Poemas de En Línea Girasolar (2000) Quito: Eskeletra.
Visualiza tu imperio provisorio
las coordenadas de luz que pesan sobre tus hombros
escucha el graznido del día
su aliento camuflado entre las sombras. No eres tú quien
cosecha pureza en el umbral
donde vacilas, pero sí hay algo, algo a descifrarse y eso
lo intuyes en el ritmo
del aire que respiras; porque nada te pertenece a no ser
lo que no tienes,
porque eres un bípedo y te sonrojas sabiendo que tu voz
es tuya sin ser más o menos que la de otro
y caminas hacia el trabajo sin tener otra salida,
y sonríes al prójimo bifurcado
en sus lamentos. Y ya en el bus, los asientos
te miran repletos y te aferras al tubo
como los muertos se cuelgan del nervio central
de algún meteoro cuando ya están muertos,
y entonces, arranca el trayecto y la voz del chofer muge
maldiciones medievales sobre el cemento.
Todos apestan hasta que alguien se levanta
y la terrible pesadilla del día sea aligera.
Vuelvo
a la arcilla elemental;
vuelvo
a las llanuras del deseo;
vuelvo
a las rosas, su olor perplejo
de luz herida,
de imagen rota .
Vuelvo
a buscarte y hallo sólo
las garras rojas
de las cuervas, cuervas
retorcidas
en tus ojos como vísceras negras.
Un grito se alza a medio vuelo
y desde el vacío observa
el vacío que cruje en el éter
A contraluz de ti estoy:
tu voz me asalta por la espalda,
tu voz que antes fue espejo
De Poemas de Paso Peruano (2015) Quito: El Ángel Editores
La Piel de la Caída
Doy gracias
por la escritura de mis pies
unas veces torpes
,y otras finos,
por el abrazo de la tierra
que no me humilla
que me acoge como madre
cuál largo es
el cuerpo de mi vuelo.
Los Taitas Nevados son grandes
pero mi corazón es más grande.
Todos somos más grandes que nuestras caídas.
Somos agua que rebasa la piel de la caída:
ímpetu niño que canta su fondo de bosque
y sobrepasa la caída
Las caídas son sagradas
Dan rostro al camino.
Son honores que el tropiezo otorga:
plumaje blanco,
cimas invertidas .
Cuando lloras,
nada cae.
Todo ríe.
Si caes,
es porque la Tierra te abraza.
Porque ama sentir tu vientre
pulsando a su ritmo
y quiere que seas
el Danzak de Espejos
del Otro Mundo.
Y ahora
que lo has entendido,
¡debes danzar esa piel que te dejó la caída!
Madre de sangre
Madre,
no te tragues tu propia sangre.
Sal a beber el aire de la planicie.
Recupera tus pies de Hada
y despierta al jardín del Edén que nunca perdiste
Retorno a la Luz
He regresado
Primera Oscuridad
donde el espacio me pare sin moldes.
Llueve hacia adentro
un rímel mala muerte
escritura solar
caverna mágica
La mosca diabólica repica en los tímpanos.
Quiere arrastrarme, sonido puro.
soy algún demonio.
La mosca es mi Gurú.
Su mar me arrastra mar adentro.
Punto de no retorno a este cuerpo.
Del libro inédito Patria del Agua (2019)
Chiririnka
Que seas muy feliz
y que no se te pegue ni una sola chiririnka
y si se te pega
que sea una mosca bien, pero bien negra.
de esas suertudas por peludas
que dientan gratitud por la trompa de elefante
que sin tener alzan al cielo cada día
metiendo roche
con su oído de mosca de los muertos
que se ven y mirándose suceden
los deseos y ecos de su zumbido
que se dejara pulir aún más
el diamante que ya es su corazón
ese almizcle geométrico
esa gravedad en las alturas
como torreón de azúcar
es dulzura inventada por el cíclope en bloque
cuando solo la lágrima es, en tiempo circular.
Ella piensa sobre tu cabeza
tu cabeza redonda tejida por el cielo
esa íntima nieve
esa nube de lluvia
esa cima blanca que se le hace tu cabeza.
Tintilineando
la chiririnka canta
ríos profundos ombligos y mundos
Y mientras vuela,
es como si abriera zanjas de luz en la tierra,
como en la piel.
Ella piensa.
Y vuela.
La muy suertuda.
Flores de Paucartambo
Hay flores que permanecen de pie
como si lloraran desde el vientre de las piedras.
Si las arrancas de su lecho,
oirás cómo el cielo baja a la tierra
su cuerpo de luz y yaguarmayu
Hay flores y flores y flores
y es distinto siempre
la estirpe y la estambre
de una y otra
y esta hambre astral
de la noche que nos devora uno al otro
en la noche de los labios.
No me preguntes
si avanzo o no a desvestirme en lenguaje.
No quieras que yo quepa
en tus flores.
No me hables ni de las marcas
ni del caudal
que tiene tu río
cuando en el centro de las piedras
florece el tramo más grave del viaje.
Fragmentos de El Sonido de la Pureza (2019) Quito: Eskeletra
Camino y la gente me pregunta
qué es la Pureza,
cómo se ve, dónde vive.
Tal vez lleve consigo un abrigo
de mink o un abanico de geisha
Tal vez sea un vaso de leche
que la madre le canta a su cría
o se pose como un pájaro a recibir
la clave morse de un viento esquimal
La Pureza es imaginar el sonido de la nieve
sobre el que se desplazan los trineos de los Innuits
Y las garras del Oso Polar clavando su desesperación
cuando ya no hay hielo para cobijo de sus crías.
Para la Pureza un iglú o una choza
son Palacios Imperiales cantos de cerezos
que no acaba aunque llegue a término la primavera.
Dónde están los bordes de ese cristal
dónde los contornos del sonido dónde ermitas y altares.
La Pureza cruza la voz del hombre con la voz de la tierra.
—Quiero guarecerme en tu rostro—
le dije a la Pureza pasar muchos días
en tu casa sin bordes sentirme acogida
en la luz, si alguna, de las palabras.
Soy puro cuando amanezco en tus labios
y los dientes del tiempo me sonríen.
Cuando puedo decir con mi cuerpo
el espacio vacío de palabras… e inventar alpiste.
La Pureza quizás sea un templo cuyos ritos no conocemos.
Solo intuimos espacios de Yegua Tierra.
Nos llama a todos a su casa y espera con los brazos abiertos
que la música de las esferas llene la sangre y el vacío.
A la pureza no le importa que la insulten.
Fabrica milagros de luz.
Es barbitúrica y simple
como un mamífero lacta estrellas y saetas imposibles
o como un faro de altamar
anuncia a los navegantes perdidos
que aún es posible un nuevo día.
La Pureza es empacar lo que sirve
y dejar ir lo que no sirve en el viaje.
Mirar los plumajes blancos elevarse
y volverse racimo de nubes en celo.
La Pureza es el amor que te mira y no te nombra:
los Nilos los Rimac los Eufrates los Moldava…
Todo ese caudal de luz por nacer.
El cetrero
El cetrero deja que parta
el ave que lo obsesiona
es el ave de los mil rostros
y el cetrero adivina su plumaje incandescente.
Pide a los vientos que no apaguen
su fuego sagrado.
Hay un silencio despeñado hacia el abismo.
El cetrero cobija este silencio
en un pequeño cuenco de palabras
para que nunca se instale el estío
en el Ave soñada
(De En Shanghai los pájaros son mutuos, 2015)
De padres ecuatorianos, Sophía Yañez nació en 1967 en Minnesota, estado de los 10 mil lagos, donde Estados Unidos bordea con Canadá. Es madre de 4 hijos y Doctoranda en Letras por la Universidad Andina Simón Bolívar del Ecuador. Ha sido docente en áreas relacionadas a las Letras desde 1997. Desde entonces, ha trabajado en la Universidad Privada ecuatoriana: USFQ, UTE, UIDE, UDLA y ahora, tras haber ganado el concurso de merecimientos y oposición, trabaja como docente con nombramiento, en la Universidad Pública en FACSO – UCE del Ecuador. Ha publicado 7 poemarios en los últimos años En Línea Girasolar, Tingshas, Poemas de Paso Peruano, En Shanghai los pájaros son mutuos, Puerto de Hayu Marka, Cuerpo Libre y El Sonido de la Pureza. Su poesía ha sido traducida al inglés y al portugués, como también comentada por Omar Aramayo, Héctor Ñaupari, Willy Gómez Migliaro, Edgar O` Hará, entre otros. Sus trabajos académicos han sido recogidos en al menos 3 Congresos Jalla (Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana) como también por publicación de la Universidad de Saint Johns en Nueva York. Ensayos crítico-literarios se recogen en las publicaciones La Revista y Textos y Contextos de Facso, Quito, Ecuador.
Semblanza y fotografía proporcionadas por la autora.
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