Cuentos de Mario Urtecho

 

Equus

 

 

 

Clemente Gamboa tuvo un caballo colosal. Nunca lo exhibió en Diriamba por lo angosto de sus calles. Muerto el viejo y adolescente yo, vi en el cine al de Troya y lo supuse de similar linaje del que, en las praderas de su imaginación, cabalgaba mi abuelo.

 

 

 

 

 

Docencia

 

 

 

A finales del siglo XIX, para obtener mano de obra gratuita, rigió la Ley de la Vagancia, aplicada incluso al adolescente Rubén Darío. En Diriamba, a media mañana, el prestigiado Maitro Gustavo bebía su cuarto de lijón en el estanco de la Ojo de Vidrio, luego, regresaba a sus clases. Intentaron apresarlo. Argumentó que llegaba a enseñar religión. No le creyeron y ya lo llevaban cuando la dueña le preguntó:

 

Maitro Gustavo, ¿y el cuarto?

 

Y el perspicaz educador respondió:

 

—¡Honrar a padre y madre!

 

 

 

 

 

Infidencias

 

 

 

Rosaura Casares cometió el error de revelar la fecha de su parto y una rival de amores le ató el embarazo en el sexto mes y nunca pudo parir. Treinta años después, intervenida por un tumor en el vientre, el galeno encontró una momia diminuta, enhebrada de pies a cabeza con largas briznas de cabello y no supo explicar el hallazgo.

 

 

 

 

 

 

 

Circe

 

 

 

Ella fue la primera mujer mala que conocimos. Al pasar paralizaba nuestro futbol callejero y ardíamos en delirantes fantasías por la carne que tentaba con sus frescos racimos. Alguno se le apareaba diciéndole lo que su audacia le permitía. Despótica apresuraba su inhumano bamboleo. Años después, uno me contó que se metía en su cama, remunerándola con ropa íntima de la tienda de su mama. En el trueque cada pieza tenía sus propias tasas de cambio.

 

 

 

 

 

Ritual

 

 

 

Desnuda en las brumas de la aurora, invoca fuego, aire, éter y tierra, y purificada con sus rituales rebosa en caricias, mieles, aromas y en versos convierte sus sensualidades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Colibrí

 

 

 

Ansía que, transfigurado en colibrí, el joven chamán de penacho multicolor, absorba los almíbares de sus encendidas florestas.

 

 

 

 

 

Dementes

 

 

 

A inicios de 1960, nos llevaron al Hospital Psiquiátrico de Managua a conocer al poeta Alfonso Cortés. Ella no entró.

 

—La locura se contagia —sentenció.

 

A finales de 1990, la internaron en el mismo pabellón donde residíamos los de entonces.

 

 

 

 

 

Inmortalidad

 

 

 

Me avisa el celular que Carlos Perezalonso está usando WhatsApp. Me sorprende que el poeta tenga señal, porque murió el año pasado.

 

 

 

 

 

Ishtar

 

 

 

Mil vidas después la hallé en el portentoso oasis de los náufragos. Se acercó sonriendo, ataviada con zarcillos de coral, carlancas de perlas y brazaletes de nácar, la brisa marina agitando su cabellera de salitre, calcando sus relieves en la túnica de organdí. De ello dan fe sus huellas descalzas sobre la arena.

 

 

 

 

 

Manos

 

 

 

Abrumado por la pandemia, el escritor frotó tanto alcohol en sus manos que las envició. Apuradas por la adicción dejaron la casa, agarraron juerga y se perdieron en bacanal. Una madrugada, alucinadas por el delirium tremens, volvieron mientras él dormía y lo ahorcaron.   

 

 

 

 

 

Difuminado

 

 

 

El espejo mostró que pelo, cejas y bigotes habían desaparecido. Después eclipsaron las orejas. Desvanecerse nariz y boca decretaron lo irreversible. Hoy se disiparon mis ojos y nunca veré esfumarse lo que resta de mí.

 

 

 

 

 

Desvaríos

 

 

 

El desquiciado lo exhumó la noche del día que lo sepultaron, llevó a su cuchitril, sentó en destartalada silla y le dio café y rosquillas. La profanación indignó a la gente. No sabían que el demente sólo quería compartir con la Muerte su aturdida soledad. Ocurrió en Las Segovias en la infame guerra de los 80.

 

 

Mario Urtecho. (Diriamba, Nicaragua, 1954). Autor de Voces en la Distancia, ¡Los de Diriamba!, Clarividencias, Los nicaraguas en la conquista del Perú, Mala Casta, La mujer del padre Prado y otros cuentos, y 200 años en veremos.

 

Editó la Revista Literaria El Hilo Azul y ha revisado obras de prestigiados novelistas, cuentistas, poetas, historiadores y ensayistas, incluida la antología Pájaros encendidos de Claribel Alegría y la poesía completa de Leonel Rugama y Ernesto Cardenal.

 

Cuentos, ensayos y artículos suyos fueron publicados en diarios nicaragüenses, Revista y Antología de la Academia Nicaragüense de la Lengua, Revista Cultural Centroamericana Carátula, Memoria del Encuentro Internacional Rubén Darío en el centenario de su muerte, Editorial Alfaguara, Editorial Nuevo Ser (Argentina) y L´Ordinaire Latino-américain (Toulouse, Francia).

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Mario Urtecho.

 

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Comentarios: 7
  • #1

    Winston Wallace (miércoles, 04 mayo 2022 16:32)

    Los cuentos breves de Mario te dejan añoranzas de estirar lo breve.

  • #2

    Rosamaria Sanchez Lang (miércoles, 04 mayo 2022 16:56)

    Admiracion de los microrrelatos de Mario son una delicia

  • #3

    Guillermo Cortés Domínguez (miércoles, 04 mayo 2022 18:11)

    Cada microrrelato de Mario es el capítulo de una novela, o una novela entera.

  • #4

    Humberto Avilés (viernes, 20 mayo 2022 12:15)

    Mario Urtecho es un microrrelato viviente, cuanto más micro más intenso su contenido textual.

  • #5

    Julio Ricardo Hernández (domingo, 22 mayo 2022 18:27)

    La brevedad del relato de Mario, nada leve, me sumerge intensamente a las anécdotas no resueltas de mi infancia

  • #6

    Leonel TAPIA VALVERDE (lunes, 23 mayo 2022 20:14)

    COMO DIJO EL NICA. ESTAN DE MECATE DE BOMBA.
    COMO DIJO EL HISPANO. SI LO BREVE ES BUENO, ES DOS VECES BUENO.

  • #7

    Nadine Lacayo (sábado, 20 agosto 2022 12:57)

    Me encantan su irónica creatividad.