El Golem de Rabino Judah Löw

El Golem

 

 

 

   En hebreo primitivo y en el medieval el término golem significaba "embrión", "masa informe", "materia informe". Más tarde fue usado para denominar la figura de hombre hecha de barro por manos humanas para un propósito determinado. De acuerdo con la leyenda popular judaica, se empleaba un ritual especial para infundirle vida: se colocaba una tabla inscrita con uno de los nombres de Dios, debajo de la lengua del golem o sobre su frente. El golem, entonces, obedecía automáticamente los mandatos de su amo, Entre sus atributos no contaba con la facultad de hablar ni de razonar. Se sostiene que numerosos personajes judíos del Medioevo crearon golems. Pero el más conocido de todos es el del famoso filósofo, sabio y místico, el gran Rabino Judah Löw (o Liwa) ben Bezalel, de Praga, nacido en 1512 y muerto en 1609. Conocido como el Maharal, apelativo que corresponde a las iniciales hebreas de su nombre, el Rabino Low creó el Golem, a quien llamó José, con el propósito especifico de desbaratar las maquinaciones malignas contra el pueblo judío. La manera en que el mágico rabino creó el Golem, asistido por dos discípulos (uno de ellos su yerno) aparece en detalle en el cuento El Golem del Rabino Judah Löw, que sigue.

 

   Cuando la razón de ser del Golem dejó de existir debido a un cambio en las circunstancias de la comunidad judaica, su creador, el Maharal, resolvió que debía ser destruido. En el cuento El Fin del Golem vemos cómo se procedió a su destrucción.

 

   Alrededor del Maharal se forjaron muchas leyendas durante el siglo XVIII y fue en ese período que se asociaron con su personalidad numerosos relatos sobre el Golem. Se dice que gran parte de la información legendaria fue escrita por el yerno del Rabino Löw, Rabino Yizhak Kohen, y que ésta fue preservada en pergamino durante trescientos años. Sin embargo, Frederic Thierberger, autoridad en cuanto concierne al Rabino Löw, pone en duda, en El Gran Rabino Löw de Praga la autenticidad histórica de aquel documento. Pues, si bien la obra demuestra conocimiento sobre los asuntos familiares del Maharal, por otra parte refleja ignorancia respecto de la situación de los judíos de Praga en aquella época. El emperador que figura como responsable del edicto que declaró falsas las acusaciones contra los judíos, es Rodolfo II; sin embargo, durante su reinado la situación de aquellos fue favorable, no registrándose en esos años ninguna acusación de asesinato ritual contra los judíos. Sean cuales fueran los hechos históricos, el Rabino Judah Löw, como eminente maestro y líder espiritual de la judería de Praga, será en la mente popular siempre más conocido como creador del Golem, personaje importante en las leyendas judaicas.

 

 

 

H. M. Nahmad

 

 

 

El Golem del Rabino Judah Löw

 

 

 

   El Rabino Judah Löw, hijo de Bezalel, fue el famoso rabino de Praga y Ab Bet Din* de la comunidad judaica de aquella ciudad. Gran sabio, era muy versado en materias de ley sagrada y era reconocido su saber en cuanto a literatura rabínica y al misticismo. Conocía, además, numerosas lenguas extranjeras. Durante la época del Rabino Judah, los judíos de Praga sufrieron por causa de diversos impedimentos y fueron acusados falsamente de practicar el llamado "asesinato ritual". Mucho preocupó esto al piadoso hijo de Bezalel, y oró a menudo solicitando la inspiración divina que le permitiese aliviar la suerte de su pueblo y refutar las calumniosas acusaciones que los clérigos locales lanzaban sobre ellos.

 

   Cierta noche el Rabino Judah Löw tuvo una visión y escuchó una voz que le ordenaba hacer una figura humana de barro para ayudar con ella a desbaratar las maquinaciones malignas tramadas en contra de su rebaño. Al amanecer llamó a su yerno y a su discípulo preferido para comunicarles el mandato que había recibido. Además les pidió su ayuda para llevar a cabo tan gran empresa. "Se necesitan cuatro elementos", dijo, "para crear el Golem: tierra, agua, fuego y aire. Yo poseo el poder del viento, mi yerno representa el fuego y mi discípulo preferido es símbolo del agua. Es asi como los tres juntos podremos llevar a cabo la obra". El rabino comprometió el silencio de sus dos compañeros y les pidió dedicar siete días para prepararse.

 

   Al término de la semana los tres hombres se encontraban listos. Cuatro horas después de medianoche se dirigieron a la ribera de un río en las afueras de la ciudad, donde encontraron una marguera. Con la arcilla maleable - el elemento tierra - hicieron la figura de un hombre de tres añas de alto. Luego le hicieron las facciones y los pies, y tendieron la figura de barro de espaldas sobre la tierra. Habiendo completado la primera parte de su labor, los tres hombres se pararon a los pies de la imagen. Entonces el Rabino Judah ordenó a su yerno que diera siete vueltas alrededor de ella, recitando una formula cabalística compuesta por él, el rabino. Tan pronto como el yerno hubo completado la séptima vuelta y recitado la fórmula de acuerdo con las instrucciones de su suegro, la figura de barro comenzó a resplandecer como carbón encendido; entonces el santo hombre ordenó a su discípulo que hiciera lo mismo, esto es, que caminara alrededor de la imagen siete veces, recitando otra fórmula. Al completar sus vueltas el discípulo, el calor de la figura disminuyó. La imagen comenzó a humedecerse y de ella escapó vapor. Al mismo tiempo le aparecieron uñas en las puntas de los dedos de sus manos y pies, y su cabeza se cubrió de cabellos. El rostro de la imagen de barro era el de un hombre de 30 años. Por último, el mismo Rabino Judah dio siete vueltas alrededor de la figura, y los tres hombres sabios recitaron el siguiente versículo:

 

"Entonces el Señor formó el hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente". (Génesis 2:7)

 

   Al recitar este pasaje de la escritura sagrada los ojos del Golem se abrieron y miraron maravillados y con temor reverencial al rabino y sus dos discípulos. El amo ordenó entonces al Golem que se incorporase. El hombre de arcilla se levantó de inmediato. Los tres vistieron al Golem con ropas y calzado que habían llevado, ropas que usaba el bedel de la sinagoga. El rabino dijo entonces las siguientes palabras a la imagen que él y sus compañeros habían creado:

 

"Has de saber, oh terrón de arcilla, que te hemos hecho de polvo para que protejas al pueblo de Israel de sus adversarios y le protejas contra las calumnias, los sufrimientos y la necesidad. Tu nombre en adelante será José y vivirás en el Bet Din que yo dirijo, y trabajarás como sirviente. Obedecerás todas mis órdenes y harás cuanto te ordene, y pasarás por fuego y por agua y te arrojarás desde lo alto de una torre".

 

 

 

El Golem inclinó la cabeza como asintiendo a las palabras del rabino, Se comportaba en todo como un ser humano. Aun cuando no poseía la facultad de hablar, podía oír y comprender cuanto se le decía. Cumplida la labor nocturna los tres hombres regresaron a casa del rabino, llevando el Golem con ellos.

 

   El Rabino Judah Löw guardó silencio sobre la extraña ceremonia, y para explicar en su hogar la presencia del Golem dijo que regresando del baño ritual, en la madrugada, había encontrado un mendigo y le había traído con él para que trabajase como sirviente en el aula donde estudiaban sus discípulos. Pero prohibió a todos los miembros de su familia que hicieran trabajar al extraño en labores domésticas, en la casa. Desde entonces el Golem se sentó en un rincón de la sala de clases, la cabeza apoyada en las manos. Permanecía inmóvil mientras su piadoso amo no le ordenara realizar alguna labor. Ni el fuego ni el agua podían dañar al Golem, ni espada alguna herirle. El rabino había nombrado José a su creación en recuerdo del José Shida mencionado en el Talmud, de quien se dice que era mitad humano y mitad demonio y que había cumplido muchos servicios para los rabinos.

 

   De acuerdo con la tradición, el rabino mágico había creado el Golem con el único propósito de ayudar a defender a los judíos de Praga contra las acusaciones de asesinato. El único trabajo que se les permitía hacer eran ciertas labores en la escuela.  

 

   El Golem cumplía la tarea para la cual había sido creado, de la siguiente manera: El amo tenía poder para hacer invisible al Golem, colgando a su cuello un talismán que tenía la forma de un amuleto inscrito en piel de ciervo. Esto hacía el rabino cuando no deseaba que se viera al Golem. Durante la semana anterior a Pascua el Golem tenía instrucciones de recorrer las calles de Praga y detener a cualesquiera que llevase un saco pesado para ver lo que éste contenía pues estos sacos a veces conducían un cadáver que el portador pretendía dejar caer en el barrio judío de la ciudad con el fin de que sus habitantes fuesen inculpados de asesinato. Si el saco contenía un cadáver, el Golem de inmediato ataba al hombre con una cuerda, entregándole después a las autoridades para que se le aplicase un castigo. De este modo cumplía el Golem los deberes que le imponía su amo.

 

 

 

El Golem y la pareja de novios

 

 

 

   Cuando el Rabino Judah era Ab Bet Din de Praga, dos florecientes mercaderes, socios en sus negocios, construyeron una espaciosa casa para habitarla conjuntamente ellos y sus respectivas familias. La esposa de uno de los mercaderes daba a luz hijos fuertes y sanos, mientras que la esposa del otro tenía hijos débiles y enfermizos, algunos de los cuales habían muerto. Esta última envidiaba a la otra y sus robustos hijos, Cuidó, sin embargo, de no delatar sus sentimientos y ocultó su dolor en el corazón. La comadrona que atendía los partos de ambas mujeres sabía la verdad y se juró que un día ayudaría a la infeliz mujer.

 

   La oportunidad se presentó un día en que las dos mujeres dieron a luz varones a la misma hora. La partera observó que el niño de una de ellas era más fuerte y sano que el hijo de la otra. Temiendo que el niño débil muriera, resolvió cambiar los niños, sustituyendo uno por el otro. Cumplió su plan durante la noche, mientras ambas familias comían. En consecuencia, cada madre amamantó al niño que imaginaba fuese el propio, sin darse cuenta de que estaba amamantando al hijo de la otra. Ambos niños crecieron; nadie sospechaba que aquellos quienes ellos llamaban respectivamente su padre y madre no eran en verdad sus padres. Con el tiempo murió la comadrona, llevándose su secreto a la tumba.

 

   Cuando los muchachos llegaron a la edad adulta, el padre de los hijos robustos decidió que era tiempo de casar a su hijo menor - en realidad, hijo de su vecino. Escogió como novia para su hijo a la hija de su socio. Los padres estuvieron de acuerdo y firmaron una promesa de matrimonio. Llegó el día del casamiento. El Rabino Judah, a quien se había invitado para que celebrase la ceremonia nupcial y bendijera la unión, de acuerdo con la costumbre tomó en sus manos un vaso de vino se dispuso a pronunciar la bendición. Se le cayó el vaso de la mano, rompiéndose en el suelo en mil pedazos. El rabino tomó otra copa de vino y ésta también cayó, quebrándose en el suelo. A los presentes en la ceremonia les sobrecogió el temor y el Rabino Judah empalideció y tembló. Tan extraño suceso parecía presagiar un mal.

 

   El Rabino Judah llamó entonces a José, el Golem, y le ordenó traer de inmediato más vino. José corrió rápidamente a la bodega del vino. Mientras cruzaba la habitación, los invitados le vieron asentir con la cabeza y hacer señas a alguna persona invisible. Al llegar a la bodega, José se detuvo y en vez de entrar a buscar más vino, se dirigió a la sala que servía de tribunal al Rabino Judah. Allí escribió apresuradamente algunas líneas en un pedazo de papel que luego pasó a su amo. Escalofríos y temor sobrecogieron al buen rabino cuando lo hubo leído. Sobre el papel estaba escrito: "El novio y la novia son hermano y hermana".

 

   José hizo entonces una seña a su amo, dándole a entender que tenía algo más que comunicarle. El rabino Judah se volvió a los invitados, manifestándoles que la ceremonia nupcial no se realizaría aquel día. Luego abandonó la sinagoga en compañía del Golem. Fuera del recinto se encontraron con el espíritu había revelado a José el secreto que respecto de la pareja de novios.

 

   El Rabino Judah estaba resuelto a llegar al fondo del asunto y revelar el misterio. Temprano al día siguiente, antes de las oraciones matinales, el rabino mágico ordenó que se levantase un tabique de madera en un rincón de la sinagoga, Cuando los miembros de la congregación llegaron para el servicio matinal, el Rabino Judah les pidió que se quedaran después de las oraciones. Terminado el servicio, él y sus dos jueces ayudantes, conservando sus chales de oración, se sentaron a una mesa. Se envió al bedel para que trajese a la pareja de novios y sus respectivos padres a la sinagoga. Cuando éstos hubieron llegado, el Rabino Löw ordenó al Golem, ante toda la congregación, que fuera al cementerio y convocara a la comadrona muerta. Dio a José un bastón para que golpease en la tumba de la mujer y la despertase de su sueño. La gente reunida allí enmudecía atemorizada, pero el rabino les calmó con palabras tranquilizadoras:

 

"No teman", les dijo, "tengan la seguridad de que ningún mal les acaecerá".

 

   Al cabo de un momento, José regresó y junto con devolver el bastón a su amo, hizo un gesto hacia el tabique como indicando que había cumplido las instrucciones del rabino, trayendo hasta allí el espíritu de la mujer muerta. Nuevamente un miedo terrible se apoderó de los presentes que permanecieron sentados, rígidos, como petrificados. De pronto escucharon al Rabino Judah que decía con voz clara y fuerte:

 

"Nosotros, corte de justicia terrenal, te ordenamos hablar y decirnos la verdad respecto de la novia y del novio y del por qué son hermana y hermano".

 

   El espíritu de la comadrona muerta comenzó a relatar lo sucedido cuando nacieron los dos niños. La congregación podía oír la voz que venía del otro lado del tabique, pero solamente los jueces, la pareja de novios y los padres de ambos podían distinguir las palabras. La muerta confesó que durante los años pasados desde que dejara este mundo, su espíritu no había encontrado paz debido a lo que había hecho. Sólo la gran religiosidad del Rabino Judah había hecho posible que ella impidiese el casamiento y reparara así el mal que había cometido. Habiendo hablado de este modo, la muerta irrumpió en llanto y los presentes lloraron con ella.

 

   El Rabino Judah consultó con sus ayudantes respecto de la sentencia que debían dictar. Por último, se dictaminó que la comadrona muerta debería pedir perdón a la pareja y a sus padres. Llorando a gritos el espíritu de la muerta obedeció, después de lo cual le fue permitido partir en paz. Debido a que los novios eran en realidad hermanos, se les prohibió casarse. Y así, mediante esta milagrosa intervención, se evitó una unión pecaminosa.

 

 

 

De por que el rollo cayó al suelo

 

 

 

    José el Golem resultó ser útil a su amo y a la comunidad, de diferentes maneras. Como, por ejemplo, cuando ayudó al Rabino Judah en relación con un inquietante incidente que ocurrió en el Día del Perdón, en la Gran Sinagoga de Praga.

 

   Durante el servicio de la tarde uno de los fieles, llamado para levantar el Rollo de la Ley después de darse lectura a la parte correspondiente, lo dejó caer de sus manos. Esto causó mucha preocupación al Maharal, pues se había cometido un pecado que tendría que ser expiado. Declaró de inmediato que todos los presentes deberían ayunar un día entero antes del advenimiento de Sucot (Fiesta de las Cabañas). Sin embargo, no desapareció la preocupación del rabino por lo sucedido. Mientras más pensaba en ello, mejor comprendía que hechos como éste no sucedían sin una buena razón. Resolvió investigar el asunto.

 

   En el día de ayuno el Rabino Löw oró con fervor, rogando obtener una respuesta en el sueño. Su oración fue escuchaba y esa noche soñó que oía un embrollo de palabras cuyo sentido no captó. Al despertar recordó las palabras y notó que todas ellas sumaban quince letras. Escribió cada una en un pedazo de papel y luego llamó a José y le ordenó mezclar los trozos de papel y ponerlos en orden después sobre la mesa.

 

   José cumplió las instrucciones de su amo, colocando los quince trozos de papel, uno al lado del otro, sin prestar mucha atención a lo que estaba escrito en ellos. Las letras ordenadas de este modo no formaron palabras conocidas. Después de estudiar los papeles un momento, el rabino vio que éstos formaban las iniciales de un versículo de la Biblia que estaba comprendido en la lectura de la Torah en el Día del Perdón. Este versículo se refería a la santidad de la vida matrimonial y al pecado del adulterio.

 

   Llamó entonces el Maharal al hombre que había dejado caer el Rollo de la Ley y le exigió que confesase tener relaciones con la mujer de otro hombre. Su pecado había determinado el suceso de aquel día. El hombre comprendió que era inútil negar su culpa y habiendo confesado, sufrió la penitencia que se le impuso. Y de acuerdo con la Ley, también fue castigada la mujer que había tenido relaciones con él.

 

 

 

El fin de el Golem

 

   Por último, el emperador publicó un edicto declarando que la llamada acusación de asesinato ritual era falsa y sin fundamento. En virtud de ello, las autoridades prohibieron toda acusación contra los judíos de Praga.

 

En consideración a esta ley, el Rabino Judah Löw resolvió que era tiempo de destruir el Golem puesto que ya no existía su principal razón de ser. Habiende tomado esta decisión, el Maharal comunicó su propósito a sus dos discípulos. Luego ordené al Golem no dormir aquella noche en la sala del tribunal sino en el desván de la Gran Sinagoga. El Golem cumplió las instrucciones.

 

   Aproximadamente a las dos de la mañana el rebino y sus dos discípulos subieron al desván y se detuvieron frente al lecho del Golem que dormía, El Rabino Judah ordenó a los discípulos dar vueltas alrededor del Golem siete veces, pero en sentido inverso. Al cumplirse la séptima vuelta, el Golem volvió a su estado original: un trozo de arcilla inanimado. El Maharal le privó de sus ropas y le envolvió en dos viejos chales de oración. Luego los tres hombres levantaron la pesada masa de tierra y la escondieron entre los numerosos libros amontonados en el desván. La ropa y el lecho fueron más tarde quemados en secreto.

 

   Al día siguiente se corrió la voz de que el Golem había desaparecido, presumiéndose que José había huido. Dos semanas después, el Rebino Low emitió la orden de que nadie debía subir, por motivo alguno, al desván de la sinagoga. En general la orden del rabino se interpretó como una precaución contra el riesgo de incendio. Sólo poquísimas personas supieron la verdadera razón.

 

   Se dice que el Maharal relató muchas historias con respecto a la creación del Golem. Una es que cuando estaba por soplar el hálito vital en la figura de arcilla, dos espíritus se manifestaron al amo: los demonios José y Jonatán, ambos llamados Shida. El escogió el nombre del primero, pues José había prestado muchos servicios a los rabinos talmúdicos. El Golem del Maharal tenía muchas limitaciones: no tenía la facultad de hablar, carecía de alma, por supuesto, y sólo poseía poderes limitados discernimiento. La sabiduría y la verdadera inteligencia estaban fuera de su alcance. Se decía que en Shabat, y aun cuando no poseía alma, había algo diferente en el aspecto del Golem: su rostro lucía más impresionante que en los días de semana, y más amistoso.

 

   También se decía que todos los viernes, antes del crepúsculo, el Rabino Löw tenía la costumbre de quitar de debajo la lengua del Golem la tableta donde había inscrito el Nombre Inefable, pues temía que el Shabat hiciese inmortal al Golem, induciendo a los hombres a venerarla como a un dios. El Golem no era ni bueno ni malo; cualquiera de sus acciones las cumplía por compulsión. Algunos dicen que obedecía por temor a ser convertido en polvo nuevamente. Una vez que el Golem recibía instrucciones de su amo para cumplir una labor determinada, nada podía impedirle llevarla a cabo.

 

 

 

Traducción del inglés de Militza Marinkovic

 

 

 

Esta leyenda fue tomada de la revista Herencia Judía, (edición en castellano), número 10, tercer trimestre, publicada por B´NAI B´RITH, en Santiago, Chile 1970.

 

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