. Publicó poemas y artículos en los siguientes periódicos y diarios de la República Mexicana: Boletín Mensual de la Universidad Michoacana, Calandria de Tolvañeras, Defensa Nicolaita. Periódico Estudiantil, El Centavo, El Espectador, El Nacional, El Universitario, El Zorro, Estampa, La Cigarra, La Espiga y el Laurel, La República, La Verdad , La voz de México, La Zona, Pliego, Renglones, Vida Nicolaita y Voces. Al lado de Enrique González Vázquez dirigió la revista Voces y junto con Raúl Arreola Cortés fue fundador de la revista Pliego. En 1945 fue secretario de la redacción del periódico La Voz de México, órgano del Partido Comunista Mexicano. Fue designado director de la Biblioteca Pública de Hidalgo en 1953. Durante veinticinco años se desempeñó como académico de la Universidad Michoacana, ocupando diversos cargos, con una interrupción de 1966 a 1968, debido a su intervención como presidente de la Federación de Maestros Universitarios en las luchas estudiantiles, movimiento que culminó con la ocupación militar de las instalaciones. Además el poeta fue encarcelado, junto con su esposa e hijas y liberado por acuerdo presidencial, debido al reclamo de intelectuales y grupos culturales. Manifestó su apoyo a diversas luchas sociales como la Guerra Civil Española.En su honor, se creó la Fundación Cultural Ramón Martínez Ocaranza, A.C., la cual está dedicada al estudio y divulgación de su obra.
Fuente biográfica: INBAL
Fuente Fotográfica: revolución.news
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