Poemas de Serguéi Esenin

Shagané

 

jShagané, mi dulce Shagané!

Será porque sea del norte,

me dan ganas de hablarte del campo,

del centeno rizado a la luna.

¡Shagané, mi dulce Shagané!

Será porque sea del norte,

y la luna allí es mucho más grande...

Aunque sea muy bello el Shiraz,

las vegas de Riazán son mejores.

Será porque sea del norte.

Me dan ganas de hablarte del campo.

Mis cabellos los cogí al centeno;

átalos a un dedo si quieres,

que dolor no siento ninguno.

Me dan ganas de hablarte del campo.

Del centeno rizado a la luna,

por mis bucles tendrás una idea.

Bromea y sonríe, querida,

pero no despiertes el recuerdo

del centeno rizado a la luna.

¡Shagané, mi dulce Shagané!

Hay en el norte una muchacha,

que se parece a ti tanto...

Tal vez de mí se acuerde.

¡Shagané, mi dulce Shagané!

 

 

Al perro de Kachalov

 

Dame tu pata, por si hay suerte, Jim.

Una pata así no vi en mi vida.

Ladremos a este tiempo en calma

bajo la luna que nos acaricia.

Dame tu pata, por si hay suerte, Jim.

 

      No seas así, no te relamas tanto.

      Sólo quiero que caigas en la cuenta.

      Porque tú no sabes lo que es la vida

      y que vivirla merece la pena.

 

Sé que tu dueño es amable y distinguido

y por su casa pasan muchos caballeros,

y todos ellos, sonriendo, pretenden

acariciar tu piel de terciopelo.

 

      Aun siendo perro eres una delicia:

      juguetón, ingenuo y cariñoso.

      Y sin pedir a nadie permiso,

      besas, como un borracho, a todos.

 

Amigo Jim, entre esos invitados,

hubo tantos así y de mil maneras.

Dime, ¿aquella tan callada, la más triste,

no la has visto entrar por esa puerta?

Ella vendrá, te juro que vendrá,

y si, por desgracia, yo no estuviese,

lámele por mí, tiernamente, la mano,

por todo cuanto fui culpable e inocente.

 

1925

 

 

Una luna vaga y enfermiza…

 

Un dolor de llanuras sin fin

y una luna vaga y enfermiza,

fue lo que vi en mi loca juventud,

lo que queriendo tanto, maldecía.

 

Por los caminos, sauces marchitos

y el canto de las ruedas de los carros.

Yo por nada del mundo quisiera

volver otra vez a escucharlos.

 

Las chozas ya no me conmueven,

el fuego del hogar he aborrecido,

y al manzano, de nieve en abril,

viendo el campo yermo, le perdí el cariño.

 

Ahora en otras cosas pongo mi esperanza.

A la claridad de esta luna tísica,

a través de la piedra y del acero,

veo el renacer de la tierra mía.

 

¡Rusia campesina, basta de arrastrarse

con viejos arados por todos los campos!

Cuando te contemplan olmos y abedules,

al verte tan pobre, se ahogan en llanto.

 

No sé qué luz nueva me traerá el destino;

aún está por ver qué valgo en la vida.

Sin embargo, ansío ver como de acero

a esta tierra mía, tan triste y tan mísera.

 

Cuando siento rugir a los motores

entre la nieve y las tormentas,

yo por nada del mundo querría

volver a escuchar las carretas.

 

 

Traducciones de Agustín Argüelles

 

 

Estos poemas fueron tomados del libro Antología de la poesía soviética, realizado por Alexander Makarov, publicada por Ediciones Jucar, 1974, Barcelona, España.

 

 

Serguéi Esenin: Nació el 21 de septiembre de 1895 en Konstantinov y se suicida el 28 de diciembre de 1925, Angleterre Hotel, San Petersburgo, Rusia.

 

De origen campesino, cursó estudios en la Universidad de Moscú.

 

Participó en las tertulias literarias de Moscú y San Petersburgo. Tras la Revolución Rusa de 1917, su poesía trata sobre temas sociales. En el año 1920 se adhiere al grupo de los poetas imaginistas.

 

En el año 1922 se casa con la bailarina estadounidense Isadora Duncan, con quien recorre Europa y los Estados Unidos. Regresa a Rusia en 1923 y un año después se traslada a Persia.

 

De regreso a su país se casa con una nieta de León Tolstoi.

 

Su poesía, fue censurada y calificada de decadente por los estalinistas.

 

Autor de títulos como El país de los canallas, Pugachev, Inonia y El regreso al país natal.

 

 

 

Fuente biográfica: Busca Biografías.

 

Fuente fotográfica: Wikipedia

 

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