150.000.000 son los autores de este poema.
La bala
es su ritmo.
La rima,
el fuego rodando de edificio en edificio.
150.000.000 hablan por mis labios.
Este libro se acaba de imprimir
por millones de pasos
en la rotativa adoquinada de las plazas.
¿Quién le preguntará a la luna?
¿Quién le exigirá al sol
su explicación?
¿Por qué
remiendan los días y las noches?
¿Quién le dirá a la tierra el nombre del autor genial?
y bien,
nadie
es
el autor
de este poema mío.
Sólo tiene una intención,
brillar en un mañana auténtico.
En ese mismo año
en este mismo día y hora
bajo la tierra
sobre ella en el cielo
y aún más alto
aparecieron estos carteles, volantes y afiches:
¡A TODOS!
¡A TODOS!
¡A TODOS!
¡A todos
los que no pueden soportar más!
¡Salid
juntos
y marchad!
Firman:
La venganza -Maestro de Ceremonias.
El Hambre -Director.
La Bayoneta.
La Pistola.
La Bomba.
(Que son los Tres Secretarios.)
¡Vamos!
¡Vamos!
¡Vamos!
¡Oh-oh!
¡OH-oh-oh!
¡Oh-oh!
¡Iván!
i Esconde tus rublos en la bota!
¡Iván!
. . . . . . . . . . . .
¿Acaso iremos descalzos al mitin?
¡Mi Rusia está perdida!
¡A la pobre la han hundido!
¡Encontraremos una Rusia nueva,
una Rusia universal!
¡Va-a-a-a-mos!
¡Iván!:
él está sentado,
todo dorado,
tomando té con tostadas.
Yo vendré a verlo
con el cólera.
Yo vendré a verlo
con el tifus.
Pero yo le diré:
-¡Eh!
¡Wilson,
Woodrow!
¿Quieres un balde con mi sangre?
Ya verás.
Llegaremos pronto hasta el propio Lloyd George y le diremos:
-«¡Oye, Jorgito...!»
Llegaremos hasta él,
a través del océano.
¡Vamos!
No es nada,
llegaremos a pie.
¡Vamos,
vamos!
La llamada despertaba los bosques somnolientos.
La llamada despertaba las fuerzas
de las grandes y las pequeñas bestias.
Chillaban los cerdos,
aplastados por los elefantes.
Los perros formaban filas
con los perros.
El grito humano era insoportable.
Pero las fieras,
con su alarido,
retorcían el alma,
como el nudo de una cuerda.
(Yo les traduzco el rugido de las fieras,
por si ustedes no conocen el idioma de las bestias.)
«Oye,
Wilson,
bola de grasa.
La culpa no es de la gente.
Castígalos a ellos.
¿Por qué a nosotros?
Nosotros no firmamos el pacto de Versalles.
¿Por qué nosotros,
las fieras,
tenemos que sufrir el hambre?
iÉchales a ellos
nuestro dolor bestial!
Y comeremos
aunque no sea más que una vez hasta hartarnos.
¡Vamos!
¡Vamos a los prados americanos!
¡A los fértiles pastos de las nuevas Indias!
¡Oh-oh!
¡Nos oprime la jaula del bloqueo!
¡Adelante,
automóviles!
¡Al mitin,
motocicletas!
¡Los menores
a la derecha!
¡Abran paso
a los caminos!
¡Caminos!
¡Marchad en orden,
formando fila!
¡Oíd lo que gritan los caminos!
¿Qué gritan?
«Nosotros
los caminos
nos ahogamos en el polvo, sin aire.
Estamos cansados
de caminar forzados
millares de millas sin empedrar.
Queremos correr
cubiertos de asfalto,
cruzados con rapidez.
¡Arriba!
¡Basta
de dormir acunados por el polvo caballar de los caminos!
i Va-a-a-a-mos!»
¡U-u-u-u-uh!
¡U-u-u-u-uh!
A las cuencas mineras.
¡A las m-i-n-a-s
v-a-a-a-nos!
¡A por el pan por nosotros sembrado!
Sin leña no iremos.
¡Al mitin, locomotoras!
¡Locomotoras!
¡Al mitin!
¡U-u-u-u-uh!
¡U-U-u-u-uh!
¡Rápido!
¡Rápido-o-o!
¡Eh!
¡Regiones,
levad anclas!
¡Tula,
Tver,
Riazán!
Los que desde Adán permanecen inmóviles
se movieron por fin,
y empujan a los demás,
atronando la ciudad.
Adelante, alcanzando la sombra,
tropezando con la frente contra los árboles,
iban al mitin legiones de fuego,
marchando con los postes y los faroles encendidos.
Y por encima,
¡oh, prodigio!
conciliando el fuego con el agua,
iban los mares
cargados de náufragos.
¡Abran paso a las olas juguetonas del Caspio!
¡No será posible acostarse de nuevo
en el cauce de Rusia!
¡Olas,
dejemos las pobres orillas del Caspio
y dancemos de júbilo en las playas mediterráneas de Nizal
Y por último,
saliendo del trueno,
corriendo a todo escape,
y llenando ampliamente los pulmones,
avanzaron sacudidos por los vientos tempestuosos de Rusia,
haciendo girones las nubes.
¡Vamos I
¡Va-a-a-a-mos!
Y todo esto,
150.000.000 de gentes,
billones de peces,
trillones de insectos,
fieras y animales domésticos,
centenares de regiones,
y todo lo que han construido
y en ellos vive,
todo lo que puede moverse,
y todo lo que antes no se movía
o apenas se mueve,
todo avanzaba.
se arrastraba,
flotaba,
en esta lava.
Y todo rugía,
allí, donde estaba Rusia antes.
Tocando a rebato las campanas
para los grandes corazones.
A Rusia alzaremos
hasta el Paraíso,
por el arco iris del ocaso.
¡Oh, oh!
¡Oh-oh-oh-oh!
¡Oh-oh!
¡Vamos,
vamos,
a través de la guardia blanca de las nieves!
¿Por qué avanza esa mole de comarcas
con sus límites marcados desde hace siglos?
¿Por qué arden los cielos?
¿Quién ilumina el horizonte?
Hoy, hacia nosotros,
convergen las miradas de todo el mundo,
y están los oídos alerta
para pescar lo más mínimo,
para poder ver esto,
para poder oír estas palabras.
Esto
es la voluntad de la revolución
llevada hasta su último extremo.
Esto
es el mitin de las moles y las máquinas
mezclados con animales y gentes.
Esto
son manos,
patas,
garras,
palancas,
hasta llegar donde el aire se enrarece,
unidos en un juramento unánime:
Poetas
que buscáis cielos ignotos,
olvidad todo esto,
y escuchad estas palabras:
Nosotros
venimos cruzando ciudades,
pasando a través de la selva,
marchando por el barro y los charcos.
Venimos millones,
millones de obreros,
millones de trabajadores y empleados.
Venimos de las casas,
huyendo de los talleres,
de los sótanos,
escapando por pasajes iluminados por los incendios.
Venimos millones,
millones de objetos,
deformados,
destrozados,
arruinados.
Bajamos de las montañas,
y de los bosques.
Venimos millones,
millones de bestias,
enloquecidas.
torpes,
miopes,
y hambrientas.
Venimos millones de ateos,
paganos,
panteístas.
Golpeando la frente
contra el hierro oxidado.
Desde los campos,
todos rezando
el padrenuestro.
Dios.
¡Aparece por fin,
mas no del marco de estrellas,
mas no del delicado tronco!
¡Dios de fuego,
Dios de hierro!
Mas no Marte,
mas no Neptuno.
¡Dios de carne,
Dios-Hombre!
Dios terrenal.
¡Aparece ante nosotros!
¡Sal!
Mas no aquel
«que está en los cielos».
Solos,
ante las miradas de todos,
hoy,
nosotros mismos
haremos milagros.
En tu nombre
vale la pena luchar,
entre los truenos
y el humo
nos ponemos en pie.
Vamos hacia la gloria
cien veces más difícil
que la creación de Dios,
que llenó de cosas la nada.
Nosotros
no sólo debemos construir de nuevo,
imaginar,
inventar,
sino también dinamitar lo viejo,
millones
multiplicados por cien.
¡Por las calles
y los techos!
¡Detrás del sol
y en todos los mundos,
sonad, palabras acróbatas de pies sonoros!
Y he aquí
que Rusia
no es un mendigo harapiento.
No es un montón de escombros,
no es un edificio en ruinas.
Rusia,
toda,
es un único Iván.
Su brazo es el Neva,
y sus pies las estepas del Caspio.
¡Vamos!
¡Vamos, vamos!
¡No vamos, volamos!
¡No volamos, relampagueamos!
Limpias las almas como el céfiro.
¡Contra el señor,
la doña
y el don!
¡Golpea, tambor!
¡Plán,
rataplán,
rataplán!
¡Hubo esclavos
y ya no los hay!
¡Plán,
rataplán,
rataplán!
¡Eh,
pechos de acero!
¡Fuertes, golpead!
¡Plán,
rataplán,
rataplán!
Ser
o no ser.
Vencer
o morir.
¡Contra el patrón!
¡Golpearemos,
golpea,
golpeamos!
¡Plán,
rataplán,
rataplán!
A vosotros,
anticuados,
hambrientos de todos estos años,
prolongadores del pasado,
encantados en el paraíso del hoy.
A vosotros,
los que lleváis a cuestas millones de años del pasado,
que coméis,
bebéis
y cantáis.
A vosotras,
Mujeres
nacidas bajo las mantas de armiño,
o a las que lleváis el cuerpo envuelto en harapos,
o a las que caéis muertas en las colas,
esperando el pan.
A vosotros,
legiones de niños fofos,
multitudes de adolescentes deformados por el hambre,
o a los que llegaron a ser algo,
o a los que no han logrado nada.
A vosotras,
fieras,
que olvidasteis el pasto que come la gente,
los que trabajan,
llevando algo a alguien,
hasta que caen los más débiles.
A vosotros,
fusilados en las barricadas del alma,
para que estos días fueran cantados,
cazador.es del futuro
en vuestro oído incansable,
pintores,
cantores,
poetas.
A vosotros
que habéis trabajado,
sin embargo, entre el humo y la pólvora,
con la vida pendiente de un hilo,
rechinando con el hierro oxidado de vuestros cinco dedos.
A vosotros, que no habéis callado la gloria de la palabra,
y florecisteis todos los años sin marchitaos por los siglos,
a vosotros que, por nosotros, fuisteis torturados.
¡Glorificados seáis,
millones de seres vivos,
como ladrillos,
vosotros,
los Ivanes!
El desfile mundial se disolvía en orden.
El dolor antiguo ya no enloquece el alma.
Con los años,
la tristeza,
orquestada en paz,
con canciones se elevará hasta el cielo.
Aun se escucha el rumor del eco de innumerables voces,
sobre la muerte de alguien,
sobre su eterno reposo.
Y el hombre
coloreado por el resplandor multicallejero,
hace rodar los minutos iluminados de júbilo.
Pues bien,
anda,
rueda entre canciones sin fin.
¡Florece
tierra
en la cosecha y la siembra!
¡Ésta es
la revolución,
la más sangrienta de las Ilíadas!
¿Y los -años de hambre de su Odisea!
Traducción de Lila Guerrero
«150.000.000» se publicó, con el título de "Iván», en copias mimeografiadas, dadas las dificultades puestas a su circulación normal, que no se produjo hasta 1921. Fue escrito en 1919, mientras el poeta trabajaba en la agencia telegráfica ROSTA. Publicamos un fragmento del poema, que consta de 1.700 versos.
El presente poema fue tomado del libro, Recuerdos sobre Maiakovski y una selección de poemas,
Editado por Kairós
Vladimir Mayakovsky o Maiakovski. Bagdadi, Georgia, 1893 - Moscú, 1930. Poeta soviético. De origen humilde, su militancia en el Partido Bolchevique le causó numerosos problemas con las autoridades de Moscú, donde su familia se había trasladado. En 1911 se unió a los primeros futuristas y participó en la redacción del primer manifiesto futurista ruso.
Su odio visceral al universo burgués y su combativo espíritu revolucionario se reflejan ya en sus primeras obras: La bofetada a gusto del público y la tragedia Vladimir Maiakovski (1913). En 1915 publicó el libro de poemas La nube con pantalón y un año después, La flauta-columna vertebral. Del mismo año que la Revolución Rusa son las premoniciones de El hombre (1917), en la que colaboró redactando eslóganes revolucionarios.
A partir de 1923 y hasta 1928 trató de congregar en torno a la revista Lef, fundada por él, a toda la vanguardia artística soviética, a pesar de las críticas crecientes de los estamentos del nuevo orden. Exaltación de la figura de Lenin es el poema V. I. Lenin (1923-1924), y los éxitos de la URSS son cantados por el poeta en obras como Octubre (1927) y ¡Bien! (1927).
También criticó el creciente aparato burocrático soviético con comedias como La chinche (1929) y El baño, que estuvieron precedidas en 1922 por Los sedentes. Problemas políticos y personales, agravados por el fracaso de sus obras, podrían ser los motivos que explicarían su suicidio, pese a que no tardó en ser reconocido por su valor literario como el fundador de la poesía soviética.
Semblanza tomada de la página la Enciclopedia en Línea
Fotografía extraída de la página 马雅可夫斯基:摩天楼的横断面
Escribir comentario