TRES POESÍAS A LA MANERA
DE RUBÉN DARÍO
En elogio de las rosas que ha pintado
Alejandro Alonso Rochi
-Nicaragüense-
I
EPÍSTOLA SENTIMENTAL
Alejandro, tus rosas serán alejandrinas
porque tú las pintaste, pero, además, por ser
en sus irradiaciones carnales y divinas
como las que el poeta descubre en la mujer.
Pintas como escribían los de la Biblioteca
que evocaban en versos de música sensual
medio desnuda a Helena, al telar o la rueca,
en espera, en Esparta, de la fuga fatal...
Desde que vi tus lienzos me alucinan colores,
me obsesionan fragancias, y me enferma el jardín
en donde la Chipriota deshoja los amores:
un pétalo, otro pétalo, ¡oh pétalo sin fin!
Era rubia, era pálida, era impúber, y era
en un endeble tallo la rosa para mí;
en un día como este —de albor de primavera —
me consoló de todas mis desventuras, y,
entre fúlgidas gemas florecidas, en tanto
que un olor de canela iba en el viento, fue,
como ahora tus rosas, motivo de mi canto,
alegría a mis ojos, y gritos de ¡evohé!...
Después de ver tus rosas en España, errabundo
por caminos de Italia, ebrio de luz, me fui.
En Paestum son las rosas más famosas del mundo;
más rosa que tus rosas rosa ninguna vi.
Excepto que en Florencia, en un jardín, de noche,
entre rosas de Fiésole casi quise llorar:
Niccolo Macchiavelli, sepulto en Santa Croce,
me había hecho sentir la rosa intelectual...
Pero llegué a Venecia —¡Oh Giorgione, oh Ticiano!—.
Por Calle dei Morti, sobre un balcón azul,
en un rostro, unos hombros, un cuello y una mano
hallé rosas iguales a las que pintas tú.
Y entonces, en Venecia como en ninguna parte,
por pensar en el Arte fue casto mi pensar.
Desde París te envío los saludos del Arte.
No hay rosas en Versalles... ¡No dejes de pintar!
París,
Marzo, 21 de 1948.
II
LAS ROSAS PARA
LA PRIMERA DAMA
DE MÉXICO
Rosadas, rojas, blancas, amarillas,
en botón, medio abiertas, deshojadas,
tus rosas, Alejandro, de sencillas
se vuelven en la mente complicadas.
Pese a la suntuosidad renacentista
de Rubens que, junto a Brueghel, disfrutas,
son claramente y a la simple vista
de los pastores de Belén tus frutas.
Y son tus rosas vírgenes cristianas
desnudas para consumirse en fuego
de martirio por Cristo, en las paganas
fiestas, y huelen a fervor de ruego.
Tus rosas son las que dejó María
en el sepulcro al ascender gloriosa
cuando al abrirse como rosa el día
el cielo se llenó de luz de rosa.
Tus rosas son las del dulce milagro
de la que, reina de gentil decoro,
trocó en Hungría el pan de trigo magro
de los pobres en rosas de hojas de oro.
Lo de Lisieux tu pincel ratifica,
que hace llover las rosas de los cielos
con que la linda santa dulcifica
el amargor de los humanos duelos.
En boca de ángel tu pincel mojaste;
son voces vivas de ángeles tus rosas,
y ni tú mismo sabes que pintaste
la música del alma de las cosas.
ENVÍO A DOÑA BEATRIZ VELASCO DE ALEMÁN:
Señora: el pintor dice que de España
trajo estas rosas, pero o yo estoy ciego
o mi cariño a México me engaña;
porque estas son las rosas de Juan Diego.
México, D.F.
Abril, 16 de 1951
III
MIRA A TU NICARAGUA...
Mira a tu Nicaragua, que es la mía,
sólo a través de tus rosas más frescas
como a través de su mejor poesía
Darío la miraba. Y allí crezcas,
en tu suelo nativo, que es mi suelo,
como creció Darío, en estatura
con que pudo tocar su frente el cielo
sobre toda miseria y amargura.
Ama tu Nicaragua, que es la mía;
adórnala con tus rosas más bellas,
y ella te dé el calor que yo quería
de su sol, y la luz de sus estrellas.
¡Valle leonés y granadina sierra,
tierra ninguna da ni más hermosas
ni más fragantes flores que la tierra
donde por vez primera vimos rosas!
México,
Mayo, 1°, 1950
Estos poemas fueron tomados del libro Salomón de la Selva, Antología Mayor, tomo 1, Colección Cultural de Centro América, 2007, impreso en Colombia.
Salomón de la Selva
(León, 1893 - París, 1959) Poeta nicaragüense que escribió en inglés y español. Ensayista, diplomático y político, su obra influyó decisivamente en la evolución de la poesía de su país.
Formado en los Estados Unidos, publicó en 1918 un primer poemario en inglés y frecuentó los círculos literarios neoyorquinos. Peleó en los últimos días de la Primera Guerra Mundial, experiencia que vertería en los versos de El soldado desconocido (1922). Vivió luego en Nicaragua, donde desarrolló actividades sindicales y manifestó su apoyo al líder revolucionario Augusto César Sandino. En 1935 se estableció en México.
Cronológicamente fue el primer poeta vanguardista de Centroamérica; no obstante, en su patria se le ubica simplemente como precursor del llamado Movimiento de Vanguardia. Su obra se divide en dos grandes períodos, que suponen dos poéticas distintas: una experimental, vitalista, y otra serena, reflexiva y clásica, que aborda temas grecolatinos e indígenas. Esta aparente contradicción, sin embargo, no hace más que ratificar su índole de poeta moderno, abierto a los cambios determinados por la experiencia.
Entre sus obras merecen destacarse Tropical town and other poems (1918), El soldado desconocido (1922), Evocación de Horacio (1949), Evocación de Píndaro (1957) y Versos y versiones nobles y sentimentales (1964), entre otros títulos.
Fuente: biografiasyvidas.com
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