Poesía de Demetria Martínez

 

1. Cruzar

 

 

 

 

 

(En 1933, durante el boicot nazi a los

 

negocios judíos, la abuela del teólogo

 

Dietrich Bonhoeffer cruzó la línea para

 

comprarle fresas a un tendero judío.)

 

 

 

 

 

Fresas

 

después de la cena

 

esta noche

 

con crema.

 

Como la primera madre

 

elegí

 

el fruto prohibido,

 

arriesgándolo todo.

 

 

 

Aquí no es el paraíso.

 

El padre blanco,

 

enfurecido, enciende

 

el piloto, separa

 

las ovejas de las cabras,

 

dentro de poco

 

oscuras nubes de ceniza

 

flotarán

 

sobre Alemania.

 

 

 

Pero esta noche,

 

fresas.

 

 

 

 

 

(Página 113)

 

 

 

 

 

2. La historia de Orlando/La guerra persiste

 

 

 

Cuando llegué a San Salvador

 

los vecinos ya habían recogido los cuerpos

 

de mi madre y mi hermana,

 

los escuadrones de la muerte pintaron siluetas

 

donde ellas habían caído.

 

Yo sabía que si iba al funeral

 

los soldados iban a encontrarme y a matarme,

 

mi abuela me dijo

 

vete al norte.

 

 

 

He tenido una pesadilla

 

que comenzó después de que crucé la frontera,

 

anoche sucedió otra vez.

 

 

 

Una mujer ante una máquina de coser

 

una muchacha en una cama

 

hay cuervos que vuelan a través de las ventanas

 

oscureciendo el cuarto

 

la mujer los golpea con una escoba

 

pero los pájaros son proyectiles

 

mi madre y mi hermana

 

bocas y pechos enrojecidos

 

en círculos de sangre

 

muertas.

 

 

 

 

 

(Página 121)

 

 

 

 

 

3. Quédate quieto, corazón mío

 

 

 

Quédate quieto, corazón mío. Él no te escucha.

 

 

 

Quédate quieto, corazón. Las mujeres riegan la tierra

 

con lágrimas: lodo en el que caemos.

 

 

 

Quédate quieto, míralo dormir. Inocente

 

pero al mismo tiempo herido; él, a su vez, te hiere.

 

 

 

Quédate quieto, pero deja su cama antes del amanecer.

 

 

 

Porque aquella que espera sola la mañana

 

verá su propio rostro en la luz.

 

 

 

Y aquella que ama la luz

 

ama las sombras que pueblan la tierra

 

mientras se mueve.

 

 

 

Quédate quieto, corazón mío. Duerme con mis palabras.

 

 

 

 

 

Adaptación de “Quédate quieto, corazón mío,”

 

de Gibrán Jalil Gibrán

 

 

 

 

 

(Página 140)

 

 

 

De Breathing between the Lines. Poems.  Tucson: U of Arizona P, 1997.

 

 

 

 

 

4. Noche

 

 

 

Ya que no podemos estar juntos

 

habitamos los seis tonos del vietnamita

 

donde nadie puede entendernos

 

con excepción de aquellos que hablan

 

en lenguas y en el idioma de los pájaros

 

 

 

Ya que no podemos estar juntos

 

hervimos las raíces de cables telefónicos

 

arrancados de los oscuros suelos del sueño

 

mantenemos los negativos contra la luz

 

en casas donde las ventanas

 

son ojos amarillos, nuestra electricidad

 

pirateada del alumbrado público

 

y de zanjas inundadas

 

 

 

Tantos años desde ese sí del clic

 

de los palillos chinos, tantos años que puedo contarlos

 

en guerras ilegales de los EU, días de fiesta

 

[de los indios pueblo

 

pabilos ahogados en cera roja

 

 

 

Estos son los guiones

 

arruinados de lo que pudo

 

haber sido una vida ordinaria

 

 

 

Estos son los monumentos

 

 

 

el derecho a permanecer

 

 

 

respirando entre líneas

 

 

 

 

 

(Página 7)

 

 

 

 

 

5. Hablamos sobre el español

 

 

 

 

 

No en español

 

soñamos con diccionarios

 

adelgazamos la sangre

 

casándonos con blancos

 

Increíblemente deliciosos frijoles negros

 

¿Y qué?

 

Una política terriblemente buena

 

¿Y qué?

 

Oh ha habido ocasiones

 

como aquella en los naranjales

 

en las afueras de Phoenix

 

mi trabajo era llenar tablas

 

preguntarles a las guatemaltecas

 

cuándo habían tenido su último período

 

y cosas así mientras se formaban

 

cerca del remolque para ver a un doctor

 

 

 

Y aquella noche en el campus

 

de la Universidad de Harvard

 

un soldado-poeta

 

de Vietnam del Norte puso a prueba

 

el español que había aprendido en Cuba

 

y funcionó

 

Encontramos una tercera vía

 

su voz una cuerda floja

 

crucé hacia él

 

audaz como una araña

 

Si no sabíamos una palabra

 

llenábamos el espacio en blanco

 

con una estrella

 

Es una luz

 

que años después

 

trato de no maldecir

 

 

 

 

 

(Página 19)

 

 

 

 

 

6. Las mañanitas

 

 

 

 

 

          El amor, tan impredecible como la muerte.  Daisy Zamora

 

          Te mantiene honesto. Te mantiene extraño. George Evans

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la hora en la que el mundo ungió

 

 

 

mi frente con sándalo

 

 

 

los mariachis me acompañaron

 

al cementerio

 

el Día de los Muertos

 

 

 

donde las hojas de los álamos

 

relucían como joyas

 

en los ombligos de las bailarinas

 

[de la danza del vientre

 

 

 

imagina el día

 

cuando tengamos un día pleno

 

 

 

frijoles pintos con arroz jazmín

 

 

 

un gallo que no sabe

 

qué hora es

 

y engaña al sol

 

para que no se levante

 

 

 

el rechinar de una cama

 

como una orquesta afinando

 

 

 

(Página 29)

 

 

 

 

 

De The Devil’s Workshop.  Tucson: U of Arizona P, 2002.

 

 

 

 

 

7. La promesa

 

 

 

 

 

          para Sonia, que nació y murió el 26 de mayo de 2000

 

 

 

 

 

Flotaste con la majestad

 

de una tormenta

 

al interior de la vida y de la muerte.

 

 

 

Construimos un hogar

 

para ti, pero tú te llevaste

 

el techo.

 

Acunamos nuestras manos,

 

pero tus aguas dulces

 

se volvieron ceniza.

 

 

 

Desataste tanta

 

esperanza y tanto caos, cortando

 

nuestras raíces muertas. Somos vagabundos

 

de nuevo, en el barro y en la tinta, rehaciendo

 

nuestro pacto: convertirnos

 

en el ojo de la tormenta.

 

El ojo de dios.

 

 

 

No hay tierra prometida,

 

pero la promesa es buena.

 

Dijiste que vendrías

 

y lo hiciste.

 

Huracán. Arcoiris.

 

Una ramita de paloverde

 

en el pico de un colibrí.

 

 

 

(Página 19)

 

 

 

 

 

8. Escape

 

 

 

 

 

                              para Daisy

 

 

 

 

 

Al igual que el clima, un hombre

 

cambia imperceptiblemente.

 

Te sientes agradecida

 

por esos días de 40 grados,

 

y sin embargo sueñas con una lluvia

 

fresca que les caería muy bien

 

a los niños.

 

 

 

Pero no iba a suceder.

 

Las palabras salen de la boca

 

de tu esposo como relámpagos secos.

 

Nunca habías conocido una temporada como esta.

 

Los signos de admiración caen sobre acre tras acre.

 

Quemaduras de tercer grado cubren la mitad

 

del cuerpo del amor, y tú sabes

 

de quién es ese cuerpo.

 

 

 

No queda otra alternativa ahora sino

 

la evacuación de emergencia, la cinta negra

 

de un camino que lleva a la salida,

 

los niños y una maleta

 

tras el cristal polarizado de la noche,

 

itinerario en verso libre.

 

El avión despega

 

de la pista de Managua

 

hacia un cielo rojo sangre.

 

Volteas hacia atrás este momento

 

como si fuera la página de un libro.

 

El pasado es turbulencia,

 

moviéndose durante el vuelo.

 

¿El futuro? El futuro

 

está desenredándose. Imagínate

 

vistiéndolo de la manera que más te guste.

 

 

 

(Páginas 41-42)

 

 

 

 

 

9. Agujas

 

 

 

 

 

Estás tocándote otra vez las venas

 

como si fueran cuerdas de un arpa.

 

Ni siquiera los gritos

 

de tu familia pueden escucharse

 

por encima de la rapsodia, del arrullo

 

de los querubes con colmillos.

 

Alguna de estas noches

 

te pones una bata, llamas

 

al mundo al orden

 

con una botella, una justicia

 

que desafía a aquellos que

 

te restaurarían a

 

alguna semejanza de

 

belleza original;

 

tu cara, plena como una fruta

 

en un cuadro de Frida Kahlo.

 

 

 

Pero lo último que necesitas

 

es el mismo antiguo consejo.

 

Tú sabes cómo trenzar

 

un deseo del grueso de un

 

cable de teléfono, cómo escalar

 

las paredes de tu prisión cuando

 

tus estados de ánimo cambian

 

de turno como si fueran guardias.

 

Observa las rutas

 

grabadas en la palma de tu mano.

 

Róbate el suéter que

 

la muerte está tejiendo

 

para ti y corre.

 

Serás capturada

 

y absuelta. Serás

 

sentenciada a vivir.

 

 

 

(Páginas 71-72)

 

 

 

 

 

10. Al despertar, sueño de Cuaresma

 

 

 

Camino hacia el frente de la sinagoga, tomo asiento.

 

(Tú cruzas los brazos, te quedas de pie en la parte de atrás.)

 

 Los feligreses se forman, caminan hacia adelante.

 

Un rabino unge sus frentes con un círculo de ceniza.

 

Pienso: Yo ya recibí la ceniza el miércoles.

 

Pienso: No sabía que los judíos tuvieran una ceremonia como esta.

 

Pienso: ¿Por qué estoy tan sorprendida? Mucho de lo que

 

    imaginamos

 

que hemos inventado en realidad ha sido heredado de los judíos.

 

Entonces la cantora se acerca a mí,

 

abre una lata de miel y sostiene la tapa.

 

“Prueba”, me dice, y toco el líquido dorado, toco mi lengua.

 

Antes de continuar, me dice: “Debes aprender

 

a aceptar la dulzura así como has aceptado las cenizas”.

 

(¿Y tú? Como siempre estás ahí, ajeno.

 

Evadiendo. Evitando. La miel. La ceniza.)

 

 

 

(Página 93)

 

 

 

11. Reloj

 

 

 

 

 

                    para George Evans

 

 

 

 

 

Ponte un reloj

 

que no funcione,

 

porque los minutos mienten,

 

porque las horas son clavos

 

en el corazón de Dios.

 

Mejor deja que las manos

 

del tiempo te amansen.

 

Dedos de sombra,

 

dedos de luz.

 

El sol zarpa,

 

el sol atraca.

 

El tiempo está garabateado

 

en la banqueta.

 

Abre la cortina.

 

Echa un vistazo sobre tu vida

 

con la risa

 

de la eternidad como fondo.

 

¿Estás leyendo?

 

¿Estás sollozando?

 

¿Estás preparando

 

un tazón azul de fruta?

 

La santidad florece

 

en las fisuras de este día.

 

Deja en remojo los segundos

 

como si fueran manzanilla.

 

Envuélvete

 

en el vapor

 

de los siglos.

 

Toma el pulso del tiempo,

 

ardiente, en tus propias manos.

 

 

 

(Páginas 107-08)

 

  

Selección y traducción de Héctor Contreras López

 

Demetria Martínez es poeta, escritora y activista con sede en La Ciénaga, Nuevo México.  Sus libros incluyen Block Captain's Daughter (Univ. de Oklahoma Press) que trata sobre activistas de Albuquerque, Nuevo México, y fue ganadora de un “American Book Award”.  Su novela Mother Tongue (Ballantine) ampliamente traducida, se inspiró en el juicio federal de Martínez en 1988, conectado con el presunto transporte de mujeres refugiadas salvadoreñas a los Estados Unidos, por lo cual enfrentó una posible sentencia de 25 años en prisión.  Fue absuelta por motivos de la Primera Enmienda, en su calidad de reportera sobre temas relacionados con la religión que cubría el “Movimiento Santuario” basado en la fe.  Otros libros de Martínez incluyen dos colecciones de poesía (Univ. de Arizona Press), Confessions of a Berlitz Tape Chicana (ensayos, Univ. de Oklahoma Press), un libro para niños, Grandpa's Magic Tortilla, en coautoría con Rosalee Montoya Read (Univ. de New Mexico Press), y Let Them Work, un libro electrónico en coautoría con el ex senador de Oklahoma Fred Harris.  Recibió el Premio “Luis Leal 2011 a la Distinción en Literatura Chicana/Latina”.

 


 

Héctor Contreras López es un escritor, traductor e investigador independiente originario de la ciudad de Chihuahua. Además de una gran cantidad de colaboraciones en periódicos y revistas, ha publicado dos libros de poemas con el Instituto Chihuahuense de la Cultura: Memoria de la piedra (2006) y El árbol de la aurora (2011). Ha sido coordinador de talleres de traducción de poesía de Nuevo México (Universidad de Nuevo México) y de poesía menonita (Universidad Autónoma de Chihuahua). También ha colaborado con Casa Sefarad, en Albuquerque, en la traducción y difusión de la poesía sefardita. Actualmente radica en Albuquerque, Nuevo México.

 

De “Turning.”  Three Times a Woman. Chicana Poetry.  Alicia Gaspar de Alba, María Herrera-Sobek y Demetria Martínez.  Tempe, AZ: Bilingual Review/Press, 1989.  101-56.

 

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