carta abierta para [contra] decir junto a luis armenta malpica en tres tiempos

mario frausto grande

querido, luis:

 

I

te escribo para no perder la costumbre de platicar, lo hacemos todos los días y no quiero que hoy sea la excepción. leí tu libro, otro dentro de la amplia gama de los que has escrito, y los cuales siempre me hacen recordar una de las cosas que más admiro en lo largo, ancho, duro y conciso de tu obra: la variedad de registros, estructuras y rumbos con los que te gusta trabajar, la forma en  que -cada vez más, para mi gusto- te dejan de importar detalles como la conformación de los versos y la manera en que los géneros pueden llegarse a mezclar, de tal modo que el discurso se sature de enramados tan diversos donde el ritmo ya no es la palabra bella, ni esas inmamables peripecias estéticas que me enseñaron, en más de un caso, durante cuatro años y medio en la licenciatura. tu libro, luis, en principio, me recuerda la maleabilidad, ese recurso que tantos talleres, coloquios y simposios omiten porque aún piensan que la poesía es cadencia con formaciones que pretenden ser recitadas, o que lo más atrevido sigue siendo hacer un soneto para ofender a la nariz del contrincante. así las cosas, luis, por lo menos en principio. malear, mezclar, combatir se te ha dado muy bien. poner las piernas del verso ora aquí ora allá y dejar que el ritmo avance, que se contonee como lo hace un hombre cuando nos espera tímida y sólidamente empinado en una cama. tu poemario me hizo pensar en la importancia de escribir de forma desigual, de contraponerse a la exigencia rancia de ciertos cánones que aún siguen enculados con la precisión lingüística y las buenas maneras. considero importante leer esta clase de desacatos en un autor que considero una influencia capital y que, me ha quedado claro, lo es para otras, otros y otres que están a nuestro alrededor, y que piensan en tu encamado poético como una referencia que nos deja la cara y el pecho en blanco. sí, luis, dije otras, otros y otres hace unas cuentas líneas atrás ya que, aunque comparto la reflexión de tu libro cuando dice: este vocabulario es inservible/ mientras no reformemos el artículo de ley/ más allá de una letra en nosotres/, considero que, el otres o el nosotres, de algo han de servir, que quizá son la puntita que apenas se asoma para pintar de estruendo lo que algún día serán escombros. sé que no eres un tremendo partidario de la politización poética como el que ahora te está leyendo esta carta en esta ocasión, pero aplaudo la inconformidad de tu poemario, los chisguetes de luz que sueltas en momentos para abrirnos paso al ritmo de tus posturas. en ritmo, estilo, palabras, registros haces algo que pocas veces te he leído hacer: posicionarte sin perder el trayecto de la palabra o su mutilación, sin olvidar la dicción que a veces se encurva y pandea hasta dejarnos exhaustos. [contra] decir te viene bien. mucha literatura y discursos sociales promueven homogeneidad actualmente, lo cual ya es de por sí contradictorio. tu libro apuesta por lo opuesto y eso lo tengo que aplaudir, aunque seguiré diciendo otres, queride, luis; mientras escribía esto noté que mi word ya no resalta esa palabra como equivocada y eso me da aliento, creo que algo se está haciendo, y a la vez no está del todo peleado con tu libro. sin duda, hay que cambiar más que sólo una vocal, pero la poesía siempre nos recuerda que el lenguaje está hecho para fracturarse. gracias por no contribuir a la homogeneidad, hace falta que otros, otras y otres también reflexionemos que no todes nos encamamos ni tiramos chisguetes del mismo modo, pero que no por eso vamos a destruirnos.

 

II

no sé si realmente foucault tiene la culpa, luis, creo que más bien la tienen sus lectores y gran cantidad de académicos e investigadores que se han encargado de convertir su obra en una especie de sistema. creo que esa máxima de los simpson siempre ha de cumplir y transformar: malditos lectores, arruinaron la lectura, el libro, la forma en que un texto es recibido. creo que esto pasa la mayor parte de las veces y que, incluso yo, ahora, corro ese riesgo de agacharme y que me piquen el culo, mientras tergiverso tu poemario. pero volvamos a foucault y la forma en que hablan de él: existen las palabras en el momento que las recordamos, mencionas cuando hablas del escritor francés en tu texto, a lo cual agregas: pero quien cambia no es el lenguaje/ sino el hombre. no podría estar más de acuerdo con tu reflexión, la cual no me parece tan peleada con lo focault dice acerca de las palabras y las cosas. si la palabra siempre se cumple/aunque no haya certeza/ tal vez nunca dejemos de decirla. sin duda, los temas de tu libro son cuerpos bien encuerados y expuestos que contribuyen a esta manera de pelar las palabras, de mirarlas y significarlas desde su exhibición de carne que se confunde con grafías. siguiendo ese camino donde las palabras y su sentido se cruzan, tijerean y se entrecruzan, mencionas: dios es un juego para todos/menos para el niño que avanza en línea recta con un dios por delante/no se juega con dios, le dicen en su casa/y con dios han jugado los niños aunque les falte el aire, se desinflen y se vuelvan a hinchar como su pene. siempre me ha gustado tu relación con dios en tus libros, luis, me identifico en gran manera y me recuerda a algunas de tus palabras cuando [contra] dicción fue presentado en monterrey hace unos meses. dijiste que ya te has acostado con él, besado, libado, escupido, cachondeado, aunque actualmente más bien sólo platicas con él en alguna barra con música de barrio en el fondo. este poemario no es la excepción, ya que reiteras esa pujante línea con que se atraviesan tú y la divinidad. el amor tan redondo/como dios a los pies/ y que ahora mismo calla porque voy a patearlo. me encanta ese erotismo tuyo en este libro, luis, nos llevas por una cancha donde dios es, a su vez, amor y balón y nos llevas por el sudor de los futbolistas mientras persiguen la fe de sus penes y encuentros. a mí también me gusta perseguir ese tipo de balón, una esfera para nombrar el cuerpo de pedro, juan, gustavo, lorenzo o quién sea que se que se cruce. el amor redondo que nos propones en este libro es sudor y carne para ponerlo en la lengua y luego disolverlo con un trago de mezcal. el hombre también persigue al hombre y me gusta que lo evoques. nos falta más amor redondo para hallar verdaderamente a dios, me queda claro mientras, como tú lo has hecho muchas veces, espero por él en la sombra tibia de mi cama.

 

III                                                               

solo me resta hablar del corazón, luis, porque algo cursi tenía que haber, porque lo cursi también tiene su grado de [contra] dicción, principalmente, en el medio intelectualoide y mamador en el que movemos. me encanta lo que dices en tu texto “presuntos implicados”: algo se nos va perdiendo con la literatura: alguna libertad de ser románticos, ilusos, cursis, por el temor a parecer menos intelectuales (quizá desencantados) en un siglo que apuesta por la deshumanización y la homogeneidad aunque la disfracemos de sarcasmo y frescura. coincido en totalidad, algo que no es la entrepierna se nos va endureciendo debido a la literatura y su aparente gravedad, debido a las disquisiciones y la necesidad de proyectarnos como los más chingones en un ámbito donde lo humano, muchas veces, queda sepultado entre odios, ninguneos y malentendidos. ser cursis nos atemoriza porque nos han enseñado a no serlo jamás, a que, en lugar del palpitar meloso, mejor velemos por la metafísica de lo que no sabemos aterrizar, que mejor seamos etéreas e inalcanzables en lugar de sentir el peso sudoroso del mundo. escribes con la carne, luis, y eso sólo puedo aplaudirlo y admirarlo. soy un escritor en contra del desprecio a sentir, de vibrar, de pensar mi cuerpo como carroña que no siente y dejarla en un valle de huesos secos. tu libro me recuerda que no estoy solo en el camino de sentir, de brindarle a la escritura cartílagos y calcio; plasma, sangre o semen para alimentarla en las venas o en la boca. “maneras de corregir una vida” es el poema que dedicas a tus hermanos y hermanas, y es un texto que, justamente, abunda en esta forma en que nos invitas a respirar y encarnarnos en las palabras: seguir vivo es romper algún impedimento/como se quiebra un vaso/o se deja caer el cuerpo de quien amas. en esos versos tuyos, me parece, se engloba la forma en que tu poética nos invita a recrear y leer: ser vasos rotos, cuerpos que se derrumban, carne que desgarra carne. enculados o vencidos, escurridos o berreando, este poema es el mapa de todos mis anhelos juveniles: la lengua débil para decirlo/ dejar salir vocales y riachuelos/ para hacer un camino menos hosco al silencio. creo que nos falta dejar de pensar la madurez como un sitio tan profundo, o al menos eso, luis, me dicen tus palabras, dejar de pretender y entregarnos, ser los seres que van a escribir y vivir junto al hombre que amamos, en el lugar cambiante como lo dijo alguna vez la poeta coral bracho. carne de nuestra carne es también la palabra que solemos escribir. sentir nos traspasa y empina, el derramamiento de lo que duele, gime y se agota siempre será el final blanco que, como en tu poemario, nos lleva al cuerpo empapado del silencio.

 

[Contra] Dicción

Luis Armenta Malpica

Premio Iberoamericano de Poesía Minerva Margarita Villarreal 2021

Universidad Autónoma de Nuevo León

Monterrey, Nuevo León, México, 2022

Mario Frausto Grande (San Luis Potosí, 1991). Licenciado en Letras Hispánicas y Maestro en Investigaciones Sociales y Humanísticas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Ganador del concurso Entre Paréntesis (ICA, 2020) en la categoría de poesía y, además, textos suyos han aparecido en los siguientes libros: antología del Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes (Gobierno de Morelia, 2016); Las avenidas del cielo. Muestrario poético de Aguascalientes y Guanajuato (UAA, 2018); Aguascalientes una ciudad abierta con vocación de puerto (ICA, 2020) y el poema “Habitante de mí mismo”, incluido en la plaquette de poesía de los ganadores del concurso Entre Paréntesis (ICA, 2020). Otros escritos de su autoría han aparecido en la revista Punto en Línea de la UNAM, en Golfa, Círculo de Poesía, Gaceta UDG, Al Margen, entre otras.

Semblanza y fotografías proporcionadas por Mario Fausto Grande

 

 

Luis Armenta Malpica (México, D.F. 1961) radica en Guadalajara, Jalisco, desde 1973; es poeta, ensayista y director de Mantis Editores. Premio Jalisco en Letras en 2008 y Premio Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz, en poesía, en 2013 entre muchos otros; sus reconocimientos más actuales son: Diplôme d’Excellence Librex en el Salón del Libro de Iași, Rumanía (2017); Premio Jaime Sabines-Gatien Lapointe, Canadá-México (2017); Cavaler al Poeziei Capitalei Marii Uniri Iași, Rumanía (2018); Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para Obra Publicada (2020), Premio Iberoamericano de Poesía Minerva Margarita Villarreal (2021) e Iguana de Oro y reconocimiento por la Cátedra Huston de Cine y Literatura del Centro Universitario de la Costa de la Universidad de Guadalajara (2022).

 

 

 

Sus títulos más recientes son Enola Gay (Vaso Roto, España, 2019), Chiamatemi Ismaele (Fili d’Aquilone, Italia, 2019; primer finalista del Premio Letterario Camaiore, de Italia, y finalista del Premio Internacional La Lira de Oro, de Ecuador) y [Contra] Dicción (UANL, 2022).

 

 

 

Libros y poemas de su autoría han sido traducidos al alemán, árabe, bengalí, catalán, francés, gallego, inglés, italiano, maya, neerlandés, portugués, rumano, ruso y taiwanés.

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Luis Armenta Malpica.

 

Escribir comentario

Comentarios: 0