ME DESORDENO, AMOR, ME DESORDENO
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa del veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
(1956)
LA NADA PERTENECE A MI TERNURA
La nada pertenece a mi ternura.
Digo la luz y vienen mariposas.
Si yo supiera hacer alas hermosas
Se las pondría siempre a la locura.
Pero ¿qué vive aquí que no se cura?
¿Quién me lleva a mirar entre las rosas?
No estoy para mí misma: estoy en cosas
que vuelven su relámpago a la altura.
Quiero subir. No basta lo que puedo.
Inocentes canarios se han perdido.
Marco mi corazón con este dedo
para reconocerle desvestido.
La espuma se disuelve y tengo miedo,
porque adentro del alma sí hace ruido.
De: Discurso de Eva
INVENTÁNDOTE
No quiere
que montes en un columpio
ni en el delfín de los rebeldes;
no quiere
que vengas
porque tendría tu olor en los bolsillos.
Tiene miedo porque salvas,
porque tiemblas como un incendio
puro,
esperando.
No quiere
para que el ala carezca de nombre.
Con mi vientre a cuestas,
inventándote,
soy pesada.
Veo tu calavera en el agua del parque
flotando;
hablo con frutas que se te parecen,
huelo tus venas en los niños,
te uso como lágrima.
Le estorbaría tu aurora
de desamparado.
No quiere leerte las tiras cómicas:
sabría que dejó de ser pobre.
Te meceré para nunca en mi gota de sangre,
hijo.
De: Las sílabas del tiempo
SÁBADO Y LICEO
Todos bailan mambo
y yo machaco mi azafrán con furia.
Mírenme la cabeza
distinta;
ardo
como el heliotropo en un cadáver.
Mírenme las manos indefensas,
no llevo agujas,
sangro de mirada inalterable;
este puño me lo dio la ignominia,
rastreo el beso.
Mírenme cuando dobla el crepúsculo,
verán que tiemblo.
A esta hora
recaudo mi soledad en el liceo.
Todos se unen
para espantarme:
aquí no hace falta fiebre,
lárgate,
tú estás desnuda.
(1957)
DISCURSO DE EVA
Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?
Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿Sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.
¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.
De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
¿Qué digo? estoy equivocada,
(aquí quise decir que ya te odio.)
¿Por qué no vienes?
¿Como es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?
Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía,
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.
Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
Náufrago,
en la calle,
entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Y a la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.
Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para siempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.
(1965)
TINTA DE LOCURA
Apenas te prendes de mi seno
no sé si amamanto a un hijo o me desquicia un amante;
no sé si el mundo está dando vueltas,
sí soy miserable o reina.
Cuando cierro sobre ti como una puerta trágica
tú crees que amaneció;
yo, en cambio,
descubro que estamos tentando los inflemos,
que eso que gorjea celebrándonos es un ave siniestra,
que tanta luz presagia el rayo.
Sé sordo, mudo, ciego.
Mátate esos labios en los que estoy resucitando,
córtate esas manos;
no me claves.
Sólo puedes perder lo que no tienes.
De: Error de Magia
Razón del sueño
No es el modo casual con que caminas,
ni el dibujo inexacto de tu mano:
es tu ruda tristeza mal vestida
quien se pone de acuerdo con los astros...
Cansado de nacer para los ángeles,
tienes todo el dolor de la ceniza.
Alarma cotidiana de mi sangre,
pasajero rebelde de esta herida:
sucedes por adentro de mi carne
y dueles en el centro de mí misma...!
(1949)
De Al sur de mi garganta
Anoche
Anoche me acosté con un hombre y su sombra.
Las constelaciones nada saben del caso.
Sus besos eran balas que yo enseñé a volar.
Hubo un paro cardíaco.
El joven
nadaba como las olas.
Era tétrico,
suave,
me dio con un martillito en las articulaciones.
Vivimos ese rato de selva,
esa salud colérica
con que nos mata el hambre de otro cuerpo.
Anoche tuve un náufrago en la cama.
Me profanó el maldito.
Envuelto en dios y en sábana
nunca pidió permiso.
Todavía su rayo láser me traspasa.
Hablábamos del cosmos y de iconografía,
pero todo vino abajo
cuando me dio el santo y seña.
Hoy encontré esa mancha en el lecho,
tan honda
que me puse a pensar gravemente:
la vida cabe en una gota.
De Desaparece el polvo
UNA MUJER ESCRIBE ESTE POEMA
Una mujer escribe este poema
donde puede
a cualquier hora de un día que no importa
en el siglo de la avitaminosis
y la cosmonáutica
tristeza deseo no sabe qué
esperando la bayoneta o el obús
una mujer escribe este poema
sin atributos
a desvergüenza y dentellada
fogosa inalterable arrepentida pudriéndose
caemos por turno frente a las estrellas
todos tenemos que morir
no hay nada más ilustre que la sangre
una mujer escribe este poema
qué estúpida la línea que divide sol de sombra
el crepúsculo pasa
acumulándose al final de las azoteas
supimos de pronto de una trombosis coronaria
existes soledad
sonó una bomba
vean si se han roto los lentes de contacto
una mujer escribe este poema
separa quince pesos para el alquiler
mi amigo viejo
se desprende del mediodía por la próstata
bailamos
sigue la preparación combativa
no pasarán
una mujer escribe este poema
como quien ha perdido el tiempo para siempre
creo en el corazón de Denise Darval
hemos ganado porque morimos muchas veces
parece que tengo un derrame de sinovia
no hay tiempo para la poesía
de veras que los frijoles se han demorado en hervir
te juro que mañana presentaré el divorcio
una mujer escribe este poema
como hay fantasmas a las siete en mi pecho
entablillé una rama a la areca que está triste
mamá tú no sabes la falta que me haces
sí suena la alarma aérea
recojan a los niños que duermen en la cuna
voy a guardar este retrato del Che
como calló el canario traje un tenor a casa
una mujer escribe este poema
cargada de ultimátum
de pólvora
de rímel
verde contemporánea lela
entre el uranio
y
el cobalto
trébol de la esperanza
convaleciente de amor
tramposa hasta el éxtasis
tonta como balada
neurótica
metiendo sueños en una alcancía
ninfa del trauma
novia de los cuchillos
jugando a no perder la luz en el último tute
una mujer escribe este poema.
De Desaparece el polvo
Estos poemas forman parte del libro Antología de la poesía heroica y cósmica de Carilda Oliver Labra, publicado por el Frente de Afirmación Hispanista A.C., México, 2002.
Carilda Oliver Labra (Matanzas, 6 de julio de 1922 - Matanzas, 29 de agosto de 2018) fue una poetisa cubana, Premio Nacional de Literatura (1998). Graduada de Derecho en la Universidad de La Habana en 1945, profesión que ejerció junto a su pasión por la poesía. Vivió siempre en su ciudad natal.
Fuente fotográfica y biográfica: EcuRed
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