Poesía de José Watanabe

 

CHAGALL

 

para álvaro mendoza diez

 

Si me atrevo y abro la ventana

                         Puede suceder:

el cielo gris con su golondrina completamente natural

o dos amantes sobre el mismo cielo anunciando el verano.

 

Soy un hombre cauto,

                                   estoy acostumbrado a los días

y temo los milagros no previstos en el programa.

Chagall ha detenido su largo vuelo sobre mis libros,

viene de sobrevolar los campos y las aldeas,

                                  ha estremecido

                                                           los árboles,

                                   ha derribado

                                                            los frutos

                                                            la manzana

que descalabró los ojos miopes de Sir Isaac Newton.

 

Le digo que no crea

         que yo también entreveo la posibilidad de volar,

         de caminar por el cielorraso

         de invitar a las muchachas

         a mirar la ciudad desde arriba.

 

Chagall sonríe y sabe

           que un hombre cauto

                    no puede huir de la cordura.

 

Si me atrevo y abro la ventana sé lo que puede suceder:

                                  un hombre que se va sobre el aire

                                                    inventando

                                                           con un violín rojo

                                                      una serenata.

 

 

FLORES DE PLÁSTICO

 

Cada uno de estos días del Señor

un vendedor demuestra en mi puerta

que somos menos perdurables que el plástico.

 

Y ya mi casa está llena

con diversos objetos garantizados irrompibles.

 

Pero este tiempo de Gracia

comprendiendo que nada puede ser ajeno a los afanes líricos

ha creado hermosas flores en humosos laboratorios.

 

La urgencia por entregar la primavera

es probable causa de algunas deficiencias:

no hay secreto placer entre el polen y el estambre

ni esa inmemorial premonición

que estremeció al hombre ante la flor marchita.

 

He visto algunas secretarias

vertiéndoles el perfume de su agrado.

 

Y a estas alturas

no debe sorprendernos una triste muchacha

deshojando flores de plástico junto a la ventana.

 

 

POEMA TRÁGICO

CON DUDOSOS LOGROS CÓMICOS

 

 Mi familia no tiene médico

         ni sacerdote ni visitas

y todos se tienden en la playa

saludables bajo el sol de verano.

 

Algunas yerbas nos curan los males del estómago

y la religión sólo entra con las campanas alborotando los canarios.

 

Aquí todos se han muerto con una modestia, conmovedora,

mi padre, por ejemplo, el lamentable Prometeo

silenciosamente picado por el cáncer más bravo que las águilas.

 

Ahora nosotros  

                     ninguno doctor o notable

en el corazón de las modestas tribus,

                           la tribu de los relojeros

                           la más triste de los empleados públicos

                           la de los taxistas

                           la de los dueños de fonda

de vez en cuando nos ponemos trágicos y nos preguntamos por la

                                                                                          [muerte.

 

Pero hoy estamos aquí saludables escuchando el murmullo

                                         de la mar que es morir.

 

Y este murmullo nos reconcilia con el otro murmullo del río

por cuya ribera anduvimos matando sapos sin misericordia,

reventándolos con un palo sobre las piedras del río tan metafórico

                                                                                   que da risa.

 

Y nadie había en la ribera contemplando nuestras vidas hace años

sino solamente nosotros

los que ahora descansamos colorados bajo este verano

como esperando el vuelo del garrote

                                sobre nuestra barriga

                                 sobre nuestra cabeza

                                          nada notable     

                                                    nada notable.

 

 

 

 

 

CINE MUDO

 

 Mirando el amor,

         tendido en los pastos,

si cierras un ojo tendrás una estampa china.

Dónde está China? Mi madre tenía una ventana y no pudo ver China.

La máquina 7 ha pasado por el cielo diciendo adiós.

Pasó un manicero vendiendo maní. Adiós.

No era un manicero: desconfía de las nubes que arrojan maní.

 

Ha bajado un caballo

y en el celo la yegua espera acostada diciendo amor.

 

Está pasando un entierro,

          el muero quería ir caminando

           pero que comprenda que comprenda le dijeron.

Le dijeron que la huelga continuaba ante la tropa y la bala.

Adiós. Último adiós. Adiós levantando un manojo de pasto.

Cómo te llamas? No quiere hablar.

 

Como mi madre cuando mira por su ventana.

 

No tengas miedo. En tu memoria

las yeguas han postergado su boda de blanco.

Ellos están esperando noticias

y hermoso es el oficio del cartero bajo la tierra.

 

Son blancas las calles bajo la tierra?

Saluda a mi hermano

que levanté el manojo de pasto, así le dices.

 

 

DIATRIBA CONTRA

MI HERMANO PRÓSPERO

 

 Mi hermano el próspero

sumergido en su sofá versallesco

preludia

         como elefante en suave regocijo

su siesta.

 

Mira el mar en la falsa profundidad de la pecera

y organiza la tarde como si fuera un negocio.

 

Sólo oigo girar la rueda de la fortuna

cuando me acerco sigiloso para mirar a través de su ojo

y el caracol que nos anunció el mar que desconocíamos

se ha convertido

                en cornucopia.

 

La rodea un aire robusto, un aire de torre gorda

                 y menos que gusano soy

ante la concurrencia de parientes y público en general.

 

A veces pienso que mi padre

                   que nos aguarda a todos entre la niebla

bebiendo el licor de las botellas vacías

seguro se alegra

                   seguro me invita un trago

si le arribo sin chequera

y de todos el más escaldado.

 

 

CUATRO MUCHACHAS

ALREDEDOR DE UNA MANZANA

 

«La música de Susana tocaba las lujuriosas fibras»

Wallace Stevens

 

La manzana es alianza del hombre y su deseo.

 

            Y así perdura bajo mis uñas, inacabable

en la estridencia de la guitarra.

 

Pienso en la frente del viejo Beethoven que he propuesto

                                                            como una pausa;

pero la manzana acecha y codicia en silencio

el viejo fuego en la risa demasiado suelta

de cuatro muchachas que hacen del fuego juego de entrega,

juego y juego

          que me obligan a parapetos que me humillan:

forzo gesto que no acostumbro

como sonrisas condescendientes

como miradas que se refugian en los rincones.

En verdad que en el asalto nunca he sido ducho,

sé que mi viejo caballo está hecho para dilatadas acechanzas

y ante ellas de estos tiempos de desenfado

se intimida no se consume ni en hoguera ni en discordia.

 

Celebro el rasgueo vertiginoso de la guitarra en la fonola

y mientras ellas aplauden yo sueño procacidades, me miro

los dedos que ya no llevan guantes para arrojar al suelo

y decido mi retiro, sin discordias y a desgana,

mientras va devorándose sola mi manzana.

 

 

Esta selección de poemas pertenecen a Álbum de Familia, tomado de

 

Watanabe, J. (2009). Álbum de Familia / Cosas del Cuerpo / Habitó entre nosotros. Trujillo: Papel de Viento Editores.

José Watanabe nació en Laredo, un pequeño pueblo al este de Trujillo, el 17 de marzo de 1945. Su madre Paula Varas, peruana, de origen serrano y su padre Harumi Watanabe, japonés de quien cuenta aprendió el arte del haiku.

En Lima estudió los primeros años de la carrera de Arquitectura pero la abandonó. Su formación fue esencialmente autodidacta y no sólo se desarrolló como poeta sino también como guionista de cine y documentales, estuvo muy involucrado en el medio televisivo e hizo una adaptación de Antígona de Sófocles para el grupo de teatro Yuyachkani.

Watanabe tuvo una infancia muy pobre, sus padres trabajaban como campesinos en una hacienda azucarera al norte del país hasta que el destino les jugó una buena pasada: ganaron la lotería de Lima y Callao y viajaron a Trujillo, la capital de la provincia.

En 1971, con la publicación de álbum de familia, José Watanabe inicio una carrera literaria verdaderamente excepcional que lo iría colocando con el paso del tiempo a la altura de los mejores poetas del siglo XX en nuestro país.

En un país donde el reconocimiento suele llegar tarde, en 1989, el uso de la palabra fue consagrado por un conjunto de críticos y creadores como el mejor libro de poesía de la década.

Watanabe fue, además de poeta, editor de libros para niños y adolescentes, guionista de cine y teatro, gerente del canal estatal de televisión durante el Gobierno de Transición de Perú (2000-01), y un fanático de la música en todas sus variantes.

En el poema “nuestra reina”, José Watanabe pone en tensión los polos de enfermedad-muerte y vida. en un primer nivel, los enfermos portadores del mal son símbolo de muerte y anuncian su posibilidad; es con sus vísceras que algún día se detendrán en su funcionamiento; el conocimiento de la sanidad y de la enfermedad, no salvará a la doctora de la muerte. Será entonces una bella muerte con su cuerpo voluptuoso sobre una mesa de hierba.

Por otra parte, la cultura campesina está arraigada en fino poeta como WATANABE. En esta línea, uno de los poemas más hermosos salidos de su pluma es “en el desierto de olmos”, aparecido en su libro historia natural.

De un modo no conflictivo la poesía de José Watanabe ha modificado radicalmente el panorama de la poesía peruana.

Ha probado, con lo que ha hecho hasta a hora, a contracorriente de una poesía vitalista, callejera, que parecía única opción para los jóvenes de los años 70, que es posible hacer en el Perú lírica punzante y delicada que expresa al mismo tiempo la vida del campo y la ciudad, que se relacione con los sentimientos íntimos del hombre utilizando todos los recursos de la poesía universal.

Watanabe como quería Eleodoro Vargas Vicuña, es el poeta que tiene‘ ojo de ver ’’, un hombre que en los repliegues más oscuros de la realidad sabe descubrir lo diferente .Detiene su mirada en lo más cercano al hombre y en su propia interioridad.

Fallecido el 26 de abril a los 61 años por un cáncer a la garganta.

 

 

Biografía: Vidas Web

Foto: semana.com

 

 

 

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Luis (miércoles, 10 agosto 2022 15:12)

    En la breve nota biográfica de Watanabe dada aquí, se ha querido, muy probablemente , corregir su título «El huso de la palabra» escribiendo "El uso de la palabra" pensando que "huso" era un error de ortografía. No es así, huso es un aparato de hilar fibras textiles y corresponde al título correcto del mencionado libro del prestigioso poeta peruano.