Poemas de Paula Andrea Pérez Reyes

 

A Vícttote

 

Enciendo un par de velas para alumbrar el telón negro sobre el cual escribo tu nombre

Busco caer de rodillas para dibujar letra por letra

pedir perdón

y recoger tus pasos.

Se dobla una de mis rodillas

y la otra no obedece

Una de ellas ruega

y la otra no se dobla,

aparece resistente, violenta, indignada por tu partida.

 

En la entrada de la sala

llega un público grandilocuente que lo ha visto todo

El asombro que se escapa de sus ojos es el aroma de la casa

cuyo humor huele a lo que huelen las flores cuando abandonan el mundo.

Tu rostro,

la voz de Dios escondida que no se encuentra presente en las noticias del día,

ni en los rumores de una vereda.

En Montecristo

las orugas no llegaron a ser las Monarcas prometidas.

En el campo

el hedor ha convocado algunas moscas negras y su perfume a tierra mojada.

 

 

PLEGARIA SIN NOMBRE, UN PUNTO DE FUGA.

 

Rezo por todas las voces, presto mi boca para que ellas hablen.

Hago una plegaria por Juan Preciado que tiene la boca llena de tierra

una plegaria por los que, con Él, van directo a la fosa del olvido

Para aquellos que no están presentes…

son cenizas, son menos que polvo

no son nada sobre la fría mesa metálica.

Miles y millones de partículas que caen en la tierra y las arrastra el viento

Rostros que no se les dio el permiso de envejecer

Ojos que no se les concedió más la luz del día

Son sumados a la lista por encontrar

Son contados como un muerto más

Y un vivo menos.

 Son seres que caminan errantes por el mundo

la Madre Tierra los reclama,

el rio los vomita.

Otros gimen cada día esperando que encuentren el camino a casa:

A su primera morada

Al polvo de la tierra de donde salió Adán y a donde volvemos todos.

A ustedes:

PORQUE UNA PALABRA DIBUJA SU ROSTRO BORRADO.

 

 

HABLO

A Eduardo Lizalde

A una tarde del 2016

 

Hablo

Todo lo que digo confunde

Haciendo alusión a Lizalde:

Cada cosa es Babel

Hablo

Vuelvo a comprobar que nadie me oye

La casa se llena de sombras cada vez que abro la boca.

Hablo

Una lengua dividida

Una lengua fragmentada

Todos en la casa discuten

Y mientras hablo

la confusión se hace gesto en sus caras.

 

Hablo y cada cosa es Babel

Lo transparente se torna blanco y destila plata que se degrada en gris.

Hablo

Y como dice Lizalde:

Cada cosa es Babel

Hablo

Y nuevamente la puerta se abre

Oh claridad inalcanzable

El fin de una conversación no merece tocar las puertas de la muerte

Finalmente, nadie entiende.

 

 

PLEGARIA POR LA CARTA DE LA NIÑA

 

A la niña de la carta que la violencia le arrebató las piedritas del rio.

a la niña que merece más que esto.

 

Escucho el grito de la sangre

el llanto de la madre

y el eco de su espectro.

 

Silencio

Una madre está llorando.

 

La veladora de la abuela todavía alumbra

y yo debería salir a abrazarte, pero solo me habita el silencio.

 Leo una palabra tras otra de tu carta, y solo me habita el silencio.

Instante en el que todo se detiene, no es por los que partieron,

el tiempo se detuvo por los que se quedan.

 

Silencio.

 

Al tendido de cama le quedaron huecos

y sale la abuela con la aguja a remendar la herida que supura un recuerdo. el dedo en la llaga y el retazo queda lento.

Había una vez que corre en la sala y el silencio no me abandona.

es verdad niña bonita

tu mereces más que esto.

tus palabras son las pepitas del rosario que cuelga del cuello del santo

que dice: ruega por nosotros, ruega por nosotros...ruega…

y solo se escucha el silencio, era un último disparo.

 

 

PLEGARIA POR LOS GRITOS DE SUSANA SAN JUAN

Llegó el día en que se dieron cuenta que ella no era muda.

 

Al cielo subieron algunas notas agudas en medio del silencio apabullante.

Si se abre la caja se escucharía aquel estruendo y se descubriría todo. Esa es la magia de la plegaria, que se revele lo ignorado y que todo el mundo se entere. Que salgan ellos y se encuentren con las voces de los testigos, y que el pueblo entero traduzca los gemidos de un tormento que se narra en presente continuo.

Ella me pidió que no contara, a ella la llamo Susana San Juan

Rezo por la niña que guarda sus lágrimas en los bolsillos de un padre que nunca regresó.

Esta es mi promesa Susana, un día te prometí hacer una plegaria por ti.

Para ti Susana San Juan, tu maldición eran tus labios hechos flor de cerezo, un día pasó la bestia y arrancó la flor. Las hojas pasaron y se las llevó el viento. Así, como cuando este quiere castigar al cuento, le arrancas las hojas y cuenta su versión.

La bestia vino por mí, unas hojas antes, era un torbellino, pero cavé un pozo y pude escapar, por eso hoy te presto mi boca Susana, la tuya ha sido cerrada para siempre.

Rezo por ti Susana San Juan, en un mundo como este, tu belleza en flor es el peor pecado.

 Los años pasaron

Nuevamente abro la boca exclamando y solo había polvo, ella nunca perdió su belleza, hoy el campo está cubierto de margaritas.

 

 

PLEGARIA PARA SAN JUAN CON BACH DE FONDO.

 

Advierto la noche, la vela ya no enciende.

El espejo me avisa, y ya no encuentro tu rostro.

Las alucinaciones del ajenjo han borrado mi recuerdo de tu

memoria, el hilo rojo ya no estira sus fibras y por poco se rompe.

Alguien más irrumpe por la puerta, óbito que se anuncia y antes

de irme se me ocurre una plegaria a mi santo favorito.

Hago una plegaria escrita, intento abrir la boca, juntando las

manos vacías, las palabras no aparecen.

Plegaria a mi santo:

-me he sentado a escribirte mi última plegaria.

La fiebre no me abandona.

Esta plegaria es tuya y si fueras San Juan, yo me tendería desnuda

en tu tapete, expectante de tus melodiosas odas.

Odas, que fueron piedra, corazón, encuentro, vida, sonrisas y un

río que crece con el baile de los ojos que se juntan, con los

ojos que se alejan y se agrandan.

Ellas fueron las armoniosas melodías, un día fueron la promesa

que se sella con libros y cartas; fueron imagen, vida y el brillo de tus ojos que se van desvaneciendo como se desvanece el recuerdo.

Los latidos de una máquina de escribir, una promesa, un amanecer

juntos y despertar expectantes.

Hoy sólo es lienzo y olvido.

Para ti, mi querido San Juan, antes que tu recuerdo se desvanezca de mi memoria.

 

 

PLEGARIA POR EL EXILIO DE LAS PALABRAS

 

- ¿A dónde se fueron?

Ruego por su regreso.

El ausente regresa a mi memoria, pero ya no quedan palabras para darle la bienvenida.

La mente se hace hoja en blanco ante la secuencia de recuerdos que quedaron en la intemperie.

No hay nada en el ayer para exaltar, solo recojo los rastros que quedaron en el patio y amenazan con desaparecer.

A veces la boca no se abre para modular palabras, ellas devoran y destrozan con sus dientes cualquier rastro de lo humano.

Una mirada al cielo, veo que ellas no regresan y se corre el peligro de un olvido inmanente.

Virgilio permanece en el infierno y no hay nadie que narre e inmortalice.

 Silencio,

si se escuchan mis plegarias, quizás Virgilio aparezca en mi ventana.

Mientras ellas regresan: presta tu oído, tú eres el testigo del ausente.

El silencio permanece,

es el suspiro del espectro.

Presta tu oído mi querido narrador: Muselmann tiene algo que contarte.

Lager, allí quedó el exilio de las palabras, lugar en donde reposa el telón negro que se hace cielo.

 

 

PLEGARIA POR LA RESPUESTA

 

El día en que el silencio se convierte en grito y el grito se hace carne por ese amigo que hoy es ausente.

Hurbinek es la sombra

Virgilio se aparece en mi ventana.

Anuncia que jugaremos con los conejitos de mi sombra.

El conejo corre tan rápido que el poeta solo suspira, su voz se hace canción.

Hurbinek y detrás de la luna, en su oscuro espectro juegan los dos amigos a hacer conejitos con la sombra.

Al despertar, abres los ojos y el tiempo anuncia su paso.

En el sueño solo corrieron un par de minutos, y los conejos desaparecen.

Respira…pronto volverás a verlo,

ella anuncia una cita y un encuentro, el relato del plenilunio sucede en el patio de la casa.

 

 

PAULA ANDREA PÉREZ REYES (Medellín, Colombia). Abogada, filósofa y poeta. PhD, Licenciada y magíster en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Docente investigadora Junior reconocida ante Min Ciencias de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Desde 2017 dirige el Semillero de Transformación de Conflictos y el curso Marc 6: Literatura y Conflicto (Universidad de Antioquia). Es defensora de derechos humanos con énfasis en el reconocimiento de los derechos de víctimas y personas con discapacidad.

Ha participado como presentadora, conferencista y poeta en eventos nacionales e internacionales en España, Ecuador, México y Perú. Ha publicado libros y antologías poéticas, artículos, columnas de opinión y capítulos de libro. Entre ellos se destacan: su participación en la antología «Poemas del barrio a la ciudad» (Tragaluz Editores / Comfenalco Antioquia), selección de poemas para la revista «Ablucionistas», «Poesía por Colombia» (Editorial La Otra, México), «Cuadernos de educación y alteridad, el deseo en la creación poética» y selección de poemas para la revista «Kametsa». Es autora del libro Cuando escribo sobre el muro, de la Colección Voces del Mundo del Quirófano Ediciones de Ecuador.

Su segunda obra, el libro, Las Quimeras del Tiempo fue reconocido por la Editorial Fallidos Editores como el mejor libro de poesía en la convocatoria 2021.

Semblanza y fotografía proporcionadas por Paula Andrea Pérez Reyes.

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Nicol (miércoles, 27 diciembre 2023 12:24)

    Hermosa mujer luchadora