Poesía de Víctor Rojas

Fenris de la Séptima

 

 

 

quisiera

 

que supieras

 

 

 

que esta noche fría en mi cama de cartón

 

cuento pulgas con ternura

 

 

 

pulgas

 

que antes eran de Fenris de la Séptima

 

un perro triste y escuálido

 

como el amanecer

 

 

 

nos topamos

 

una tarde en que

 

los dos andábamos

 

con el rabo entre las piernas

 

 

 

él sólo quería las migajas de la calle

 

y yo únicamente anhelaba

 

que tus palabras me alcanzaran

 

 

 

ni lo uno ni lo otro resultaba

 

le ofrecí

 

un pan petrificado en mi bolsillo

 

 

 

el perro agradecido meneó su cola

 

y me pidió que también lo bautizara

 

 

 

entonces recordé aquel lobo inmenso

 

a quien las deidades de la bruma nórdica

 

atraparon con una cadena invisible

 

forjada por enanos embriagados

 

 

 

Fenris el lobo que sólo permitía que un poeta

 

le diera la comida

 

 

 

ese nombre lo presté para mi perro

 

el apellido lo recibió

 

en honor al lugar de nuestro encuentro

 

 

 

juntos creamos las estrategias

 

de nuestras existencias

 

hicimos de la calle nuestro reino

 

conquistando a punta de colmillo

 

y maldiciones

 

 

 

Fenris de la Séptima era más alegre

 

no tenía recuerdos

 

ni fotos en la billetera

 

 

 

ahora he perdido la mitad del reino de asfalto

 

con la agonía de mi perro

 

bajo las llantas de un carro fantasma

 

 

 

heredé

 

sus pulgas por la fe de mi promesa

 

es cierto

 

 

 

y por el capricho de tus silencios

 

que me dieron la calle

 

y sus huecos como lugar de destierro

 

 

 

no maten las pulgas

 

sangre de nuestra sangre

 

dijo el cómico por la radio

 

 

 

y yo lo tomé en serio

 

y ahora las cuento con ternura

 

 

 

mientras

 

 

 

mis cabellos crecen entre lluvias

 

confundiendo

 

su color con los gases de los carros

 

 

 

en esta fría noche ya casi te olvido

 

más ahora cuando recuerdo que mi perro

 

Fenris de la Séptima

 

nunca mordió la mano de un poeta

 

 

 

 

 

Saur es elegido rey

 

 

 

no soy un perro

 

aunque haya mordido la mano

 

de la mujer que me ofreció su muslo

 

 

 

a pesar de mis días largos

 

olfateando

 

las calles de arriba abajo

 

 

 

ni siquiera cuando

 

les gruño a los mirones

 

que estiran sus lenguas de sapo

 

 

 

así

 

ahora vague

 

con el rabo entre las piernas

 

 

 

recordando

 

las noches en que leíamos leyendas

 

nórdicas

 

mientras tus senos

 

como espadas desnudas

 

apuntaban hacia el cielo raso

 

 

 

y tus palabras

 

llamaban a nuestro lecho el Mar del Norte

 

 

 

en las sábanas de azul transparente

 

navegaban tus cabellos negros

 

 

 

allá nuestros cuerpos son galeones vikingos

 

que asaltaron sin compasión

 

el puerto del delirio

 

 

 

ahora tengo el olfato pegado a los adoquines

 

 

 

ya no me causan ternura

 

tus mentiras de mediodía

 

que convencían a todos menos a la tía Lola

 

 

 

no tengo pecados

 

ni siquiera veniales

 

lo único que acataba era la ley de tu piel

 

aun así no me atrevo

 

a entrar al silencio de las iglesias

 

 

 

te recuerdo

 

y arranco tras los buses

 

como loco en fiesta callejera

 

 

 

la ciudad es mi habitación

 

tengo parques preferidos

 

que suplieron nuestra cama

 

 

 

no por ello soy un perro

 

ni siquiera un gozque escuálido

 

al que le hayan incrustado en la testa

 

la sabiduría de tres hombres

 

 

 

que haya aprendido

 

a ladrar dos palabras

 

y a pronunciar una tercera

 

 

 

y sido elegido por curtidos pescadores

 

rey del puerto noruego más importante

 

de los días paganos

 

 

 

aquella historia nórdica

 

que nunca alcanzamos a leer juntos

 

 

 

cuyo final sabrás

 

ahora que los celos alborotan mis nervios

 

 

 

y me incitan

 

 

 

como los súbditos del gozque lo incitaron

 

para que defendiera lo suyo

 

 

 

contra un lobo hambriento

 

que penetró en sus dominios

 

 

 

 

 

La venganza de Hallgerd

 

 

 

a la hora menos prevenida

 

aparecerás por la calle central de la ciudad

 

 

 

entre estertores de raudas sirenas

 

y los enanos

 

que llevan a cuestas las espadas del circo

 

 

 

entre escandalosos vendedores ambulantes

 

y sus hachas de cortar uñas

 

 

 

llegarás entre policías agazapados

 

detrás de sus bolillos convincentes

 

 

 

entre ladronzuelos al acecho

 

y sus dagas

 

ahogadas en la pretina del pantalón

 

 

 

al encontrarnos

 

inventaremos de nuevo la sonrisa

 

y le ofreceremos a nuestra cita

 

un abrazo en sacrificio

 

 

 

diremos que las sillas vacías

 

de la cafetería de enfrente nos esperan

 

 

 

pedirás té de Turquía

 

pero en leche de cabra

 

y mientras yo decido mi café amargo

 

te contaré

 

la historia de una venganza retardada

 

 

 

le sucedió a Gunnar

 

el guerrero de Lidarende

 

cuya cabeza fue puesta en precio

 

por culpa de los embustes de Hallgerd su mujer

 

 

 

una feral docena de perseguidores

 

lo atacó

 

cuando se hallaba escondido en su cabaña

 

 

 

Gunnar respondió con certeras flechas

 

hasta que uno de los enemigos lanzó el hacha

 

y le cortó la cuerda del temido arco

 

 

 

pronto el audaz guerrero le pidió a su mujer

 

que arrancara dos rizos de su larga cabellera

 

y con ellos hiciera de nuevo la cuerda

 

que mientras tuviera el arco entre las manos

 

nadie podría llevársele la vida

 

 

 

Hallgerd le mostró la mejilla derecha

 

y con furia chilló:

 

 

 

las hachas de tus enemigos son mi venganza

 

acuérdate de la cachetada

 

que me diste hace años

 

 

 

te gustará la historia y pensarás

 

que una palmada apenas si recordada

 

no daba para tanto

 

 

 

luego callarás

 

 

 

buscarás

 

en el silencio las palabras

 

 

 

que te ayuden a contarme

 

que desde hace un par de semanas

 

andas preocupada y sin apetito

 

porque aún no ha brotado

 

por entre tus piernas pálidas

 

el hilo de sangre tibia

 

 

Víctor Manuel Rojas Cárdenas, nació el 30 de agosto de 1953 en la ciudad de Bogotá, Colombia.

 

Es uno de los poetas, traductores y escritores latinoamericanos más celebrados en Suecia, país donde se radicó en calidad de refugiado político en el mes de mayo de 1984. Es en ese reino nórdico donde ha forjado su obra literaria después de haber aprendido el idioma sueco y trabajado en diferentes oficios.

 

La Universidad de Jönköping le concedió el grado de licenciado en Pedagogía Social. Dos años más tarde adquiere una maestría en literatura comparada otorgada por la Universidad de Gotemburgo. Durante un corto periodo trabajó como docente universitario, pero en el año 2002 fue nombrado Inspector de Libertad Vigilada en el Departamento de Asistencia Penitenciaria de Suecia, cargo que ejerció hasta el año 2021.

 

Víctor Rojas debutó como cuentista con el libro Los suicidas no van al cielo, en 1996. Al año siguiente publica su primer libro de poesía en edición bilingüe Poemas para un pájaro ciego. Un poemario donde afloran los sentimientos de la persecución política y el exilio. El poema XVI, conocido como Oración de un niño refugiado, ha sido traducido a más de quince idiomas y a menudo es leído en simposios sobre refugiados y desterrados.

 

Ese mismo año la ciudad de Jönköping le hace entrega del Premio Anual de la Cultura.  Al año siguiente la Federación de Escritores de Suecia le otorga el premio Klas de Vylder como escritor extranjero del año.

 

Víctor Rojas también ha hecho carrera como traductor de autores suecos al español. Por sus traducciones y por difundir la cultura sueca en el extranjero fue premiado por la Academia sueca en el año 2004. En la actualidad Víctor Rojas ejerce como director del Festival Internacional de Poesía del departamento de Jönköping: https://poesifest.se/. Por esa labor, de más de un lustro, la asamblea departamental de Jönköping lo condecoró con el premio anual del año 2021.

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Víctor Manuel Rojas Cardenas

 

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