Poemas de Esteban Moore

 

CON BOGEY EN CASABLANCA

 

 

 

bogey bebe en silencio

 

el agrio bourbon del olvido

 

su mirada perdida en la noche africana

 

oculta las profundas cicatrices del amor

 

 

 

desde la mesa observa al pianista

 

que sin emoción acaricia en el aire

 

con manos de brillante caoba

 

las teclas de un piano destartalado

 

 

 

en el fondo del salón a media luz

 

acompañada por una vieja guitarra

 

la francesita delgada y triste

 

sostiene el tibio mate de la espera

 

 

 

bogey la mira a través del humo del cigarrillo

 

para comentar lentamente como sólo él puede hacerlo

 

con la entonación propia de un reo del abasto

 

“muchachos… ella algún día lo comprenderá…

 

…carlitos se nos ha ido para siempre”

 

 

 

 

 

 

 

ÁNGELES CAÍDOS

 

 

 

                                   city of fallen angels”.

 

                                    Pintada mural / Silver Lake / L.A., CA, EEUU.

 

 

 

Borracho de alcohol

 

y desesperación

 

Dylan con sus aullidos estremece la noche

 

Vallejo tose en un conventillo parisino

 

las noche se extiende en los hemisferios

 

en México Lowry

 

oculta sus visiones zoológicas

 

en las abrasivas lenguas del mezcal

 

viajando sobre el chirrido de un tren de carga

 

Kerouac canta ronco vómito tras vómito

 

las bondades del agrio vino californiano

 

Bukowski resbala y cae

 

en la noche brillante del Sunset Boulevard

 

en la trastienda de una farmacia de turno

 

Carver abre una botella de licor clandestino

 

mientras una vieja con un perro ridículo

 

espera el preparado

 

que tranquilizará sus tormentas

 

a esta hora de la madrugada

 

quizás alguien se esté preguntando

 

qué sucede

 

bajo el ardiente sol de los parajes sureños

 

en el extremo de Oriente pálido de luna

 

En una jaula iluminada por reflectores

 

Pound murmura palabras

 

que sus carceleros no comprenden

 

Michaux cubierto de noche

 

en un cementerio de Cuernavaca

 

se deja volar en sustancias

 

sin entender la magia del paisaje

 

en una ciudad que lo desconoce

 

Julio Huasi

 

decide por mano propia

 

abrazar las tinieblas

 

otros en el pico de una botella

 

apagan los exactos compases del corazón

 

en un sitio donde todos cantan la belleza

 

de las cimbreantes mujeres junto al mar

 

alguien bebe risueño su caipira

 

absorbe el oscuro aroma del azúcar

 

el rancio perfume de pobladas axilas

 

la imaginada fragancia de una flor

 

pleno sabor deseado

 

nosotros desde Montevideo observamos

 

el cielo cargado

 

Los modos cambiantes del tiempo

 

no conocen la amabilidad de tus deseos

 

se desplazan imperturbables

 

a través de las cordilleras los océanos

 

las llanuras

 

cruzan el poniente

 

someterán a cada uno de aquellos

 

que intenten penetrar sus polos de radiación

 

a las pequeñas

 

obsesivas cuestiones cotidianas

 

Perlongher viaja en un automóvil

 

que se desliza

 

hacia los suburbios

 

su destino

 

una capilla donde frente al altar

 

en el círculo de energía otorgada

 

ante los ojos

 

del sangrante cordero de Dios

 

un sacerdote administra la esperanza

 

sí y...

 

qué dones qué palabras mama

 

en su desesperada desilusión

 

en qué aguas alimenta esa fe apresurada

 

Padre Nuestro...

 

que estás en las sacrísimas alturas

 

comienza la invocación inútil

 

su único consuelo

 

la voracidad de Dios

 

Al viento en el río

 

voces extrañas

 

en el río al viento

 

desconocidas almas en pena

 

Aquel que elige

 

en la pobreza del exilio

 

el nombre de Sebastian Melmoth

 

recuerda una esposa los hijos tan amados

 

añora ese mundo al que no podrá regresar

 

infantilmente recuerda la redondez

 

de su colección de fina porcelana

 

el color de Londres bajo la luz del otoño

 

anota en su cuaderno:

 

poseo la tranquilidad de los objetos perdidos/

 

soy un hombre que ha vivido su tiempo/

 

en simbólica relación con el arte/

 

ya no se avergüenza en las calles

 

cuando alguien murmura a sus espaldas

 

o grita Fingal O’Flahertie ooo ooooooohhhhh

 

él repite en voz baja mansamente:

 

el dolor es un momento demasiado prolongado

 

Tampoco imaginará de Joyce

 

el calembour lanzado en

 

The Ballad de Persse O’Reilly:

 

Fingal Mac Oscar Onesine Bargearse Boniface

 

a quién se le ocurre

 

Ortodebarcaza Carabonita

 

Las sombras

 

su proyección geométrica

 

permanecen

 

quién o qué

 

erosiona la forma que envuelve

 

grabará en la historia

 

las marcas del pudor ajeno

 

Alguien recuerda

 

el eclipse de luna de Lu T’ung

 

la figura del cielo el emperador

 

la visión de sus ojos

 

apagándose en la belleza terrenal

 

la luna el ojo nocturno del cielo

 

devorada por la tremenda boca del sol

 

y de la terrible ejecución

 

de este poeta que amó las alegorías

 

en el 835 año del Señor

 

No tienen nada que decir

 

Pregunta una voz ajena

 

El gran círculo gira sobre su propio eje

 

Las primeras luces del alba

 

Penetran profundos pliegues abismales

 

Las imágenes fulgentes

 

Se repiten

 

Una y otra vez

 

En la superficie bruñida

 

Qué podrán decir en México

 

en Montevideo en Buenos Aires

 

que no haya sido cantado en el Occidente

 

en Venezuela en el extenso Brasil

 

en el muerto Oriente perdido

 

donde los magos

 

buscan por el firmamento

 

la luminosa trayectoria de una estrella

 

la develación del secreto

 

Auden

 

en vísperas de un nuevo año

 

propone un brindis alza su copa

 

elevo dice

 

en el agrio aroma del licor

 

el peso de los planetas

 

la mutabilidad del universo

 

no busquemos en el pasado

 

edenes ilusorios

 

menos aun

 

la seguridad de las jerarquías

 

el siglo nos presentará

 

las imaginadas ruinas

 

Rimbaud arrastrará

 

su gangrena de oros

 

El cuerpo de Alejandra

 

sus oscuros labios de sangre quieta

 

callarán la última palabra

 

 

 

                                    A Yeyé in memoriam

 

                                    Custozzagasse 5, Viena, 1994.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TARDE A LA AMERICANA

 

 

 

Motherfucker…beautiful son of a bitch

 

!!!this guy…….. knows what he’s doing!!

 

 

 

Esas fueron las palabras que escuchamos ———por la radio en un bar   de la avenida Broadway  ——donde estábamos tomando unas cervezas ——— pasando una agradable tarde de verano a la americana —porrones  de  Miller  —-cada tres Jack Daniels con limón —derecho viejo

 

 

 

El que casi las gritó fue Charles Bukowski  —su vozarrón quemado por el alcohol y el tabaco —tapó la voz de Peter Coyote y —no pudimos oir —la parte final de su lectura del soneto de Borges -A quien está leyéndome —versión /de Alastair Reid

 

                                       

 

Esto ocurrió demasiado rápido -los parroquianos se rieron y continuaron dedicando su tiempo -a los chismes locales y a la cerveza ———mientras esperaban la próxima ocurrencia del poeta —que ya se jactaba ——de haber nacido para robar rosas --en las autopistas de la muerte

 

 

 

El conductor del programa ——festejó tímidamente la salida de Bukowski quien ahora reclamaba un sacacorchos ——————quería abrir la botella de  tinto —que algunos admiradores le habían hecho llegar al estudio

 

 

 

En el bar el patrón les preguntó a sus clientes habituales —si no sería mejor

 

                                        poner un poco de música country

 

.....................No!!!!!!!!!NO!!!!!!!!!!!!!!!!

 

        queremos  al viejo en vivo ——puteando por la radio

 

 

 

                Las cosas comenzaban  a complicarse  —los teléfonos sonaban una y otra vez ——oyentes furiosos —pedían  que sacaran a Bukowski del aire el viejo les aullaba a través del micrófono ——que no fueran comemierdas nazis y reaccionarios —que pagaran sus impuestos para acabar con la pobreza

 

      

 

Todo era un torbellino de gritos e insultos que iban y venían ———Bukowski lanzó varias amenazas al alcalde de la ciudad—————quién ———según él era un fascista  ——lameculos ———impotente —que desconocía la existencia de Isaiah Berlin

 

 

 

Ya no se  sabía que podía pasar —entonces sucedió——una explosión—un terrible golpe —el eco de un potente chispazo metálico canceló por un instante —los sonidos del mundo     

 

 

 

Bukowski ———había estrellado la botella de vino ——contra el micrófono todos callaron —el conductor tartamudeaba frases inconexas

 

 

 

La  voz cascada  de Bukowski  fue la primera en reaparecer— Les

 

voy a leer un poema de un grandísimo hijo de puta” dijo “…de uno

 

que se sabe —el oficio” y…comenzó a leer  el soneto de Borges

 

 

 

En esta ocasión  —lo pudimos escuchar completo —sin interrupciones y cuando recitó pausadamente los últimos versos:

 

 

 

          Dark, you will enter the darkness that expects you,

 

            Doomed to the limits of your traveled time.

 

            Know that in some sense you by now are dead.”

 

                                     

 

Borges estuvo ahí —con nosotros —en ese bar  que olía a cerveza rancia en Boulder; Colorado ——y lo acompañaba Carlos Gardel ——-te lo juro….

 

                                     ……………….que me caiga muerto………….

 

 

 

 

 

 

 

LA FOTOGRAFÍA

 

 

 

El marco de plata trabajada de unos 14 x 10 cm.

 

         estuvo olvidado dentro de un sobre

 

     en uno de los cajones de un mueble

 

              vaya a saber cuántos años

 

 

 

Hasta que un día fue descubierto por una de mis hijas

 

       quien sacó de él una vieja fotografía

 

         lo limpió —le dio brillo

 

    y lo utilizó para colocar la foto de su novio

 

              —ya no recuerdo cuál

 

 

 

Esa fotografía antigua de color sepia

 

                 de una mujer joven y una niña

 

con largos vestidos  abrigos con cuellos de piel

 

sombreros ————de fines del XIX

 

—————o muy de principios del XX

 

        botines acordonados tacos casi imperceptibles            

 

            anduvo dando vueltas por la casa

 

                                   —habitó rincones sin luz

 

 

 

No sé quién volvió a encontrarla

 

                        y la dejó sobre la mesa del comedor

 

                                      entre un montón de papeles

 

 

 

Una tarde de domingo con lluvia

 

                      decidí poner orden y archivarlos

 

     entonces llegó mi turno

 

                 de enfrentarme con esa imagen

 

                               la miré detenidamente

 

               ———me inquietó la adustez de los rostros

 

                            la tristeza en sus miradas

 

 

 

En el reverso mi abuela había escrito

 

                                    /era su letra no había dudas/

 

            en tinta negra y con pluma fuente

 

“Tiíta Flo y Helen Kathleen,

 

quien murió de fiebre escarlatina,

 

a los once años de edad, en St Cloud, París”

 

       (Aunty Flo & Helen Kathleen,

 

                       who died when 11 years old,

 

        of scarlet fever, in St Cloud, Paris)

 

Tenía también el sello algo borroneado del fotógrafo

 

            Gilbert Frères (peintres photographes)

 

 

 

Quiénes eran

 

      esa mujer joven y esa niña

 

            retratadas en las afueras de París

 

   Qué hacía esa fotografía antigua

 

                   entre los recuerdos familiares

 

          —ya desaparecida

 

              la generación de nuestros abuelos

 

                    nunca llegaré a saberlo

 

 

 

Quizás alguien en los suburbios de Dublin

 

       o en algún pueblito en el condado de Longford

 

tenga una vieja fotografía de una joven pareja

 

      sonriendo ante la cámara

 

en un estudio fotográfico de Buenos Aires

 

       o en la rambla de Mar del Plata

 

y se esté haciendo preguntas similares a las mías

 

 

 

 

ESTEBAN MOORE (Buenos Aires, 1952). Poeta, ensayista y traductor. Autor de una decena de libros de poesía y varios volúmenes de poesía en traducción del inglés al castellano de distintos  autores contemporáneos en lengua inglesa. Colabora con revistas y diarios del exterior y sus ensayos han sido reunidos en libro. Ha obtenido becas del Fondo Nacional de las Artes y su obra ha recibido diversas distinciones entre ellas la Orden Alejo Zuloaga, otorgada por la Universidad de Carabobo, Valencia Venezuela.

 

 

 

En poesía ha publicado: La noche en llamas (Buenos Aires,1982); Providencia terrenal (Buenos Aires,1983); Con Bogey en Casablanca (Buenos Aires, 1987); Poemas 1982-1987 (Buenos Aires,1988); Tiempos que van (Plus Ultra, Buenos Aires,1994); Instantáneas de fin de siglo (Graffiti, Montevideo, Uruguay, 1999, mención Honorífica Premio Municipal de Buenos Aires); Partes Mínimas (Editorial Martín, Mar del Plata, Argentina, 1999); Partes Mínimas y otros poemas (Buenos Aires, 2003, segundo  premio de poesía, Fondo Nacional de las Artes); Antología poética (Buenos Aires, 2004, Colección Poetas Argentinos Contemporáneos, Fondo Nacional de las Artes),  Partes Mínimas -uno/dos- (Alción, Córdoba, Argentina, 2006); El avión negro y otros poemas (Buenos Aires, 2007, Fondo Metropolitano de las Artes y las Ciencias), Veinte años no son nada (Alción, Córdoba, Argentina, 2010),  Pruebas al canto (Textos de cartón, Córdoba, Argentina, 2012), Poemas -1982-2007- (Alción, Córdoba, Argentina, 2015), Selección poética por Jorge Rivelli (La Porteña, 2019).

 

 

 

Ha realizado la traducción de diversos autores de lengua inglesa: Lawrence Ferlinghetti, América desierta y otros poemas, Colección de Obras Representativas de la UNESCO (Ediciones Graffiti/Unesco, Montevideo Uruguay, 1996); James Laughlin, Los poemas de amor, (Mar del Plata, Argentina, 2001); Craig Czury, Tecnología Norteamericana y otros poemas (Buenos Aires, 2003); Charles Bukowsky, Una de las más ardientes y otros poemas (México,2004);  Lawrence Ferlinghetti, Los Blues de la procreación y otros poemas ( Córdoba, Argentina, 2005); Sam Hamill, Ojos bien abiertos y otros poemas, (Valencia Venezuela, 2006); Jack Kerouac,  Buda y otros poemas (Córdoba, Argentina,2008); John F. Deane, Lejano país y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2011); Sam Hamill, Un canto Pisano (Córdoba, Argentina, 2011); Allen Ginsberg, Aullido y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2012); Charles Bukowsky, Una de las más ardientes y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2012), Raymond Carver, Vos no sabés qué es el amor y otros poemas (Córdoba, Argentina, 2015), Gregory Corso, Querido Villon y otros poemas (Córdoba, 2016),  Lawrence Ferlinghetti, La poesía como un arte insurgente (Córdoba, 2018).

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Esteban Moore.

 

 

 

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