I.
EN EL MEDIO DEL OCÉANO
Pero no resulta tan fácil librarse del alma
Mujer que corresponde,
en la esfera antropológica,
al principio pasivo de la naturaleza. Sirena, lamia o ser monstruoso
que encanta o divierte
y alejada de la evolución
como madre,
Magna Mater
informe de las aguas
y del inconsciente;
doncella desconocida,
¿amada?
símbolo de la libido lujuriosa
(impulsiva, afectiva, intelectual y amoral)
Animal
mujer-cisne
mujer de pie de cabra,
como imagen del ánima
¿es superior al hombre mismo
por ser el reflejo
de la parte superior
y más pura de éste?
Instintiva y sentimental,
tentadora que arrastra hacia abajo, coincidente con el signo alquímico del principio volátil,
esto es,
de todo lo transitorio, lo inconsistente,
infiel y enmascarado.
Estuvimos ahí
desde la génesis
de todas las cosas,
la tierra se fermentó
y aparecieron membranas
una neblina ocupó el aire adentro
la luz
alimentó la noche.
Nacimos como seres híbridos directamente del suelo.
Brotaron primero:
ojos sin cabeza
cabezas sin cuernos
luego plumas y escamas
diseminadas entre el musgo
mujer arriba
pez abajo.
Las sirenas no hablamos cabalgamos en la superficie del mar somos yeguas ensimismadas con el horizonte y la frontera imposible
(no te asustes, ya me alejé del todo como me pediste)
es tan difícil exiliarse de vos tan difícil ahora habitamos lo intemporal de los muertos
lanzados a vivir lo cotidiano, las herrumbres de sus cadenas.
nuestro amor tiene que atravesar el derrumbamiento para no quedar inerte
No te escondas en el fondo del navío
ni te alarmes por lo que pueda sucederte claro que no hay garantías
es pathós primitivo
fuerza abisal:
sirena-caballo.
En la “noche de los tiempos” mujeres que caen
caídas
en caída
porque lo femenino
es singular.
El amor
es suplencia a ese otro goce que ella puede evocar
se encuentra más allá del hombre, más allá del mar.
Goce femenino, de sirena blanca,
se lee la frecuencia de su voz en el poema.
Un hombre como Ulises
no pudo hablar de lo indecible de las mujeres acuáticas.
Reencuentro
Iemanjá
Madre-pez
hay un océano en el centro de la tierra diamante azul donde duerme
una mujer celeste
ella curva el destino de las aguas
en su terraza de coral
arremolina el tiempo
nos hace encontrar en el sueño del mundo Iemanjá, maga
cruzando un límite terrible estamos ¡cuidado!
ella nos trae
nos cobija
siempre
en los pliegues lunares se arman
las entrañas de las olas
lleva un tatuaje de sal en la espalda
y en sus manos se adormecen las serpientes encantamiento
las barcas entran a la cima oscura
con sus antorchas
lumínica sensación
estamos
pidiendo expiación a los espíritus náufragos aquí
somos
las sirenas cantan
escoltan a Iemanjá hasta su altar
llora
flotamos
poesía
no hay huída
un abrazo vuelve
Iemanjá desplegó el viento
desplazó el miedo
llamada
se abren las ventanas fluyen las mareas
No hay dolor, estás retrocediendo
estoy sumergida en aguas profundas
queda el amor
(En: ¿Por qué no hblan las sirenas, Prueba de Galera Editoras, 2019)
II
Mujeres
híbridas
en los confines del mundo
también cercanas
cuando la música sagrada se impone aniquilando sus trinos
cuando les construyen féretros barcas con clavos
para que sus velos se abran
como suturas de seda y tiempo.
¿Sabías que las sirenas fueron testigos cuando vos te ahogaste como Ícaro?
Se rieron
frenéticamente
luego se oyó un lamento breve y te desmembraron.
Más allá del mar Soy la nada.
Musical sollozo
que se extiende
entre landas y pedazos de madera y atraviesa la ciudades de polvo
tenés que saberlo.
las calles y sus
ruidos caprichosos un halcón posado
en el campanario escucha.
La brújula quedó en
el volcán sumergido. ¿Qué vas a hacer entonces?
estás todavía a tiempo de escapar,
los caballos están sueltos
y te esperan en la
orilla.
Huyendo es posible que te fatigues pronto.
(Una cierva dorada mordisquea hierba en la nieve:
me duele el pecho de tanto rugido.)
No te vayas,
puedo pedírtelo una sola vez la repetición es la muerte.
En las tierras
bajas
el mundo es nuboso y plano conmigo, somos dragones elevándose al ensueño.
Por qué
inquieta
ver mujeres danzando por el aire. Nos quieren debajo del agua para que los barcos
aplasten nuestros cuerpos fracturen nuestras alas.
Con musgo entre las piernas sobrevivimos.
EN LA INTEMPERIE EL POEMA
Yo necesitaba amparo transitorio
trazos de luz sobre mi cara
no hendidura no púas no cuchillo no estaca
no cortes ni fisuras no ultraje no golpe
ni astilla no abuso no marca ni aguja ni lesión
No hay poema que no se abra como una herida
acontecimiento
vos yo tus ojos los míos tus errancias
mis desvelos
los regresos inestabilidad del cuarto
un jardín agreste
un árbol destruye con sus raíces la casa
un gato desaparece en la niebla
otro maulla
intérprete
música oscura
que se esparce
y se esconde en la maleza
poesía
territorio de mi exilio nos fuimos del otro.
Demasiado pensamiento
hablamos
pensar morir pensar agonizar morir
no sentir hablar con el otro
sin percibir
intuir el amor
no hablar
retirarse al vacío
por donde puede aparecer la despedida no amar
ingrávida escribo poesía canción tono
recomienzo
el poema atiende lo singular
es una piedra arrojada en un estanque el amor se suspende
instante muerto
negruras, temblores del alma, náuseas, poema
no olvides buscar siempre la salida de la madriguera.
(En: Para escuchar la música del poema, Buenos Aires Poetry, 2019)
Poética de los árboles
Huida de loba
A quien me pregunta cuántos amores he tenido le respondo que mire en los bosques para ver en cuántas trampas ha quedado mi pelo.
Alda Merini
¿No te das cuenta de que aquel árbol
es testigo de nuestro ahogo?
Las hojas transparentes brillan como cristales para nosotros y escuchan nuestros suspiros.
Nadie va a pasar por acá nada
nos salva del lobo blanco,
es el viento el que trae el sueño de los amantes
espolvorea los párpados con polen de flores níveas
(esta muchacha cuando hechiza es tan alta como los árboles)
Nuestra pena... por causa del vino, la poesía y la noche se tornó irremediable.
Te cuento antes de que te duermas del todo:
el alfabeto de los árboles era utilizado en el culto
de las magas de la Bretaña medieval
a juzgar por las marcas del diablo
tatuadas en las manos de las brujas.
Las varitas mágicas agujas en el espacio
durante las horas silenciosas,
emanan el fluido que viene de los astros.
Estoy ahora en la jaula de las bestias.
Esta mujer sabe el ritmo del demonio
entiende de hechicería,
es veneno de escorpión maneja el tiempo
moviendo sus dedos como tijeras
filo colmillo yugular dulce
testimonio es licor en tu paladar lleno de hormigas.
Una herida de amor
mordida letal abre el torrente negro
que tiene en las palmas abiertas al cielo (mapa ancestral).
Extiende su paño sobre la hierba y lanza su talismán sobre el círculo:
escribe, escribe, escribe
con la tinta derramada sangre de sus árboles
poesía creciente
palabras febriles para un náufrago que llega y necesita asilo.
Ella es feroz
porque tiene complicidad con las sombras
solo podés oler su fragancia terrible.
No queda vestigio del cálido verdor de otro amor,
verano en que juntos bebimos
la suave fugacidad de la tarde copa solar
tal vez en el designio sutil de las miradas que imantaban la noche:
ensueño venéreo liviano
oculto, el madero ardido te quema la lengua
no hables entonces no hables no mientas.
Tampoco hay herida ya raíz del duelo
el árbol asciende quebranto lineal de un tiempo de barro que fue peor
¿qué tenemos? la espera la brevísima historia de una lágrima y un poco de espacio entre el bosque y el mar turquesa el cristal.
Dejemos que las palabras perezcan del todo hay otro lenguaje que surge
en el crepitar del fuego o en la llama que se abre pálida.
Lucero muerto en el lago...
estás súbitamente arrepentido pero este árbol ya es ceniza
no respira, crepita su corazón
bajo la tierra lombrices, hormigas, avispas, enrededaderas carnívoras
invaden su cuerpo de cicatrices
su corteza lleva grabada las letras del abecedario de todos los árboles de este bosque sin tiempo.
(En: El alfabeto de los árboles, Ediciones En Danza, 2017)
Murciélagos
Dormimos entre murciélagos
nada nos asusta
perdimos el miedo a las catástrofes a la intemperie a la muerte a los insectos
menos al amor
frontera que se abre
como este cielo de septiembre
como mi cuerpo en la penumbra.
Dónde están los murciélagos durante el día
son nocturnos, yo insomne
duermen mientras el sol se expande sobre el mundo
como los ciervos salvajes, los leones, los tigres, los leopardos
pero ellos son ciegos
cómo podrían defenderse del ataque de los gatos o las aves de rapiña
durante las horas de luz
se esconden en parajes oscuros
colgados en las torres de las iglesias
en los rincones y pasajes subterráneos
en las pequeñas aberturas debajo de los tejados
en los altillos de las casas que dan al bosque;
también en la altura fría de las pirámides
se ven con sus cabezas pendiendo
con sus oídos
hundidos estamos
en un silencio ancestral que nos cobija.
Nosotros conocemos que existe una enorme caverna
donde se ocultan miles de murciélagos del sol y su brillo
aferrados a las rocas, los unos a los otros,
en apiñados racimos
en las tinieblas y sus fauces.
Somos mi amor los viajeros que tropiezan
con las cabezas de los murciélagos
como ellos estamos sorprendidos, deslumbrados por el reflejo de las antorchas
revoloteamos inquietos
chocamos con las caras de los que no saben de nuestro deseo
como mariposas noctámbulas
impactamos las pantallas de las lámparas.
Dormimos entre murciélagos
no hay temor a sus alas
hay flores que abren sus pétalos de noche
allí cuando los lirios exhalan sus aromas.
Te amo, tal vez compartimos el mismo corazón salvaje
misterio del alma que transmigra
una y otra vez
que no se aparta
memoria que sabe y no recuerda
que la ternura a veces viene del animal, no del humano.
Dormimos entre murciélagos
ya no hay cazador ya no hay presa
habitación de piedra y tiempo
polen esparcido en el aire
voz que me nombra y se disuelve
Mientras tanto
para siempre
en el continuo de la vida
juntos
amor
animal
metamorfosis
poesía.
Aquelarre I
Brumas en la bruma.
Dejan la cabeza en un lugar
y sube el agua con sus pies a ver
varias rocas huellas de naranja
que mañana no estarán aquí
casi medio hojas en el fuego
se lanzaron a la calle
los hermanos del amor.
Las brujas esperamos
se arman constelaciones sobre la roca
los animales se paralizan, nos miran
manadas doradas como esfinges en las escaleras
anfiteatro que encierra los sonidos de las bestias.
El mar telón de fondo
una bruja aúlla y tiembla
su trance detiene el soplo de Bóreas
otra bruja gira en el aire brumoso
su desnudez fascina
bailarina
extiende sus alas transparentes
se ríe sola mientras crece un grito
llamado lujuria
melodía de ángeles terribles
ruido de mandíbulas hambrientas.
Las hechiceras viejas
tras haber extraído una a una
las médulas a los cuernos de cabra,
les dan un corte en la punta
los llenan con cera para que pase el aire
pastores y cazadores se esconden asustados
suena un cuerno de buey sin agujeros
una bruja ciega lo sujeta con una sola mano
todo se agita en la espersura.
Hay ahora un silencio que aturde
histeria
el aquelarre comienza
van llegando mujeres crepusculares y labios morados
sus ojos no miran
no te miran
qué lengua hablan hablamos hablo
son dialectos que vienen de abajo
cuerdas vocales de seda
sus pieles parecen de miel tibia
tienen muslos de mármol
dedos y extremidades de buitres
pezuñas y garras
son harpías
demonios
latidos de la noche
silbidos que salen de las entrañas de la tierra
llegan hordas de brujas insomnes
corren desaforadas al ritual
cuidado
aquelarre
es posible que te sacrifiquen
los viñedos desprenden sus uvas y tiñen el valle
una marea de sangre se derrama
perfume animal
hembras rodando entre la tinta de las flores
van pisando frutas en la estampida
algunas se bañan en los huecos del lago
breves deshielos de invierno
traen en sus manos carne fresca de cordero
aquelarre
cinco brujas, agrupadas bajo un roble
tañen instrumentos
gaita, doble flauta, violín, lira y laúd
poesía visión oráculo astros desastre natural
soy bruja miro y escribo
nada me asusta
nada me asusta
se suspende la nevada
demasiado fuego
las hogueras son palacios en la noche
en la cumbre solo estrellas
cayendo
llamas
que separan las galaxias
una hechicera joven
tiene un cuchillo en su boca
babea sangre
si no hay locura no hay amor
si no hay vino tampoco
te dejás matar
el círculo se cierra
los demonios miran hacia fuera y las brujas hacia adentro.
(Soy bruja, inédito, 2019)
Eugenia Straccali nació en La Plata en 1970. Poeta y dramaturga. Es docente e investigadora en Teoría y crítica literaria de la Fahce en la UNLP. Escribió: Antígona ningún dios respira sobre el mundo (2006); Editorial Al margen, Electra, ¿es posible matar a un muerto? (2010) Editorial Al margen; Abismadas (2016); Ninfas (no musas) (Buenos Aires Poetry, 2017); El alfabeto de los árboles (ediciones En danza, 2018); ¿Por qué no hablan las sirenas? (2019) Ediciones Prueba de Galera; Para escuchar la música del poema, Buenos Aires Poetry (2019); coordinó y prologó las antologías Atlas de la poesía argentina "La poesía a través de los astros" (EdULP, 2017) y Atlas de la poesía argentina II "Hacia una poética de los archipiélagos" (EdULP, 2019).
Semblanza y fotografía proporcionadas por la autora.
Fotografía de Leonardo Massar.
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