Poemas de Santiago Molina Rothschuh

Nunca podremos escapar el uno del otro

las manos atadas con cintas de recuerdos

el amarillo de las fincas en verano

o los filosos relámpagos del invierno

cortando de un tajo el cielo

mira ese camino de mulas que sube la montaña lleva hasta Portbou

el otro camino conduce a la cabaña de Heidegger

sí caminamos hacia ahí se aniquilará la esperanza

jamás esperes respuesta de un filósofo alemán lleno de ser y tiempo

del por qué murieron tus padres en un campo de exterminio

“la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse lo ojos”

nos dice Alejandra Pizarnik debajo de la alcantarilla del mundo

asimismo Paul Celan pensando en que La rosa de nadie

es el habla de todos de ninguno de cualquiera

en un relincho callado cabalgando en los hoyos del aire

allí la innombrable barbarie no la destruye

Celan en su piso deprimido porque el gran filósofo

no se reprochó ni se disculpó de su pasado nazi

solo disertó sobre las viejas botas de Van Gogh durante horas

Celan asqueado también por haber percibido

el olor nauseabundo del musgo y las turberas de Todtnauberg

nunca podremos escapar el uno del otro

enfrente hay una carretera grisácea donde no pasan carros

ni buses con pasajeros que nos queden viendo aunque sea un instante

tampoco hay sirenas de ambulancias que se acerquen ululando desde la lejanía

no podremos escapar del lado de las altas dunas

la luz del faro ya no guía a los pescadores en la borrasca

de este lado escucharemos pasar con pavor el tren que lleva a los deportados

temblando me dirías que “La Storia de Elsa Morante no se ha detenido”

(yo sé que deseas pintarrajear grafitis a la cabaña de Heidegger)

mientras que en la insomne distancia

una gasolinera pareciera habitada por autómatas

a pesar de que una mujer grita desde una ventana pero sus palabras

son apagadas por el discurrir lacónico de las chicharras

solamente nos quedaría esperar con las manos entrelazadas

que el operador de las bombas se levante de la silla

dibuje en el aire la última espiral de su cigarrillo    

aparte su mirada del roto horizonte

y despierte luego de estar poseído tanto tiempo por la eternidad.

 

 

                                      EL CHAVALO VAGO DE CHARLEVILLE

 

“Arthur no tiene corazón”

decía Mme. Vitalie Rimbaud

cansada ya de las vagancias de su hijo

cuando el chavalo vago de Charleville

hastiado de la grisalla provinciana y de la idiotez de la gente

donde todo es correcto los árboles y las flores

se escapaba a París apenas el jefe de estación pitaba  

sin comprar boleto viajaba en uno de esos trenes de Monet

con su chorro de nubes llegando a La estación de Saint-Lazare

chavalo vago melena de cometa

chavalo vago tatuando a sus chavalas enamoradas

con besos sedosos de tarántula en el cuello

chavalo vago traficante de tarjetas postales de lugares lejanos

fotógrafo ambulante en un mundo sin calles

en su soledad de Harar se representaba él mismo

con blanca vestimenta musulmana

de pie en una terraza de casa

de pie en un jardín de café

de brazos cruzados en un jardín con bananos

mientras Mme. Vitalie Rimbaud “enloquecía”

no comprendiendo “la larga ausencia de Arthur”

quien más allá de las ciudades con bulevares rectilíneos

cultivaba relojes de arena en los desiertos de Abisinia

llenando el vacío de su corazón

con las pocas cosas que amó en su vida

el polvo y las piedras.

 

 

LOS AEROPLANOS DE KAFKA

 

Las verdes lomas eran nuestros aeródromos

desde ahí despegaban nuestros barriletes

elevándose arriba de los postesdeluces

sobrevolando cerros color de puma

planeando cerca de los zopilotes del viento

tan lejos se iban que vaciábamos yardas y yardas de hilo

el carrete de madera lo guardábamos en los bolsillos

Odradek necesita amigos para conversar en la noche

consolaba a Anna Frank en su angosta buhardilla

dialogaba con Primo Levi en su barraca de Auschwitz

nosotros conocemos los rincones donde él vive

en cada casa hay un Odradek rodando de escondite en escondite

su intemporalidad no es nuestra preocupación

lo sabemos a pesar de ser chavalos de los suburbios

sabemos que somos hijos de padres que un día se sintieron 

seres insubstanciales

espectadores apretujados en la nada

de una distancia imposible

como dijo Kafka sentirse una tarde del 11 de septiembre de 1909   

mientras miraba el hombre claveteado en el aire

al interior de una armazón de madera

tallada como un traje a su medida

volando como si fuera parte de la máquina

parte de un futuro donde será sencillo aniquilar

con bombas el ingenioso plan de Ícaro

y nosotros seres nómadas huyendo de las alambradas

comediantes de un escenario clausurado

pensaba Kafka un día domingo alzando la cabeza

viendo volar los aeroplanos de Brescia.

                                                                             

 

                                                        MADRUGADA  

 

Los zopilotes no se mueven de las ramas secas

impacientes en la oscurana esperan termine el destace

el desayuno de deshechos sobre la hierba del traspatio

el amanecer apura al hombre del carretón 

comerciante de carne fresca y pieles que los talabarteros

tienden al sol entre estacas para la curtiembre

las trae dobladas en sacos de nilón con un mosquero

zumbando al lado de manchas sanguinolentas

cuando pasa bajo el guanacaste las ruedas callan

por el colchón de chorejas que no dejaron de caer toda la noche

forzudo es el hombre que lo empuja sobre el pedrero de la calle

desde el matadero de las afueras hasta el mercado municipal

donde ya tiene su clientela de carniceros

y matarifes que le vaticinan reses gordas para mañana

carne para sopas

carne para asar

carne para salpicón

es tiempo de ir al mercado antes de que no quede ni una costilla

quizá los cansados carniceros luego de afilar

y afilar el cuchillo en el mollejón

aún puedan pesarme en la balanza romana

los sueños que me trae el carretón de la madrugada

toda esa carnaza fileteada en El matadero de Lovis Corinth

El buey desollado de Rembrandt

o el pedazo de carne colgando de un garfio

pintada con rojo sangre por Chaim Soutine.

 

Santiago Molina Rothschuh (Juigalpa, Nicaragua, 1958). Después de vivir 23 años en Rusia y Francia, retornó a Nicaragua y publicó Los dominios del aprendiz (Nicaragua, 2005) y Círculos de alfarero (Costa Rica, 2008). Poeta. Tiene una licenciatura en literatura hispanoamericana y una maestría en lingüística española por la Universidad Michel de Montaigne. Es amante de la literatura rusa en general y de Osip Mandelstam en particular, le interesa y se ocupa de estudiar y comprender lenguaje de las artes plásticas.

 

Semblanza y fotografías proporcionadas por Santiago Molina

 

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