CON BOGEY EN CASABLANCA
bogey bebe en silencio
el agrio bourbon del olvido
su mirada perdida en la noche africana
oculta las profundas cicatrices del amor
desde la mesa observa al pianista
que sin emoción acaricia en el aire
con manos de brillante caoba
las teclas de un piano destartalado
en el fondo del salón a media luz
acompañada por una vieja guitarra
la francesita delgada y triste
sostiene el tibio mate de la espera
bogey la mira a través del humo del cigarrillo
para comentar lentamente como sólo él puede hacerlo
con la entonación propia de un reo del abasto
“muchachos… ella algún día lo comprenderá…
…carlitos se nos ha ido para siempre”
ÁNGELES CAÍDOS
“city of fallen angels”.
Pintada mural / Silver Lake / L.A., CA, EEUU.
y desesperación
Dylan con sus aullidos estremece la noche
Vallejo tose en un conventillo parisino
las noche se extiende en los hemisferios
en México Lowry
oculta sus visiones zoológicas
en las abrasivas lenguas del mezcal
viajando sobre el chirrido de un tren de carga
Kerouac canta ronco vómito tras vómito
las bondades del agrio vino californiano
Bukowski resbala y cae
en la noche brillante del Sunset Boulevard
en la trastienda de una farmacia de turno
Carver abre una botella de licor clandestino
mientras una vieja con un perro ridículo
espera el preparado
que tranquilizará sus tormentas
a esta hora de la madrugada
quizás alguien se esté preguntando
qué sucede
bajo el ardiente sol de los parajes sureños
en el extremo de Oriente pálido de luna
En una jaula iluminada por reflectores
Pound murmura palabras
que sus carceleros no comprenden
Michaux cubierto de noche
en un cementerio de Cuernavaca
se deja volar en sustancias
sin entender la magia del paisaje
en una ciudad que lo desconoce
Julio Huasi
decide por mano propia
abrazar las tinieblas
otros en el pico de una botella
apagan los exactos compases del corazón
en un sitio donde todos cantan la belleza
de las cimbreantes mujeres junto al mar
alguien bebe risueño su caipira
absorbe el oscuro aroma del azúcar
el rancio perfume de pobladas axilas
la imaginada fragancia de una flor
pleno sabor deseado
nosotros desde Montevideo observamos
el cielo cargado
Los modos cambiantes del tiempo
no conocen la amabilidad de tus deseos
se desplazan imperturbables
a través de las cordilleras los océanos
las llanuras
cruzan el poniente
someterán a cada uno de aquellos
que intenten penetrar sus polos de radiación
a las pequeñas
obsesivas cuestiones cotidianas
Perlongher viaja en un automóvil
que se desliza
hacia los suburbios
su destino
una capilla donde frente al altar
en el círculo de energía otorgada
ante los ojos
del sangrante cordero de Dios
un sacerdote administra la esperanza
sí y...
qué dones qué palabras mama
en su desesperada desilusión
en qué aguas alimenta esa fe apresurada
Padre Nuestro...
que estás en las sacrísimas alturas
comienza la invocación inútil
su único consuelo
la voracidad de Dios
Al viento en el río
voces extrañas
en el río al viento
desconocidas almas en pena
Aquel que elige
en la pobreza del exilio
el nombre de Sebastian Melmoth
recuerda una esposa los hijos tan amados
añora ese mundo al que no podrá regresar
infantilmente recuerda la redondez
de su colección de fina porcelana
el color de Londres bajo la luz del otoño
anota en su cuaderno:
poseo la tranquilidad de los objetos perdidos/
soy un hombre que ha vivido su tiempo/
en simbólica relación con el arte/
ya no se avergüenza en las calles
cuando alguien murmura a sus espaldas
o grita Fingal O’Flahertie ooo ooooooohhhhh
él repite en voz baja mansamente:
el dolor es un momento demasiado prolongado
Tampoco imaginará de Joyce
el calembour lanzado en
The Ballad de Persse O’Reilly:
Fingal Mac Oscar Onesine Bargearse Boniface
a quién se le ocurre
Ortodebarcaza Carabonita
Las sombras
su proyección geométrica
permanecen
quién o qué
erosiona la forma que envuelve
grabará en la historia
las marcas del pudor ajeno
Alguien recuerda
el eclipse de luna de Lu T’ung
la figura del cielo el emperador
la visión de sus ojos
apagándose en la belleza terrenal
la luna el ojo nocturno del cielo
devorada por la tremenda boca del sol
y de la terrible ejecución
de este poeta que amó las alegorías
en el 835 año del Señor
No tienen nada que decir
Pregunta una voz ajena
El gran círculo gira sobre su propio eje
Las primeras luces del alba
Penetran profundos pliegues abismales
Las imágenes fulgentes
Se repiten
Una y otra vez
En la superficie bruñida
Qué podrán decir en México
en Montevideo en Buenos Aires
que no haya sido cantado en el Occidente
en Venezuela en el extenso Brasil
en el muerto Oriente perdido
donde los magos
buscan por el firmamento
la luminosa trayectoria de una estrella
la develación del secreto
Auden
en vísperas de un nuevo año
propone un brindis alza su copa
elevo dice
en el agrio aroma del licor
el peso de los planetas
la mutabilidad del universo
no busquemos en el pasado
edenes ilusorios
menos aun
la seguridad de las jerarquías
el siglo nos presentará
las imaginadas ruinas
Rimbaud arrastrará
su gangrena de oros
El cuerpo de Alejandra
sus oscuros labios de sangre quieta
callarán la última palabra
A Yeyé in memoriam
Custozzagasse 5, Viena, 1994.
TARDE A LA AMERICANA
Motherfucker…beautiful son of a bitch
!!!this guy…….. knows what he’s doing!!
Esas fueron las palabras que escuchamos ———por la radio en un bar de la avenida Broadway ——donde estábamos tomando unas cervezas ——— pasando una agradable tarde de verano a la americana —porrones de Miller —-cada tres —Jack Daniels con limón —derecho viejo
El que casi las gritó fue Charles Bukowski —su vozarrón quemado por el alcohol y el tabaco —tapó la voz de Peter Coyote y —no pudimos oir —la parte final de su lectura del soneto de Borges -A quien está leyéndome —versión /de Alastair Reid
Esto ocurrió demasiado rápido -los parroquianos se rieron y continuaron dedicando su tiempo -a los chismes locales y a la cerveza ———mientras esperaban la próxima ocurrencia del poeta —que ya se jactaba ——de haber nacido para robar rosas --en las autopistas de la muerte
El conductor del programa ——festejó tímidamente la salida de Bukowski quien ahora reclamaba un sacacorchos ——————quería abrir la botella de tinto —que algunos admiradores le habían hecho llegar al estudio
En el bar el patrón les preguntó a sus clientes habituales —si no sería mejor
poner un poco de música country
.....................No!!!!!!!!!NO!!!!!!!!!!!!!!!!
queremos al viejo en vivo ——puteando por la radio
Las cosas comenzaban a complicarse —los teléfonos sonaban una y otra vez ——oyentes furiosos —pedían que sacaran a Bukowski del aire el viejo les aullaba a través del micrófono ——que no fueran comemierdas nazis y reaccionarios —que pagaran sus impuestos para acabar con la pobreza
Todo era un torbellino de gritos e insultos que iban y venían ———Bukowski lanzó varias amenazas al alcalde de la ciudad—————quién ———según él era un fascista ——lameculos ———impotente —que desconocía la existencia de Isaiah Berlin
Ya no se sabía que podía pasar —entonces sucedió——una explosión—un terrible golpe —el eco de un potente chispazo metálico —canceló por un instante —los sonidos del mundo
Bukowski ———había estrellado la botella de vino ——contra el micrófono todos callaron —el conductor tartamudeaba frases inconexas
La voz cascada de Bukowski fue la primera en reaparecer— “Les
voy a leer un poema de un grandísimo hijo de puta” dijo “…de uno
que se sabe —el oficio” y…comenzó a leer el soneto de Borges
En esta ocasión —lo pudimos escuchar completo —sin interrupciones y cuando recitó pausadamente los últimos versos:
” Dark, you will enter the darkness that expects you,
Doomed to the limits of your traveled time.
Know that in some sense you by now are dead.”
Borges estuvo ahí —con nosotros —en ese bar que olía a cerveza rancia en Boulder; Colorado ——y lo acompañaba Carlos Gardel ——-te lo juro….
……………….que me caiga muerto………….
LA FOTOGRAFÍA
El marco de plata trabajada de unos 14 x 10 cm.
estuvo olvidado dentro de un sobre
en uno de los cajones de un mueble
vaya a saber cuántos años
Hasta que un día fue descubierto por una de mis hijas
quien sacó de él una vieja fotografía
lo limpió —le dio brillo
y lo utilizó para colocar la foto de su novio
—ya no recuerdo cuál—
Esa fotografía antigua —de color sepia
de una mujer joven y una niña
con largos vestidos —abrigos con cuellos de piel
sombreros —————de fines del XIX
—————o muy de principios del XX
botines acordonados —tacos casi imperceptibles
anduvo dando vueltas por la casa
—habitó rincones sin luz
No sé quién volvió a encontrarla
y la dejó sobre la mesa del comedor
entre un montón de papeles
Una tarde de domingo con lluvia
decidí poner orden y archivarlos
entonces llegó mi turno
de enfrentarme con esa imagen
la miré detenidamente
———me inquietó la adustez de los rostros
la tristeza en sus miradas
En el reverso mi abuela había escrito
/era su letra no había dudas/
en tinta negra y con pluma fuente
“Tiíta Flo y Helen Kathleen,
quien murió de fiebre escarlatina,
a los once años de edad, en St Cloud, París”
(Aunty Flo & Helen Kathleen,
who died when 11 years old,
of scarlet fever, in St Cloud, Paris)
Tenía también el sello algo borroneado del fotógrafo
Gilbert Frères (peintres photographes)
Quiénes eran
esa mujer joven y esa niña
retratadas en las afueras de París
Qué hacía esa fotografía antigua
entre los recuerdos familiares
—ya desaparecida
la generación de nuestros abuelos
nunca llegaré a saberlo
Quizás alguien en los suburbios de Dublin
o en algún pueblito en el condado de Longford
tenga una vieja fotografía de una joven pareja
sonriendo ante la cámara
en un estudio fotográfico de Buenos Aires
o en la rambla de Mar del Plata
y se esté haciendo preguntas similares a las mías
ESTEBAN MOORE (Buenos Aires, 1952). Poeta, ensayista y traductor. Autor de una decena de libros de poesía y varios volúmenes de poesía en traducción del inglés al castellano de distintos autores contemporáneos en lengua inglesa. Colabora con revistas y diarios del exterior y sus ensayos han sido reunidos en libro. Ha obtenido becas del Fondo Nacional de las Artes y su obra ha recibido diversas distinciones entre ellas la Orden Alejo Zuloaga, otorgada por la Universidad de Carabobo, Valencia Venezuela.
En poesía ha publicado: La noche en llamas (Buenos Aires,1982); Providencia terrenal (Buenos Aires,1983); Con Bogey en Casablanca (Buenos Aires, 1987); Poemas 1982-1987 (Buenos Aires,1988); Tiempos que van (Plus Ultra, Buenos Aires,1994); Instantáneas de fin de siglo (Graffiti, Montevideo, Uruguay, 1999, mención Honorífica Premio Municipal de Buenos Aires); Partes Mínimas (Editorial Martín, Mar del Plata, Argentina, 1999); Partes Mínimas y otros poemas (Buenos Aires, 2003, segundo premio de poesía, Fondo Nacional de las Artes); Antología poética (Buenos Aires, 2004, Colección Poetas Argentinos Contemporáneos, Fondo Nacional de las Artes), Partes Mínimas -uno/dos- (Alción, Córdoba, Argentina, 2006); El avión negro y otros poemas (Buenos Aires, 2007, Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias), Veinte años no son nada (Alción, Córdoba, Argentina, 2010), Pruebas al canto (Textos de cartón, Córdoba, Argentina, 2012), Poemas -1982-2007- (Alción, Córdoba, Argentina, 2015), Selección poética por Jorge Rivelli (La Porteña, 2019).
Ha realizado la traducción de diversos autores de lengua inglesa: Lawrence Ferlinghetti, América desierta y otros poemas, Colección de Obras Representativas de la UNESCO (Ediciones Graffiti/Unesco, Montevideo Uruguay, 1996); James Laughlin, Los poemas de amor, (Mar del Plata, Argentina, 2001); Craig Czury, Tecnología Norteamericana y otros poemas (Buenos Aires, 2003); Charles Bukowsky, Una de las más ardientes y otros poemas (México,2004); Lawrence Ferlinghetti, Los Blues de la procreación y otros poemas ( Córdoba, Argentina, 2005); Sam Hamill, Ojos bien abiertos y otros poemas, (Valencia Venezuela, 2006); Jack Kerouac, Buda y otros poemas (Córdoba, Argentina,2008); John F. Deane, Lejano país y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2011); Sam Hamill, Un canto Pisano (Córdoba, Argentina, 2011); Allen Ginsberg, Aullido y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2012); Charles Bukowsky, Una de las más ardientes y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2012), Raymond Carver, Vos no sabés qué es el amor y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2015), Gregory Corso, Querido Villon y otros poemas (Córdoba, 2016), Lawrence Ferlinghetti, La poesía como un arte insurgente (Córdoba, 2018).
Semblanza y fotografía proporcionadas por Esteban Moore.
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