Poemas de Friedrich Rückert

Leyenda Brahmín

 

Puede más que la codicia

En el hombre la ambición;

De un árabe esta noticia

Refiere antigua canción.

 

Hassan, le dijo un amigo,

La yegua a robarte va.

Antes lleve mi enemigo

A mi mujer, dijo Hassan.

 

Invencible en la carrera,

Rauda como el aquilón,

Cifra en su yegua ligera

El árabe su ambición.

 

Y á la cama de su tienda,

Para más seguridad,

Aquella noche a su prenda

Encadena su ansiedad.

 

Pero estando Hassan dormido,

El ladrón se deslizó

Junto a su lecho, y sin ruido

Soltó la yegua y montó.

 

Alerta, grita, en buena hora

Logré tu yegua robar;

Prueba Hassan tú mismo ahora

Si se la puede alcanzar.

 

Hassan a sus deudos llama,

Y al ladrón siguiendo van

Como persigue a la llama

El soplo del huracán.

 

Hiéranle caza sin tregua,

Y al irle ansioso a coger,

Se acuerda Hassan que la yegua

Iba su fama a perder.

 

Si te alcanzo, se decía,

Vencida al fin quedarás;

Si te dejo, yegua mía,

Ya de otro dueño serás.

 

Mas huye, corre ligera;

Que te roben veces diez

Prefiero a que en la carrera

Te alcancen sólo una vez.

 

Y de una treta se acuerda

Para hacerla desbocar:

Pícala la oreja izquierda,

De pronto empieza a gritar.

 

Que en tal parte la picaba

Cuando, acosado tal vez,

Á desplegar la excitaba

Su indómita rapidez.

 

No en vano Hassan aconseja,

En daño propio, al ladrón;

Pronto atrás a todos deja,

Raudo como el aquilón.

 

Tu yegua al ladrón regalas,

Mírale ya donde va.

Si tú mismo le das alas,

¿Quién alcanzarle podrá?

 

La tribu así le critica;

Y él con profundo dolor,

La he regalado, replica,

Pero he salvado su honor.

 

Me servirá de consuelo

Saber que robada fue,

No vencida; en raudo vuelo

Ni yo mismo la alcancé.

 

 

Sabiduría Brahmín

 

Una abejita tan sólo

Despierta está en la colmena;

Todas las demás reposan

En dulce quietud serena.

 

Un capullo solitario

Sobre su tallo florece;

Todos los demás germinan,

Y el aura su sueño mece.

 

Sólo una flor se sonríe;

Todo en el pensil reposa;

Sólo deja una abejita

La colmena silenciosa.

 

La abejita solitaria

Va de flor en flor volando;

Las halla a todas dormidas,

Sólo a una halló velando.

 

Si no hubiera florecido

La abeja, en vano volara;

Si ésta no hubiera volado,

En vano aquélla velara.

 

¿Supo acaso la abejita

¿Que estaba la flor abierta?

¿O supo la flor acaso

¿Que la otra estaba despierta?

 

¿Cuál de las dos de su sueño

¿Sacó a la otra que dormía?

Si otro ser no los llamara,

Aun durmieran á porfía.

 

Seres que en igual deseo

Arden con afán ferviente,

Se hallan y se reconocen

Desde Oriente hasta Occidente.

 

Seres que en igual deseo

Arden con afán ferviente,

Se buscan, se hallan, y viven

Unidos eternamente.

 

En un elemento viven

Unidos eternamente,

De Oriente el amor fogoso

Con el amor de Occidente.

 

 

Al cantor de amor

 

Si quieres provocar á simpatía

El corazón humano,

No cantes el placer ni la alegría,

Canta el dolor tirano.

 

Que para muchos seres de este mundo

Nunca existió la dicha;

¿Mas quién no ha oído en su dolor profundo

¿La voz de la desdicha?

 

 

Madrid, diciembre de 1871

 

 

Traducción de Jaime Clark

 

 

Estos poemas fueron tomados del Tomo IV Poesías Líricas Alemanas. Biblioteca Universal, colección de los mejores autores antiguos y modernos, nacionales y extranjeros. Madrid, 1873.

Friedrich Rickert, nació en Rück (Baviera) el 16 de mayo de 1789; estudió en la universidad de Jena, y tomó allí mismo el grado de profesor en 1811. En breve dejó el campo de la enseñanza por el de la literatura, y en los años de 1815 à 1817 se distinguió como uno de los principales redactores del periódico el mayo. En 1848 hizo un viaje a Italia, y se detuvo algún tiempo en Roma, en donde hizo un estudio especial de los cantos nacionales. Regresó luego á Alemania, y se fijó en Coburgo, en donde se casó. Los bienes de fortuna que adquirió con su mujer le permitieron dedicarse con in- dependencia a la vida literaria. Habiéndose ocupado en el estudio de las lenguas orientales, especialmente del árabe y del persa, aceptó en 1836 una cátedra en la universidad de Erlangen. El rey de Prusia, Federico Guillermo, le llamó a Berlín en 1830, en donde desempeñó hasta 1849 el doble cargo de catedrático y consejero íntimo del monarca. En 1849 se retiró nuevamente a la vida privada. Los poemas de Federico Rickert se distinguen por la elegancia de su estilo y la calidad y armonía de sus versos. Este poeta maneja la rima, el asonante y la aliteración con una destreza prodigiosa, y juega con las mayores dificultades de la lengua y del ritmo. Publicó su primera colección de Poesías alemanas (Deutsche Pediche; Heidelberg, 1844) con el seudónimo de Treimún Reinar, o sea Reinar de la boca libre. Forman parte de esta colección los Sonetos acorazados (colección Somete), los cuales respiran odio contra el extranjero que trató de subyugar su patria. Después de la derrota de los franceses, Rickert, para emplear la expresión poética de un contemporáneo, despojó su lira de la cuerda de bronce, y dio á luz la Corona del tiempo (Kranz de Zenit; Stuttgart, 1847), en que dominan los sentimientos tiernos y eróticos. Publicó después las Rosas orientales (Estilice Rosen; Leipzig, 1822), que es una imitación libre de las Gacelas persas; los Cuentos y narraciones de Oriente (Stuttgart, 1837, 2 tomos); las Oraciones y meditaciones orientales (Berlín, 1837, 2 tomos); Rosten y Sarah, historia heroica (Erlangen, 1838; Stuttgart, 1846); La Sabiduría de los Brahmines (Leipzig, 1839), etc. Todas estas obras fueron inspiradas por los estudios hechos por Rickert en los idiomas orientales, con cuya exuberancia no deja de tener muchos puntos de contacto su estilo tierno y florido. Ha dado a conocer también, por medio de traducciones fieles y literales, las obras de varios autores persas, indios y árabes, cuáles son las Metamorfosis de Avon Said (Stuttgart, 1826, 2 tomos; 3. edición, 4844); el cuento indio Mal y Dimanante (Frankfort, 1828; 3. edición 1845); Ha masa, o los antiguos cantos populares arábigos (Stuttgart, 1846, 2 tomos); Ambiráis, el rey poeta (Ibid., 1847). Además de sus poesías y traducciones, Rickert ha escrito una comedia política en tres actos, Napoleón, y varios dramas que no han añadido hoja alguna a la corona de laurel que ya ceñía su frente; sus títulos son: Saul y David (1845); Herodes el magno (1844); El Emperador Enrique IV (1845); Cristóbal Colon (1845). Por último, en 1839 publicó una Vida de Jesús, que no es más que un resumen sencillo de los cuatro Evangelios. Falleció en 34 de enero de 1866.

 

Fuente biográfica: Tomo IV Poesías Líricas Alemanas. Biblioteca Universal, colección de los mejores autores antiguos y modernos, nacionales y extranjeros. Madrid, 1873.

Fuente pictórica: Enciclopedia Britanica

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