Poemas de Carilda Oliver

ME DESORDENO, AMOR, ME DESORDENO

 

 

 

Me desordeno, amor, me desordeno

 

cuando voy en tu boca, demorada;

 

y casi sin por qué, casi por nada,

 

te toco con la punta de mi seno.

 

 

 

Te toco con la punta de mi seno

 

y con mi soledad desamparada;

 

y acaso sin estar enamorada;

 

me desordeno, amor, me desordeno.

 

 

 

Y mi suerte de fruta respetada

 

arde en tu mano lúbrica y turbada

 

como una mal promesa del veneno;

 

 

 

y aunque quiero besarte arrodillada,

 

cuando voy en tu boca, demorada,

 

me desordeno, amor, me desordeno.

 

 

 

(1956)

 

 

 

 

 

LA NADA PERTENECE A MI TERNURA

 

 

 

La nada pertenece a mi ternura.

 

Digo la luz y vienen mariposas.

 

Si yo supiera hacer alas hermosas

 

Se las pondría siempre a la locura.

 

 

 

Pero ¿qué vive aquí que no se cura?

 

¿Quién me lleva a mirar entre las rosas?

 

No estoy para mí misma: estoy en cosas

 

que vuelven su relámpago a la altura.

 

 

 

Quiero subir. No basta lo que puedo.

 

Inocentes canarios se han perdido.

 

Marco mi corazón con este dedo

 

 

 

para reconocerle desvestido.

 

La espuma se disuelve y tengo miedo,

 

porque adentro del alma sí hace ruido.

 

 

 

De: Discurso de Eva

 

 

 

 

 

INVENTÁNDOTE

 

 

 

No quiere

 

que montes en un columpio

 

ni en el delfín de los rebeldes;

 

no quiere

 

que vengas

 

porque tendría tu olor en los bolsillos.

 

Tiene miedo porque salvas,

 

porque tiemblas como un incendio

 

puro,

 

esperando.

 

No quiere

 

para que el ala carezca de nombre.

 

 

 

Con mi vientre a cuestas,

 

inventándote,

 

soy pesada.

 

Veo tu calavera en el agua del parque

 

flotando;

 

 

 

hablo con frutas que se te parecen,

 

huelo tus venas en los niños,

 

te uso como lágrima.

 

 

 

Le estorbaría tu aurora

 

de desamparado.

 

No quiere leerte las tiras cómicas:

 

sabría que dejó de ser pobre.

 

 

 

Te meceré para nunca en mi gota de sangre,

 

hijo.

 

 

 

De: Las sílabas del tiempo

 

 

 

 

 

SÁBADO Y LICEO

 

 

 

Todos bailan mambo

 

y yo machaco mi azafrán con furia.

 

Mírenme la cabeza

 

distinta;

 

ardo

 

como el heliotropo en un cadáver.

 

Mírenme las manos indefensas,

 

no llevo agujas,

 

sangro de mirada inalterable;

 

este puño me lo dio la ignominia,

 

rastreo el beso.

 

Mírenme cuando dobla el crepúsculo,

 

verán que tiemblo.

 

A esta hora

 

recaudo mi soledad en el liceo.

 

Todos se unen

 

para espantarme:

 

aquí no hace falta fiebre,

 

lárgate,

 

tú estás desnuda.

 

 

 

(1957)

 

 

 

 

 

DISCURSO DE EVA

 

 

 

Hoy te saludo brutalmente:

 

con un golpe de tos

 

o una patada.

 

¿Dónde te metes,

 

a dónde huyes con tu caja loca

 

de corazones,

 

con el reguero de pólvora que tienes?

 

¿Dónde vives:

 

en la fosa en que caen todos los sueños

 

o en esa telaraña donde cuelgan

 

los huérfanos de padre?

 

 

 

Te extraño,

 

¿sabes?

 

como a mí misma

 

o a los milagros que no pasan.

 

Te extraño,

 

¿Sabes?

 

Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,

 

de qué cosa imprudente.

 

 

 

¿Cuándo vas a venir?

 

Tengo una prisa por jugar a nada,

 

por decirte: «mi vida»

 

y que los truenos nos humillen

 

y las naranjas palidezcan en tu mano.

 

Tengo unas ganas de mirarte al fondo

 

y hallar velos

 

y humo,

 

que, al fin, parece en llama.

 

 

 

De verdad que te quiero,

 

pero inocentemente,

 

como la bruja clara donde pienso.

 

De verdad que no te quiero,

 

pero inocentemente,

 

como el ángel embaucado que soy.

 

Te quiero,

 

no te quiero.

 

Sortearemos estas palabras

 

y una que triunfe será la mentirosa.

 

Amor...

 

¿Qué digo? estoy equivocada,

 

(aquí quise decir que ya te odio.)

 

¿Por qué no vienes?

 

¿Como es posible

 

que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?

 

¿Cómo es posible que seas austral

 

y paranoico

 

y renuncies a mí?

 

 

 

Estarás leyendo los periódicos

 

o cruzando

 

por la muerte

 

y la vida.

 

Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,

 

inerte,

 

desgraciado,

 

entreteniéndote en una aspiración del luto.

 

Y yo que te deshielo,

 

que te insulto,

 

que te traigo un jacinto desplomado;

 

yo que te apruebo la melancolía,

 

yo que te convoco

 

a las sales del cielo,

 

yo que te zurzo:

 

¿qué?

 

¿Cuándo vas a matarme a salivazos,

 

héroe?

 

¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?

 

¿Cuándo?

 

¿Cuándo vas a llamarme pajarito

 

y puta?

 

¿Cuándo vas a maldecirme?

 

¿Cuándo?

 

Mira que pasa el tiempo,

 

el tiempo,

 

el tiempo,

 

y ya no se me aparecen ni los duendes,

 

y ya no entiendo los paraguas,

 

y cada vez soy más sincera,

 

augusta...

 

 

 

Si te demoras,

 

si se te hace un nudo y no me encuentras,

 

vas a quedarte ciego;

 

si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,

 

voy a llamarme nunca.

 

 

 

Ayer soñé que mientras nos besábamos

 

había sonado un tiro

 

y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.

 

Este es un amor

 

de nadie;

 

lo encontramos perdido,

 

Náufrago,

 

en la calle,

 

entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.

 

Por eso, cuando nos mordemos,

 

de noche,

 

tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.

 

Pero no importa,

 

bésame,

 

otra vez y otra vez

 

para encontrarme.

 

Ajústate a mi cintura,

 

vuelve;

 

sé mi animal,

 

muéveme.

 

 

 

Destilaré la vida que me sobra,

 

los niños condenados.

 

Dormiremos como homicidas que se salvan

 

atados por una flor incomparable.

 

Y a la mañana siguiente cuando cante el gallo

 

seremos la naturaleza

 

y me pareceré a tus hijos en la cama.

 

 

 

Vuelve, vuelve.

 

Atraviésame a rayos.

 

Hazme otra vez una llave turca.

 

Pondremos el tocadiscos para siempre.

 

Ven con tu nuca de infiel,

 

con tu pedrada.

 

Júrame que no estoy muerta.

 

Te prometo, amor mío, la manzana.

 

 

 

(1965)

 

 

 

 

 

TINTA DE LOCURA

 

 

 

Apenas te prendes de mi seno

 

no sé si amamanto a un hijo o me desquicia un amante;

 

no sé si el mundo está dando vueltas,

 

sí soy miserable o reina.

 

 

 

Cuando cierro sobre ti como una puerta trágica

 

tú crees que amaneció;

 

yo, en cambio,

 

descubro que estamos tentando los inflemos,

 

que eso que gorjea celebrándonos es un ave siniestra,

 

que tanta luz presagia el rayo.

 

 

 

Sé sordo, mudo, ciego.

 

Mátate esos labios en los que estoy resucitando,

 

córtate esas manos;

 

no me claves.

 

Sólo puedes perder lo que no tienes.

 

 

 

De: Error de Magia

 

 

 

 

 

Razón del sueño

 

 

 

No es el modo casual con que caminas,

 

ni el dibujo inexacto de tu mano:

 

es tu ruda tristeza mal vestida

 

quien se pone de acuerdo con los astros...

 

 

 

Cansado de nacer para los ángeles,

 

tienes todo el dolor de la ceniza.

 

Alarma cotidiana de mi sangre,

 

pasajero rebelde de esta herida:

 

sucedes por adentro de mi carne

 

y dueles en el centro de mí misma...!

 

 

 

(1949)

 

De Al sur de mi garganta

 

 

 

Anoche

 

 

 

Anoche me acosté con un hombre y su sombra.

 

Las constelaciones nada saben del caso.

 

Sus besos eran balas que yo enseñé a volar.

 

Hubo un paro cardíaco.

 

 

 

El joven

 

nadaba como las olas.

 

Era tétrico,

 

suave,

 

me dio con un martillito en las articulaciones.

 

Vivimos ese rato de selva,

 

esa salud colérica

 

con que nos mata el hambre de otro cuerpo.

 

 

 

Anoche tuve un náufrago en la cama.

 

Me profanó el maldito.

 

Envuelto en dios y en sábana

 

nunca pidió permiso.

 

Todavía su rayo láser me traspasa.

 

Hablábamos del cosmos y de iconografía,

 

pero todo vino abajo

 

cuando me dio el santo y seña.

 

Hoy encontré esa mancha en el lecho,

 

tan honda

 

que me puse a pensar gravemente:

 

la vida cabe en una gota.

 

 

 

De Desaparece el polvo

 

 

 

 

 

UNA MUJER ESCRIBE ESTE POEMA

 

 

 

Una mujer escribe este poema

 

donde puede

 

a cualquier hora de un día que no importa

 

en el siglo de la avitaminosis

 

y la cosmonáutica

 

tristeza deseo no sabe qué

 

esperando la bayoneta o el obús

 

una mujer escribe este poema

 

sin atributos

 

a desvergüenza y dentellada

 

fogosa inalterable arrepentida pudriéndose

 

caemos por turno frente a las estrellas

 

todos tenemos que morir

 

no hay nada más ilustre que la sangre

 

una mujer escribe este poema

 

qué estúpida la línea que divide sol de sombra

 

el crepúsculo pasa

 

acumulándose al final de las azoteas

 

supimos de pronto de una trombosis coronaria

 

existes soledad

 

sonó una bomba

 

vean si se han roto los lentes de contacto

 

una mujer escribe este poema

 

separa quince pesos para el alquiler

 

mi amigo viejo

 

se desprende del mediodía por la próstata

 

bailamos

 

sigue la preparación combativa

 

no pasarán

 

una mujer escribe este poema

 

como quien ha perdido el tiempo para siempre

 

creo en el corazón de Denise Darval

 

hemos ganado porque morimos muchas veces

 

parece que tengo un derrame de sinovia

 

no hay tiempo para la poesía

 

de veras que los frijoles se han demorado en hervir

 

te juro que mañana presentaré el divorcio

 

una mujer escribe este poema

 

como hay fantasmas a las siete en mi pecho

 

entablillé una rama a la areca que está triste

 

mamá tú no sabes la falta que me haces

 

sí suena la alarma aérea

 

recojan a los niños que duermen en la cuna

 

voy a guardar este retrato del Che

 

como calló el canario traje un tenor a casa

 

una mujer escribe este poema

 

cargada de ultimátum

 

de pólvora

 

de rímel

 

verde contemporánea lela

 

entre el uranio

 

y

 

el cobalto

 

trébol de la esperanza

 

convaleciente de amor

 

tramposa hasta el éxtasis

 

tonta como balada

 

neurótica

 

metiendo sueños en una alcancía

 

ninfa del trauma

 

novia de los cuchillos

 

jugando a no perder la luz en el último tute

 

una mujer escribe este poema.

 

 

 

De Desaparece el polvo

 

 

 

 

 

Estos poemas forman parte del libro Antología de la poesía heroica y cósmica de Carilda Oliver Labra, publicado por el Frente de Afirmación Hispanista A.C., México, 2002.

 

 

Carilda Oliver Labra (Matanzas, 6 de julio de 1922 - Matanzas, 29 de agosto de 2018) fue una poetisa cubana, Premio Nacional de Literatura (1998). Graduada de Derecho en la Universidad de La Habana en 1945, profesión que ejerció junto a su pasión por la poesía. Vivió siempre en su ciudad natal.

 

 

 

Fuente fotográfica y biográfica: EcuRed

 

 

 

Escribir comentario

Comentarios: 0