Poema de Lord Byron

Las islas de Grecia

 

¡Las islas de Grecia! ¡las islas de Grecia!

     ¡do ardiente amó Safo y ardiente cantó,

do creció la guerra, do la paz se aprecia,

     do elevóse Delos y Febo surgió!

Eterno verano las dora aun por doquier,

mas, salvo el sol, todo parece yacer.

 

La musa de Scios, la musa de Teos,

     el arpa del héroe y el dulce laúd

hallaron la gloria tras los mares egeos;

     sólo están sus lares en muda quietud

a cantos que el eco dio más difusión

que vuestros abuelos, “Islas de la Unción”.

 

Tus montañas miran sobre Maratón –

     y Maratón mira derecho hacia el mar;

y allí, tras una hora de inmensa emoción,

     soñé que la Grecia libre puede estar.

Pisando la tumba del pérsico bravo,

no pude sentirme yo mismo esclavo.

 

¡Un rey se ha sentado en la ceja del risco

     que ve a Salamina, brotada del mar;

barcos a millares se forman en disco,

y hombres en naciones – que él puede mandar!

Seremos contólos al romper el día –

mas cuando el sol púsose, a nadie veía.

 

¿Y a dónde se han ido? Y tú, patria mía,

     (¡playas silenciosas!) ¿en dónde ya estás?

¡del peón heroico cesó la armonía -,

     el heroico pecho no late ya más!

y tú, lira de oro, por siglos divina,

     ¿qué debiera pulsarte mi tanto mezquina?

 

Hay algo en la merma de gloria, aun en raza

     con grillos sujeta, que obliga a sentir

bochorno patriótico que el alma amenaza;

     aun cantando, al rostro siente venir.

¡Qué, aquí, del poeta perdura el vigor?

     Vergüenza a los griegos – a Grecia, dolor.

 

¿Por mejores días llorar sólo es bueno?

     ¿Sólo avergonzarnos? Sangraron aquí

nuestros padres. ¡Tierra, devuelva tu seno

     un resto de Esparta, caídos ahí!

¡De aquellos trescientos, otórganos tres,

Y afirma que nuevas Termópilas ves!   

 

¿Aún sigue el silencio? ¿y aun todo calla?

     ¡Ah, no! – de los muertos empiezo a escuchar

voces, cual distantes torrentes que estallan,

     gritando de lejos: - “¡Haced levantar

un solo valiente – e iremos, hermanos!”

Los vivos tan sólo mudos y vanos.

 

Inútil, - en balde tus cantos acordas,

     ¡derrama esa copa de saurio licor!

¡Deja las batallas para turcas hordas

     y vierte la sangre del vino mejor!

Mirad el innoble reclamo fatal

se yergue y responde procaz bacanal.

 

Aun tenéis ahora las pírricas danzas, -

     mas ¿dó la falange de Pirra marchó?

De aquestas dos artes, ¿por cuáles andanzas

     la más noble y fuerte lección se olvidó?

Debéis vuestras letras de Cadmo al buril;

¿pensáis que las hizo para un pueblo vil?

 

¡Llenemos la crátera de vino de Samos!

     En temas cual éstos ya no hay que pensar…

Y, como Anacreonte, bebamos, bebamos,

     que fue aqueste vino quien le hizo cantar

y fue esclavo, cierto; - mas sirvió a un tirano,

al griego Polícrates: en suma, a un hermano.

 

     Fue del Quersoneso también un tirano

el más grande amigo de la libertad:

¡Milciades llamábase aquel ciudadano!

¡Déspotas como ese tuviera esta edad!

Bajo sus cadenas, feliz era el yugo,

¡si otro igual nos diera cual ese verdugo!

 

¡Llenemos la crátera de vino de Samos!

     de Suli en la roca y armas de Praga,

resto de la estirpe que necesitamos,

     de dóricas madres la prole se alarga;

acaso allí quede simiente caída

con sangre, en las venas, de reza heraclida.

 

No esperéis, de francos, el puño que libra –

     un rey tienen ellos, que compra y que vende.

En nativos sables y nativa fibra

     la única esperanza del valor esplende.

 

Mas la fuerza turca y el latino dolo

vuestro escudo, aunque ancho, rompiéndolo solo.

……………………………………………………..

Ponedme en el tajo marmóreo de Sunio,

     donde sólo estemos las dos y yo

para rumorearnos el mutuo infortunio:

     allí seré un cisne que al cantar murió.

Una tierra esclava no es mi patria. ¡Vamos,

estrellad la crátera de vino de Samos!

 

 

Traducción de Balbino Dávalos. Musas de Albión y otros congéneres, p.p. 44-47

 

Este poema se tomó del libro Antología Literaria, publicada por Editorial Esfinge, en 1955, México.

 

   George Gordon Byron, más conocido como Lord Byron, nació en Londres el 22 de enero de 1788, y falleció en Missolonghi, Grecia, el 19 de abril de 1824. Hijo del Capitán John Byron y de Catherine Gordon, se crió en un ambiente pobre en Aberdeen hasta heredar el título y las propiedades de su tío, tras lo que se trasladó a Dulwich, Harrow, y Cambridge, donde comenzó a granjearse mala fama debido a su comportamiento escandaloso y sus numerosas deudas. Se casó con Anne Isabella Milbanke, con quien tuvo una hija (Ada Lovelace, considerada la primera programadora informática de la historia debido a su colaboración con Charles Babbage) y de quien se separaría más tarde. Conforme sus deudas aumentaban y circulaban rumores sobre su bisexualidad y sobre una relación incestuosa entre él y su hermanastra, Augusta Leigh, Byron abandonó Inglaterra, a la que nunca regresaría.  Se instaló en Génova, con el poeta Percy Shelley y su esposa, Mary Shelley, y con Claire Clairmont, que se convertiría en su amante y la madre de su hija Allegra. Tras viajar por Italia, donde había servido como líder regional de los Carbonari en su batalla contra Austria, Byron decidió que era más importante la acción que la escritura, y armó una pequeña brigada con la intención de auxiliar a los griegos en su lucha contra los turcos otomanos. Sin embargo, antes de poder iniciar su misión contrajo unas fiebres que acabaron con su vida.

A pesar de las numerosas críticas recibidas por su comportamiento “amoral” en vida, Byron fue uno de los poetas más influyentes de su época, y es considerado el mayor representante del Romanticismo inglés.

 

Fuente biográfica: Lecturalia

 

 Retratado en traje de albanés en un óleo de Thomas Phillips (National Portrait Gallery, 1835; versión reducida de un original de 1814, conservado en la embajada británica en Atenas)

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