Poemas de Dana Gelinas

Donald Boy

 

Ciertos genios me dan envidia:

Trump, más que nadie,

el arcángel Trump frente al espejo.

No es fácil entrecerrar los ojos

(peinarse antes con gel)

y hacer un puchero con el labio superior

para decir, como un niño mimado:

You are fired”.

 

“¿Te importó más tu moral que tu trabajo?

So, you are fired (es decir, Yo soy el Ego).

No eres un verdadero líder”.

Donald Trump escribe bestsellers

que aconsejan despedir a todos:

“Enciérralos juntos en un cuarto de hotel,

confunde sus cepillos de dientes,

reproduce en sus oídos uno de mis discos de superación personal

mientras duermen,

y despertarás el subconsciente perdedor”.

Cada vez que escucho a Donald decir “You are fired”,

son las mismas veces en que me siento incapaz de escribir

un solo verso

y entonces me siento absurdamente sola

frente a un niño-de-negocios de dos años

que menea la cabeza,

censurando esto o aquello que escribo.

 

 

Poliéster

 

Ni el gusano de seda,

ni el pelaje del cordero indefenso,

ni los hilos de algodón,

resistirán los mil años que perdura el polímero.

 

El dacron, por ejemplo,

te expone al frío como el nitrógeno líquido

y atrae al sol como el capote de ira

y el ácido al hombre vacío.

Sin embargo, esta materia, el dragón,

da alas a los celos de serpientes.

 

Los colores del poliéster,

como la pólvora y el papel,

los inventaron en China

y sus fibras las lleva el hombre de la Luna.

 

La naturaleza se postra durante mil años

ante el poliéster.

Es más probable,

cara o cruz,

que antes tu fiel alma se llene de amargores

o de almíbar;

ambos, cara o cruz,

vuelven el alma de asbesto.

El poliéster perdura,

la naturaleza no importa,

la vida es breve.

 

 

 

Altos Hornos


8

Cuando vi a las mujeres de Kuwait


sujetar su velo negro sobre nariz y boca


para buscar entre los pozos incinerantes


a los obreros de su casa,


recordé el pañuelo blanco en mi nariz,


perfumado a suavizante de ropa


y a oxígeno,


hasta que una brizna de nada,


o la gravedad solamente,


desaparecieran las moléculas de azufre


que habían entrado en la casa.



No fue verdad. Jamás desaparecieron.


Decrecían. Eran soportadas. Son olvidos de episodios.



Y yo sé dónde se esconden:


En el césped de mi casa,


en mis libros, en la madera de las puertas,


en el centro del tallo de mi cerebro.

Allí permanece el azufre.

Dana Gelinas (Monclova, Coahuila). Poeta, narradora y ensayista. Ha recibido las siguientes becas: Salvador Novo (1982-83), del INBA (1987-88) y del Fonca para Jóvenes Creadores (1992). Actualmente es editora, así como traductora de la lengua inglesa, poetas entre quienes se encuentra W.D. Snodgrass (La aguja del corazón, selección, traducción y prólogo, 1999). Su obra se halla traducida y recopilada en más de medio centenar de antologías mexicanas y de diferentes países. Ha publicado los siguientes libros de poesía: Bajo un cielo de cal (1991; 2ª edición, 2006). Poliéster (VIII Premio Nacional de Poesía Tijuana 2004; 2ª edición, 2009). Altos Hornos (2006). Boxers (Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, 2006). Aves del paraíso (2009) y Los trajes nuevos del emperador (2011), y las siguientes antologías personales: Aves del paraíso, Hábitat y Mediodía blanco.

 

Semblanza y fotografía tomadas de la página web elem.mx

 

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