Narrativa china: cuentos de Afanti

 

Afanti es un personaje de la literatura china que originalmente apareció en Asia Central aproximadamente en el siglo XIII. Afanti puede aparecer como mendigo, cortesano, doctor, juez, siervo o un loco. Es un personaje atemporal, lúdico y sabio. Los cuentos de Afanti que el Golem Revista Literaria comparte a sus lectores, son de carácter anónimo.  

 

El caballo que voló al cielo

 

   Un día, el rey pidió ayuda a Afanti, comunicándole sus viejos anhelos:

   -Afanti – le dijo -, desde hace mucho tiempo abrigo el deseo de volar hacia el cielo para recorrer todo el mundo. Así podré enriquecer mis conocimientos. Quisiera contemplar las montañas y los ríos, las ciudades y aldeas, los bosques y las estepas del universo entero. ¿conoces algún método extraordinario para ayudarme a materializar este anhelo?

   -Sé que existe un método, Majestad – respondió Afanti con voz segura.

   -Decididamente, eres un hombre inteligente – dijo el rey sin poder contener la emoción.

   -Dime, ¿cuál es ese método extraordinario.

   Afanti, que no cabía en sí de la alegría, dijo al rey:

   -Subir al cielo será una cosa fácil, a condición de que Su Majestad tenga paciencia. Si me da un caballo, iré cabalgando sobre él a la cumbre de una alta y lejana montaña, en busca de una hierba prodigiosa. Si el caballo come de esta hierba, sin duda brotarán alas de su cuerpo. Entonces, al cabalgarlo, Su Majestad podrá recorre las más altas e ignotas regiones. Sim embargo – prosiguió Afanti -, para alcanzar la cumbre de la montaña donde crece la hierba mágica y luego retornar, se requiere un año.

   -¡Oh Afanti!, si existe esa posibilidad estoy dispuesto a esperar no sólo un año, sino hasta tres si es necesario.      

   Diciendo esto, el rey, lleno de gozo, dio inmediatamente a Afanti una bolsa de oro y plata como recompensa, y ordenó a su guardia que le entregara el caballo.

   Muy ufano, montado sobre el caballo del rey, Afanti salió del palacio. Dio unos latigazos a la bestia y se dirigió a su casa, a la que no tardó mucho tiempo en llegar. Al encontrar a su esposa en su casa, le ordeno:

   -¡Traerme enseguida el cuchillo para cortar la carne!

   Y en medio del asombro de su mujer, Afanti exclamo con gran regocijo:

   -¡Podemos comer carne!

   Cuando su esposa se acercó a su lado. Afanti le contó lo ocurrido. Ella al escucharle, se entristeció. Y sintiéndose embargada por el temor, dijo con inquietud a su marido:

   -¿No temes que pueda ocurrirnos una desgracia si actúas de ese modo?

   Afanti la tranquilizó diciéndole:

   -Si en una sociedad como ésta, nos dejamos llevar por el temor a las desgracias, la gente como nosotros jamás tendría la ocasión de comer carne.

   Y apenas hubo terminada de decir estas palabras, Afanti mató al caballo.

   El tiempo transcurrió y, cuando se aproximaba el plazo indicado, Afanti fue al palacio imperial. El rey, muy sonriente, le recibió con estas palabras:

   -Afanti, sólo faltan tres días para cumplirse un año. ¿Le han salido alas a mi caballo?

  Con gran seguridad, Afanti respondió:

   .-Majestad, a su caballo le han crecido las alas.

   -¡Muy bien! ¿Magnifico! – exclamo el rey con gran euforia, levantándose del trono -. ¿Por qué no me lo has traído hoy?

   -Se lo he traído, Majestad – dijo Afanti con afligida voz -, pero en mitad del camino, su caballo comenzó a agitar las alas y, levantando las cuatro patas, voló hasta el cielo.

   El rey, al oírlo, abrió desmesuradamente los ojos y empezó a temblar. Desplomándose del trono, cayó al suelo y se desmayó.

 

 

El cazador

 

   Alguien consultó a Afanti:

   -Desde hace años he venido practicando la cacería, sin embargo, no entiendo por qué los cazadores mantienen un ojo abierto y otro cerrado mientras apuntan y disparan.

   -También tú tienes que hacer lo mismo – respondió Afanti -, pues si cierras los dos ojos no verás nada.

 

 

Prédica y acción

 

   El muftí preguntó a Afanti:

   -¿Por qué la gente me halaga y elogia en mi presencia, mientras a mis espaldas se burla de mí y me injuria?

   -¡Cómo! – exclamó Afanti -. ¿Su excelencia no lo entiende?

   - No lo sé, no lo sé – respondió el muftí moviendo dubitativamente la cabeza.

   -Pues entonces, debo decírselo – replicó Afanti con ironía -. Porque Su Excelencia habla de una manera y actúa de otra. De allí que la gente no tenga otro remedio que cantarle loas en su presencia y maldecirle a sus espaldas.

 

 

Lobos imaginarios

 

   Un viejo pastor se dirigió a Afanti en estos términos:

   -He llevado a pastar innumerables rebaños de ovejas, muchas de las cuales han sido devoradas por lobos. ¿Podría usted decirme si en el mundo existen lobos que no se alimenten de ovejas?

   -Claro que existen.

   -¿Qué tipos de lobos son esos?

   -Los que existen sólo en su imaginación.

 

 

Los peces subirán a los árboles

 

   Un grupo de “sabios” estaban discutiendo una cuestión muy importante: ¿cómo salvar a los peces en caso de que el río llegara a incendiarse? La discusión duró cinco días y noches sin arribar a ninguna conclusión. Entonces enviaron a uno de los más “doctos” a pedir consejo a Afanti.

   Después de enterarse del motivo de su visita, Afanti le dijo en tono sarcástico:

   -¡No se preocupe, amigo mío! El día que el río llegue a incendiarse, los peces subirán a los árboles.

 

 

Atrapado en su propia trampa

 

   Afanti trataba con la mejor voluntad las enfermedades de sus paisanos. Pero un rico de la aldea siempre intentaba crearle obstáculos.

   Un día vino a verle apresuradamente y, medio de afectados quejidos, le dijo:

   -Anoche cuando dormía profundamente, un ratón entró en mi boca, deslizándose hasta el estómago. ¿Cómo puedo aplacar estos dolores?

   -Es muy fácil – le indicó Afanti -. Vaya a capturar un gato y tráguelo vivo a fin de que éste haga lo mismo con el ratón que entró a su estómago.

 

 

Redactado por Zhao Shijie

 

Estos cuentos fueron tomados del libro Cuentos de Afanti, impreso en la República Popular de China, por Ediciones Lenguas Extranjeras en 1986. 

Imagen tomada del libro del libro Cuentos de Afanti, impreso en la República Popular de China, por Ediciones Lenguas Extranjeras en 1986. 

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