PERSILES y SIGISMUNDA: La obra maestra de Cervantes

El último libro que escribió el autor de Don Quijote de la Mancha,  Miguel de Cervantes Saavedra, fue publicado un año después de su muerte en Madrid el 23 de abril de 1616 – misma fecha en la que muere William Shakespeare en Londres.

Los trabajos de Persiles y Sigismunda, obra que el veterano de la Batalla de Lepanto (1571) contra la dinastía turca otomana nunca vio publicada, es un relato de aventuras del género on-the-road y de la familia de La Odisea de Homero, de El asno de oro de Apuleyo, y de Huckleberry Finn de Mark Twain, entre otros. Pero más concretamente, es la historia de un “destination wedding” cuyo itinerario comienza en Noruega y concluye en Roma.  Larga y peligrosísima romería, por cierto, aunque llena de humor y de valiosos consejos de vida.

Escrita en dos partes, esta “peregrina” historia de novios peregrinos, como la describe varias  veces su autor, comienza in medias res cuando los enamorados, que se han fugado del castillo del novio en Noruega, caen en manos de una secta que busca dominar el mundo creando una raza nueva.   A punto de ser para siempre sacrificados como eje de este macabro plan por los salvajes, la pareja se escapa. Y allí despegan todas las llamadas peripecias de esta novela tan cargada de personajes elegantes como de pícaros de alta y baja ralea.  En fin, camino a Roma los novios nos irán introduciendo, sin quererlo, en un mundo aterrorizado por sexo-traficantes, pero también rico en no pocas geografías y situaciones maravillosas, que se barajan entre tragedia y la comedia, y el tema del amor y la pareja ideal.

Como Persiles y Sigismunda viajan a su destino romano como presuntos hermanos – se llaman Periandro y Auristela – cumpliendo un voto religioso, no son pocas las veces que el relato nos lleva a preguntarnos si estos novios y el propio libro son católicos: con tanto mago, mujeres abusadas, jóvenes obligados a casarse contra su voluntad, trasvestis, reyes mentirosos, duelos sangrientos, y no pocos actos de adulterio como pululan en estas páginas.

No obstante, o tal vez gracias a ese mismo despliegue lo “peorcito” de la sociedad , El PERSILES  un libro sobre la esperanza, y sobre la fuerza de la fe, el perdón y la Providencia. Palabras mayores, definitivamente que piden tal vez otro ensayo y más lugar para ver estos aspectos a través de los pícaros y de los seres puros que se dan la mano bien o mal en este novelón del Siglo de Oro español.

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Yo no tenía idea de la existencia de esta obra, en fin no como la entiendo ahora.

Los primeros bosquejos y, claro, los dibujos a plumilla, acuarela, y pastel que aparecen en la muestra de esta página, a mí me costaron unas cuantas pestañas y descorazonadas, ya que la trama y el lenguaje de esta epopeya es lo que se cataloga en la literatura como bizantina. Enrevesada, elegante, y misteriosa. Pero un día, como un mago de oriente, Cervantes se me apareció. Sucedió como diez años atrás, mientras yo enseñaba precisamente dibujo “a mano alzada” a un grupo de estudiantes de arquitectura en Roma.  Como el tema era la perspectiva de uno y dos puntos, en cierto momento de la lección para ilustrarles al grupo exactamente en cuál parte del paisaje urbano que estábamos dibujando -- la Piazza del Popolo -- ocurría el llamado “punto de fuga”, se me ocurrió meterme yo mismo dentro del paisaje, y corrí para el lugar donde para mi suerte estaba un letrero de pie, por cierto un poco derrengado, cuya inscripción turística – me fijé--  decía en letras muy grandes en español: CERVANTES ENTRÓ A ROMA. Al título lo seguían varias estrofas de un poemario del español Rafael Alberti, que citaban a su vez un soneto de Cervantes.

Cervantes, España, Roma: pensé.  “Oh grande, oh poderosa, o sacrosanta/ Alma-ciudad de Roma...” rezaba el soneto.

Nunca en mis estudios y explicaciones de esta bella piazza se me habría ocurrido hablar de nada español. Ya con el gran Obelisco egipcio,  los dos cuadros de Caravaggio de una de las iglesias de la piazza, y del reformador Martin Lutero tenía suficiente. Pero cuando regresé a donde estaba mi clase no para ver si estaban empezando a llevar las líneas de sus perspectivas a donde yo les había indicado que estaba el importante punto, les recité lo que decía el viejo derrengado, y les dije que era un dato histórico que yo no conocía.

“Cervantes Entró en Roma por la Puerta del Popolo”. Pero al ver que no me dirigían ni una mirada fría, les repetí de manera entusiasta. “Cervantes”.

“Sir Who?” me preguntó uno de ellos, haciéndose el gracioso. Sí, le respondí, entre contento y contrariado: Sir Vantes. Y resumimos la clase de dibujo a mano alzada.

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Horas después, al llegar a mi apartamento romano, me puse a buscar con sobresalto en mi edición Aguilar de Cervantes el soneto. Tuve que dar mis brincos a lo Rayuela entre capítulo y capítulo, eso sí, para eventualmente encontrarlo al principio del Libro Cuarto – el último de la novela, y leí varias veces el poema, ansioso de ver si de alguna manera me gustaba o me invitaba a leer más.  “Alma-ciudad de Roma, a ti me inclino”. Eran las palabras de un peregrino llegando a su anhelado santuario y cerrando seguramente la curiosa romería.

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La idea de ilustrar la novela no se me ocurrió enseguida, sino cuando hallé en los “capítulos romanos” del soneto y del final del libro una escena muy curiosa que se desarrollaba donde yo solía desayunarme muy a menudo en aquel tiempo, en el Bar dei Banchi Vecchi--- de los Antiguos Bancos. Pasan unas cosas muy importantes en la Calle que aun lleva ese nombre aquí en Roma, y los  dibujos y pinturas que con placer exhibo en estas páginas de El GOLEM, forman parte de una colección bastante más numerosa que ya he producido y que confirma una de las como sentencias con la cual se abre el telón de las aventuras que experimentan los peregrinos a su paso por Francia. Allí corrí con la novela marcada en esas páginas y con mi cuaderno de sketches en mano. Pero mi “misión” no iba a ser tan fácil.

Para apreciar la relevancia o urgencia que yo sentí en este proceso, debo hacer trampa y citar lo que escribe el propio autor de la novela cuando está por contarnos el episodio del Libro 3 sobre la esposa abusada que es lanzada de lo alto de una torre por un ex-marido celoso. Sucede en Francia, tal vez no lejos de Perpignan, donde transcurre el episodio anterior. Pero en una segunda o tercera lectura de este pasaje, me percaté que el autor abre el mismo con esta curiosa afirmación:  La Historia, la Poesía y la Pintura simbolizan entre sí y se parecen tanto, que cuando escribes historia, pintas, y cuando pintas, compones.

Una segunda y hasta tercera lectura de lo que lleva al loco de un tal Domicio a empujar a su “adorada” Claricia al vacío, tal vez no basten, pero lo que yo he aprendido es que este y tantos otros momentos visuales de los que ocurren en el camino a Roma, tienen mucho que ver que con lo que se escucha en las conversaciones de los varios peregrinos principales  un poco antes o después de esos puntos dramáticos de la historia. Imágenes de luz, imágenes de sonido. Son,  por decirlo en términos literarios, curiosos “puntos de fuga” donde el dibujo es una escritura, y  hacia donde convergen pasajes y capítulos anteriores y posteriores en el libro. La novela, en fin, funciona por sí sola como Rayuela, aunque con un contenido más sintonizado con la España de esos tiempos. Hay, una inteligencia que une todo el complicado urdimbre de la novela, que no parece estar, pero lo está. Y, en mi apreciación, quizá el propio autor en distintas épocas del largo tiempo que según las referencias históricas le tomó escribirlo, ni estaba consciente de todas esas líneas de convergencias, y de todos esos pespuntes que nosotros los lectores podemos gozar ahora.

Cuando comencé a darme cuenta de estas costuras o molduras que articulan la novela, se lo comenté a Ivo Domínguez, mi profesor de Tesis de Maestría de literatura española, en Delaware, y él me aseguró sin dejarme terminar de darle ejemplos: “Persiles y Sigismunda fue su obra maestra, Pepe. Cervantes mismo lo afirma en varios textos!”

*

Volviendo a mi proyecto de ilustrar una nueva edición de El Persiles, claro, eso de dibujar, a secas, balcones o escalinatas de una iglesia de la famosa Calle de los Bancos antes mencionada, no bastaba. ¿Dónde, en esas escalinatas o ventanas, estaban Auristela o Antonio el Bárbaro, Feliz Flora, los peregrinos que Cervantes nos cuenta que pasaron por allí una vez y dejaron al vecindario enloquecido? ¿Dónde estarían los Guardias Suizos del Pontífice que casi se llevan a Periandro a la cárcel de Tor di Nona por supuestamente robarle una cruz de diamantes a una tal Hipólita la Ferrarese, la galerista que vendía cuadros de Rafael y Miguel el Ángel allí en Los? En mi proceso de ilustración, ya el volver a esta calle con una o dos repasadas de los episodios que suceden en ese punto, comenzaron a abrir espacio donde el pintar se rozaba con el escribir y el escribir a su vez con el componer poéticamente. Las luces y las letras y la forma o el concepto, se juntaban.

Otro elemento que me ayudó mucho a mí a verle las poses y casi los ojos a mis personajes cervantinos fue su confrontación con Shakespeare!  Persiles es un príncipe escandinavo, curiosamente, como el  Príncipe Hamlet de Shakespeare; pero el noruego no tiene las dudas y el angst del danés. El amante de Sigismunda no cuestiona si vale la pena o no “to be or not to be”. Lo que sí los atormenta mucho a él y a su princesa/hermana/amante es el problema de los celos, pero hasta este difícil tema queda presentado de una manera muy distinta a la del mismo Shakespeare cuando pinta al celoso moro Otelo y a la inocente víctima Desdemona, sin otra salida de su laberinto que no sea la del asesinato. Para Cervantes, aunque los celos pueden ser como cuchillos mortales, también pueden ser espuelas para que crezca y prospere el amor de una manera literalmente divina. Yo creo que meditando estas diferencias y similitudes, la ilustración se hace más rica, más multidimensional.

La trama del libro no siendo nada lineal, haciéndole juego en este sentido a la sintaxis de su prosa, que coloca el sujeto de los verbos o los adjetivos y predicados de aquel en las más caprichosas relaciones : la ilustración, por ejemplo, de la escena donde el polaco Ortel Banedre les cuenta a los azorados peregrinos, en un cruce de caminos en España donde todos se sientan a conversar, cómo fue que mató en una calle solitaria de Toledo a un insolente joven llamado Duarte, y cuando él, o sea, el narrador y asesino,  corre a esconderse de los guardias de la justicia, va a parar al mismo aposento donde está acostada en su lecho, tapada por una especie de cubierta-tapiz, la madre del muchacho asesinado! El lenguaje que usa Cervantes, que usa Ortel,  para contarnos la situación absurda que vivió, da para un número de juegos de palabras y de equívocos que no solo sugieren que al introducirse el polaco debajo del tapiz de la señora, exactamente donde ella le indica que encontrará un hoyo... todo es sexual. De igual manera, cuando llega la guardia al aposento de esta tal Guiomar de Sosa, trayendo incluso el cadáver del hijo, la madre del muerto no se inmuta ni hace salir del “hoyo” al polaco.  En fin, la escena es larga y abundante en detalles, pero obviamente la psicología, comentario social, y los niveles de equívocos y de escondites que hay en el cuento, dan para un diseño muy pero muy interesante. 

Pero regreso al principio de la obra, donde Cervantes ya se vale de un humor muy “cachondo” y a la vez rico en suspenso para pintarnos la escena donde Periandro se salva de la fatalidad de ser la Reina de la raza mesiánica bárbara valiéndose de sus ricitos de oro, y de sus ojos que son dos soles, como se los ve al levantarle el velo el verdugo al trasvestido Persiles. La ceremonia macabra claramente no muy católica que digamos, tal como nos la pinta allí el autor, pero una lectura que a mí se me ocurre es que los amantes que han hecho su voto de castidad para casarse solo después de llegar a Roma, cuando se ven con sus roles sexuales invertidos a la fuerza, se enamoran aun más y de esa fuerza sacan la que necesitan para salvarse a sí mismos y a su voto religioso.

¿Qué diría la censura de la Inquisición del contenido del libro, en esta y otras escenas, y al conocer semejantes personajes de la fantasía de Cervantes?  No son pocos los episodios donde la novela nos trae a primer plano a la Santa Hermandad, criticando su autor de una manera sutil pero fuerte las injusticias que esas milicias católicas cometían con impunidad en esas épocas de la llamada Contrarreforma. Con igual aplomo Cervantes, recordando su acción en la Batalla de Lepanto contra los Turcos Otomanos y luego sus penurias en los llamados Baños de Argel, se atreve a analizar lo que los historiadores llaman hoy “el problema morisco”---que a mi parecer, igual que con los celos, y con el tema del sentido existencial de la vida, el entendía de manera muy castiza y diferente a la de Shakespeare, etc. Varios de mis dibujos ilustran escenas donde este grupo de tópicos es abordado de manera apasionada e inteligente en Las peripecias de Persiles y Sigismunda.

Para cerrar, y a propósito de ser la presente publicación de carácter literario, pudiera decir mucho, ya que no son pocos los tableaux de esta historia que dejan ver el manejo genial de la voz y de los planos narrativos que tanto han fascinado a los escritores, oyentes, y lectores de todas las épocas. La calidad sonora y el tejido o carpintería del vocabulario, sintaxis, y conjugación de verbos y de tiempos que nos narran y hacen pensar en esta romería son admirables. Y no es en vano el tiempo que un lector le dedique a desenmarañar su discurso – su Logos – para luego, de dicho esfuerzo, poder entender mejor lo que nos quiso historiar, pintar, y componer este viejo veterano de guerra cuando se encontraba ya “con el pie en el estribo” – citando esa bella frase del Romancero en el Prólogo. 

Animo, pues, al gentil lector de esta reseña en El Golem, a descubrir un nuevo mundo viejo en esta obra cumbre del autor del Quijote. Atrévete, nuevo lector, a llegar por ejemplo, en el Libro 3, hasta las maravillosas escenas de la tal viuda Ruperta que en vez de matar, como lo había jurado, al pobre pero bello hijo ---inocente—del asesino de su marido escocés, Lamberto, y se mete en el aposento del mozalbete para acuchillarlo, se enamora locamente de su desnuda figura.  Al verlo allí radiante como Endimión dormido ante la Luna, no solo lo perdona, sino que suelta el puñal y se le entrega como mujer. A pesar de lo esperpéntico de la situación, o quizás precisamente por ello, y por lo que recita la Ruperta con su cuchillo en la mano – Cervantes dice: “no sé como se supo que dijo Ruperta”--  el resultado es que el autor de EL PERSILES aquí se está metiendo a hacernos ver La decapitación de Holofernes de Caravaggio, pintada por esos mismos días del comienzo de los 1600, para cantar sobre otro tipo de heroína y de feminismo del Amor!

 

Lo que sucede en estas páginas, como en tantas otras de la novela, no es cosa ligera, y nos lleva como tantas otras escenas a preguntar qué relación guarda con el tema de la pareja central del libro. El destination wedding de los príncipes escandinavos Roma, su catolicismo, y su mensaje son tan complejos que para comprenderlos tal vez cabe decir, como dijo algún otro romero del conocimiento de Roma: No basta una vida.

José F. Grave de Peralta es un pintor y escritor que reside en Italia y se dedica en su obra a explorar temas de historia, mitología, literatura, y valga la aparente redundancia, la pintura y otras expresiones plásticas. Nació en Camagüey, Cuba, pero desde sus 10 años se mudó con su familia a Estados Unidos, cursando sus estudios de Filosofía y Letras Clásicas en St. John’s College, Maryland, y los de su Maestría en Literatura Española y Latinoamericana en la Universidad de Delaware. Como pintor y dibujante sus estudios mayormente autodidactas incluyen, un curso intensivo de pintura al óleo con Charles Vinson, de Arden, Delaware; dibujo de la figura humana en la Pennsylvania Academy of Fine Arts de Filadelfia; y la pintura al fresco florentina en el Instituto Spinelli. Ha sido profesor de Composición en la Facultad de Inglés de la Universidad de Miami, y posteriormente, de Dibujo a mano alzada en el Departamento de Arquitectura del mismo plantel académico. Su sitio web contiene tanto su CV como el listado de conferencias y exposiciones que ha hecho a lo largo de su carrera. Con importantes periodos de residencia en España, Puerto Rico, Venezuela, Paraguay, y Argentina, su perspectiva refleja muy intensamente sus varios vínculos con la cultura de estos países.  Es licenciado por el Ministerio de Bienes Culturales de Italia, donde reside actualmente, para conducir tours en Roma, Florencia, Nápoles, y otras ciudades. www.gravedeperalta.net

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por José F. Grave de Peralta.

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Comentarios: 12
  • #1

    TERESA FERNANDEZ SONEIRA (martes, 02 febrero 2021 12:44)

    Pepe es un gran artista además de ser muy culto y estar enamorado con las fábulas y los cuentos.
    Lo felicito por este trabajo que publica hoy el Golem.

  • #2

    Maria COPELLO (lunes, 08 febrero 2021 13:00)

    Felicitaciones PEPE. Atraves de la lectura puedo disfrutar de tu cultura y las ilustracioness
    Que ha publicado GOLEN.

  • #3

    Esther Maria Freyre (lunes, 08 febrero 2021 13:15)

    Muchas felicidades. Siempre estoy al tanto de tus logros y me deleita tu trabajo. Dios te siga bendiciendo ese talento que Él te dio y con el que le das gloria. Muchos cariños, primo.





  • #4

    Mary Don (lunes, 08 febrero 2021 15:10)

    Felicidades! Interesante lectura e ilustraciones!

  • #5

    Lourdes (lunes, 08 febrero 2021 16:09)

    Muy interesante el articulo. La ilustraciones magistrales como siempre.
    Carinos,
    Lourdes

  • #6

    Howard Meister (lunes, 08 febrero 2021 17:32)

    Wonderful, Jose. Congratulations!

  • #7

    Becky Rogers (martes, 09 febrero 2021 20:51)

    Beautiful! Congratulations!

  • #8

    Betty Baez (miércoles, 10 febrero 2021 15:19)

    Muchas felicidades Pepe por un gran trabajo!
    Eres un gran artista y un escritor excepcional!
    Que continúes con tus bellas obras y sueños.

  • #9

    Ignacio Martinez-Ybor (miércoles, 10 febrero 2021 16:49)

    Las ilustraciones están interesantes, elegantes y bellas. Felicidades, Pepe!

  • #10

    Eric Sallee (miércoles, 10 febrero 2021 21:04)

    I was here. Haven't read yet, but great drawings Jose!

  • #11

    Teresa (jueves, 11 febrero 2021 01:45)

    Maravilloso y minucioso trabajo lleno de horas de dedicación !!

  • #12

    Leonardo Gutiérrez Berdejo (jueves, 04 marzo 2021 05:31)

    Cuando esto pase
    Leonardo Gutiérrez Berdejo

    Cuando esto pase, creeré que fue una pesadilla
    que inundó de miedo mi remanso de paz,
    que arrastró los sueños que quería soñar y silenció
    los cantos que solía cantar.
    Cuando esto acabe, cabalgaré sobre nubes de ternura
    y nadaré entre olas de pasiones ciertas,
    anclaré mi nave en el viejo puerto de aventuras idas,
    dejaré mis sospechas a un lado
    y atizaré el fuego de emociones sentidas.
    Cuando el horror se marche, gastaré la fuerza que aún queda
    en vivir la vida de los sueños despiertos,
    pintaré penas y tristezas con el color del adiós,
    encenderé el fuego de la mañana para los dos,
    rociaré el aire con el aroma del café,
    llenaré las tazas adornadas con el verde del bosque,
    saborearé el trigo de la mañana y soñaremos
    con el sueño de los hijos querer ver.
    Cuando el espanto huya,
    zafaré lazos de sentimientos francos y dejaré que libres vuelen hacía ti;
    no importa si desnudos o con el olor de la inocencia,
    sin el apremio del reloj ni la ambición del otro
    ni con la tenaza de la vergüenza vil.
    Cuando el terror se esfume,
    huiré de las penumbras y andaré por calles de ventanas abiertas,
    buscaré refugio entre mis cobijas y diré palabras que ardan de pasión,
    las regaré con vino y pasaré mi mano por tu melosa piel,
    estrecharé las manos ajadas de mis lejanos amigos
    andaré los caminos que un día transitamos,
    buscaré la taberna y apoyaré mi codo en la mesa del rincón
    y celebraré con cerveza, pastel, y miel
    Cuando la nube gris se haya marchado
    y la noche del insomnio fallezca,
    Dejaré a un lado mis tristezas finitas y volveré a soñar con paraísos fugaces,
    estiraré mi brazo sin frenos ni temores y amansaré los risos de tu locura escondida,
    abrazaré el sol de las mañanas y arrullaré luceros en tu piel
    Cuando la noche fantasmal se haya ido
    haré un inventario de las cosas que aún quedan,
    hablaré de los mimos que se marchitaron y de los amigos que por siempre marcharon,
    abrazaré a los que insisten abanicar el aire de los días
    y merodear tiendas de vitrinas repletas de cosas vacías,
    Cuando el pavor se apague,
    espantaré mis fantasmas abismales;
    abrigaré frondosas fantasías y frotaré la piel que me cobija,
    pasearé mis días y arrullaré mis noches
    endulzaré tus labios y alargaré mi fe,
    avistaré al ángel de las tabernas que extienda vasos,
    y le preguntaré: ¿por qué?