De lo visible. Poemas de Circe Maia.

 

Doble imagen

 

 

 

Muchas veces el pensamiento

 

envidia a la mirada.

 

A la mirada sin pensamiento

 

a la pura mirada.

 

 

 

Ahí están esos árboles

 

doblados, invertidos

 

en el reflejo de la laguna

 

y no, como otras veces

 

con mucha claridad, no, porque el agua

 

está ligeramente

 

rizada, muy ligeramente.

 

 

 

Entonces

 

la imagen está un poco desdibujada

 

-la imagen inferior, temblando, apenas

 

un poco menos nítida-

 

 

 

Y es como si expresara alguna cosa

 

cuyo tema es la otra, sin duda

 

Pero ¿qué cosa?

 

¿Propone doble mundo?

 

 

 

Pensamiento confuso.

 

Mirada clara.

 

 

 

***

 

 

 

La trae un cisne

 

por entre el aire opaco

 

por dentro del papel fibroso, desparejo

 

viene volando

 

por dentro de la niebla

 

dentro de los distintos tonos

 

del color blanco.

 

La tinta que la crea

 

ha dibujado nítidamente

 

el pecho descubierto, el rostro sereno,

 

los cuatro brazos.

 

Una mano tiene un collar, la otra un instrumento

 

musical, la tercera

 

un papel arrollado? no se sabe. La cuarta

 

hace un gesto hacia abajo como para frenar

 

el vuelo del cisne.

 

(Tal vez muy rápido?)

 

El cuello del cisne

 

está vuelto hacia abajo.

 

(En el pico, una flor) Las grandes alas

 

pluma por pluma

 

pueden mirarse una por una.

 

Todo está nítido

 

y a la vez vago:

 

Quién es esta joven, esta extraña diosa?

 

Sólo aparentemente la miramos.

 

Hechizo

 

 

 

                                            (De un ejemplo de lógica)

 

 

 

         Los dos caballeros

 

         con sus dos caballos

 

         y sus dos lirios

 

         se reducen a uno, en una fórmula

 

         frente al ojo severo de la lógica.

 

 

 

Arrastrados al reino frío

 

de los símbolos matemáticos

 

los caballos relinchan, espantados.

 

Los caballeros sienten que no pueden

 

respirar en el aire de hielo

 

 

 

         Los impávidos lirios

 

         se mantienen serenos.

 

         Ya alguna vez soplaron estos vientos

 

         -piensan los lirios-

 

         y nunca pasó nada.

 

 

 

Pestañea el filósofo.

 

Se deshace el hechizo.

 

 

 

         Y los dos caballeros

 

         con sus dos caballos

 

         y sus dos lirios

 

         regresan al galope al reino de la magia.

 

 

 

 

 

Terca paloma

 

 

 

-El aire me pesa...

 

(La paloma se cansa luchando contra el viento)

 

-Sácame el peso

 

quítame el aire

 

líbrame el ala

 

 

 

El aire te sostiene

 

ave estúpida, calla

 

(Pero sueña el vacío

 

la paloma kantiana)

 

 

 

 

 

Raíces

 

 

 

Hoy de mañana

 

tuvimos que arrancar unas hierbas

 

que crecían por todas las ranuras.

 

Se arrancaron las hierbas

 

y quedaron al sol temblando las raíces

 

como sorprendidísimas... y esto?

 

De lo oscuro a lo claro en un instante?

 

 

 

Muerte invertida, rara:

 

de la tierra cerrada y ciega

 

al ojo azul, que todo lo traspasa.

 

 

 

Abrirse a todo aire: perderse

 

Soltarse a toda luz: también perderse

 

dicen las raíces

 

temblando.

 

 

 

 

 

Lluvia de octubre

 

 

 

Que las gotas toquen con tanta suavidad las baldosas

 

hace que no parezca muy real esta lluvia,

 

ningún ruido.

 

Sólo se ve prenderse y apagarse los pequeños círculos

 

dando golpes al agua, blandamente.

 

 

 

Se encienden y se apagan, como pequeños signos

 

-cambiantes, rapidísimos-

 

de un código secreto.

 

 

 

 

 

Juntos

 

 

 

Todo lo eterno resultó un insulto

 

para la pobre planta pisoteada

 

también para los ojos que la miran.

 

 

 

Mírala.

 

 

 

Más vale ir juntos

 

-no te separes-

 

con la corteza que el viento arranca

 

salir volando.

 

 

 

Si se quiebra, quebrarse

 

quemarse, si se quema.

 

 

 

Ir desapareciendo

 

sin soltarle la mano.

 

 

 

 

 

Prisionero

 

la ciudad te ha de seguir

 

Kavafis

 

 

 

Así que no hay manera de librarse:

 

bastará darse vuelta para verla.

 

Allá viene, siguiéndote

 

moviéndose -en apariencia lentamente-

 

y en realidad muy rápido.

 

Y si huyes, por un momento sientes

 

muy lejano el ruido de las calles

 

discusiones, motores y ruidos y bocinas

 

son un sordo rumor.

 

                                     Y de tan lejos

 

apenas brillan ahora las ventanas más altas

 

tal vez un campanario.

 

 

 

Pero cuando por fin llegas a otro

 

lugar, a otra ciudad desconocida

 

tu ciudad te ha alcanzado bruscamente:

 

ya no es cuestión de darse vuelta. Adentro

 

muy adentro de ella te paseas

 

y a la otra le ruegas que te espere

 

que no se vaya lejos...

 

 

 

La otra no se mueve, pero se decolora

 

pierde tibieza, sus sonidos bajan

 

sus olores apenas se perciben

 

 

 

y el viejo aroma de la que te envuelve

 

no te suelta.

 

 

 

 

 

La espiga sola

 

(De Metrodoro de Quíos)

 

 

 

Inimaginable:

 

en la inmensa llanura

 

la espiga sola.

 

 

 

También inconcebible:

 

en mundos infinitos

 

la vida, sola

 

brotando en un planeta

 

de una estrella remota.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Canción de la contingencia

 

 

 

Podría no haber nacido

 

podría no estar aquí

 

lo que hice, no haber hecho

 

lo que dije, no decir.

 

 

 

El punto desde el que miro

 

¿quién lo habría de ocupar?

 

¿Otros ojos mirarían?

 

¿No habría ningún mirar?

 

 

 

Tal vez hubiera una planta

 

en donde pisa mi pie

 

o tal vez fuera una piedra

 

que ahora no está, no lo sé.

 

 

 

A veces crece la planta

 

sin tener donde crecer

 

y cae y cae la piedra

 

y no deja de caer.

 

 

 

Y miran con gran reproche

 

porque hay otro en su lugar

 

¿Y quién va a explicarles

 

nada si no hay nada que explicar?

 

 

 

 

 

 

 

La mirada detrás de las palabras

 

 

 

Hay un dibujo

 

-nítido, negro, bien delineado-

 

sobre el muro: es la sombra

 

de aquellas altas ramas.

 

 

 

Nuestros ojos recorren de manera distinta

 

cada vez: doblan aquí o allá; se detienen, a veces

 

para tratar de verlo todo junto

 

los caminos cruzados de las finas sombras

 

sobre el muro blanco.

 

 

 

Y hay urgencia en guardarlo en la memoria

 

pues le han salido a las ramas unos brotes

 

y también varios gajos

 

del futuro follaje.

 

 

 

Como charla aturdida

 

se moverán las hojas

 

se moverán los finos caminos de las sombras

 

en la masa total de sombra informe.

 

 

 

Las ramas estarán, sin embargo, presentes

 

como mirada intensa

 

detrás de las palabras.

 

 

 

 

Estos poemas forman parte del libro de poemas de lo visible, publicado por Feria Nacional de Libros y Grabados. Asociación de Impresores del Uruguay, en 1998.

 

 

 

 

 

 

Circe Maia nació en Montevideo, Uruguay, el 29 de junio de 1932. Publicó su primer libro de poesía, Plumitas, en 1944, con tan solo doce años. Cuando tenía diecinueve murió su madre, en 1958 publicó En el tiempo. Estudió filosofía en el Instituto de Profesores Artigas (IPA) y en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de la República. Fue profesora de filosofía en el liceo departamental y en el Instituto de Formación Docente de Tacuarembó, donde llegó en 1957.
Participó en la fundación del Centro de Estudiantes del Instituto de Profesores Artigas (CEIPA) y fue socia activa del Partido Socialista.
En 1972, los militares irrumpieron en su casa para arrestarlos a ella y su marido, a ella le permitieron quedarse porque su hija menor tenía apenas 4 días. Su marido estuvo dos años preso por formar parte del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. En 1973, fue destituida de su cargo como profesora de educación secundaria por el gobierno militar. En 1983 perdió a su hijo de 18 años en un accidente de tránsito. Con el regreso de la democracia en 1985, fue reintegrada a su cargo como profesora de educación secundaria, y pudo publicar de nuevo: Destrucciones (1987), Un viaje a Salto (1987), Superficies (1990), Circe Maia: obra poética (2007 y 2010).
Enseñó filosofía en secundaria hasta su jubilación en 2001.
En 2009 recibió el Homenaje de la Academia Nacional de Letras, y en 2012 la Medalla Delmira Agustini.

Su obra ha sido reconocida con el Premio Nacional de Poesía de Uruguay y el Premio Bartolomé Hidalgo.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Plumitas (1944)
En el tiempo (1958)
Presencia diaria (1958)
El Puente (1970)
Maia, Bacelo, Benavides; poesía (1972)
Cambios, permanencias (1978)
Dos voces (1981)
Destrucciones (poesía en prosa, 1986)
Un viaje a Salto (prosa, 1987)
Superficies (1990)
Círculo de luz, círculo de sombra (1996)
De lo visible (1998)
Breve sol (2001)
Ayer un Eucalyptus (2001)
Un viaje a Salto (2004)
Obra poética (el 2007)
La casa de polvo sumeria: sobre lecturas y traducciones (2011)
La pesadora de perlas (2013)
Poemas: Robin Fulton (2013)
Dualidades (2014)
Transparencias (2018)
Múltiples paseos a un lugar desconocido (2018)

 

PREMIOS
Premio Nacional de Poesía de Uruguay, 2007
Premio Bartolomé Hidalgo, 2010

 

 

 

Fuente de semblanza: escritores.org

 

Fuente fotográfica: La primera piedra

 

 

 

 

 

 

Semblanza y fotografía proporcionadas por Lucas Margarit.

 

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