Libera lo invisible
En el río
aún los vestigios.
Es otra música el comienzo de los pasos,
adivinar el peso del cuerpo
sobre la tierra madre.
¿Qué viniste a buscar?
¿Acaso tiene nombre la búsqueda?
El agua conquista la senda del tiempo,
en esta ladera de la primera mirada
nada tiene nombre propio,
consistencia de historia,
raíz de misterio.
¿Es preferible rendirse al cansancio,
cerrar las páginas donde se escribe
olvido?
Sólo arena roja que avienta las ruedas,
por un momento conciencia de huella.
¿Qué luz única aguardan los ojos,
comprende el aire,
ora en la piedra?
¿Dónde el lenguaje de las señales?
En el principio
un nombre,
un sueño de vocales y sílabas,
un reflejo que hiere la superficie
del instinto
en diálogo con los labios,
una tormenta desbocada.
Las imágenes nacen y confunden,
sólo el engaño de la nada,
la verdad oculta en un rostro fingido.
Ahora
lo descubres en compañía de otros
que hablan de si mismos.
Me someto a la huida de los sentidos,
cierro los ojos por un instante
infinitos.
No hay argumento
para lo oculto innombrable:
libera lo invisible.
La habitación sin espejos
Es confusa la hora.
La puerta. Los goznes.
El humo del vacío.
La imagen de Dios.
La siembra de la costumbre.
Cierro los ojos para contemplar la luz.
De nuevo la pregunta.
Una moneda sin rostro.
Miro a los lados,
Te busco
en la herida,
en la llama que funde la cera,
bautizo las palabras,
me desnudo en la sombra,
te persigo en la soledad del otro,
digo cielo,
aprendo las muecas,
extiendo las manos,
acribillo el lenguaje del padrenuestro,
los signos de lo sagrado,
la batalla
y la torpe certeza de la vida.
Araño los troncos,
grabo las preguntas.
Sobre mi nombre
escribo tu Nombre,
la Luz en la luz.
Entonces tu presencia
en la habitación sin espejos.
Aclaremos las cosas
De nuevo habito la tonta manera
de humedecer mis ojos,
como los niños y los ciegos,
al leer el libro de los sueños.
Son ya muchas vidas
insistiendo el arco iris
una mañana de marzo,
la sonrisa de los colores.
desanudando el aire
con un machete de flores.
Ya sabes,
la lectura de la escarcha
llega del cielo.
Una señal
es el símbolo de los elegidos.
Digo:
¡no quiero!
y estallan las palabras sin límites,
sin forma
y contenido.
El fuego devora
la casa de la lengua
donde mora el pan.
Me hablas en el incendio
y en el agua,
en el silencio y en la mirada.
Rompo las cuerdas,
los andamios,
libero las piedras,
cimientos del pasado.
Háblame
en las estructuras de tus manos,
ahora cuando escribo
oración en tu oración,
aire de mi aire,
la túnica del poema
para ser hoy
en trasparencia pronunciado.
El libro de la vida
Un ave del paraíso
toma forma de brújula
en la primera ceniza
del labrador del pan.
Es la hora de la blancura
donde habitan luciérnagas
de harina,
la hora sin hora.
Esclavos del destino
dictan sus voluntades de limbo,
líneas cruzadas de puertas,
prismas nacientes de sueños.
Toma mi mano,
ven,
los dos unidos a contemplar
el alba
cuando los barcos
confunden la libertad
con el profundo sopor de las islas.
No cedas al equilibrio de las estancias,
la senda se abre a lo confuso
de la alegría,
a una ola escapada de su reflejo
en el vuelo de una alondra.
La paciencia de las gaviotas
alimenta de vida
la costumbre de los anillos.
Ven ahora,
alma mía de todos los tiempos,
a la última conciencia de la felicidad,
no dejes sin escenario
la batalla de una lágrima,
el conjuro de portales abiertos,
el sabio anciano,
la primera página
de un cuento,
el hijo en noches de silencio y miedo.
Ven ahora sobre el fértil pasto
del beso en mi beso,
eleva nuestra bandera de todos los confines
sin ninguna duda en la esperanza.
Eres la cima de los océanos,
la antigua torre de los vigías,
el hambre de fuego,
la lumbre donde arden
los leños del camino,
la cúpula del palacio donde decir sí,
habitar todos los mundos,
universos sin regreso,
un arco iris en la mochila,
libre de cadenas.
El cielo se incendia
Dime Tú,
nombre de las cosas divinas,
cómo decirte,
acercarme al árbol del bien y del mal
y destruir el cuento de la manzana.
Dime,
recrimíname,
avienta todos mis errores,
la carne de mis manos
donde giran las torpes iniciales
de los dedos,
la alcancía de palabras sin sentido.
Devora
con el cuchillo de mi búsqueda
la garganta de los dioses
pequeños y falsarios,
los templos del vinagre y del agua.
Mírame,
ciego infinito,
la sonda que alienta
la enferma cautiva
de la luz en la noche.
Destroza este aliento en mi boca
donde anidan los animales
incorruptos de la saliva.
Aliméntate de mis pezones de hombre
donde también nace
el hambre de un hijo.
Un punzón de sal sin océano
hiere el atrio de las mejillas,
un golpe de pezuñas,
caballos invisibles,
habita mi estómago de rebeldía.
Ay, este loco impulso del viento
destronando reinos
en la certeza de mi vientre.
Aquí habitas,
calibras los continentes del dolor,
extiendes los límites del fuego,
alga de río,
alacrán de centeno,
forma de harina.
No tardes en este hálito
de respiración sin oxígeno,
no duermas ni duerman
mis oídos en la forma del ciervo.
No silencies más tu rostro
en la cueva de la playa
donde mueren las caracolas
y el nácar se rompe
sin equilibrio de brillo.
Abre la conciencia
del Tú en mi yo,
libérame,
punto de humo,
diminuto fósforo fugaz
en el Amor
y su luz de misterio.
Descansa conmigo,
toma mis anillos.
El cielo se incendia.
Antes de la palabra
Padre,
no me dejes en el juego del azar,
barajo el viento,
las hojas de los árboles,
gusano de las moreras
encerrado en mi caja de cartón,
indefenso,
ausente
de las miradas
en otro nivel de consciencia.
No entiendo las reglas
de transformación en mariposa,
arrastrando mi propia esencia
de absurdas casualidades.
Marco los límites
y dejo un rastro de babas
secándose,
no sirven los ojos
para las máscaras del tarot
y las adivinanzas.
¿Sólo quieres de mi
que viva,
respire,
camine,
llore,
sonría,
un árbol,
la vida silente de las raíces,
anclado en el silencio de los siglos,
abandonado a la oscuridad de la tierra,
sin otra esencia
que el diminuto espacio
donde habitan las lombrices
y los hongos?
¿Me has dado de nuevo la vida
para sentir el llanto
y el misterio del dolor,
contemplarme herido en el espejo
sin otra llama
que la mano extendida.
mendigo de amor,
limosnero de una mirada
antes de la palabra?
El desequilibrio de los años
sucede tan voraz,
colmillos de un perro nocturno
clavado en la presa herida.
¿Acaso cuando digo Padre, y digo Dios,
me escuchas,
tomas mis cabellos en tus manos
poderosas,
sin límites,
para hablar en mi oscura celda
de la vida y del cuerpo?
¿Acaso me dices pensamientos
que no logran escuchar
mis oídos,
sordo de tu dimensión de Amor?
Y vuelvo a la tierra
hundido en el barro,
huella vacía
donde el infinito
carece de sentido.
Sin embargo,
esta certeza de fuego
me habla de Ti,
me inunda de tu esencia,
rendido en la fe,
hombre,
humano,
caminante,
ascendiendo
en la escalera
donde habita
la luz en la puerta
del piso último,
alegre
en la meseta de la esperanza.
Pedro Enríquez es poeta, narrador y editor español, académico con la letra Z de la Academia de Buenas Letras de Granada. De su obra se han publicado 21 títulos y poemas suyos han sido traducidos al francés, hebreo, árabe, inglés, italiano, portugués, turco, ruso, quechua, catalán, griego, croata, rumano, húngaro y japonés. Sus últimos libros: Libélulas y Granados (Editorial Dauro 2015, edición bilingüe español–japonés, junto con el poeta japonés Yutaka Hosono), Poesía para desafinados (Ediciones Puerto 2017, Puerto Rico), En el hueco de su mano (Editorial Alhulia 2018, Colección Mirto Academia), En los cimientos del poema. Antología Poética 1988-2018 (Aula de Poesía y Humanismo Dama de Baza, Baza 2019), Késelen. Ese filo.Válogatott-Selección de poemas. (Editorial AB ART 2019. Traducción al húngaro de Balázs F. Attila) y Las estatuas de sal. TA ΑΓΑΛΜΑΤΑ ΑΠΟ ΑΛΑΤΙ. Edición bilingüe español–griego. Traducción al griego Stavros Guirguenis (Editorial ΕΟΕ Books, Tesalónica, Grecia 2019).
Director y organizador de múltiples actos culturales, como Festival Internacional de Poesía en el Laurel, La Zubia, Granada. Asesor Cultural del Centro UNESCO de Andalucía. Condecoración con la Orden José María Arguedas en el Grado de Maestro, por el Consejo Nacional e Internacional Todas las Sangres, en Cusco, Perú. Gran Premio Internacional en la decimocuarta edición de la Feria Internacional del Libro de Puerto Rico, por su importante aportación al mundo literario a través de su obra poética. Premio Internacional de Poesía Dama de Baza 2017. Premio FIARTE IX Edición a la Literatura 2018. Exposición de Pintura y Escultura Homenaje a Pedro Enríquez Libera lo invisible, La Zubia, Granada 2019. Reconocimiento por sus destacados logros literarios en la Feria del Libro Hispano/Latino 2019 de Nueva York. Desde hace cuatro años imparte talleres de poesía en el Centro Penitenciario de Albolote (Granada), proyecto por el que se le ha otorgado el Premio Prometeo 2019.
Semblanza y fotografía proporcionadas por Pedro Enríquez.
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