Poemas de Pedro Alcarria Viera,

 

Fortuna

 

 

 

Por el momento, aparte de esta luz

 

que te viene desde la mañana a la palma,

 

a la tornasolada mano,

 

además del metal que pides sin insistencia,

 

aparte de esta luz, todo lo demás también de antiguo,

 

acude ni luminoso ni cálido a tus manos.

 

 

 

Frío y remoto como el sol en la noche joven,

 

lejano como la voz que llegará un día

 

y empezará por negarte tan sólo una palabra

 

un verso.

 

Y acabará sellándote la boca.

 

 

 

Se cruzará de brazos austera,

 

la que comió de tu salvaje risa, simplemente,

 

susurrando a las diseminadas prendas de tu amante,

 

un cambio de estación.

 

 

 

Lejos, de un lejano lugar adentrado, vendrá

 

improcedente.

 

Intraducible.

 

 

 

 

 

Poema primordial

 

 

 

 

 

En toda costa adolescente pongo un náufrago.

 

 

 

Que hay en la primera luz un argumento,

 

propósito en los besos, de un océano virgen.

 

 

 

Voraces de toda forma y sentido,

 

digo escualos de la primera sangre.

 

 

 

 

 

El extranjero

 

 

 

Estoy mirando las hojas flotar en la corriente,

 

las cartas barajadas al azar del viaje,

 

las bocas abiertas los rostros sorprendidos

 

y alguno como yo extranjero,

 

que venía a ver como hervía por fin

 

el icor en las fuentes, en los ojos,

 

para comunicarlo al caos.

 

 

 

Una voz en la multitud dijo que merecía lo que viniera,

 

por estar viendo y contando el vendaval,

 

por ocultarme y elegir un color más oscuro,

 

negro al medio, gris en el pináculo y la base,

 

y evitar que me noten, que me maten los lobos machos.

 

 

 

Y por la ira en sus rostros, inclinada hacia abajo siempre,

 

hacia abajo, sé que estoy solo, mirando las cosas

 

pasar en la corriente, vertiendo el meteoro y la yesca.

 

 

 

 

 

Horizonte

 

 

 

Con los ojos junto al hierro del jamás secreto,

 

semejante a una hoz y apegada a la piel

 

la estrofa gris incompleta y el dorado aro,

 

por equivocación del color, inaccesibles donde nada

 

nos atañe.

 

 

 

El día en oleadas se estrella hecho de miradas,

 

momentos de un mundo que he notado en mi dormitorio

 

arrancado.

 

 

 

No sé quién añorará el opresor sermón de la memoria

 

negra que nos alcanza.

 

 

 

El malicioso ayer susurra que te devuelve lo que extraviaste

 

de algún modo y una infancia acrecentada.

 

 

 

Llegará la ocasión en que ninguna luz atine a despertarte.

 

 

 

Y tu signo, que viniendo fuera vereda, crezca abandonado.

 

 

 

 

 

Plenitud

 

 

 

Tengo que juntarlo todo e incendiarlo.

 

 

 

Tengo que juntar un esfuerzo largo y

 

un latido que se ensancha.

 

 

 

La cólera que guardo confinada, que recela de su suerte,

 

y mis maneras de amante, desgarbadas, rápidas y atentas.

 

 

 

Tengo que juntar la broma de la noche entre estos párrafos

 

de sol, con la sombra de un suicida acunado en el turbio firmamento.

 

 

 

Tengo que reunir la mañana y dilatar el amplio corzo,

 

su sangre apaleada y limpia que, al final, al desbordar se junta.

 

 

 

Pedro Alcarria Viera, nacido en Barcelona -ciudad en la que reside- en el año 1975. Escritor, traductor y guionista radiofónico, fotógrafo para publicaciones científicas en el campo de la historia del arte, colaborador en la radio municipal de la ciudad de Castelldefels y poeta con los siguientes títulos publicados: El dios de las cosas tal y como deberían ser (ArtGerust 2015) y Camada (Ediciones Vitruvio 2021) además de coautor de la plaquette Damnatio Memoriae. También ha publicado sus poemas en revistas como tActe Barcelona, Almiar o Casapaís. Es creador del blog Cocinando chacales.

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionados por Pedro Alcarria Viera.

 

 

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