Poesía de Michael Waters en traducción de Francés Simán

Karakul

 

 

 

Rumanía / 2015

 

 

 

 

 

En verano, las cigüeñas anidan en los postes de teléfono.

 

Sus crías asoman por los bordes redondos de paja,

 

Y a veces caen sobre el asfalto

 

Donde los gatos salvajes devoran sus huesos en un instante.

 

Los nidos permanecen vacíos todo el invierno, hasta que

 

Las cigüeñas regresan otra vez a los mismos nidos.

 

Este invierno, ISIS ha estado en los noticieros,

 

Pasándoles el cuchillo por la garganta a los periodistas,

 

Prendiéndole fuego a los soldados cubiertos de gasolina adentro de una jaula,

 

Arrojando estudiantes homosexuales desde los techos de las mezquitas,

 

Reduciendo a escombros los sitios históricos—

 

Mejor comenzar de nuevo con crueldad

 

Para que el mundo pueda ser purgado de su pasado.

 

Aquí, como en muchas partes del Este,

 

Todo hombre de cierta edad

 

Lleva un karakul de lana en invierno.

 

Los mejores sombreros se cosen con pieles

 

De fetos de cordero sacados del vientre,

 

Comprados por políticos para ostentar y agitar

 

Mientras marchan en los desfiles de la fiesta nacional.

 

Luego sigue la piel de los recién nacidos

 

Sacrificados cuando se deslizan desde la madre al prado.

 

Cada piel equivale a un sombrero.

 

Es la artesanía y el material,

 

La aguja de madera que teje infinitos

 

Mientras la bobina desenrolla el pelaje,

 

Su incomparable textura suave y líquida,

 

Con matices sutiles que van

 

Desde la cáscara de huevo hasta el negro noche del norte.

 

Eso distingue al karakul, pero aun así,

 

En el fondo de mi mente perviven

 

Los cadáveres arrugados, las madres

 

Que claman por sus crías, y los hombres

 

Que siguen perfeccionando su arte.

 

 

 

 

 

Vestido de novia

 

 

 

Ese Día de Brujas me puse tu vestido de novia,

 

nuestros hijos se asustaron y no nos hablaron durante días.

 

Me afeité las piernas hasta suavizarlas, alboroté cada hebra de mi pelo,

 

me puse lápiz labial, rímel y sombreado

 

me moví como una actriz joven en la pista de baile.

 

Nunca me había sentido tan sensual –

 

colegiala católica y puta de barrio.

 

En la cama, ataviados, sin terminar, fantaseábamos:

 

nos apretamos y fundimos, como mellizos separados que han sido negados.

 

Tú fuiste mi tímido novio. Amor, yo era tu novia.

 

 

 

 

 

El peine de mi padre

 

 

 

Cuando mi madre insistió

 

    Que tomara algo,

 

          Su peine de aluminio Life-Time de cinco pulgadas

 

 

 

Ya estaba en el bolsillo trasero de mi pantalón -

 

     El peine que lo vi usar

 

          Durante miles de mañanas

 

 

 

Para peinar su cabello hacia atrás

 

     Mientras esperaba mi turno

 

          Frente al espejo del baño.

 

 

 

Yo empuñaba un peine de plástico marca Ace, de 39 centavos,

 

     Con un poco de Brylcreem

 

          Para alisar mi cabello antes de la escuela,

 

 

 

Pero desde hace años uso su peine,

 

     Como él hacía bajo el chorro de agua gélida,

 

          Luego deslizaba por mi cuero cabelludo

 

 

 

Solo las púas más cortas

 

     De esa herramienta de vanidad y ética laboral

 

          En forma de guillotina.

 

 

 

Por favor, toma algo, dijo ella

 

     Mi padre, muerto hace tres días, pero

 

          Yo ya había tomado el único objeto

 

 

 

Que sabía que tocaría cada día

 

     En un imprevisto ritual

 

          Para peinar el dolor.

 

 

 

 

 

Magdalena

 

 

 

Donatello, 1453

 

 

 

La madera parece llorar,

 

El álamo blanco todavía vive.

 

El pelo suelto sujeta el vestido

 

Harapiento en la cintura y tiras rotas

 

Cubren las llagas de los muslos.

 

Junta las manos hacia la oración,

 

Aunque las palmas nunca se tocan.

 

Ojos cavernosos y labios resecos

 

Expresan su angustia—

 

Después de haber sido testigo de que su hombre

 

Saliera de la inmensa tumba

 

Solo para desvanecerse y dejarla atrás,

 

Ella sabe que su fe no necesita

 

Más profundidad, pero al igual que su carne

 

Debe petrificarse. Tú y yo

 

Vacilamos ante esta estatua de metro ochenta y ocho

 

Ignorados por la pecadora,

 

Nosotros, los que no importamos.

 

Su mirada no es al cielo, es al infinito,

 

Y si nos volteamos podremos vislumbrar

 

El mundo que seguirá existiendo

 

Cuando uno de nosotros se haya ido.

 

 

 

para Mihaela

 

 

 

 

 

Autorretrato con plátano

 

 

 

Cuando el profesor de artes plásticas
Asignó naturalezas muertas de un solo objeto,
Elegí el plátano por su forma y color,
Pero rápidamente el plátano
Pasó durante los días de mi dibujo,
De verde-virando-a-amarillo
A amarillo como una lila,
Al ámbar de la yema de huevo,
A trucha pecosa,
A derrame de petróleo,
Mientras lo mallugado del rabo ascendía,
Deformando el fruto,
Infiltrándose más allá de su pobre piel
En el ambiente apacible de adentro—
Mantel, tazón, muro de ladrillos blancos—
Mientras hacía bosquejos una y otra vez
La descomposición, la implacable podredumbre,
Hasta que cuarenta hojas de papel negro
Tapizaron las paredes de mi casa,
Cada bosquejo una tesis del rechazo consciente,
De todas las cosas del mundo y
A su vez todo lo que no son, cada una
Un espejo del fracaso, cada una
Mi velo, mi mortaja,
Mi nube oscura,
Cada una mi último
Borrador.

 

 

 

Traducción de Frances Simán

 

 

 

 

 

Frances Simán (Honduras, 1984). Es miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua. Fundadora de la editorial Los Amorosos y parte del consejo editorial de Cisne Negro en Honduras. Ha traducido varios libros de poesía entre ellos ¿Qué es poesía? de Lawrence Ferlinghetti, Exhausto en la cruz de Najwan Darwish, Algunos poemas fugitivos de Mihaela Moscaliuc y Poemas ascendentes de Michael Waters. Recibió el Premio Inca Garcilaso de la Vega 2023 por sus aportes a la traducción y edición en Honduras, y el Premio Equinoccial 2023, homenaje en el Festival de Poesía Paralelo Cero, Ecuador.

 

 

 

Semblanza proporcionada por Frances Simán

 

Fotografía de Fernando Andrade

 

 

Los libros de poesía de Michael Waters incluyen Pagan Sky: New & Selected Poems 2000-2025 (2026), Sinnerman (2023), Caw (2020), The Dean of Discipline (2018), Darling Vulgarity (2006, finalista del Premio del Libro del Los Angeles Times), y Parthenopi: New & Selected Poems (2001, finalista del Premio de Poesía Paterson). Es autor de un libro de ensayos, The Bicycle and the Soul (2024), y ha coeditado varias antologías, como Border Lines: Poems of Migration (2020) y Contemporary American Poetry (2006). También ha recibido becas de la Fundación Guggenheim, del Fondo Nacional para las Artes de Estados Unidos y de la Fundación Fulbright. Vive sin teléfono móvil en Ocean, Nueva Jersey.


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