Poemas de Samuel Feijoo

 

TAPIZ DEL CIERVO Y EL CAN

 

 

 

Se refleja del ciervo confundido

 

la sombra, por los yelos del invierno,

 

asustada la luz del ojo tierno,

 

y ya rojizo todo el pie tejido.

 

 

 

En un bosque remoto, el perseguido

 

escucha el eco que del torvo cuerno

 

guía al furioso lebrel: el silbo alterno

 

de la muerte ganosa del herido.

 

 

 

Pardo ciervo, la mano que te hila

 

no ha revelado aún tu fiera suerte

 

con su arte tranquilo: el can delata;

 

 

 

cimbra tu imagen, en la azul pupila

 

que, junto al junco, fina te rescata

 

jadeante entre los hilos de la muerte.

 

 

 

 

 

ROSA

 

 

 

Nacida al verde prado sin escoria,

 

en los musgos de otoño recreada,

 

cimbra al augusto viento su labrada

 

faz de juego, de gema transitoria.

 

 

 

Funda en sus raudos libros la memoria:

 

corta concha de tinta consagrada,

 

absorta en pronta pira, que, extasiada,

 

festeja al iris vario su victoria.

 

 

 

Helada, el áureo duende la despierta

 

y desprende, en la lluvia misteriosa

 

de la belleza pura, a la hora incierta

 

 

 

donde el alba se atreve candorosa,

 

ajena aún a que la forma muerta

 

sume en el leve alud la paz del rosa

 

 

 

 

 

ROSA SECA

 

 

 

El siglo de la noche no devora

 

la ruina del rosal de breve grieta,

 

en su agua fluyendo hacia el violeta

 

haraposo, al cruel tiempo. No demora

 

 

 

su pétalo un instante: se colora

 

del pasmoso esplendor cuya secreta

 

lumbre final ofrenda, en su discreta

 

piedad, al ojo lento que atesora

 

 

 

el matiz que se tuerce en la escogida

 

gema que va a morir, y se concierta

 

serena, allí, en la extraña despedida.

 

 

 

En el bello reposo ignora, abierta

 

y seria, el dolor; y en su caída

 

consciente, al par, la poesía más cierta.

 

 

 

 

 

EL DESEO

 

 

 

Si condenado estoy a ser en muerte

 

fasto nefando y lívido gusano

 

¿he de pensar que el canto es sobrehumano

 

y que alguien gozará su cruz inerte

 

 

 

fija sobre el papel? Mi ser se vierte

 

en la página: es hoja de verano

 

que muestra luego, en su estación, el vano

 

color gris, perseguido. Así su suerte

 

 

 

ha de ofrecer al tiempo caminante.

 

Cercado siempre fue. Mas, fiel, ha sido

 

una palabra en flor y no bastante,

 

 

 

un ademán de fuego, un humo herido,

 

en el valle profundo el elfo errante:

 

pero una vida grande ha merecido.

 

 

 

 

 

LA HORA

 

 

 

Que me lleve a la muerte este tesoro

 

de añoranzas, distancias, muchedumbre

 

de antiguas horas, vagas, blanca lumbre

 

en las aguas, el norte, el mar que adoro

 

 

 

por soledad que piensa en sutil coro

 

de personales voces de costumbre

 

tranquila, no distingo como a cumbre

 

de vida deseada, que su oro

 

 

 

desborda y dona como cumplimiento

 

en su raudal de abiertos esplendores,

 

todo belleza, de la paz asiento.

 

 

 

Lo miro ya prisión de los amores,

 

fija la cruz del generoso acento,

 

al alba, que se tarda en los alcores

 

 

 

 

 

PAZ

 

 

 

Qué importa que ya viva o que ya muera

 

si mi ruina se extiende y como mago

 

la miro suave, sin sufrir estrago

 

de espanto de morir o de quimera

 

 

 

velada. De la yerta primavera

 

el cansancio decoro con mi halago

 

de íntimo arte. Rota, la rehago

 

fino, calmo, en la forma más ligera

 

 

 

de la vida que siente que es tenida

 

por la realeza de su nada llena:

 

¿qué importa ya, otra vez, perder la vida

 

 

 

si la gano en pureza, más serena

 

cuanto más firme cae su alma vencida

 

a sombra fiel, no descubierta pena?

 

 

 

 

 

VISIÓN

 

 

 

Te reverencio ya, victoria ajena,

 

regida en sombras por un mundo lento,

 

que de un dios mutilado en el acento

 

donas la sangre que al soñar serena.

 

 

 

Y porque puedes ser en la azucena

 

el hálito apacible, y el tormento

 

calmar del rostro en su morir sediento,

 

y dar olvido inmenso por la arena.

 

 

 

¡Ah, tú concibes la piedad, tú sola,

 

delicada visión! Tus nuevas vienen

 

del sol de la belleza que se inmola

 

 

 

en ti, tranquilo. Puras, nos sostienen

 

la luz, en sombra grave, la aureola

 

de cenicienta paz donde convienen.

 

 

 

 

 

LUZ DE HASTÍO

 

 

 

Si el hastío demora en los sentidos

 

el juego de las muertes, acechante,

 

y nos aduna a ser en la bastante

 

luz del cambio nuevos desconocidos,

 

 

 

es justo que sus iris repetidos

 

temamos y esquivado sea el semblante

 

de la mirada hueca, y al constante

 

edén de los amores, raro, ardidos

 

 

 

nuestros brazos se extiendan, y profundos

 

entremos de la llama a los veneros,

 

temblorosos reuniendo cauto mundo.

 

 

 

Genios de amor, de tiempos venideros,

 

derrotan la cruel flor cada segundo

 

y en nueva luz nos hilan prisioneros.

 

 

 

 

 

LA URNA

 

 

 

Si en el amor la soledad nos llama

 

el alma helada, entramos al sendero

 

donde, más espinoso, el duradero

 

cardo detiene su aguzada escama.

 

 

 

Si en suave paz, la soledad nos ama

 

y atrae a su frío imperio, el más ligero

 

soplo de fe se tuerce y verdadero

 

oye el rumor del río que derrama

 

 

 

sombra, la nieve, muerte impura, bruma

 

lenta, letal, que su serpiente inquieta

 

enrosca al pecho puro cuya pluma

 

 

 

de paloma oscurece. Y ya sujeta

 

la estéril soledad cuanto rezuma

 

la umbría e inmutable urna secreta.

 

 

 

 

 

Estos sonetos forman del libro Antología de la poesía cósmica y tanática de Samuel Feijóo (1914-92), publicado Frente de Afirmación Hispanista, A. C.

 

México 2003.

 

 

Escritor, pintor y artista cubano, Samuel Feijoo fue conocido por su poesía y su narrativa, así como por su trabajo como dibujante y pintor. Feijoo también destacó por su labor en la promoción de la cultura y de artistas jóvenes.

Feijoo recibió numerosos premios a lo largo de su carrera, entre los que habría que destacar el de Cultura Nacional en 1981, el Alejo Carpentier o, ya lejos del ámbito hispanoparlante, la Medalla del Mérito Cultural en Polonia, la de los 1300 años búlgara y la de la Liberación, entregada en Mongolia.

 

 

 

 

Fuente biográfica: Lecturalia

 

Fuente Fotográfica: Sr Q Corchea

 

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