Poesía de Daniel Freidemberg

Abril (XI)

 

Hubo otra noche (otras noches), tus pasos,

la sombra móvil del cuerpo en los muros.

Pocas pala, escribiste, bras, las imágenes

dejaban paso a lo que llamabas las cosas

y ellas, las cosas, se dejaban nombrar

de a trozos, de a ratos, y después tornaban

a su lenguaje de no ser más que cosas.

Deseosa bestia de sentido, golpeás

tu mala conciencia contra vos: como quien

vuelve de una guerra, escribiste, y no hay guerra

de la que alguien vuelva, fue entonces fácil

poner juntas seis letras, guerra, poner

pie en tierra firme, las cosas

como residuos de lo que fue el mundo, duraban

como por milagro. Bello el silencio

                                          de las cosas, golpeás

su duración, cada una en su pequeño tono, y no basta.

Pero no, gritó el pájaro, es que nada basta:

tus golpes se dicen nada más a sí mismos. Golpeá.

 

 

 

Abril (XII)

 

Como quien vuelve, escribiste,

                          de una guerra: es que

no había ya nombres que dar a las cosas

que no flotaran como peces hinchados

en un agua muerta. Golpeás,

deseosa bestia de sentido, y tus golpes,

música apresurada y chata, eso oís. Tu

corazón oís, ensimismado, tu ruido sordo.

Tercas las cosas en un paisaje indolente, igual que aves

contra el horizonte, ajenas de vos, palabras.

 


Abril (XIV)

 

Había que, dijeron, blindar,

yo lo creí, para escribir, la rosa,

pero al fin blindamos

sitios para escribir, era que el aire

tocaba el nervio, y yo no quise,

no quiero gritar. Escrito en un

Mc Donald’s de barrio: descubrí

la gran pasión, la mayor de todas,

la que se cambia, como el dinero, por todas:

la Indiferencia. Escrito en un Mc Donald’s

de barrio: Indiferencia. No supe, no

quise blindar las palabras:

miren estos agujeros, estos tropiezos, esta confusión.

 

 

 

Abril (XVI)

 

¿Poesía para conmover? Sí, como quien abre

la puerta del ascensor, la de la calle, y sale.

¿Como a las sombras sale

de casa la amada? Como quien

salió, sí, y

              no tiene ya a dónde.

¿Como el que arrojar, dijo, el

cuerpo en la lucha? Como quien

tiene un cuerpo para perder, y

                      lo sabe, o un alma.

Poesía de un alma que sale a perderse, acá.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Abril (XVII)

 

Poesía para con-

mover? Hipó-

crita lector, lo

toma o lo

deja, el destino

ladra en

el horizonte

abandonado.

Eso que ardió en

la pira de

las palabras

no ardió, no

pasó nada,

pero ardió.

Ahora vengan

y digan lo que

corresponda,

ladra el destino en

el horizonte, las

horas y los años pasan

en ese o en

otro horizonte, y

se van, como

se van yendo

las palabras. Ardió.

 

 


Abril (XVIII)

 

La muerta, eso que

vos matáis,

lo que se teje. El

tiempo pasa, el

mundo da vueltas.

Lo que de vuelta

de la muerte, canta.

Como quien

ha pasado

por la muerte, canta.

Lo que te sobra, lo que,

como tu sombra,

te delata.

 

 

Abril (XIX)

 

¿La lírica?, eso que

llaman “yo”,

tomarlo

y arrojarlo a los perros.

 

 

 

Abril (XXI)

 

Eso que viene con

la palabra “yo”, eso que

                entra a jugarse,

si usted quiere, acá,

mon semblable, mon frère.

 

 


Abril (XXIV)

 

Los que, esos que

lirízanse,

como sexo a

sí mismos

ante espejo,

los que elevábanse,

los que elabismo,

los que loabsoluto.

 

¿Y a la hora de

pagar las cuentas, qué?

¿Y a la hora de cobrar?

¿Y a la de lavar

prendas inconfesa-

blemente sucias?

¿Y a la hora de

todo está dicho? ¿A

qué agregar

más ruido al ruido?

 

¿Y después de

ya sabemos qué cosa,

qué poesía?

 

Poesía del

todo está dicho, del

no está dicho en

lo dicho, del

no sé. Del

todo está dicho y

qué, del

ruido. De

mirar el ruido y

escribir

atrás o adentro, o

por encima

del ruido, con

ruido, en el

mundo del

ruido, y

qué.

 

 

 

Abril (XXV)

 

Sobre las ruinas

de las co-

rrespondencias, las

correspondencias

de las ruinas, escribo.

 

 

 

Abril (XXVI)

 

El mundo se fue,

eso que, alguna vez,

llamaste “el mundo”

no está más, se fue:

cosas quedan, palabras,

igual que lo que

                deja, al

 

retirarse, el mar.

 

Daniel Freidemberg. Poeta, crítico literario, ensayista y periodista argentino. Nació en 1945 en Resistencia (provincia de Chaco) y vive en Buenos Aires. Entre otros libros de poemas, Blues del que vuelve solo a casa (1973), Diario en la crisis (1986), Lo espeso real (1996), En la resaca (2007), Sonidos de una fiesta ajena (2012), Abril (2016), Días después del diluvio (2018) y Arte dificultosa (2020). Ensayo y crítica: La poesía del 50 (1982), La palabra a prueba (1993) y Cómo se escribe un poema (en coautoría con Edgardo Russo, 1994). Es autor de 16 antologías de poesía. Publicó ensayos sobre poesía en numerosos libros y revistas, y tiene una vasta trayectoria como crítico en revistas y suplementos culturales de Argentina, Uruguay, Chile, México y España. Cofundador de la revista Diario de Poesía en 1986, integró su Consejo de Dirección hasta 2005. En 2014 recibió el premio La Rosa de Cobre a la trayectoria poética, otorgado por la Biblioteca Nacional de la Argentina. Desde 2015 dirige el taller “Escribir y leer poesía”. Página web: https://freidemberg451.wixsite.com/home

 

Fotografía y semblanza proporcionadas por Daniel Freindemberg.

 

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