Poesía de Carolina O. Fernáncez

Vía Láctea

 

 

 

No sé si alguna vez leerás estas quilcas

 

En el vendaval que las alberga

 

ellas siguen la banda sonora de la Vía Láctea

 

 

 

Escribo en la lengua que se impuso

 

preñada de las galantías propias de la lengua de mi madre

 

melodía en rumi viva de las bellas Cahuillaca* y Chaupiñamca*

 

melodía fina como dirían el Inca Garcilaso y Gamaliel

 

 

 

En piedra se escribe lo inconmensurable

 

para renombrar lo impuesto a las magnolias

 

 

 

Cahuillaca: Según el mito andino, fue una doncella que se lanzó al mar junto a su hijo para escapar del dios Cuniraya

 

Chaupiñamca: Divinidad femenina, contraparte del dios Pariaqaqa, que es considerada como la creadora de gente, tanto de hombres como de mujeres.    

 

 

 

 

 

Iskay*

 

 

 

Cuando me arrojé a las profundidades

 

del mar Pachacamac*

 

huyendo del hombre que arrojó con engaños

 

su semilla en mi boca

 

navegué con mi wawa* sobre una gigante ballena

 

que tragó mi alterado amor

 

 

 

De mis manos brotaron ríos

 

 

 

Cuando los rayos del sol prorrumpieron el último suspiro

 

fui arrojada al canal de la Mancha

 

a la pesadilla de la bestia de acero

 

Sentí que jamás volvería a ver el santuario de piedras

 

ni el bosque de mi juventud

 

 

 

Mi wawa y yo vimos barcos fantasmas

 

gente agonizante en tormentas progresivas

 

cuerpos crucificados que no fueron entregados a sus madres

 

Miles de golondrinas navegaron con el pecho vuelto añicos

 

 

 

Madre

 

¿mis hermanos vendrán a cenar esta noche?

 

 

 

Retomo los hilos de mi entraña cabellera

 

Mi wawa corazón avellana

 

me hace arrojar la rabia contenida

 

 

 

Todo se pone lúcumo

 

 

 

La nave en la inmensidad de la noche

 

Yo sin mis quillas rojas

 

 

 

Quilcas* anudan mis cabellos largos

 

 

 

La lluvia de relámpagos

 

escribe los versos

 

que yo no pude decir esa noche

 

 

 

Zarpamos

 

 

 

Iskay: Número dos.

 

Pachacamac: Dios andino, creador del espacio, del tiempo, de la naturaleza, del mundo y del universo.

 

Wawa: Bebé

 

 

 

 

 

Kimsa*

 

 

 

Nací en el sur

 

Soy hija de la hierba y el azar

 

el rugido de las olas

 

el viento y la vid

 

el rugido de la matria que mi cuerpo atesora

 

 

 

nací en el solsticio de invierno cuando nacen las ballenas

 

acompañada de estrellas de mar

 

conchas de abanico

 

y audaces caballitos de colores

 

 

 

Soy la palabra queda

 

la palabra nutria

 

la palabra amapola

 

Soy el respiro que se apaga y se empeña en fluir

 

Soy lluvia

 

                        destello

 

                                          tránsito

 

aire de algas danzarino

 

a quien nadie le cortará el pensamiento

 

 

 

Kimsa: Número tres

 

 

 

 

 

Soqta*

 

 

 

Dices      Hannah A.

 

El oro

 

carece de importancia

 

comparado con los monstros hierro

 

el carbón de fuego

 

el aire violeta del tabaco

 

la morfina

 

el coltán del corazón africano

 

o la metálica avestruz

 

 

 

Por cada centésima de onza en flamante muñeca

 

una tonelada de molles y hercampuris destruida

 

junto a niñas vizcachas

 

sagaces panteras y pájaros de fuego

 

 

 

Para algunos tiene efecto de conciencia

 

en aquello que llaman amor

 

 

 

El amor se subasta esta mañana

 

 

 

Pero ¿el amor se mide y se pesa

 

como se miden y pesan los quilates?

 

 

 

En mi pueblo cada ser se nutre bajo tierra

 

del lenguaje uterino

 

 al emerger las cabezas / el agua empieza

 

a brotar como una fuente

 

Y así nace el amor

 

 

 

Soqta: Número seis.     

 

 

 

 

 

Chunka*

 

 

 

Resurgí de un sipas pukyu*

 

fuente de la verdad que se alimenta

 

 

 

Disfruté el dulzor de las flores granada

 

admiré la perfección de la hormiga

 

su continuo andar siguiendo las líneas del cuásar

 

 

 

Todo cambió al descubrir la piedra desasida

 

 

 

Conmovido     Wayra* me elevó en sus brazos

 

viajamos entre la niebla y despertó el canto adormecido

 

convivimos entre las estrellas de mar

 

 

 

Aprendió mi corazón a beber musgo

 

la arena de las montañas

 

 

 

Hoy mi pecho ya no se rompe

 

ya no se quiebra

 

Mis cicatrices irrumpen

 

en la profundidad de los océanos

 

 

 

Chunka: número diez.

 

Pukyu: Manantial, ojo o boca de las aguas subterráneas.

 

Wayra: Viento.

 

 

 

 

 

Cuánta ilusión

 

 

 

Cuánta ilusión abrirse al runasimi*

 

cuánta arrogancia en las miradas traviesas de las nubes

 

cuánto misterio al descubrir el perianto

 

cuántos pétalos lanzados al cosmos de tu corazón

 

cuánto dolor al caerse la marea

 

cuánto aprender de los péndulos de arena

 

 

 

Todas las mañanas al abrir las ventanas y el silencio

 

me acerco a cada arbusto

 

recojo los pétalos marchitos

 

hablamos

 

canturreamos

 

 

 

Suelo observar tu crecimiento     crisantemo

 

suelo advertir tu hastío     azucena

 

suelo enderezar tu tallo     aunque gruñas     perejil

 

 

 

Contemplar esos tránsitos es sorprendente

 

hay que observarse a sí misma

 

 

 

Runasimi: Lengua quechua

 

 

 

 

 

Madre es

 

 

 

Madre es la raíz

 

                el río

 

                          la corola

 

 

 

Madre es viajar a Sangri-La a ver sus pupilxs

 

Madre es teorema

 

                         montaña

 

                                       inconmensurables laberintos

 

la palabra fuego

 

                          la palabra acongojada

 

 

 

     (¿dónde están…?

 

     ¿dónde están mis hijxs?)

 

 

 

Ella es mi madre

 

ternura

 

             grito

 

                      verso

 

                                 desgarro

 

llanto clavelino

 

 

 

un volcán     una alondra

 

un poderoso cactus 90

 

 

 

Madre es volar a su clase vespertina

 

volar a su hogar a ver a sus tres hijas

 

 

 

Hoy nuestros recorridos se tornan un canto a las vecinas

 

Cuando corro hacia el mar

 

ella flexiona los brazos respirando la dulzura de la abuela

 

Los recuerdos y sus pasos cansados dibujan un pitagórico camino

 

 

 

Madre

 

           voz rosal

 

                           en bosque espinoso

 

                                                            una sombra

 

                                                                                 un alud

 

                                        un tallo frágil

 

 

 

Flor de qantu* nacida en la pequeña ciudad

 

de las muchachas presuntuosas de mi país

 

un país que muchas veces marcha a la deriva

 

si no fuera por ellas

 

 

 

Qantu: Cantuta; arbusto cuyas flores rojas son consideradas como la “flor sagrada de los incas”.

 

 

 

Estos forman parte del libro Bordando quilcas, publicado por Hipatia ediciones, en el año 2023, Lima, Perú   

 

Carolina O. Fernández (Perú). Escribe poesía y ensayos. Ha publicado los poemarios Bordando quilcas (Hipatia Ediciones, 2023), que obtuvo una mención especial en el Premio Casa de las Américas 2022, en la categoría de poesía;  Rumikuna del mar (Hanan Harawi, 2021); No queremos cazar la noche (2019); A tientas (Vagón azul editores, 2016), finalista en el Premio Copé de Poesía 2015 y primer premio de los Viernes Literarios 2014; Un gato negro me hace un guiño (2005); entre otros. Su obra poética y sus ensayos han sido publicados en varias revistas y antologías. Es profesora e investigadora de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). En estos momentos tienen en prensa Aleteos & Vientos, un adelanto fue publicado en la plaquette Refugio de los vientos (Hanan Harawi, 2024).

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Carolina O. Fernández. 

 

 


Escribir comentario

Comentarios: 0