Pienso en el gesto misterioso
con que aquel muerto está sentado,
en el balcón del entresuelo
por cuyas ventanas abiertas
entra la mañana.
Él está sentado e inmóvil
frente a la glorieta;
ciego y mudo ante el lienzo
que ya se llena de figuras.
Pero su pecho se tiende hacia adelante;
y toda su cara está desencajada
por el ansia de ver.
Se olvidaron de cerrarle los ojos
y de taparle los oídos;
y de velarle el rostro.
Y la luz de la aurora
le escalda las pupilas;
y los ruidos de la aurora
le llagan los oídos.
Y el tiempo le araña las mejillas
como si aun quisieran las horas
desposarse.con su víscera inerte.
Él está vuelto a la mañana
con su gran ansia inmóvil;
y todas las cosas que se mueven
se mueven en su sueño.
El oye ahora como todos los días
mejor quizá que entonces,
cuando la noche lo dejaba embriagado
en su lecho de célibe, hasta la tarde,
v solo veía ocaso;
el oye ahora resonar en su pecho,
las campanas de la mañana
y los píos de los pájaros
y el silbar del gran mirlo
que a la entrada de! viaducto
por donde cruzan los aprendices;
salpica de rocío sus caras embobadas;
y los pregones arreciaos.
de la mujer que vende
los churros calentitos
ensartados en juncos verdes
como las coronas de los Cristos pobres;
y el rodar de los carros hortelanos,
que vienen de los puentes de la madrugada.
Él lo oye todo y se estremece
con un sobresalto profundo
y sus oídos zumban
como llenos de avispas;
y ve también la nueva luz
que le abrasa la frente
y muchas cosas ve también
que le pinchan los pobres ojos
hinchados como sapos...
Ve a las mujeres que se despiertan
y cruzan la glorieta, mal ceñidas
sin haber anudado sus corolas
pero ligeras, incitantes,
con un frescor que sube de las vulvas
lavadas en los ríos, con las gavillas
de berros y aguinagas y las cestas
del pescado pasado;
dispuestas ya de nuevo
a brindarse a los nombres
y a deshacer el lecho
que acaban de mullir;
ve a las mujeres
para quienes la vida es larga
más bellas que nunca, más diáfanas
que nunca, cual si se hubiesen
mondado de otra corteza
para los hombres que seguirán viviendo.
Y el pobre muerto siente
que se abrasa de celos
y en su mudez de catalepsia, gime:
—¿Por qué no me habrán vendado los ojos?
Se le quedaron abiertos, porque era
célibe y no tenía
ni esposa ni hermana.
Y así ahora lo ve todo
y su alma aún se abrasa
en un ansia de ver más;
antes que los gusanos le dilaceren
y todos los necrófagos
labren panales en su cuerpo.
Así se vuelve con más ansia
que nunca hacía la vida
y tiembla de deseos
frente a los grandes carteles,
que los aprendices pegan en los muros
frescos de engrudo y de color
con los espectáculos para la noche
simbolizados en largas mujeres
descotadas que alzan la pierna
cual si estuviesen heridas
o sujetas por un solo nudo
y a pesar de ello quisiesen bailar.
Y tiembla de deseos y se crispa
aguantando en su inmovilidad
las llamas de la vida, los rayos de la vida
que le queman los ojos y las manos;
y en su quietud está
sin pompa ni solemnidad,
vestido de color, con la corbata
roja y 'deshecha:
afrentado por la alegría de los vivos,
lacerado, llagado con un pobre
gesto de insatisfecho, semejante
a un hombre desdeñado;
tendiendo su cara descompuesta
a los besos de la mañana.
Vergonzoso, ridículo, heroico.
más que los viejos verdes, pobre muerto
mostrándose así, ávido y lascivo
y muerto,
—como cuando corría por la ciudad,
emulando la avidez de las busconas—
a las burlas de las niñas precoces
y de las mujeronas, cuyos senos
apelmazados, todavía
en los corpiños sucios le seducen.
Este poema fue tomado de la revista Grecia, Revista de Literatvra, Sevilla, año ll, número Vll, 19 de enero de 1917
Rafael Cansinos Assens (Sevilla, 1883 - Madrid, 1964) Poeta, novelista, crítico literario y ensayista español, uno de los principales animadores del efímero movimiento ultraísta. Es autor, entre otras obras, de poesías y prosas poéticas, como El candelabro de los siete brazos (1914), de las novelas El pobre Baby (1915) y El movimiento V.P. (1921) y de trabajos de crítica literaria, como La nueva literatura (1927). Tras su fallecimiento se publicaron dos volúmenes de sus memorias: La novela de un literato (1982 y 1985).
Trasladado a Madrid cuando contaba quince años de edad, desde muy joven comenzó a colaborar en las revistas de la época (Helios, Renacimiento, Revista Ibérica, Revista Latina), así como en tertulias literarias, con lo que obtuvo una posición privilegiada para la elaboración de una crónica de la literatura de su tiempo, que muchos años después plasmaría en los cuatro tomos de La nueva literatura (1927).
Rafael Cansinos Assens colaboró en Prometeo desde su fundación a finales de 1908. En la década de 1910 compaginó la redacción de libros de creación (El candelabro de los siete brazos, 1914) y de narraciones en colecciones populares (El pobre Baby, 1915; El manto de la Virgen, 1916; y La encantadora, 1916), con la preparación de prólogos y traducciones (Journey to England de Ralph Waldo Emerson y Mor Ganatisch de Max Nordau) y la publicación de artículos de crítica en La Correspondencia de España (de la que fue redactor entre 1919 y 1921), El País, El Liberal y Los Lunes del Imparcial.
Cansinos Assens representa quizá el mejor ejemplo del tránsito del modernismo a las formas de vanguardia, materializado en la revista Cervantes (1918-1922), fundada por Francisco Villaespesa. Desde 1918 se convirtió en el principal representante de un efímero movimiento vanguardista, el ultraísmo, divulgado en publicaciones como Grecia, Ultra y Perseo. La publicación de la novela El movimiento V.P. en 1921 supuso su alejamiento de esta escuela vanguardista.
Desde principios de ese decenio escribió sobre las innovaciones literarias y sobre los nuevos movimientos característicos de la época. Los mejores ejemplos de esta actividad son sus obras Poetas y prosistas del Novecientos (1919), Los temas literarios y su interpretación (1924) y Literaturas del Norte (1924), así como la ya mencionada La nueva literatura (1927). Su tertulia en el Café Universal fue frecuentada por los autores encuadrados en el denominado “nuevo romanticismo”: Díaz Fernández, Muñoz Arconada y Ramón J. Sender. Durante la misma época (desde 1925) publicó sus críticas literarias en el periódico republicano La Libertad.
Cansinos permaneció en España tras la Guerra Civil (1936-1939), dedicándose a ultimar sus memorias y a su tarea de traductor de las obras de Dostoievski, Schiller, Goethe y Balzac, así como de El Corán y del Libro de las mil y una noches, dentro de los intereses característicos del modernismo. De origen judío, su interés por la tradición hebraica quedó reflejado en antologías y ensayos como España y los judíos españoles (1917), El secreto de la sabiduría (1918), Las bellezas del Talmud (1920), Cuentos judíos (1921) y Los valores eróticos en las religiones (1925).
Semblanza tomada de la página Biografías y Vidas, La Enciclopedia en Línea. Fotografía extraída de la página El País.
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